Este sábado he recibido mis notas semestrales del máster que estoy estudiando y son las mejores de la toda la clase. ¡Y de las cinco asignaturas! Siempre se me han dado bien los estudios. Aparte de eso, en el grupo hay gente muy maja. He hecho buenos amigos. Más de uno me ha pedido para salir, pero les he contado que tengo novio y eso. Aunque no descarto que quizá, con alguno podamos vernos y pasarlo bien liándonos un poco. Una chica, Clara, también se ha querido liar conmigo, pero, aunque es muy guapa y agradable, le he dicho que no me van nada las mujeres.
Lucas me hizo sentir muy mal. Su falta de respeto y amabilidad es intolerable. Pero debí aceptarle todas sus humillaciones y así asegurarme de que no dirá nada a mi novio, ni a mis padres ni a nadie. Me avergüenza confesar que, a pesar de ser tan mal educado conmigo, no pude evitar sentir morbo y placer con él. Lo que más me duele es que el cabrón, claro, se dio cuenta y eso todavía le dio más motivo para tratarme como a una cualquiera. Y yo, corriéndome y corriéndome como una loca con él. Espero que no se repita y que me deje en paz. Pero hace un rato, me ha llegado un mensaje suyo con el horario para que vaya a dar clase a sus hijos.
Todos los miércoles y jueves por la tarde, de cinco a siete. M pide que los jueves vaya ya a las dos y así le enseñe a él. Le he contestado que a las dos es imposible, porque no termino mi última clase hasta esa hora y que no podré llegar antes de las tres. Y sin almorzar antes ni nada. Me ha contestado que vale, que acepta que no llegue hasta las dos y media, pero que eso merecerá un castigo, el muy cerdo. Y que recuerde que cuando los miércoles vaya a dar clase a los niños, vaya siempre sin bragas y con una faldita muy, corta. Y los jueves, para él, que me ponga un tanga de esos que son poco más que un hilo por detrás.
Me da rabia descubrir que me excito y mojo las bragas al pensar lo que puede pasar los jueves con Lucas e incluso me calienta al imaginar que Jorge y Ángel me lo verán todo cuando les dé clases sin usar bragas bajo mis minifaldas. Por suerte, sé que ellos me aprecian y les gusto y serán amables y educados conmigo. No son como su padre.
Hoy es domingo y ahora debo acudir a mi cita con el Señor Garboz. He tenido que contar una mentira a mi novio al no poder ir al teatro con él. Por lo menos, aprovechará las entradas e irá con su hermano menor, que, por cierto, es muy guapo. Tanto o más que él. Pero bueno, yo estoy muy contenta con Gustavo. Y le quiero un montón.
El Señor Garboz me dijo que fuera a su casa a las cinco y que vistiera muy guapa y sexy. Así que me he puesto un vestidito rosa muy escotado y muy corto, un sostén blanco de encaje muy fino y unas braguitas a juego, tipo culote encima de un tanga minúsculo, también blanco. Creo que para el striptease eso quedará bien. Me he puesto unas medias blancas que me llegan hasta un poco por encima de la rodilla, con un lazo azul en la parte de arriba. Como hace bastante frío, me abrigo con una chaqueta larga así como una bufanda muy elegante. Antes de salir de casa, me he estado maquillando durante más de una hora. Y me pongo mi mejor perfume.
Cuando voy al váter, me doy cuenta de que tengo el tanga algo mojado e incluso ha traspasado la humedad al culote. Y es que me excita pensar en lo que puede pasar esta tarde. Pero no me cambio de bragas, no, porque creo que son las más sexis que tengo. Y no creo que al señor Garboz le importe si se da cuenta de que las tengo manchadas de mi flujo. Eso suele gustar a los hombres. Aunque quizá, a algunos, les dé un poco de asco, no sé.
-¡Hola, Esther! Llegaste muy puntual. Oh ¡y muy guapa!
-Gracias, Señor Garboz.
