Profesora particular (9): Mi primera clase a los dos hermanos

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Hoy es miércoles y casi son las cinco, así que estoy llegando a casa de Lucas y Juani a dar la primera clase de repaso a sus hijos. Voy vestida como me mandó su padre: una falda muy corta y sin bragas. No entiendo muy bien el porqué. Supongo que, como es un cerdo, lo hace para humillarme. Y seguro que es para excitarse pensando en que doy clase a los chicos sin nada bajo la falda.

-¡Hola, Esther!

-¡Qué bien que nos harás repaso!

-Bueno, me dijo vuestro papá que no estabais sacando buenas notas.

-Sí, es cierto.

-Últimamente, no nos van bien los estudios.

-Qué casualidad que los dos tengáis ahora problemas con las notas y eso.

-Es que es muy difícil este curso.

-Sí, el mío también.

-Pues yo soy la mejor en el máster que estudio.

-No nos extraña. Eres muy inteligente.

-¡Y muy guapa! –exclama Jorge mirándome el pecho.

-¡Sí, muy guapa! –añade Ángel admirando mis muslos. Creo que está intentando verme las bragas. Algo imposible esta tarde- ¡Guapísima!

-Bueno, gracias, pero eso no tiene nada que ver con mis notas. Va, no miréis tanto y aprovechemos el tiempo. ¡A estudiar!

Estoy incómoda sin bragas. No me siento porque temo que se me vea todo.

-Oye, Esther, explícame bien esto, que no acabo de entenderlo –me pide Ángel.

No puedo evitar acercarme a él e inclinarme un poco. Eso hace que casi él me vea todo el pecho. Pero lo peor es que el descarado de Jorge disimula y se pone detrás de mí para verme las bragas. Claro, lo que me ve es el culo.

-Esther, pero si… ¡Vas sin bragas!

-¿Eh? ¡Jorge! ¡No mires!

-Yo solo quería verte las… ¡Como vas con la falda tan corta!

-¿Sí? ¿Vas sin bragas? ¡A ver!

-No, Ángel. Siéntate.

-¡Sí! –me levanta la falda y me lo ve todo. Por suerte, antes de venir, me depilé bien y no tengo ni un pelo allí abajo.

-¡A ver, si no os sentáis y estudiáis, yo me voy a ir! -noto que ya me estoy mojando.

-No, no puedes irte. Papá nos dijo que tienes un acuerdo con él y que, por lo menos, vas a darnos clase durante todo el curso.

-¿Eso os dijo? Bueno… o sea… pero va ¡a trabajar y a portaros bien! –mis mejillas arden.

-Sí, sí, profesora. De cinco a siete.

-No te enfades, Esther.

-Es solo que, nos ha sorprendido que vengas a dar clases sin bragas y con una minifalda.

-¡Nos ha gustado!

-Ya, va, venga –temo que el flujo me resbale por los muslos y ellos se den cuenta– No me miréis debajo de la falda y ya está.

-Será difícil resistir la tentación.

-Oye, Esther, si ves que hacemos bien los ejercicios y respondemos bien las preguntas, ¿al final nos vas a enseñar otra vez el culo?

-¿Sí, y el coño?

-¿Y las tetas?

-A ver, chicos, no estoy aquí para eso –lo digo, pero empiezo a dudar de por qué estoy aquí- Aunque da igual, estáis muy perdidos, no hay manera de que en menos de un par de horas lleguéis a entender las lecciones.

-Nos esforzaremos, Esther.

-Sí. De verdad.

-Eso me gusta. Esta es la actitud –aprieto las piernas, pero no puedo evitar que mi vagina empiece a ser una fuente.

Sorprendentemente, los dos empiezan a comprenderlo todo con facilidad y en menos de media hora ya terminamos con todo lo que tenemos que repasar.

-Veo que, si os concentráis, no os cuesta nada entender estas lecciones. Muy bien.

-Y aún no son ni las seis, Esther.

-Pues yo me voy a ir, porque…

-No, no, Esther. Un trato es un trato.

-¿Qué trato? Yo no… o sea…

-Sí, dijimos que si aprendíamos bien ¡tú nos ibas a enseñar el culo!

-¡Sí! ¡Y el chocho y las tetas!

-¡No, yo no dije eso! –me siento ante ellos y, sin darme cuenta, separo algo las piernas para ellos– O sea… me voy a ir.

