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La ultima noche
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Paso a presentarme, dado que es mi primer relato. Mi nombre es Jazmín, tengo 32 años y les voy a contar un hecho que me paso en la última noche de mis esperadas vacaciones.

Después de un año muy agotador, decidí tomarme una semana de vacaciones. Tenía todo arreglado con Paola, una amiga, para hacer juntas el viaje. Pero ella a último momento me cancelo por problemas familiares, así que viaje sola.

Llegue a terminal de ómnibus, y ubique la plataforma de donde saldría el micro y me senté a esperar a que este llegue. Por cierto, no está de más decirlo, me sentía muy sola, dado que todos los que estaban alrededor tenían pareja o hablaban con alguien. Pero a la vez estaba tranquila porque el viaje era con un tour y sabía que con alguien iba a hacer amistad.

Pasados unos 15 minutos, se estaciona un gran micro de dos pisos y al abrirse la puerta baja la coordinadora, quien nos saluda muy amablemente y nos va llamando de a uno. Fui la primera en ser llamada y me indico que me acerque al final del micro donde los choferes guardarían el equipaje. Acate esas órdenes arrastrando mi bolso y al levantar la mirada, me encontré con Ignacio, uno de los choferes. Quede perpleja al ver sus ojos y esa mirada intensa. Tenía buen cuerpo, joven y un perfume que me hizo volar a otro mundo. Al pasarle el bolso, nuestras manos se rozaron y sentí un escalofrío en todo el cuerpo. Hizo una pequeña broma por el peso del bolso, diciendo que solo íbamos una semana, a lo cual le sonreí y respondí que una tiene que estar preparada para todo, a lo que responde, es verdad. Coloca el stickers a la manija del bolso y me entrega la otra mitad a mí y me indica que suba y me acomode en el asiento que me corresponde.

Durante la semana salió todo como estaba previsto en el viaje, y como era de saberlo me hice de un grupo de personas conocidas que hicieron no pensar que estaba sola. Varias veces me cruce con Ignacio en el hotel (dado a que los dos choferes se quedaron para llevarnos a las excursiones) y en alguna actividad, pero nada pasó.

La última noche, un grupo de chicas estábamos en la vereda del hotel, tomando algo fresco e Ignacio con nosotras. Nos reíamos mucho y contábamos lo bien que la estábamos pasando. Yo hice un comentario que necesitaba una bolsa para guardar unas cosas que compre y muy “gentilmente” Ignacio me ofrece una bolsa de residuos que utilizan en el micro. Al no tener otra opción, acepte. La conversación entre todos siguió con su curso normal, hasta que algunas dijeron que se iban a dormir porque estaban cansadas y todo el grupo se dispersó hasta sus habitaciones, salvo Ignacio y yo que fuimos al micro a buscar la bolsa.

Abre la puerta central, donde están los asientos de los pasajeros y entra. Yo temblorosa por los nervios de quedarme sola con él, me quedo afuera. Al ver que no subo, me invita a pasar dejando la puerta aún abierta. Entro y me siento en el primer asiento, sin saber qué hacer ni decir. Volví a sentir su perfume el cual me inmovilizo y solo se me ocurre decir, para romper el hielo del momento, que rico perfume usas. Me mira y se ríe agradeciendo mis palabras y se dirige a la puerta y la cierra. No sé porque, pero en ese momento sentí pánico, dado que nada de eso estaba en mis planes. No dejo de mirar cada movimiento que hace y en una torpeza de mi parte, al tratar de apoyar la espalda en el asiento, me golpeo el codo con apoya brazo del medio y pego un pequeño quejido por el golpe. Se acerca para ver que me paso, y volteo mi cabeza para indicarle con que me golpee y cuando menos lo espere me da un beso. Al instante sentí mi vagina húmeda. Nuestras lenguas se encontraron y empezaron a jugar mientras yo con mis manos recorría cada centímetro de espalda y el hizo los mismo con mis pechos. A los pocos segundos, salieron de mi boca gemidos al sentir su mano en mi vagina, la cual apretó intensamente intentando violarme con la ropa puesta aun.

Nuestra respiración de agitaba cada vez y la temperatura subía, le quite la remera para sentir su piel y el desprendió el corpiño que traía puesto y me empezó a tocar los pechos nuevamente por debajo de la ropa. Los apretaba, jugaba con mis pezones duros mientras su lengua recorría mi cuello. Me quito la remera y el corpiño y su boca se instaló en uno de mis pechos mientras seguía apretando con intensidad el otro. Mis gemidos son cada vez más fuertes a los cuales callo con un beso, lleno de lujuria y pasión. Introduce una mano por debajo de la ropa hasta mi vagina completamente mojada y me empieza a masturbar. A las pocas envestidas con sus dedos, llego mi primer orgasmo, mojando su mano y mi tanga. Quedo un instante paralizada por el placer, hasta sentir sus dedos mojados en mi boca, los cual chupo en forma desesperada, tocando su pene, el cual esta durísimo. Me arranca de un tirón la calza que traía puesta y él se quita los pantalones y el bóxer. En ese momento, deja a la vista su enorme pene, era perfecto. No dude ni un segundo en tenerlo en mi boca. Juegue con mi lengua por la cabeza y el tronco para humedecerlo y me lo fui comiendo de a poco. El gemía cada vez que mi boca salía y volvía a entrar. Lo chupe un buen rato, subiendo la velocidad al escucharlo complacido por lo que le estaba haciendo. El acompañaba mis movimientos con una mano en mi cabeza. Me incorpora y me coloca en el primer asiento abriendo mis piernas, brindándome un exquisito sexo oral, que hace que me cuerpo se retuerza de placer. Su lengua recorrió toda mi vagina y chupo mi clítoris, provocándome un placer único al cual respondí con un gran gemido. Toma su pene con la mano y lo coloca en la entrada de mi vagina, solo pude decirle hacelo ya por favor y comienzo a meterlo lentamente, hasta hacer tope sus testículos. Quedo dentro de mí unos segundos, mirándome. Comenzó a darme envestidas cada vez más fuerte y logre mi segundo orgasmo al sentir como entraba y salía de mí. Sus manos recorrían mis piernas, mis pechos. Me tomo de las caderas y la velocidad incremento. Ya no nos importaba que se escuchen nuestros gemidos desde afuera. Escuchaba como sus testículos me golpeaban y más me calentaba. Lo tome de la nuca, para sentirlo más dentro de mí. Cada movimiento hacia que mi cuerpo se estremeciera nuevamente, hasta sentir un líquido espeso y caliente que llenaba cada espacio de cuerpo.

Quedamos exhaustos por lo ocurrido, besándonos dulcemente.

Nos vestimos y regresamos al hotel, pedimos algo para tomar y nos dirigimos a nuestras habitaciones despidiéndonos con un hasta mañana… Como si nada hubiese pasado.

En próximos relatos les cuento más aventuras. Si te gustó escribe, [email protected]

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