Ella no dejaba de chupar, me mordía mi verga, la miraba con tanto deseo que hacían que tuviera ganas de donde ya no habían, hasta que oí unas llaves en la puerta de la casa, así que me bajé de la cama tan rápido como pude, mi suegra parecía dopada, me seguía con la mirada y se acercaba con su boca a seguir mamándome mi verga, recogí mi ropa y me fui directo al baño y me metí en la ducha.
-Hola hola –solo al oír su primer hola, supe que era mi esposa.
-Hola cariño, acá en el baño dándome una ducha antes de dormir, tu mamá está dormida, cuidado la despiertas –le dije dándome un baño realmente para quitarme todo ese rico orgasmo de mi suegra que había caído en mi pecho.
-Ok cariño.
Salí del baño secándome, al entrar al cuarto, estaba mi esposa cambiándose y poniendo una bata muy similar a la que tenía mi suegra, pero más nueva, al verla así y lo que había sucedido en la tarde, me recordaba lo rica que estaba mi esposa, tetas grandes, un culo enorme, similares las dos.
-Hola amor –le dije sintiendo una erección, no sé cómo podía seguir así de encendido.
-Lo siento cariño, llegar así, pero estando en la cabaña, nos dimos cuenta que no tenían mañana como llegar, así que traje el auto y mañana nos vamos juntos –me decía mientras se agachaba quitándose su ropa interior para cambiársela por una más cómoda, verla así, agachadita, en cuatro prácticamente, hacía que su culo se viera más grande, lo que me ponía muy caliente.
-No te hubieras molestado cariño, tomábamos algún taxi que nos llevara hasta allá.
-Sí, pero y si mi madre se ponía otra ve mal –mmm mal, me decía internamente, lo que estaba era necesitaba de un macho– y si se ponía mal, el taxi no los iba a esperar o detenerse hasta que mejorara, lo mejor fue venir.
Ella se volteó y vio como debajo de mi toalla salió mi verga bien parada.
-Uyyy pero que es lo que veo amor –se acercó a mi apretando la verga con su mano, mi verga ya estaba sensible y se sentía demasiado rico su mano frotando mi verga.
-Estoy muy caliente amor, el descanso me vino bien y verte así vestida, sin anda de ropa me pone demasiado excitado.
-Mi madre nos oirá.
-Ella ya está mayor y debe saber que debemos satisfacernos, no te preocupes por eso, además está bien dormida.
Mi esposa comenzó a bajar a mi verga, mientras con sus manos quitaba la toalla y me dejaba totalmente desnudo, con su lengua humedecía mi pecho al bajar, sus manos las llevó a mi pecho y comenzó a acariciarme, ya de rodillas abrió su boca y sacó la lengua, tomé mi verga bien tiesa y la llevé a mi ombligo y la solté, esta cayó fuerte y directo en su lengua, a mi esposa le gustaba que le hiciera siempre esto, la ponía como animal, comenzó a chuparme la verga, lo hacía increíble, que mamadas tan ricas había tenido hoy, el rostro de mi esposa a medida que chupaba cambiaba e intensificaba el ritmo, se veía que traía ganas desde hace rato, ella siguió mamando.
Cuando vi hacía la puerta, estaba mi suegra completamente desnuda y lejos de ponerme nervioso, la vi como sacaba la lengua, vi cómo nos espiaba y se tocaba, yo sonreía y le hacía señas de que se acercara más o me dejara ver sus tetas, mi esposa me lamia la punta, la apretaba y succionaba, se me escapaban gemidos. Mi suegra se mostraba más, veía sus tetas grandes y rojas por mi boca, aún seguían así, su mano frotando su vagina, bajé la miraba y mi esposa me veía, sacó mi verga de su boca.
-Quiero tu leche perrito –me dijo abriendo su boca, cuando sintió unas manos detrás de ella recogiéndole el cabello, una boca acercándose a su cuello y besándolo, ella se asustó y volteó a ver.
-Tranquila hija –le dijo mi suegra –también quiero su leche, ¿la compartirás con tu madre?
-Pero mad…
-Cállate –le dije a mi esposa– obedece perrita –ambas me miraron– sí –les dije a ambas– son mis perritas –mi esposa con cara de confundida me observaba excitada, pero se veía algo incómoda– tranquilízate amor y disfrutemos, quiero que continúes chupándomela y tú también suegrita.
Mi suegra sin terminar de decía se lanzó a mi verga, mi esposa más nerviosa no se acercaba, la tomé del cabello.
-Me lastimas, no quiero, no me obligues –ella intentaba levantarse.
-¡Que lo hagas, Que lo hagas maldita perra! –la acerqué a mi verga, empujándola fuerte– abre esa boquita –ella no la quería abrir, hasta que mi suegra acercó con su boca la verga a la de ella, sacó la lengua que rodeaba mi pene por debajo y lamió la boca de mi esposa, era un espectáculo increíble, era un sueño lo que vivía, mi esposa cambió de actitud inmediatamente, sacó su lengua y comenzaron a besarse con mi verga en medio, como podía las lenguas chocaban.
Tomé a cada una con una mano del cabello y las juntaba más, hasta que sus tetas se tocaron, ambas tenían unas tetas enormes y era demasiado rico, ver cuatro tetas juntas, empujándose, apenas se tocaron, gimieron y no dejaban de verse, tomé las manos de ellas como pude y las llevé a mis bolas, las acariciaban, que sensación más rica.
No tuve que decir ni hacer nada más, ellas solas llevaron cada una su otra mano a la vagina de la otra y comenzaron a masturbarse, cada una masturbaba a la otra y ante semejante vista, quería mejorarla.