-Esther, papá nos dijo que la clase iba a durar hasta las siete.

-Pero es que ya terminamos –soy consciente de que me ven el sexo empapado.

-Tú nos debes enseñar hasta la hora de acabar.

-¿Pero qué queréis que os enseñe? –me abro algo más de piernas y sé que me lo ven todo, incluso mojar algo la silla.

-¡Todo! ¡Que nos lo enseñes todo! -mira fijamente entre mis piernas.

-¡Sí, toda tú, Esther! –me devora el pecho con sus ojos.

-Ay, de verdad que sois… Bueno, venga, porque veo que habéis aprendido muy bien. Pero no podéis tocarme, ¿eh? Que sabéis que tengo novio –la falda se me arremanga hasta las ingles cuando separo todavía más las piernas para brindarles una visión irresistible para cualquier hombre.

-Vale, sí –con ojos como platos– sin tocarte.

-Solo mirar –se relame Ángel.

-¿No peligra que vuestros padres lleguen y me vean…? –sensualmente levanto la falda hasta el ombligo y la vuelvo a bajar enseguida.

-Mamá siempre llega a partir de las ocho.

-Y papá, solo los jueves está en casa por la tarde.

-Ya, bueno, ¡pues va! ¡Mirad, mirad!

Me desabrocho la blusa y me la quito sensualmente. Sé que el sostén es muy transparente y que deja ver bien los pezones. Me inclino ante los chicos para que me vean bien el escote. Jorge se abalanza para agarrarme los pechos, pero yo me aparto y le hago un gesto de que se siente. Me hace caso y yo le premio bajándome el sostén debajo de los pechos y ofreciéndoselos tomándolos con mis manos.

Pero me doy la vuelta y me arremango poco a poco la falda hasta la cintura y me inclino para que me vean bien el culo y el chichi empapado. Me contorneo. Cada vez estoy más mojada. Veo que los chicos esconden un gran bulto bajo el pantalón. Aunque me duela, veo que la situación es peligrosa y decido parar.

-Bueno, ya está. ¡Me lo habéis visto todo! –me bajo la falda y me pongo bien el sostén.

-No, aún es pronto.

-Solo son las seis, Esther.

-¡Pero ya os lo enseñé todo! –me pongo la blusa.

-A ver, Esther, podrías enseñar a mi hermano a… -dice Jorge.

-¿Qué?

-Sabes, él, esos días en la playa… quería… él nunca… con una mujer…

-Es que es muy joven…

-Bueno, pero sabes que él deseaba…

-Metértela por… ya sabes… como mi hermano –reconoce Ángel.

-Ya, pero, Angelito, si recuerdas… tú no… cuando lo intentaste…

-Sí, ya, pero, siendo tan buena profesora…

-Enseñando tan bien…

-Esther, qué te parece si yo… bueno, si nosotros… para que Ángel…

-Pero… a ver… yo… o sea…

-Venga, Ángel, tú, mira… -Jorge se acerca y me acompaña hasta la butaca del cuarto y pone un cojín en el suelo– arrodíllate, Esther, pon los codos en la butaca… ven, Ángel, mira bien, Esther, separa un poco las piernas, sube el culo para que mi hermano te vea tu ano sonrosado… vale… tú misma, separa las nalgas con ambas manos… ¡oh, que guapo tu culo! Ángel, el agujero es muy pequeño ¿verdad?

-Sí, demasiado. No creo que yo…

-¡Pero no hay problema, Angelito! –le explico mientras agrando el ano con un par de dedos de cada mano– mira, mira ¿ves?

-Sí ¡Oh!

-Y ahora verás, Ángel. Está muy seco, ¿verdad? Pero ¿ves? –Jorge escupe un par de veces con precisión dentro de mi ano y luego lo empapa con el flujo que recoge de mi vagina.

-¡Ay, me estoy excitando! ¡Mucho! –exclamo en pompa ofreciéndome a los dos muchachos, levantando más el culo para ellos.

-Ahora, fíjate bien, Ángel.

Jorge se saca el miembro completamente erecto y me lo introduce muy lentamente.

-¿Ves? No cuesta nada. Ella tiene el culo muy prieto, pero también muy flexible.

-Por favor, métemela más adentro. ¡Fóllame el culo!

-Espera, espera, que Ángel lo vea bien.

-¡Es que me muero, Jorge! ¡Va! –me acaricio el clítoris y estoy a punto de correrme.

