Profesora particular (11): Clase a unos caballeros con clase

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T. Lectura: 12 min.

Las siguientes semanas han transcurrido sin novedad. He ido visitando la casa de Lucas y Juani. Los chicos están encantados y debo decir que yo también. Me gusta cómo me adoran y se excitan solo de verme. Ellos me tratan como a una princesa. Aunque también llego a sentir placer con su padre, no me gusta cómo se comporta conmigo. Pero entre esos dos días semanales y mi novio Gustavo, reconozco que estoy más que satisfecha a nivel sexual. Nunca había tenido tantos orgasmos en mi vida. Es que ni me hubiera imaginado que eso fuera posible. Además, de vez en cuando visito al señor Garboz y me pongo cachonda cuando poso para él y suelo correrme varias veces también esos días.

Sé que todo esto no puede continuar así porque peligra que se entere alguien y se arme la gorda. Mis padres y mi novio tendrían un gran disgusto. Espero que todos sean muy discretos. Hablaré con Lucas y le dejaré claro que esto se debe terminar. Creo que, aunque es bastante cabrón, él lo entenderá y dejará que termine con mis clases tan especiales. Puede estar muy satisfecho con lo bien que me he portado. Y, por otra parte, los chicos están sacando muy buenas notas, aunque en eso yo no tengo nada que ver. Bueno, en algún sentido sí, claro.

La semana pasada Lucas me dijo que saldría de viaje y que no estaría, pero que, a cambio, este jueves estuviera ya en su casa por la mañana, a las nueve. Aunque le dije que no podía ser porque voy a la universidad, él me contestó que por un día no pasaría nada si faltaba. No transigió y aquí me tienes, me he levantado, duchado, desayunado, vestido y maquillado y ya estoy llegando a su casa. Sandro, un compañero de clase, me dijo que ya me pasaría los apuntes de hoy.

Me da rabia reconocer que estoy cachonda imaginándome que seguramente tendremos toda la mañana de sexo con Lucas. Aunque él no me gusta nada y menos su manera de hablarme, saber a lo que voy me excita en cantidad. A veces siento que estoy siendo infiel a mi novio, no sé. No tengo otra opción que hacer caso a Lucas, pero eso de que en el fondo me esté gustando, me turba. Me he puesto un tanga que creo que le gustará. Y cómo voy directamente a su casa, ya visto muy sexy. Llevo un vestido rosa muy ajustado, escotado y corto que deja ver enteramente mis muslos.

Debajo, el tanga blanco que ya noto empapado y un sostén también blanco a juego que apenas me cubre los pezones. Las medias, también blancas, me llegan solo hasta las rodillas. Calzo unos zapatos de talón que realzan mi figura. Aunque lleve encima un abrigo casi hasta los pies, la gente me mira. Creo que me ven sexy y elegante.

-Hola, Esther. Así me gusta, puntual, a las nueve –me acompaña con la mano en mi culo para que entre.

-Es que ya no he ido a la universidad.

-Claro. Seguro que ya tenías ganas de verme.

-No, yo no… o sea…

-Quítate el abrigo y lo cuelgas aquí. ¡Oh, qué guapa! Deja que compruebe si… –pone una mano debajo de mi falda y me acaricia las nalgas –Sí, muy bien, un tanga, perfecto. Verás que hoy no estaremos solos.

-¿Cómo? ¿Está Juani en casa? Pero… ¡Mira cómo visto!

-No, tranquila, Juani ya salió y no volverá hasta pasadas las ocho. Tal como vistes es muy adecuado.

-Oh, pero… ¿Quiénes son? –me sorprende al ver que en la sala nos esperan varios hombres.

-Unos buenos amigos. Todos señores educados, no te preocupes.

-Hola, encantado de conocerte –se acerca el más alto y atractivo y me da un par de besos.

-Hola, encantada también. ¿Pero…?

Uno a uno me va saludando con dos besos. El último, calvo y con bigote, me aprieta contra su cuerpo en un abrazo. Yo me separo y pregunto:

-Lucas, ¿qué se supone que…? O sea…

-Esther, he estado hablando de ti a estos buenos amigos y… bueno, pues ahora ya conocéis a mi amante.