Las levanté y las puse en la cama, una al lado de la otra, boca arriba y yo en frente de ella.
-Bésense y mastúrbense una a la otra, sin darse media vuelta –les dije mientras ellas giraban sus caras y se masturbaban, los gemidos comenzaban a salir de los tres, yo me masturbaba viéndolas a ellas hacerlo.
Ambas parecían mover bien sus manos, tanto que elevaban sus pelvis y gemían fuerte, la pasaban así como yo, demasiado bien, comenzaron a ver sus manos muy rápido y darse golpeteos, dejaron de besarse y me miraron, y comenzó la mejor venida que he visto en mi vida, un orgasmo tan delicioso que cada vez que lo recuerdo debo masturbarme o tener sexo, ellas movían sus manos y se detenían abriendo con sus dedos las vagina, como si apuntaran a mí, cuando comenzó a salir sus líquidos, salían fuerte, eran chorros de orgasmo cayendo en la cama y en mi cuerpo, en mi rostro alcanzó a caer, era increíble lo excitado que me ponía tal cosa, tanto que comencé a venirme, era semen y sus líquidos cayendo por todas partes, ellas se acercaron rápido a mí y probaban mi semen, verlas a ambas con semen en sus bocas, lamiendo mi verga, fue increíble.
Mi suegra que era la que más había estado activa en la tarde, cayó en la cama, mi esposa lejos de eso, fue por un consolador que tenía y yo no sabía, era muy grande y grueso.
-Vaya vaya, no sabía de tu juguetito –ella solo sonrió.
-Quiero tu verga en mi culo perrito –me dijo acomodándose en cuatro, y su rostro enfrente de mi suegra– abre bien esas piernas perra –le dijo mi esposa a mi suegra.
Llevé mi verga a su culo, que no era tan estrecho como el de mi suegra, nos gustaba hacer anal con mi esposa y viendo su juguetito no fue difícil entrar, mi esposa gimió al sentir la verga adentro, la tomé del cabello y ella quedó como animal dominado, abriendo su boca y la espalda arqueada recibiendo mis embestidas.
-Quiero la concha de mi madre –me dijo y enseguida la solté, ella bajó la cabeza y comenzó a lamer la vagina de su madre.
-Ayyy pero que rico lo lames hija, esa boquita además de grosera veo que te sirve de algo, la tienes bien entrenada yernito –mi suegra jamás había tenido tantos orgasmos seguidos.
-Voltéate –le dijo mi esposa a mi suegra– te quiero en cuatro patas –mi suegra obedecía absolutamente todo, se puso en cuatro– veo que culo tan estrecho tienes –le dijo poniéndole su consolador gigante en la ano.
-No creo soportarlo hija.
-Cállate, eres una puta, lo sé madre, sé que te gusta revolcarte cuando aún estabas con mi padre.
-Pero mi ano es virgen –decía mi suegra volteando su cara y viéndome– verdad yernito –dijo picándome el ojo.
-¿Qué fue eso? –dijo mi esposa.
-Pues en la tarde, tu esposito, me dio lo más rico que he recibido y rompió mi culo como nunca lo hizo tu padre.
Tomé de las caderas fuerte a mi esposa, pensando que se iba soltar y lo único que logró mi suegra, fue que enterrara ese consolador en su culo, con tanta fuerza, que mi suegra gritó y se privó por un instante, se quedó completamente quieta, no decía nada, ni miraba a nadie, solo miraba a la pared.
-No te detengas –me dijo mi esposa, mientras veía el rostro de mi suegra, yo embestía a mi esposa por su culo, ella no sé qué hacía pero se sentía diferente, parecía chuparme la verga con su culo, era como si a ratos los estrechara más y era demasiado rico.
-Ahora me vas a obedecer putita –le dijo mi esposa a su suegra.
-Si –decía mi suegra sintiendo con la cabeza muchas veces y pasando saliva, sus manos que estaban sobre la cama porque estaba en cuatro, estaban completamente cerradas.
Mi esposa sacó un poco el consolador de su culo y mi suegra cerró sus ojos, sabiendo lo que se venía, yo tenía a mi esposa penetrada y su rostro estaba encima de su culo, su cara apoyada en las nalgas de mi suegra y un consolador de un tamaño gigante, en el culo de mi suegra, que mi esposa comenzó a abrir y sacar, yo seguía dándole a mi esposa y más aun viendo ese culo hermoso y grande de mi suegra como se abría, mi suegra comenzó a expulsar chorros más intensos que antes y más fuertes y seguidos, lo que hacía que se contrajera, su espalda se doblaba y retorcía, se desesperaba.
-Dame más rápido ama, dame más –decía mi suegra apretando su culo y su cuerpo.
-Dame más fuerte, dame más fuerte perrito –parecía que el orgasmo anal de mi suegra excitaba a mi esposa y a mí por supuesto, que comencé a darle a medida que ella penetraba a mi suegra por su culo, comenzamos a darnos tan rápido que los gemidos se confundían unos con otros y la venida de los tres al tiempo, nos desvaneció cayendo los tres en la cama.
Ahí estaba yo, en medio de dos tetonas, culonas y hermosas mujeres que compartían sangre, desnudas y sucias con tanto semen y líquidos en sus cuerpos, cada una respirando en mi oído, cada una con una pierna sobre mí y sintiendo en cada costilla las tetas de ambas, mis brazos rodeando sus cabezas y sus manos, la de mi suegra acariciándome el pecho y la de mi esposa acariciando mi verga.