-Ya, ya, espera, mujer. Mira, Ángel, ya tengo la mitad dentro. Si no la muevo, puedo aguantar sin problema.

-No aguantes, no. ¡Métemela toda!

-Espera, hago un poco más de fuerza y… ya… ya… ¡Hasta el fondo! ¡Toda dentro!

-¡Y le cabe!

-¡Hum, sí! ¡Y me encanta!

-Sí ¡y es muy placentero también para mí! Y ahora, la muevo dentro del culo de Esther y a ella le gusta.

-¡Mucho!

-Y la saco y la meto, y la meto y la saco. Si controlo, no me corro hasta que yo quiera.

-¡Córrete, córrete, Jorge, lléname de tu leche caliente! ¡Oh, qué gusto!

-Si fuera más rápido, no podría aguantar y eyacularía enseguida. Es que Esther tiene un culo muy caliente e irresistible.

-Sí, sí ¡va! Yo ya… ay… estoy a punto de… -me muero de placer.

-¿Quieres probar, Ángel? Demuestra que te hemos enseñado bien –le pide a su hermano.

-Me gustaría, pero es que, estoy muy excitado. No sé si… -se saca el miembro del pantalón y realmente parece a punto de explotar.

-Mira, ves, yo la saco de golpe y fíjate qué agujero más enorme muestra ahora.

-¡Métemela, Angelito, va! O tu Jorge ¡por favor! –suplico al notar el ano tan abierto y vacío.

-¡Yo, yo, voy a probar!

-Apunta bien tu polla al culo de la profe. Primero introdúcele el glande. Y aprieta un poco.

-Sí, sí, lo haces muy bien, Ángel. ¡Oh, ah, bestia!

-¡Se la has endiñado de golpe!

-¡Oh, cuanto placer, me muero, me muero! –no puedo evitar gritar ante mi orgasmo.

-¡Yo también, ay, ya, ya me corro dentro de tu culo!

-¡Sí, sí, llénamelo con tu leche! ¡Oh, qué caliente! -su abundante semen rebosa mi ano y me resbala por la vulva y los muslos– ¡Cuanta leche caliente, Angelito! ¡Fóllame, fóllame bien el culo!

-¡Sí, te estoy dando porculo, te estoy dando porculo!

-¡Y me encanta, Angelito!

-¡Vale vale, aparta, Ángel! ¡Que estoy a punto de explotar!

-¡No, no, deja que le folle más el culo!

-¡Jorge, ven, eyacula en mi boca mientras tu hermano me da porculo!

-No, no, también te quiero llenar el ano con mi lefa. –aparta a su hermano y me encula de golpe.

-¡Oh! ¡Ah! –vuelvo a correrme con placer– ven, Ángel, métemela en la boca y te la limpio bien de mi culo y aprovecho para saborear tu semen que tanto me agrada.

-¡Sí, sí, toma! –me folla la boca y noto el sabor de su semen, de su verga y de mi ano.

Los dos chicos, el mayor de veinte y el menor de dieciocho, me están mucho placer. Jorge tarda aún un poco en eyacular en mi culo y me voy corriendo continuamente mientras chupo y beso la picha de Ángel, que me agarra los pechos y me los acaricia. Jorge tiene varios dedos de una mano en mi vagina y con la otra mano me acaricia el clítoris. Su metisaca es tan placentero que pierdo la noción del tiempo.

Me sorprende agradablemente cuando Ángel vuelve a estar tan excitado que eyacula de nuevo, ahora en mi boca y también en mi cara. Juego con mi lengua en su glande y el chico grita de placer. Muevo mis caderas y presiono el miembro de Jorge con mi esfínter y por fin él se corre dentro de mí, también chillando de gusto. Yo sigo con mis incontables orgasmos.

-¡Oh, la puerta!

-¡Debe ser mamá!

-¡Niños! Hola, ¿qué tal ha ido la primera clase con Esther?

-Pero, ¿qué? ¿No me habéis dicho que… hasta las ocho no…? –Jorge saca su pene de mi culo y yo no encuentro el sostén y me pongo la blusa como puedo.

-¡Profe, es que son las ocho y media! -aclara Ángel metiendo como puede su miembro aún erecto en el pantalón.

