Tenía por entonces más de dos años de casado y me había ganado la confianza de mi mujer. Ella creía ciegamente en mí y nada ni nadie la harían sospechar de una actitud de infidelidad de mi parte; por ello, no dudó ni un instante en aceptar el ir a acompañar a su prima durante su alumbramiento aunque esto significase dejarme varios días solo; sin imaginar lo bien que aprovecharía yo sus días de ausencia.
Por aquellos días, en Chiclayo (Perú), se abrió un peculiar servicio de meretrices a quienes se contactaba por teléfono. El asunto consistía en telefonear a una agencia diciéndole las características de la chica que uno deseaba y el tipo de "servicio" que se requería de ella; entonces, se pactaba el precio y si uno aceptaba tomaban la dirección y en cuestión de minutos la chica llegaba hasta donde uno estuviese. Esto me lo contó un amigo y desde entonces me despertó la curiosidad; pues, me aseguró que el precio lo justificaban la belleza de la chica y la "calidad" de su trabajo.
Hasta entonces jamás había requerido de ese tipo de servicios, pues, ni antes ni ahora he ido a un prostíbulo; pero la curiosidad me animó a intentarlo.
Mi mujer salió la noche del sábado 08 de abril del 2000 y permanecería 10 días fuera; así que, tendría tiempo más que de sobra para llevar adelante mi plan.
Los primeros días me sirvieron para cubrir todos los detalles de mi aventura de modo tal que dejase todo cubierto sin opción a ser pillado. Conseguí un hotel discreto, cambie mi apariencia e inventé una excusa para evitar que mi mujer me llamase durante ese tiempo.
De este modo me instale en el Hotel El Sol, como a las 7.00 de la noche, del domingo 16 de abril de 2000, en la suite matrimonial, pues, la aventura debía ser a lo grande.
Entonces me sentía sumamente nervioso, parecía que todos sabían lo que estaba haciendo y que tare o temprano mi mujer lo descubriría. Me di un duchazo para calmarme un poco y me decidí a llamar a la agencia y a la segunda timbrada una joven y melosa voz de mujer me respondió:
-Hola?
-¿Mariella Modelos? (era el nombre de la agencia)
-Si mi amor ¿En qué puedo servirte?
-Estoy interesado en el… servicio que brindas.
-Ok, tengo señoritas de 18 a 22 añitos, formaditas, rellenitas, quebraditas,
tetonsitas, potonsitas, rubias, trigueñas ¿dime cómo la quieres corazón?
La propuesta era inmejorable pero me dejo sin habla por unos instantes:
-¿Te comió la lengua el ratoncito?
-No, disculpa es que… pues… ¿Tú, a quién me recomiendas?
-Eres nuevo verdad?
.Ssssi.
-¿Quieres servicio normal o completo?
-No te enojes; pero, ¿qué es completo?
-Por adelante y por detrás, por el coñito y por el culito. Mira dime en dónde estás y te envío a una de mis mejores chicas.
Accedí al arreglo y en unos minutos un par de toquidos en la puerta me sobresaltaron
-Sí?
-Vengo de la agencia –me respondió una voz de mujer muy suave y nerviosa.
Al abrir me encontré con una jovencita de quizás 18 años. Era delgada, blanca, de cabello castaño claro y ojos marrones. Vestía muy formalmente, como si fuese para una entrevista de trabajo; pantalón y blusa negros, chalequito rojo, zapatos negros de taco chico y el cabello atado en una cola.
-Pasa –le dije mientras estrechaba su mano, bastante fría por cierto.
-Gracias… Hola soy Denisse. Tú llamaste pidiendo un servicio.
-Sí, lo que llaman un servicio completo.
-Ahhh es que… yo…
-¿Hay algún problema?
-Es que yo no hago ese servicio.
-¿Entonces?… No entiendo que haces aquí –Comenté con aspereza mientras le abría la puerta invitándola a retirarse y así lo hizo.
Me sentí fastidiado del mal rato y -cuando estaba dudando entre llamar a otra agencia o irme a casa y olvidar el asunto- volvieron a llamar a la puerta.
