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Deseo reprimido (I): Reencuentro de mi esposa con su primo
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Ella sonríe nerviosamente, sentada con el bulto de su primo tan cerca no sabe qué hacer.

De repente su delicada mano se posa en los abdominales del primo. Comienza a deslizarse hacia la diminuta prenda blanca y húmeda.

Va hacia los costados, y baja un par de centímetros la prenda. Un par de centímetros más.

Efectivamente se veía el tono más blanco del primo en cercanías de su ingle.

Ella sigue unos centímetros más abajo, y esa sunga cede totalmente. Un pene atroz de unos 23 centímetros sale de su encierro, con uno huevos enormes que cuelgan. Todo completamente depilado.

Mi esposa queda como hipnotizada.

Sus manitos con la sunga en los muslos.

Él la toma de la cara con sus manos grandes, y la acerca.

Ella abre instintivamente su boca, sus labios están más rojos que nunca, sus ojos también, no quiere perderse detalle de nada.

Su lengua tiene contacto con la cabeza del glande. Sus labios tratan de contenerlo. Desliza su boca milímetro a milímetro por ese incestuoso miembro.

Me quedo atónito mirando, petrificado por esa absurda situación.

Mi esposa que decía odiar a su primo estaba ahora en el borde de la cama con su microbikini amarilla cubriendo casi nada su desnudez, con sus manos tímidas sosteniendo la zunga de su primo en sus musculosos muslos dorados.

Su boca estaba probando esa pija prohibida.

Ella levanto la mirada, sus ojos se clavaron en los ojos de su primo quien sonreía y cada tanto hacia muecas de placer.

Llevo hasta donde pudo entrar esa pija dentro de su boca. Comenzó su trabajo de chuparla, hacia adelante y hacia atrás.

Sus manos seguían sujetando la zunga, parecía que eso le daba inmunidad. Como si estuviera en una situación de manera obligada y que ella estaba resistiéndose al tener entre sus dedos esa pequeña zunga blanca.

Ella comienza luego con su lengua a recorrer cada centímetro de la pija de su primo, llega hasta sus bolas, enormes. Una por una recibe por igual tratamiento con su lengua.

Los saborea, cierra sus ojos, su respiración es fuerte. Parece que hasta disfruta de los olores que pudiera salir de los genitales de su familiar.

"te acordás cuando éramos adolescentes primita? Que yo estaba masturbándome en mi cuarto y vos me espiabas" dijo el primo reviviendo una historia que yo no conocía.

Mi esposa detuvo su faena.

"no sabía que me habías visto, yo era chica nunca había visto una pija" se defendió mi esposa

"igual nunca tuve un novio que la tuviera así de grande como la tuya, desde ese día yo creía que todos la tenían como vos, y fue una decepción una tras otra" siguió confesando mi esposa.

Entre esas decepciones me encontraba yo.

"bueno callate y seguí chupando puta!" le ordeno su primo.

Ahora soltando la zunga, apretó sus muslos, se metió la pija entera en su boca y succionó. Llevo sus manos a su culo firme y musculado, buscando hacer presión hacia el interior de su boca.

Estuvieron como cinco minutos más solo jugando ella con su lengua y labios en el pene del primo, hasta que ocurrió lo inevitable, Él acabo dentro de su boca, a ella se le escurría por la comisura de los labios.

Hábilmente con su lengua logro rescatar aquello que se escapaba de su boca y lo degustó

En ese momento tocan a la puerta. Vuelven en sí, él se sube la sunga, ella intenta limpiarse la cara y la boca de algún resto que haya quedado de su incestuoso momento.

Era el servicio a cuarto, Ella de los nervios le dice que espere un momento así sale y puede pasar.

Busca algo que no sabe que es para disimular no sabe qué cosa.

Toma una crema protectora de sol, y se dirigen a la puerta.

Salen juntos de allí. Entra la señora que haría el servicio del cuarto.

Me descubre en el baño, como si no pasara nada, le digo que me había bañado y que saldría en un momento así la dejo hacer su tarea.

Ahora me tocaría ver a donde irían mi esposa y su primo a seguir con sus bajos instintos.

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