Todo lo que les cuento aquí es realmente verídico. No daré nombres, no daré detalles de nuestros aspectos físicos, ni mencionaré lugares donde habitamos por razones obvias.
Con mi cuñada llevamos una relación formal, como cualquier familia conservadora de nuestro país.
Sucedió recién hace unos pocos días. Después de haber trabajado todo el día, mi cuñada en sus labores de empresaria agrícola y yo en mis labores de profesional universitario (no diré que especialidad), ella me había llamado para pasar por ella, pues mi hermano estaba fuera de la ciudad, y por lo tanto no tenía carro para desplazarse, como se había hecho tarde me quede a dormir en su casa; a pesar de haber sido un día cansador, quería ver una película en video, le insinúe que viéramos una XXX, pero me dijo que no le gustaban, por lo tanto arrendamos una película de acción.
Bueno, como estábamos solos, nos dispusimos a ver la película en su dormitorio, por encontrarse allí el equipo de video, al poco andar de la película, me dijo que estaba muy cansada, que tenía mucho sueño y por tanto se dormiría, pero que no había problema en que yo terminara de verla, y que si gustaba me sirviera un trago de su bar. Así lo hice, me senté junto a su cama en un sillón y me dispuse a terminar la película.
Después de transcurridos unos tragos y unos cuantos cigarrillos, mi cuñada, ya dormida, comenzó a inquietarse en su cama, dándose unas cuantas vueltas y quejándose a causa de su cansancio; por mi parte, yo la miraba de reojo sin darle importancia.
Como era una noche de bastante calor, para este tiempo en nuestra ciudad, pronto comenzó a inquietarse por efecto del calor y del cansancio (supuestamente), por lo que comenzó a moverse inquieta deslizándose levemente las ropas de cama dejando una de sus exquisitas piernas a mi vista, ya por los tragos y por encontrarme en abstinencia sexual por mucho tiempo, comencé a dedicar mis ojos más a su pierna descubierta que a la película, deseando que siguiera con su inquietud y sus giros para que descubriera más de su cuerpo.
Mi cuñada, vestía un camisón largo casi transparente, que en esos momentos se encontraba a la altura de sus muslos, yo cada vez me encontraba más candente, deseando que su camisón subiera hasta que me mostrara algo de los encantos que el cubría; en esos momentos mi cuñada, se mueve dando la impresión de estar muy acalorada, descubriéndose totalmente de la ropa de cama, y con su mano derecha, haciéndose una especie de masaje en al vientre, levantando su camisón hasta la altura de sus pechos, dejando a mi vista su tesoro cubierto por un manto de vellos negros, su vientre coronado por un hermoso ombligo, y un pecho con un esplendoroso pezón.
Yo, me quedé inmóvil, estupefacto, caliente ante tan bella visión, mi verga por su parte, tomó vida propia, erecta totalmente pedía su ración de placer, pero mi mente, hasta ese momento, decía otra cosa, después de admirar todos esos tesoros; me dije ¡no puede ser!, es mi cuñada; no puedo pasar ese límite. Así es que tímidamente, tome la ropa de cama y le cubrí por lo menos su tesoro, dejando a mi vista su tetita con su pezón que me miraba a los ojos, unos momentos después, mi cuñada volvió a moverse dejando nuevamente todos sus encantos a merced de mis ojos, y de mi verga, que ya pensaba por sí sola, y me pedía gozar de los encantos a los que estaba expuesta; pues, al destaparse nuevamente mi cuñada, subió una de sus piernas, dejándola en ángulo recto con la otra, dejó a mi vista una abertura rosada, rosada y húmeda, yo, aún recatado lo que hice fue sacar de su encierro a mi cipote, duro y erecto y masajearlo buscando algún tipo de alivio, mas eso no fue suficiente, desee tocar esa carne rosada reluciente ante los resplandores de la película que cada vez se hacían más llamativos, a esas alturas ya no veía la película.
Si no, que en mi interior, luchaba contra lo formal, pudoroso, o caliente. No pude más; y lo primero que hice, fue acercarme muy cerca de ella y oler el perfume que esa carne emanaba, aspirando los aromas que más tarde me llevarían a desenfrenar mi calentura, y, cuidándome de no tocar ninguna parte de su cuerpo, sin poder contenerme, posé mi lengua sobre la joya que tenía a mi alcance, mi adorada cuñada, en ese mismo instante, sube su otra pierna, y en un movimiento imprevisto y exacto, deja su dilatado clítoris dentro de mis labios, instintivamente succiono ya fuera de mí, ella se relaja completamente, en un movimiento de abandono, dejándome su joyita entre mis labios, y luego ronca ruidosamente, por lo que sigo succionando suavemente por unos segundos, que me parecen interminables, mi calentura me lleva a lo siguiente: me separo de ella; muy lenta y sigilosamente me sitúo entre sus piernas para acomodar ya con mi calentura, mi verga entre sus labios vaginales y quedarme quieto.