-Lucas, yo no… señores, esto es un error. Yo tengo novio y no…

-¿Qué? ¿Os he estado engañando o no? ¡A que es guapa mi amante!

Todos responden afirmativamente y entusiasmados.

-Venga, tomemos una copa. Esther, tú puedes decir unas palabras para el brindis.

-Yo… no sé… pero ¿es que celebramos algo?

-Pues sí. Ya hablo yo: Brindemos por la chica más guapa, elegante y sexy que jamás he conocido. ¡Y la más fresca!

-¡Lucas!

-¡Es la verdad!

Levantamos la copa y todos vienen a chocar la suya con la mía. Cuento que son siete señores, aparte de Lucas.

-Supongo que queréis conocer mejor a la chica, ¿verdad? Sentémonos en los sofás. Tú siéntate en este sillón, así, delante de mis amigos.

-No… o sea… prefiero estar de pie –temo que si me siento se me verá todo bajo la falda.

-Estarás más cómoda sentada –me acompaña al sillón y me hace sentar en él.

Efectivamente, el vestido apretado me sube y no puedo evitar que muestre el tanga a todos. Aunque alguno disimula, otros me miran descaradamente entre las piernas. No pasan ni cinco minutos que Lucas me toma de la mano para que me levante con él.

-Amigos, ya habéis visto lo guapa que es Esther. Y también cómo viste. ¿Os ha gustado ver sus braguitas minúsculas bajo la minifalda? Supongo que todos se las habéis visto. No me digáis que no. Es que ella viste así porque le gusta exhibirse, ¿verdad, hija?

-No, no es eso… o sea… -me sonrojo. –Tú me dijiste que…

-Y quizá os habéis fijado que está mojando sus bragas.

-¡Eso no es verdad, Lucas! –pero noto sí que están empapadas.

-Ya os dije que mi amante es muy caliente y se excita enseñando su cuerpo a los hombres, incluso a desconocidos.

-Yo no… o sea…

-A ver, mirad. Quítate el vestido, Esther. Vamos a comprobar si tienes o no tus bragas húmedas.

-No, Lucas, así delante de todos, no. Es que, además, el sostén que llevo…

-Esa es otra. Veréis como seguro que su sostén enseña más que cubre. A ella le gusta venir así a mi casa y no le importa que yo sea un hombre casado y ella tenga novio.

-¡Eso no es verdad!

-Venga, ¡vestido fuera! –me lo arremanga y no me resisto cuando me lo quita por la cabeza. Creo que en el fondo deseo que todos me vean en ropa interior.

Noto su admiración cuando descubren mi cuerpo casi desnudo. Les encanta mi pecho perfecto y con el sostén que muestra algo mis aureolas. Oigo algún silbido. Me ruborizo, pero sí, me gusta, para qué negarlo.

-Miradle también las braguitas, no solo el pecho. ¿Veis cómo están transparentes porque están empapadas de su flujo?

Veo algunas sonrisas y oigo comentarios. Les doy la espalda para que no vean el tanga mojado, pero claro, entonces tienen mi culo a la vista. Siguen los piropos. Busco el vestido, pero veo que unos de los caballeros, con el pelo blanco, lo está abrazando y oliendo con satisfacción. Aunque en cierto modo querría quedarme y seguirme exhibiendo, mi decoro no me lo permite.:

-Yo me voy a ir –le quito mi vestido al señor del pelo blanco y me lo pongo -Esto no es en lo que habíamos quedado. Una cosa es venir a verte a ti, Lucas, y otra que…

-Calla, Esther. Tranquila. Verás cómo hoy estarás contenta –me separa un poco del grupo para que no le oigan –mira, reconozco que a veces yo… bueno, que no siempre he sido educado contigo, que cuando me excito te trato como a una cualquiera. Pero tú te mereces lo mejor. Eres una señorita.

-Pues sí –me bajo la falda unos milímetros, lo que hace que aumente el escote.

-Por eso. He hablado de ti maravillas a estos buenos amigos y verás cómo te tratan bien. Y yo te voy a pagar el doble por la clase. No, el triple.

-Sabes que no necesito el dinero.

-Sí, es cierto. Espera, verás.

Me toma de la mano y me acerca al grupo.

-Mi amante me estaba diciendo que es una señorita muy educada y que quiere ser amable con vosotros. Así que, en primer lugar, os va a enseñar sus pechos y luego ella va a escoger a uno de vosotros y se los va a ofrecer las tetas para que se las maméis.

