Me llamo Pilar y vivo en Madrid, en una urbanización de chales, soy una mujer atractiva de pelo moreno 1.67 de altura, ojos verdes y un cuerpo con muchas curvas, 90 de pecho, cintura estrecha y un culito redondito y respingón. No es por presumir, pero a mis 31 años soy de esas mujeres que los hombres se vuelven para mirar.
A lo largo de mi vida he experimentado todo tipo de relaciones tanto con hombres como mujeres y quiero contaros mis excitantes encuentros.
El chalet de enfrente al mío estaba en alquiler y desde el balcón de mi dormitorio se ve el balcón y el dormitorio del chalet de enfrente, a menudo veo al comercial enseñando la vivienda, pero un día me llamo la atención una visita en especial, era una despampanante rubia de pelo largo y una cara angelical. Me llamo la atención su escote cuando se apoyó en el balcón para ver el jardín, sus pechos eran perfectos algo mayor que los míos que formaban un precioso canalillo que dejaba ver su blusa blanca y ajustada, en ese momento me estremecí y sentía como mi coño empezaba a palpitar.
Pasados unos días llego un camión de mudanzas y al rato la vi, era ella y seria mi nueva vecina.
Una vez se fue el camión de mudanza ella subió a su dormitorio, tras colocar un poco la habitación comenzó a desnudarse y pude observar el esplendor de su cuerpo, sus pechos duros y con unos pezones rosados y puntiagudos estaban pidiendo guerra, se dirigió al baño y observe su culito terso redondo, era perfecto, mi coño estaba empezando a mojarse con la belleza de esa mujer, mi mano buscaba mi coño, empecé a acariciarme y frotar mi clítoris, ya estaba toda empapada.
Al rato salió de la ducha desnuda y se tumbó en la cama boca arriba, podía ver su coñito rubio el cual se lo acariciaba abriendo sus labios y jugando con su clítoris. Yo estaba chorreando y sin darme cuenta me estaba masturbando mis pezones erectos, uy, comencé a jadear cuando vi como ella se masturbaba introduciendo 2 dedos en su vagina, los sacaba y palmeaba su coñito rubio para volver a introducirlos. Su cuerpo empezó a contorsionarse de placer, con la otra mano magreaba sus pechos. Yo estaba a cien, a punto de correrme, quería comerme ese coñito y disfrutar de sus jugos y que ella se comiera el mío. Las caricias de mi vecina se intensificaban hasta ver en su cara el placer de su orgasmo que me hizo correrme a la vez, empapando mi mano con mis jugos que no paraban de salir de mi coño.
No sé como pero tengo que conocer a esa mujer…