-Hija, llámame Joaquín.
-De acuerdo, señor Garboz… ¡Joaquín!
-Oye, debo decirte que no debes preocuparte porque yo te haga nada malo.
-No, no, ya. Si creo que, en el fondo, usted es un caballero.
-Pues sí, es cierto. Solo tengo dos grandes defectos: me gusta tener mucho dinero y también me gusta contemplar chicas guapas. Y claro, contigo consigo las dos cosas: el dinero abundante que me dio tu tío Lucas y poderte ver hoy así de guapa.
-Gracias, señor Joaquín. Bueno, en realidad, Lucas no es mi tío.
-¿A no? Pues se ve que te quiere mucho porque pagó para que puedas estar tranquila.
-Ya, sí… o sea… en realidad, él…
-La verdad es me extrañó que si era tu tío no pusiera ningún impedimento en que yo te hiciera hacer un striptease y otras cosas en mi casa conmigo.
-Ya, bueno… él… es muy buen amigo de mis padres. Señor Garboz, me supo mal que usted me engañara en la playa. Fui una ingenua al posar para usted y enseñárselo todo.
-No hice nada malo. Es un sitio público y no está prohibido tomar fotos ni videos ni nada de eso.
-Ya, pero me duele que me haga un chantaje.
-A ver, es que me gusta contemplar a mujeres guapas. Al principio, simplemente tomaba fotos a chicas sexis que veía en sitios públicos. Después, contraté a chicas guapas para que me hicieran striptease y ellas contentas de lograr un dinero fácil. Pero a mí eso me salía muy caro. Después descubrí que en la playa es muy fácil poder tomar fotos de chicas enseñando demasiado e incluso haciendo cosas que luego no quieren que se sepa. Y así ganar un buen dinero. La verdad es que ahora soy un hombre rico. Pero bueno, ninguna me lo puso nunca tan fácil como tú. Se ve que te gusta exhibirte. Y, además, eres la más guapa.
-Gracias, señor Garboz. Es usted muy amable.
-Es la verdad. ¿Te parece empezar con el striptease? Y luego, durante una hora, te pediré que hagas algunas cositas, pero verás que no será nada humillante ni doloroso, de veras.
-Confío en usted, señor Garboz.
Me sirve una copa y pone una música adecuada para mi striptease. Antes de sentarse en el sofá enfrente de mí, pone a grabar una cámara sobre un trípode.
-En mi casa tengo muchas cámaras que graban durante todo el día, por seguridad, pero esta tiene más calidad. Seguro que tu pequeño show merece la mejor imagen.
-Bueno, Señor Joaquín, yo, en realidad, nunca antes he hecho un striptease. O sea, con algún novio y eso, sí, como un juego, pero… o sea…
-Seguro que lo harás bien y me complacerá.
-¿Y debe usted grabarme? Desearía que no.
-No te preocupes, no te haré chantaje con las imágenes. De verdad que solo serán para uso personal, hija.
-En fin. Estoy en sus manos.
-Puedes estar tranquila, Esther.
Me muevo sensualmente al ritmo de la música. Me quito el abrigo. Juego un poco con la bufanda hasta que se la lanzo al señor Garboz, que la huele con placer. Doy la espalda a mi espectador y muevo las caderas. Me doy la vuelta y juego con mi vestido para aumentar el escote y luego muevo la falda para enseñar por un momento las braguitas y volverlas a cubrir. Repito el juego unas cuantas veces hasta que dejo caer el vestido a mis pies. Bailo sensualmente solo en ropa interior. Me quito las medias eróticamente, primero una, luego la otra. Por suerte, en la casa se está muy bien y no hace ningún frío.