-No, yo no… o sea… -me muero de ganas que me chupen los pezones.

-Si te va a encantar. ¡Venga, va! –me baja el vestido hasta la cintura y me desabrocha el sostén y me lo quita. Yo me tapo el pecho, pero no puedo evitar que mi vagina rezume. Seguro que todos se den cuenta de que el flujo ya resbala por mis muslos. Veo que llega algo hasta las medias. Así que ellos saben que la situación me pone muy cachonda.

Todos se relamen cuando por fin decido apartar las manos de mi pecho y enseñarlo. Noto los pezones erectos, parece que van a salir disparados. Todos me miran con deseo. Me doy cuenta de que les crece un buen bulto en la entrepierna.

-Señores ¿les gustan mis tetas? –las tomo con mis manos y las ofrezco a los caballeros -¿A alguno le apetece que le dé de mamar?

Obviamente, todos levantan la mano y gritan “yo, yo”.

-Esther, escoge tú, ya ves que a todos les gustaría chuparte las tetas.

-No sé, se ven todos muy buenos señores. Si acaso, creo que dejaré que todos, de dos en dos, me mamen los pechos. Venga, a ver, yo me siento en este sofá y ustedes van pasando.

Separo las piernas y soy consciente de que el tanga deja ver mis labios empapados bajo la falda mientras ofrezco mis pechos al señor alto y atractivo y al del pelo blanco que se ve el más mayor. Ellos se sientan en mi regazo y me lamen y besan las tetas y chupan mis pezones. Me encanta. Al cabo de un par de minutos, digo que vengan el señor calvo y con bigote y uno que se ve algo más joven. Se nota que se morían de ganas de mamarme las tetas porque me las chupan con mucha fuerza. Me las siento muy sensibles y experimento mucho placer.

Después es el turno de un señor con barba y otro con gafas bastante guapo. Mientras están en mi regazo y les doy de mamar, tomo sus manos y las acerco a mis muslos. Ellos me los acarician y enseguida se dirigen a mis braguitas y me las apartan a un lado. Noto que lanzo una buena cantidad de flujo que va a parar a mis muslos y al sofá. Ellos me penetran la vagina con un dedo cada uno y yo separo más las piernas. Enseguida disfruto de un orgasmo que reciben todos con aplausos.

Cuando me recupero de tanto placer, pido a los últimos que quedan para darles mis tetas. Lucas y un caballero algo gordo se sientan en mi regazo. Lucas me mama la teta izquierda con mucha intensidad y, sin que yo haga ni diga nada, me mete un dedo en el culo, hasta el fondo y yo suspiro. Y enseguida gimo cuando el señor gordo me penetra la vagina con varios dedos. Levanto las caderas y ellos, mientras les doy de mamar, me follan con sus dedos. Ya siento varios de Lucas en mi ano y los cinco de ambas manos del gordo en mi coño. Parece que me vayan a romper en dos y grito de placer al experimentar un orgasmo que va acompañado de varios chorros de squirt.

Eso debe gustar a los caballeros porque todos se acercan a mi alrededor y me acarician el pelo, me besan en la cara y en la boca. Yo devuelvo los besos y ofrezco mis tetas para que las acaricien mis amantes. No sé cuantas manos están jugando con mis pechos mientras Lucas y el gordo me las maman. Veo que el señor alto y atractivo me arranca el tanga, lo besa, lo huele y lo lame. Después, me lo acerca a la boca y me lo introduce en ella. No sé muy bien por qué hace eso, pero es algo que me excita más todavía. Me sorprendo cuando veo la mano del gordo casi entera en mi vagina y cuando la saca, lanzo chorros y chorros de squirt mientras gimo y me siento morir.

Al cabo de media hora de orgasmos sin parar, Lucas dice:

-Amigos, ya habéis visto que la chica no se corta un pelo y se ha corrido cantidad de veces. ¿Has disfrutado, verdad, Esther?

-Debo reconocer que sí, para qué os voy a mentir. Es que habéis sido muy amables conmigo –me bajo algo la falda y acerco mis piernas mientras busco el sostén, pero no lo veo por ningún lado así que me quedo con el vestido en la cintura y con el pecho al aire. Veo que tengo las medias empapadas y me siento bastante guarra.