Al abrir me encontré a Denisse nuevamente frente a mí con el rostro avergonzado y a su lado a otra mujer unos pocos años mayor que ella que de inmediato intuí debía ser su jefa.
Ella se presentó como Mariella –dueña de la agencia- y me reclamó porque había llamado sino iba a querer el servicio. Rápidamente le expliqué que el problema no era mío que yo había solicitado un servicio completo y que la señorita al llegar me había aclarado que ella no brindaba ese servicio.
La mujer le clavo una mirada fulminante y se acercó a ella a conversar en voz baja. Unos instantes después regresaba hasta a mi esbozando una sonrisa e intentando explicarme que su agencia cuidaba mucho la satisfacción de sus clientes y que lo que pasaba era que la chica recién empezaba a trabajar con ellos y que además estaba nerviosa porque iba a ser su primera vez por atrás.
La noticia me dejó atónito; pero, de inmediato supuse que todo era un truco montado para sacarme más dinero; así que, me mantuve en mi lugar restando importancia al comentario.
Finalmente me informó que la chica me complacería; pero, que le tuviese paciencia y que no fuese brusco que recordase que "tiene pito el culito". Cobró lo pactado y al despedirse dijo mirando a la chica "Pórtate bien ricurita que estás en buenas manos. Sé buena y atiende al señor".
Al quedarme a solas con la chica el morbo me invadió y no pude evitar preguntarle:
-¿Es verdad lo que dice tu jefa? ¿Eres virgen de atrás?
-Pues… sí, es verdad.
-¿Cuál es tu nombre verdadero?
-Denisse, señor –dijo con marcado nerviosismo.
-Y exactamente ¿Qué edad tienes?
-18.
-Y ¿Con quién tuviste tu primera vez? Con tu enamorado supongo.
-No señor
-Entonces?
-¿Por qué me pregunta tanto?
-Curiosidad. Vamos dime con quien lo hiciste.
-Fue con el amigo de mi papá, uno al que le debía mucha plata.
Comprendí que era una experiencia desagradable y preferí desviar el tema:
-¿De dónde vienes?
-De Chota señor (ciudad andina del Perú)
-Y ¿Hace cuánto que trabajas en la agencia?
-Dos semanas señor.
-Eres muy guapa ¿lo sabes?
-Gracias señor.
-Y ¿Habrás tenido muchos clientes?
-No señor, porque estuve aprendiendo primero con la señora y de allí me pusieron en el teléfono y recién salgo.
La chica se veía más relajada ahora así que le pedí que se desnudase lentamente para mí y sólo asintió con la cabeza sin poder ocultar la vergüenza, pues, su rostro se tiño de rubor.
Primero se sacó el chalequito, dejándome ver una exquisita figura femenina enfundada en el conjunto negro que formaban su blusa y su pantalón. Luego desabotonó con cuidado su blusa y popo a poco fue descubriendo la blancura de su piel hasta quedar en un coqueto corpiño rojo que delataba un par de tetitas bien formaditas y apetecibles.
Para entonces cualquier remordimiento había quedado atrás y sólo pensaba en el placer que me brindaba el ver a esa chiquilla calatearse para mí por unas cuantas monedas; más aún, cuando vi que desabrochaba su cinturón y desprendía los broches de su pantalón permitiéndome apreciar el delicioso espectáculo de una muchachita en tanga con los tacones puestos.
Y en efecto así fue; mientras descorría la tela negra hacia abajo iban descubriéndose un par de muslos, firmes, blanquitos y tentadores como sólo una joven mujer te los puede ofrecer. Para entonces tenía la boca seca, transpiraba y mi miembro estaba cada vez más apretado dentro de mis pantalones a causa de la erección.
Denisse continuó con aquel erótico ritual que probablemente era para ella tan sólo una rutina laboral; pero, que para mí representaba una emoción morbosa nunca antes vivida.