Pero no puedo, pasados unos instantes me muevo instintivamente, y mi glande se introduce entre sus labios vaginales, la penetro suave, muy suavemente y mi pene se pierde en el tesoro de mi cuñada, ella se estremece y suspira agitándose levemente; pasado unos segundos, sigo moviéndome lenta y pausadamente con un movimiento de mete y saca, luego siento mi que verga se pone aún más dura, trato de contenerme pero no puedo eyaculo copiosamente dentro de ella, escucho que gime levemente, se estremece nuevamente, me quedo un momento dentro de ella, sin perder la erección, me salgo de ella aún con mi herramienta erecta, le beso suavemente el pezón descubierto que siento durísimo, sigilosamente me siento nuevamente en el sillón en que me encontraba anteriormente, la observo desde allí, admirando su tesoro que reluce húmedo y palpitante ante los resplandores de la tv., por unos minutos más, luego le cubro a medias su tesoro con la cobija, la dejo así, húmeda y chorreante, luego me voy a la habitación contigua, sigo pensando en ella con su imagen aún fresca en mi mente, no puedo aún saciar mi calentura después de admirar esa carne abierta húmeda y palpitante, me masturbo largamente en su honor hasta venirme en una eyaculación copiosa, finalmente me duermo contento y satisfecho.
Al día siguiente, al despertar, mi cuñada me saluda muy alegremente, con un beso en la mejilla como nunca lo había hecho anteriormente. No hace mención a nada de lo ocurrido en la noche anterior, me pregunta sobre la película que había visto, si había sido de mi agrado, me comenta que ella había dormido muy bien, que el sueño la había repuesto de todo el cansancio acumulado en esos días, y que no había notado hasta que hora había estado yo en su habitación.
Desde entonces, sé que mi formal y adorada cuñada, será mía cuando yo quiera, para satisfacer mis necesidades de hombre soltero, y las suyas por supuesto.
Pasados ya, unos días, después del primer acontecimiento relatado anteriormente con mi adorada cuñada; volvió a repetirse la situación al tener que pasar por ella, por encontrarse ella nuevamente sola y sin coche, para llevarla a su casa; y que, como les contara la vez anterior, ella es empresaria agrícola, así es que su trabajo queda retirado de la ciudad, y por ser una zona rural escasean los medios de transporte al no contar con uno propio.
Esta vez, tuve que esperar por ella, pues el trabajo del día se había extendido precisamente por no haber podido transportar a unos trabajadores del turno de noche, por lo que nos retiramos, ya entrada la noche de su lugar de trabajo. Como era costumbre, en estas ocasiones quedarme a pernoctar en su casa, por encontrarse muy cerca de mi lugar mi lugar de trabajo, y permitirme así, descansar un tiempo mayor; pero esta vez era víspera de un día feriado, por lo que al día siguiente no me correspondía trabajar, y ella sólo tendría que asistir a supervisar su labor al mediodía siguiente; por mi parte, yo sólo tenía en mi mente poder estar nuevamente junto a ella en su habitación, y a cada momento que transcurría, me iba sintiendo más excitado y expectante de lo que podrá ocurrir esa noche.
Por lo que, al llegar a la ciudad, la invite a comer algunos bocadillos en un local, como excusa para servirnos posteriormente unas cuantos tragos, y se hiciera aún más tarde, para quedarme a pasar la noche en su casa, y de esta manera, preparar mi plan a seguir, y facilitar una posible ocasión para gozar nuevamente de sus encantos. Transcurridos unos tragos, me dijo que a raíz de la jornada extenuante que había sido el día, prefería que la llevara a casa para continuar allí nuestra plática.
Al llegar a su casa, conversamos algunos momentos de cosas relacionadas con nuestros respectivos trabajos, y como mi excitación iba cada vez en alza, le pedí me dejara ducharme antes de dormir, ella dijo que también le apetecía tomar una ducha caliente; por lo que le respondí que fuera ella quien usara primero la ducha, a lo que accedió de inmediato; entrando a la sala de baño, me dijo al pasar que después de ducharnos, podríamos ver alguna película en su dormitorio como la vez anterior, pues al día siguiente ninguno de los dos no tendríamos que madrugar para asistir a nuestros trabajos. Al momento acepté, imaginando lo que podría suceder más adelante.
Más tarde, al salir yo de la ducha, me llama desde su habitación, diciéndome que había elegido una película en formato DVD, por lo que me pidió que trasladara el equipo DVD del living a su dormitorio, para estar ella más cómoda en su cama por haberse vestido en la ducha con ropas de dormir, y que yo me acomodara como la vez anterior en el sillón situado al borde de su cama. Esta vez, yo también me había quedado vestido solamente con una bata de baño, para propiciar algún posible acercamiento.