-Ahora nos toca a nosotros disfrutar.

-¿Es que acaso no les ha gustado mamar mis tetas?

-Sí, mucho, pero no nos vamos a quedar solo con eso. A ver, amigos, ya habéis visto que ella es muy calentorra y no le importa montárselo con muchos hombres. Así que, Esther, ahora te toca mamar a ti.

-No, ya está, es mejor que no, es que… o sea… me sentiría como…

-Cómo lo que eres, hija, una cerda. Pero una cerda muy guapa. Y una buena mamona. Escoge a quién se la vas a chupar.

-Lucas, ¿pero no te importa que tu amante le haga una mamada a otro hombre? –pregunta el de la barba.

-No, aunque tenga novio, seguro que ella se lo monta con más de uno aparte de conmigo.

-¡Eso no es verdad, Lucas! –me tapo los pechos avergonzada. –Es solo que… o sea…

-Amigos, sacaos la polla y así ella podrá escoger a quién le hace una mamada. Veréis que bien que la chupa.

Los siete caballeros hacen caso a Lucas y me muestran sus penes totalmente erguidos y con la punta húmeda apuntando hacia mí. Esa visión me halaga y me pone a cien. Aunque me avergüenza, deseo tener esas vergas en mi boca y darles placer. Así que, me pongo a cuatro patas y ando hacia los señores. Como si fuera una perrita, huelo el miembro de cada uno, lo lamo y le doy un besito. Cada pene me regala unas gotas de líquido preseminal y yo lo sorbo con gusto.

La escena les agrada porque sus vergas siguen aumentando de tamaño. Y yo, cada vez estoy más cachonda. Voy andando a cuatro patas, con los pechos colorados apuntando al suelo y contorneando sexualmente el culo hasta que me detengo ante el señor algo gordo y me trago su polla de un bocado. Aunque no se me entienda porque tengo la boca llena con su verga que me llega hasta el paladar, les explico:

-Se la chupo a este señor porque es el que me ha dado más placer al jugar con su mano en mi chocho.

-¡Gracias, niña, oh, oh!

Le agarro los testículos y se los acaricio mientras le hago una mamada que no olvidará. El señor con barba se acerca y me suplica:

-¡Por favor, Esther, chúpamela a mí ahora, estoy a punto de correrme, no resisto más, no puedo aguantar!

-Eghstera, uhk mokemsbnto, veñ, kumtra tu golla a la de pu aligo –abro la boca para que junte su pene al de su amigo y es verdad que estaba a punto de explotar porque al momento él me lanza todo su esperma a la garganta. –Oh, qué gucco, hum, kaccias, capalero.

Eso hace que el señor gordo se excite y enseguida eyacule también en mi boca. Yo les chupo bien ambos miembros y los dejo secos y limpios. Ver que me he tragado dos vergas juntas habrá gustado a los otros caballeros porque el alto y atractivo y el del pelo blanco se acercan blandiendo las suyas y yo dejo que me follen la boca juntos. Les acaricio el escroto y les pido que me den toda su leche caliente. Ellos me magrean las tetas y yo suspiro de gusto. Al cabo de unos minutos de mamada, el del pelo blanco ya me llena la boca con su semen, caliente y sabroso.

Después de tragármelo y dejar su pene bien limpio, me centro en el del alto y atractivo. Chupo y beso también sus huevos y le lamo el perineo. Él me arremanga la falda y por detrás me acaricia las nalgas y me penetra el ano con sus dedos. Los saca y los huele con satisfacción para volver a meterlos en mi culo, quién sabe cuántos. Eso me gusta y hace que mame con más intensidad y que él ya no resista más y me lance su lefa que me bebo con gusto. Al cabo de unos minutos, su verga ya está flácida. Lucas dice:

-¡Esther, vaya mamona estás hecha! Bueno, aún quedamos nosotros cuatro. ¿Qué os parece si nos la chupas a todos juntos? ¿Te ves capaz?

-No sé, no creo, o sea… es que las tenéis muy grandes, muy tiesas… no creo que…

-Pero te gustaría probar ¿verdad?

-Yo nunca… así… con cuatro no… -abro las hojas con deseo –la verdad es que me da morbo, Lucas.