Para entonces, Denisse, se encontraba ya únicamente con su conjunto de lencería rojo que resaltaba más con su aterciopelada piel. Mi deseo y excitación se encontraban en ese momento al límite y solo pensaba en poseer a tan delicioso manjar convertida en floreciente mujer.
Parece que ella adivinó mis pensamientos al mirarme a los ojos, pues, me regalo una atrevida mirada y rodeándome el cuello con sus brazos me atrajo hacia sí para entregarme un largo y delicioso beso en el que no estuvo ausente el jugueteo de nuestras lenguas.
Sus besos me elevaron a la gloria mientras mis manos recorrían sus formas perfectas en una atrevida exploración en la que pude comprobar que era dueña de un cuerpo bien formado con músculos firmes y erguidos que delataban no haber sido casi manoseados.
Mientras yo hurgaba en sus juveniles formas, Denisse, me había ido desvistiendo y para entonces me encontraba sólo en calzoncillos los que ya no lograban disimular la erección que esta furtiva aventura me estaban provocando.
Denisse advirtió mi estado y sin ningún rubor cogió mi paquete y poniéndose de rodillas descubrió mi aparato a media erección y sentenció: -"¡Papacito!,¡Qué rico gusanazo tienes acá abajo!"; al instante que iniciaba una deliciosa mamada que paso de besos tiernos a succiones de mi glande con sus labios, de lamidas a mi verga a reales chupeteos y de suaves caricias a mis testículos a reales apretujones de mis huevos. La chica había logrado en mí despertar un fuerte deseo por poseerla; sin embargo, esto era sólo el comienzo.
Puesta de pie se colgó de mi cuello con su brazo izquierdo; mientras que con su diestra acariciaba mi herramienta a punto de reventar. Sus besos me enloquecían y la tire sobre la cama y casi de un tirón le arranque las dos únicas prendas que le quedaban puestas y la tuve por fin desnudita ante mí.
Nos acomodamos en la cama en "un 69" y mientras me comía su rica conchita ella no paraba de chupar con locas ansias mi endurecida verga y de acariciar mis huevos llenos de leche en ese momento. Debieron transcurrir varios minutos hasta que sin poder controlarme descargué varios chorros de caliente líquido lácteo en su golosa boquita. La chica estaba tan arrecha que no dejo escapar ni una sola gota y y se tragó todo lo que le disparé.
Aquella copiosa eyaculación me dejó agotado; pero, no dejé de saborear su delicioso majar mientras oía sus quejidos y veía como retorcía su cuerpo de placer. Pasados algunos minutos recuperé mi virilidad y acomodándola de frente con sus piernas en mis hombros le clave mi miembro hasta el fondo de sus entrañas; mientras ella apretando los dientes y estrujando la almohada empezó a gemir y a decirme "¡Así papacito!… Dame duro, duro… reviéntame la concha con esa vergasa que tienes"; y expresiones así que acabaron por sobreexcitarme más de lo usual, pues, yo que estaba acostumbrado a tiernas, inocentes y recatadas vírgenes; ahora tenía a una puta que hacía honor a su oficio.
Pronto empezamos a cambiar de poses y la pasión de nuestros cuerpos empezó a convertirse en el gran emperador de nuestro furtivo encuentro sexual. Su cuerpo parecía conocer mis más íntimos deseos, pues, respondía a mis caricias adoptando las poses que esperaba y mi pene –aquella noche- había adquirido una virilidad envidiable ya que me permitía atravesar su intimidad sin perder su rigidez y potencia. Aquello era un sueño. Navegue sin descanso por su conchita fresca, jugosa y caliente a mi antojo. Yo me sentía un jinete, cabalgando sobre una suave y tibia pradera; y, ella gemía descontroladamente sintiendo su chuchita completamente llena por mi caliente e hinchada verga.
Fueron largos minutos de desbordante pasión en los que sólo se escuchaba el lenguaje de la piel llena de pasión. Sin embargo, aquello sólo sería el delicioso preámbulo del clímax de aquella inolvidable noche de placer.