Pero en esta ocasión, mi cuñada no mostraba intenciones de dormir, a diferencia de la vez anterior, siguiendo con atención la trama de la película; y solicitándome de vez en cuando que le sirviera uno que otro trago. Como el tiempo transcurría, y ella continuaba despierta, y yo pensaba que mi momento de gloria se había esfumado, pensé en retirarme a mi habitación. Ella se recuerda de su trabajo, y me pide que revise en su PC un programa que había dejado inconcluso, por no haber entendido algunas fórmulas matemáticas, que debía aplicar al día siguiente, y que la explicara por la mañana. Accedí a su petición, y me situé en su PC. Los minutos transcurrieron sin darme cuenta, y al mirarla para comentarle las funciones del programa, la veo durmiendo plácidamente, en la misma posición en que había quedado.
Como me encontraba en el PC, ingreso a Internet para leer algunas historias, justamente encuentro una que versa sobre una relación entre cuñados; y que la historia ocurre en el baño, por encontrarme vestido sólo con la bata de baño, tomo mi pene y lo comienzo a masajear suavemente. Vuelvo a mirar a mi cuñada, y esta vez esta con sus piernas descubiertas, con su camisón de dormir cubriendo el inicio de su tesoro, me vuelvo, la miro por unos momentos, le hablo al no contestarme la toco suavemente, no da muestras de haber estar consciente, llevo mi mano a su camisón, y descubro para mí su tesoro; sigo moviéndomela unos instantes, frente a ella con la bata totalmente abierta, pasados unos momentos, ella se voltea tapándose con las cobijas; espero algunos segundos y la vuelvo a destapar para seguir admirando su maravilloso tesoro, en ese momento, ella me toma sorpresivamente mi mano que retiraba la cobija; y me pide que le haga un masaje en sus piernas, que estaba esperando, a que yo la oliscara como la vez anterior, para poner a mi alcance su botoncito del placer.
Enseguida me confiesa, que la vez anterior había sido ella quien propiciara lo ocurrido, igual que esta noche, ya sin ningún tipo de represalia, me saco la bata, y me situó junto a ella acariciando cada parte de su cuerpo con mi lengua, y mis manos, para despojarla de toda vestimenta que lleva, y dedicarme a lamer sus partes sensibles a esas alturas totalmente húmedas, dedicando especial cuidado a su botón sobresaliente, mientras ella con sus dedos fricciona aceleradamente sus pezones totalmente erectos, se corre en un orgasmo fenomenal, tomándome de la nuca, y apretándome contra su sexo, frotando aceleradamente su clítoris contra mis labios, dándome a mamar el más exquisito elixir de sus entrañas, para acabar con un grito que debe haberse escuchado por varios vecinos del lugar.
Después de unos cuantos estertores, que la hicieron saltar varias veces de la cama elevando al máximo su pelvis, y ya relajada me dice que es mi turno, porque esta noche ella quiere quedar satisfecha totalmente, por lo que hará que saque la excitación primera para poder gozar al máximo después, que sabía que mi calentura de ese momento era mucha, y se quedaría insatisfecha si yo procedía a penetrarla en esas condiciones, por lo que ella saciaría, la excitación primera, para gozar total y plenamente nuestras ansias mutuas de placer. Acto seguido, procedió a mamarme descaradamente, introduciéndose totalmente mi verga en su boca, hasta que sentí tocar su garganta, viniéndome en una corrida espectacular; y ella tragándose todos mis flujos; muy ricos me dijo, “pero ves que tenía razón, ahora disfrutaremos merecidamente, lo que ambos necesitábamos desde hacía mucho tiempo… ¿verdad?”, y se ríe sarcásticamente.
“Sigamos”, dice, y vuelve a mamarme, hasta que mi pene vuelve a ponerse duro, “ahora sí estás en forma para satisfacerme”, dice, “penétrame hasta que no puedas más; y por donde se te ocurra, desde hace tiempo me estoy guardando parta ti; esta noche será tuya; ¡sé que es tu fantasía! ¡Te conozco muy bien!… ¡aprovéchame!”.
Yo extasiado, sin creer lo que estaba ocurriendo, y con mi pene en su máxima expresión, me situó entre sus piernas, llevándolas sobre mis hombros; y procedo a penetrarla desesperadamente, hundiendo mi pene en un solo impulso hasta la raíz en el maravilloso tesoro de mi cuñada, bombeando rápidamente; ella, atenta al goce que pretendía alcanzar, me incita a que me calme, y lo hagamos lenta, acalorada, caliente, y morbosamente para alcanzar el máximo goce posible; pues está, será la primera y una de la pocas veces que podamos hacerlo conscientemente, en la plenitud de nuestros sentimientos conscientes de seres humanos que pueden controlar sus placeres; esa noche, gozamos interminablemente, cada relación era interminable, estuvimos haciendo el amor hasta que tuvo que retirarse a la supervisión del mediodía; que por cierto la realizó, terminada la tarde. Haciéndome notar nuevamente, que había sido ella, quién me sedujo la vez anterior por estar caliente conmigo desde el día en que nos conocimos.