Una hermosa polla en mi boca y ano

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Hola, les cuento una experiencia de mi vida no tan secreta de mujer trans, creo que mis amigos y conocidos no lo saben, ya que soy de clóset, aunque a veces la locura del deseo me lleva a no ser tan discreta. Estaba en casa, presa de nuevo de esa excitación cíclica y deseos enormes de que un hombre me hiciera suya, de tomar su pene, pajearlo, besarlo y chuparlo hasta que se me impregne su delicioso sabor en mis labios, luego, sentarme sobre él y recibirlo en mi cola. Pero vayamos por partes.

Estaba que me quemaba de ganas por ser follada, llegué a casa, me saqué la ropa de chico y me vestí de nena, con ropas discretas como de señora, unas lindas sandalias, pantaletas y un vestido floreado. Me relajé y horas más tarde, pasé a arreglarme. Me desnudé, pasé al baño y me repasé depilación por todo el cuerpo, poniendo especial atención al pubis y a la zona alrededor del ano. Tomé un baño y me puse cremas en todo el cuerpo. Me repinté las unas de los pies, untándoles crema especial.

Tengo lindos pies desde siempre, pequeños, blancos y suaves. Saqué mis dildos para seleccionar alguno y bajar la calentura, pero de pronto, me llegó un mensaje enviado por un amigo, con quien ya había estado como mujer trans, me decía cosas hermosas y morbosas, me deseaba como loco y quería cogerme durante horas hasta dejarme el ano hinchado y escurriendo de su semen. Llegaría en un par de horas, ya entrada la noche. Comencé a maquillarme y a elegir ropa para recibirlo como toda una ramera.

Me puse una tanga de encaje rojo e hilo dental hasta media nalga y hacia arriba un bordado de flores hasta el coxis, por delante un breve triangulo negro y transparente, que apenas cubría mi micro-pene; todo el pubis depilado excepto un triángulo de vellos justo arriba del pequeñísimo pene; cubriendo mis pechos un brasier color rojo de media copa, mis pechos eran talla B totalmente naturales, levanta busto, de escote profundo, broche al frente y tirantes de espagueti; un hermoso liguero color lila, también de encaje atado a medias súper transparentes color mosco.

Una blusita top halter color metálico, cubriendo tórax y de espalda desnuda; una micro-falda de encaje, con volantes y cintura baja, una peluca rizada, color negro, hasta los hombros; finalmente, unas zapatillas destalonadas, taco muy alto de aguja, color rojo. Me perfumé abundantemente y quedé lista para una noche de locura y placer. Todo esto me había llevado un par de horas, así que al terminar ya estaba entrada la noche. Me encantó mi arreglo, vestida de mujer muy putita, expresando así mi enorme deseo de ser complacida con mucho amor y verga.

Repentinamente llegó. Respiré agitadamente y con nerviosismo, ya que sólo habíamos tenido un encuentro sexual hacía meses y sin convivir, solamente sexo. Recordé que fue hermoso, me había quedado en la memoria que portaba una delicia de pene. Entró y ya venía con la polla dura, me relamí los labios y de inmediato puse mis manos en su bulto, que era muy notorio. Me dijo –Ay, putita, te voy a dar una cogida como nunca te han dado, -Ay sí papi, quiero sentir en mi ano la humedad de tu cuerpo-.

Me besó en la boca con gran lujuria abrazándome con fuerza, puso sus manos en mis nalgas subiéndome la faldita, hizo a un lado el hilo de la tanga y metió un dedo en mi ansiosa y delirante cola. Gemí con la expectativa de que iba a ser clavada como una mujerzuela adicta al sexo anal. Me tocó los pechos, subió el top y bajó una copa del sostén, me lo besó y chupó unos minutos, el pezón se puso erecto, enseguida bajó la otra copa, sus labios chuparon el otro pezón mordiendo suave, succionando fuerte.

A estas alturas ya se me estaba escurriendo el lubricante del ano. Bajé pantalón y trusa, saltando un hermoso, no tan grande, pero grueso, cabezón, venoso y húmedo pitote. Di un gritico de placer y de inmediato puse mis labios en la cabeza, succionando y besando. Se la besé y chupé desesperada y gustosa, lamí todo su tronco dando mordiscos y tragándolo todo o lo que me cupo. Mientras se la pajeaba con una mano y le sobaba las pelotas con la otra, le subía el prepucio con los dedos y se le bajaba con los labios.

Así estuvimos un buen rato, yo mamando y adorando su polla y él gimiendo de placer. Realmente soy una fanática del sexo oral desde mi primera experiencia gay. Desde entonces, me volví adicta a tener una verga dentro de mi boca y su sabor me enloquecía. Sobre todo, el sabor ligeramente salado del precum, mejor si estaba mezclado con sudor púbico, restos de orina y el delicioso olor de miembro encerrado en una trusa.

Al pasar unos 20 minutos de mamárselo, me lo saqué de la boca, me relamí los labios y con voz melosa y muy zorra de mujer trans, le pregunté, ¿Cómo quieres que me ponga, papi?, ya me urge tenerte dentro. Me miró lujuriosamente tomando mi rostro con ambas manos y respondió, -ponte de a cucharita mi reina, así te quiero hacer trizas el ano. Me puse de lado en la cama flexionando una pierna hacia el abdomen, al tiempo que arqueaba un poco la espalda, con lo cual, mi trasero quedó en pompa y mi ano bien abierto, ¿así?

Para arquear más la cadera y que sobresaliera más el trasero, flexioné levemente la otra pierna recostada sobre la cama, él por detrás puso su pene en la entrada de mi orificio, jugó un poco metiendo y sacando sólo la cabeza y luego, comenzó a penetrarme lentamente esperando que me dilatara. Al introducir toda su herramienta de carne, besó mi cuello y la parte superior de la espalda y las orejas. Entretanto, puse una mano en la base de su pene haciendo un anillo con mis dedos para sentir sus movimientos de meter y sacar de mi cola de putita.

En un movimiento desesperante me clavaba y me extraía la polla lentamente y, así varias, luego, comenzaba a aumentar el ritmo hasta que era un paroxismo de meter-sacar, me hacía gemir ruidosamente alternando con gritos, primero discretos y después, perdía todo pudor abriendo mi trasero con una mano y haciendo el trasero contra su pubis, su vello me hacía cosquillas, pues al tenerla toda dentro, hacía alto, rempujando ese delicioso pene sin separar nuestros cuerpos. Yo apretaba el recto repetidas veces, abrazando con furor esa herramienta de carne, dije -¡Así papi, cógeme duro, hazme trizas el ano!

Se animó y empezó a salir y a entrar con furia abriendo mi colita, creí que ya se correría, pero aguantó varios minutos y yo de plano ya era una loca delirante, estaba en un cielo con ese pene en mi interior, deseaba que fuese eterno. Pero repentinamente lanzó un grito diciendo –Ay mamacito, tienes un culito riquísimo, ¿dónde quieres el semen?- balbuceando contesté, -dentro mío, papi- y explotó lanzando varios chorros de semen tibio y pegajoso, inundando mi entresijo, expulsó tanto semen que se empezó a salir de mi botoncito de amor, escurriendo por mis nalgas y piernas.

Nunca cambiamos de posición, pero desfallecimos exhaustos. Ambos satisfechos y felices, creo que yo más debido a mi gran sentido de puta, adoradora de polla y de semen. Me la sacó escurriendo, se acomodó la ropa y dando un beso tronado en una nalga, salió. Ciao, nenas trans y chicos que gustan de nosotras, espero que les haya gustado y se hagan muchas pajas anales.

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