Así que bailo solo en sostén y bragas y él aplaude cuando me pongo de espaldas y me quito el culote y descubre que debajo llevo el tanga, que muestra todo el culo. Miro al señor Garboz y juego un poco con mis pechos aun con el sostén. Me lo bajo debajo de las tetas y mi admirador aplaude cuando aparto las manos y le muestro las aureolas sonrosadas y los pezones, que tengo en punta como si quisieran salir disparados. Y no es por frío, ya te digo. Sigo bailando, ahora ya solo con el tanga minúsculo, que noto completamente empapado. Me lo quito muy sensualmente y se lo ofrezco.
Me tapo el sexo con una mano. Él, como era de esperar, huele el tanga con gusto. Finalmente, aparto la mano de mi vulva y bailo un ratito más completamente desnuda para él. Después pruebo distintas poses eróticas. Veo que también me toma fotos con una cámara. Me pongo en pompa apoyando los codos en un sillón y contorneo el culo. Noto que el flujo me resbala por los muslos. La verdad es que disfruto al exhibirme así ante él. Ando a cuatro patas hacia mi admirador para que vea como mis pechos apuntan hacia el suelo y se balancean a cada paso.
Cuando estoy cerca de él, me siento y abrazo mis rodillas. Separo mis piernas, muy lentamente, para juntarlas en un juego muy sexual para terminar, al cabo de un momento, abriéndome de piernas completamente y así mostrar mis labios y mi culo mojados.
El señor Garboz aplaude. Muy elegante, me toma de una mano, me la besa y me ayuda a levantar.
-Hija, ha sido mucho mejor de lo que me imaginé. Y me parece que lo has disfrutado ¿verdad? –observa mis pezones erectos y después el flujo que resbala por mis muslos.
-Sí, es cierto, señor…
-Joaquín, llámame Joaquín.
-Sí, señor Joaquín.
-¡Qué chica más educada!
-Y usted, muy amable.
-Bueno, ahora, debes ir haciendo lo que te pida.
-Sí, sí, lo que usted desee, señor –tomo mis bragas y mi sostén.
-No es nada raro. Y creo que te va a gustar. No te pongas la ropa, no, Bueno, si acaso, el vestido tan bonito sí, pero sin bragas ni sostén.
-¡Qué pillín es usted!
-Es que me gustas mucho. Se podría decir que me enamoraste en la playa. Tan guapa y elegante.
-Gracias, señor. Pero ¿va a seguir grabando?
-Sí, sí, por supuesto. Y tomándote fotos.
-Bueno, ya… vale.
-En el fondo te gusta que te grabe ¿no?
-O sea… quizá sí, o sea, me da morbo.
-Ya, ya, es natural. Va, empecemos. Espera, que vuelvo a poner música. Vale, bien, juega con el vestido como antes, bien, sí, baila muy sensual, así, juega con la faldita, enséñame el culo, mueve las caderas, bien. Ahora enséñame tu sexo. Vale, vale. Bájate el vestido debajo de las tetas y juega con ellas, con tus pezones, bien, ofrece tus pechos a la cámara. Vale, siéntate en el sofá. No te preocupes por si lo manchas con tus jugos. Levanta tus piernas. Sepáralas. Buena chica, sí. Juega con tu clítoris. Abre tu chichi con los dedos y enséñame tu vagina. ¡Qué sonrosada! Sigue jugando acariciando tu clítoris, Esther. Separa más las piernas.
-Ay, no, es que… o sea…
-Ya, entiendo. Ya te digo, no te preocupes por manchar el sofá.
-Es que si sigo tocándome… ah… hummm… yo… ¡y! ¡Oh!
-Sí, hija, sí… córrete, no pasa nada. Métete un dedo en el culo y otro en el coño. Sí, así, pero no dejes de jugar con tu clítoris respingón. Ábrete más de piernas. Levántalas más, que se te vea bien el agujero del culo. Así, sí, buena chica. ¡Guapísima!
-Ay… me voy, me voy, señor Joaquinnnnn, ah!
-Sí, sí, córrete, que yo te grabo.