-¿Cómo? ¿Han pasado más de dos horas? -me bajo la falda- ¿Me habéis estado dando porculo más de dos horas? ¡Ah, hola, Juani! Esto… -intento disimular.

-Esther ¿todavía estás aquí? ¡Hola, bonita! -me da un par de besos y temo que note el sabor del semen de su hijo pequeño en mis mejillas.

-Mamá, es que hoy, al ser la primera clase…

-Sí, la profe ha tenido que estar más tiempo para enseñarnos.

-Ya, pero me sabe mal, Esther. Tú tendrás tus cosas…

-Bueno, Juani, no te preocupes, me ha gustado enseñar a los chicos.

-Ya, muchas gracias, eres muy buena profesora particular. Ya nos lo dijo Manuel. Te vamos a pagar una hora más, te lo mereces.

-No, de verdad que no hace falta, ha sido un placer, o sea…

-¡Qué amable, hija! Bueno, oye, si quieres puedes quedarte a cenar.

-Sí, nos encantaría, Esther.

-Cuando llegue Lucas cenaremos y seguro que él estará contento de que comas con nosotros cuatro.

-¿Lucas? Ya… no… o sea… ahora sí que debo irme, se ha hecho tarde –intento bajarme la falda para que no se dé cuenta que no llevo nada debajo.

-Oye, ¿sabes que vas muy guapa?

-¿Sí? ¿Te gusta, Juani? –espero que no vea que no llevo sostén ni bragas.

-Tú siempre vistes bien. Tienes mucha clase. Y como eres tan, tan guapa…

-¡Qué amable! Bueno, yo me voy. ¡Hasta mañana!

-Oye, si quieres, como hoy te has quedado hasta tan tarde, mañana no vengas.

-Mamá, sí, ella debe venir.

-Papá nos dijo que vendrías dos días.

-Sí, o sea… ya vendré, ya. Lucas dijo que dos días.

-Vale, pues mañana también a las cinco, ¿verdad?

-¿A las cinco? No, a las dos y media… Ah, no, no, qué tonta, a las cinco, a las cinco. –ella no sabe que debo acudir a la cita con Lucas mucho antes de las cinco.

-Chicos, acompañad a Esther a la puerta.

-Sí, mamá.

-Oye, Esther, me guardo tu sostén para luego olerlo, lamerlo y masturbarme con él.

-Oh, ¿lo tienes tú, Jorge? Por favor, devuélvemelo, es que esta blusa es muy…

-No, no. Voy a lamerlo y chuparlo toda la noche. Espero que sepa a tus tetas.

-¡Ay, qué malo eres, Jorge!

-¿Y a mí qué me das, Esther?

-No puedo darte nada, Angelito. Solo llevo la blusa y la faldita, nada más. Pero a ti te voy a dar un besito –le doy un piquito.

-Esther, oye, te vamos a confesar una cosa.

-No, Ángel, que se va a enfadar.

-En realidad, estamos suspendiendo a propósito.

-¿Qué?

-Sí, pensamos que era la única manera de verte.

-¿Cómo?

-Cuando volvimos de los días en la playa, te echamos mucho en falta.

-Y decidimos que fueras nuestra profesora particular.

-Y a papá le pareció muy, muy bien.

-Ya… o sea… pero esto no está bien, se lo diré a vuestros padres.

-¡No, no, por favor, Esther!

-No les digas nada.

-Bueno, no sé. Si os portáis tan bien como hoy…

-Sí, sí, seremos buenos contigo.

-¿Y cariñosos?

-Sí, muy cariñosos contigo.

-¿Me diréis palabras bonitas?

-¡Sí, sí, y poemas de amor! ¡Ja, ja, ja!

-Vale, pues si es así, de momento no les diré nada. Y, como veo que, en realidad, no necesitáis de mi ayuda en matemáticas… o sea… si queréis, podemos pasar las dos horas… enseñándonos otras cosas.

-¡Enseñándonos la tetas!

-¡Y el culo!

-¡Y el coño!

-Sí, vale, lo que queráis, chicos. Pasaremos bien las dos horas.

-¡Mamándonosla!

-¡Dándonos el pecho!

-Sí, sí, ¡follándote el culo!

-¡Psst, que nos va a oír vuestra madre! Venga, adiós, hasta mañana.

-¡Adiós, Esther! Mañana la segunda clase.

-¡Adiós, profe! –me dice Jorge mientras me levanta la falda y me pellizca el culo. Y me gusta.

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