Como resultante de una acuarela de poses y de manifestaciones de entrega sexual acabo en cuatro sobre la cama ofreciéndome en bandeja su rico culito que más allá de vérsele sexy se le veía apetitoso. Mi arrechura para entonces era tan fuerte que quise clavarle mi verga de un solo tirón olvidando que ese culito redondo y carnoso aún no había sido estrenado. A pesar de su reacción ante el dolor su calentura no disminuyó y viendo mi desconcierto sólo atinó a decir –"Despacito, papacito, que te vas a comer mi culito nuevecito"-.
Pensé rápidamente que a pesar de ser un servicio no podía olvidar mi condición galante y que a aquella dulce putita debía regalarle un estreno especial para su culito que tuviese ternura y desbordante pasión a la vez… así que, posándome sobre ella me adueñe de sus labios y la bese con deseos haciéndola que sintiese la pasión que me inspiraba al tiempo que mis manos recorrían sus piernitas y sus caderas con masajes y apretones intermitentes a su tersa piel. Aquellas caricias la encendieron más y pronto tuve a sus piernas colgándose de mi cintura mientras su jugosa conchita volvía a encajarse por sí sola a mi verga y así por varios minutos volví a follarmela hasta hacerla venirse en un nuevo orgasmo que esta vez pareció dejarla exhausta.
Por unos minutos disfrute de su desnudez hasta que decidido a comerme su delicioso quequito de carne la acomodé boca abajo en el filo de la cama dejando que sus piernitas colgasen hacia el piso. Separe entonces sus nalguitas frías con mis manos tibias y me encontré de frente con el huequito de su culito tan chiquito que provocaba rompérselo ya.
Acerque mi cara hasta él y empecé a darle suaves lengüetazos con los que fui humedeciendo la entrada de su baticueva. La chica a pesar de la calentura se puso tensa cuando noto que la visión de su gordo y cachetón culito me estaban excitando más. Por ello, cuando situé mi pinga en su entrada trasera y empecé a presionarla; ella ajustó los cachetitos de sus nalgas y no me dejó entrar. Por ello, con mis manos cogí sus dos trozos de carne y a la fuerzas se los abrí; pero, todo era inútil, ese culito era como la caja de seguridad de un banco "Había que conocer la clave para abrirlo o –en un caso extremo- había que dinamitarlo" jajaja y yo sabía que cartucho de dinamita utilizaría. Por ello, empecé a lamerle su chuchita y eso le devolvió la excitación y fue más fácil manipular su culito.
Habiendo descubierto su secreto procedí a dedearle simultáneamente su conchita y su anito y eso pareció encantarle, pues, ciega de deseo me pidió: "Ensalívame el culo mi bebé"; y, así lo hice al tiempo que penetraba su conchita para humedecer con jugos mi aparato que ansioso latía esperando invadir su suculento trasero. Fue en ese momento que coloque y presioné la cabeza de mi verga en su agujerito posterior -al que tenía bastante estrecho- y fui notando que a pesar de la presión que su culito ejercía sobre la hinchada cabezota de mi miembro poco a poco se iba enterrando en su interior.
Al tener un espejo frente a nosotros pude notar que mi nenita cariñosa sólo presionaba los dientes y cerraba los ojos al tiempo que emitía quejidos muy quedos. Fui bastante paciente con ella hasta que transcurridos casi 20 minutos la tenía enculada y feliz; y, llego el momento de bombear aquel precioso trasero carnoso y erguido que entonces se encontraba ensartado por mi verga. Pasamos largos minutos en los que ambos gozamos de una deliciosa sodomización que terminó con la explosión de nuestros cuerpos en una oleada de flujos que me dejaron mojados los huevos y mientras descargaba mi leche caliente en el interior de su culito como una lavativa láctea digna de la Reina Cleopatra.
Al retirarme de su interior tuve la visión más hermosa que pueda existir: la de un culito recién abierto, lleno y chorreando leche; por ello, decidí compartir contigo este relato y regalarte esta fotografía que es la única que tome.
Después de este encuentro nunca la volví a ver; pero, si he de serte sincero jamás olvidare.