No puedo evitar lanzar abundante squirt mientras me corro incontables veces. No solo empapo el sofá sino también la moqueta e incluso salpico al señor Garboz a más de tres metros de distancia. Al cabo de unos quince minutos:
-Señor Garboz, oh ¡cuánto placer! ¡Me ha encantado! –le confieso sentada abierta de piernas en el sofá y con mi vagina aun chorreando.
-Sí, sí, ya lo vi. Me ha gustado mucho.
-Señor Garboz…
-Joaquín.
-Sí, señor Joaquín, si usted lo desea… yo puedo… -le miro la bragueta con deseo.
-Gracias, Esther, pero no, no. Yo solo… me gusta mirar, pero no… nunca haría nada contigo. ¡Es que podrías ser mi nieta! Además, soy un hombre casado y…
-Bueno, yo tengo novio, ya sabe.
-Sí, ya.
-Pero, señor… pero Joaquín, le encuentro a usted agradable y, en el fondo, se ha portado bien conmigo.
-Pues claro, hija.
-Le voy a masturbar, que seguro que lo está deseando –acerco mis manos a la cremallera de su pantalón, que muestra un gran bulto.
-¡No, no, ja, ja, ja! Deja, deja.
-¿No quiere que le haga una paja? Bueno, si lo prefiere, se la puedo chupar y correrse en mi boca. O en la parte de mi cuerpo que desee.
-No, no, hija. Hace años que no tengo contacto con otras mujeres Solo con mi esposa. En cambio, me gusta mirar a las chicas guapas como tú y luego pensar en vosotras mientras hacemos el amor con mi esposa. O masturbarme pensando en vosotras. Y más si dispongo de tantas fotos y videos porno vuestros –apaga la cámara.
-Ya, entiendo. Cada uno tiene sus gustos. –me voy poniendo las bragas y después el sostén –Es muy honesto no ser infiel a su mujer.
-Sí, sí, así es.
-Yo también soy fiel a Gustavo, mi novio.
-Ya. Bueno, Esther, me ha encantado tu visita. Cuando lo desees, ya podrás irte.
-Bueno, en realidad… no tengo prisa. Mi novio está en el teatro con su hermano.
-Me sabe mal que te hayas perdido la obra. Pero es que mañana salgo de viaje y no volveré hasta dentro de diez días. Y tenía ganas de que me ofrecieras el striptease. Y así, durante el viaje, podré verlo en el portátil.
-Lo comprendo, señor Garboz. Si Gustavo me dice que la obra le ha gustado, la podemos ir a ver otro día.
-Bueno, con el dinero y tu numerito de hoy, considero tu deuda saldada. Así que ya está, no te preocupes. No le voy a enseñar las fotos de la playa ni el vídeo a nadie.
-Muchas gracias, señor Garboz –me pongo el vestido– ¿Así que no tengo que volver otro día?
-No, no, ya está. Te has portado muy bien.
-Bueno, ya… o sea… pero… si usted lo desea… a mí no me importaría…
-¿Querrías volver a venir a mi casa? ¿Sí? Siempre que quieras. Hija.
-Sería una manera de mostrarle mi agradecimiento por no enseñar las imágenes a mi novio ni a nadie.
-Sí, sí, entiendo. Además, te lo has pasado muy bien ¿verdad?
-¡Sí, mucho! –me sonrojo.
-No se hable más, cuando vuelva del viaje, te llamo y quedamos otro día.
-Sí, de acuerdo. Y ahora ¿ya me debo ir?
-Cómo quieras. Puedes quedarte el rato que desees. ¿Te apetece merendar?
-Pues sí, la verdad, señor Garboz.
-Vale, pues espera un momento, que te preparo una buena merienda.
-No querría darle ninguna molestia.
-Al contrario, me encantará merendar contigo.
Me lo paso bien en ropa interior merendando y charlando con el señor Garboz. De vez en cuando, él me toma alguna foto más. Me encanta ver que le gusto tanto. Estoy segura de que le vendré a ver a menudo. Es difícil encontrar caballeros educados como él.