-¡Lo sabía, putita! ¡Venga, vamos a probar!

Los tres caballeros y Lucas se acercan a mí y me apuntan con sus miembros erguidos. Yo doy unos pasos y me trago el del que parece más joven. Agarro el del calvo con bigote y lo junto a la otra en mi boca, casi también hasta el fondo. Las chupo con gusto. Lucas me ordena que me meta también el de su amigo alto y atractivo, pero no hay manera ni que me alcance los labios, así que me quito los otros de la boca para poder chupar el del señor alto y también el de Lucas y voy turnando las cuatro en mi boca, de dos en dos.

Lucas me agarra las tetas y más que acariciármelas, es como si me ordeñara. Siento una mezcla de vergüenza, dolor y gusto. Por un momento temo que me las arranque, pero reacciono con un orgasmo que va acompañado de varios chorros de squirt. Abro mucho la boca y consigo que Lucas pueda meter la punta de su pene en ella mientras tengo dentro el del calvo y el del más joven, mientras masturbo con fuerza el del alto. Chupo y juego con la lengua con los tres miembros que están en mi boca y cuando, al cabo de unos minutos, el alto cierra los ojos y suspira y grita que se va a correr, me como su polla y dejo las otras fuera para que eyacule dentro de mí y pueda saborear su esperma.

Mi sorpresa es cuando los otros tres apuntan a mi cara y me lanzan su lefa abundante sobre ella. Me siento tan puerca que eso me excita y sorbo con placer el pene dentro de mi boca y masturbo las otras tres con fuerza hasta dejarlas secas. Más sorpresa es ver que los otros cuatro vuelven a tener sus vergas erectas se acercan y eyaculan casi al unísono en mi cara que queda totalmente cubierta de su sabrosa lefa. Yo me relamo y voy recogiendo con la lengua el semen mientras Lucas y ahora también el más atractivo siguen ordeñándome.

Los demás me besan el cuello, la espalda, las axilas, los muslos y las nalgas. Estoy muy cachonda y me acaricio el clítoris cada vez con más fuerza y me meto casi la mano entera para tener más y más orgasmos que dejan el suelo con charcos de mi abundante squirt.

Al cabo de no sé cuánto tiempo, Lucas exclama:

-¿Qué os dije? ¿Es o no es una guarra mi amante? Hija, Esther ¡hasta a mí me has sorprendido!

-Lucas, es que ver que gusto tanto a los hombres… no sé… o sea…

-¡Vaya puta estás hecha!

-¡No, eso no!

-Lucas, no insultes a la chica.

-Ha sido muy cariñosa con nosotros.

-Ustedes lo han sido conmigo. Os lo agradezco.

-Y nosotros a ti. Bueno, y a ti, Lucas, que nos has dejado disfrutar con tu amante.

-A mí no me importa, al contrario, me gusta ver lo marrana que es. Más que mi amante, es mi putita.

-Si te parece bien, Lucas, yo ya me voy a ir y luego, ya volveré para la clase a los niños. A no ser que… bueno… que ustedes… o sea… -me relamo, les guiño un ojo y me abro de piernas para enseñar a todos mi coño sonrosado bajo la faldita. –quiero decir que quizá, Lucas, estos señores…

Les doy la espalda y me inclino con los codos al sofá, consciente que la falda subirá hasta casi la cintura y enseñaré mi sexo y mi culo a todos. Me entienden a la perfección y más cuando con las dos manos abro mi ano. Enseguida ya noto una verga en mi agujero trasero. Se van turnando y yo me voy corriendo sin parar. Debo resistir a mis deseos de que me follen la vagina y solo permitirme que me enculen y que me masturben. No sé cuántas veces eyaculan en mi ano. Me siento muy querida.

Ya son casi las cinco y los caballeros, tan exhaustos como yo, se van de la casa. Llegan los chicos y no sé si llegan a sospechar algo. Lucas se va y nos quedamos nosotros. Yo solo llevo el vestidito porque se me han llevado las bragas y el sostén. Me quité las medias porque están empapadas de mis jugos. No sé si Jorge y Ángel notan que huelo intensamente a sexo porque ni me he lavado la cara.

Les digo que estoy muy cansada y respetan que esta tarde nos la pasemos los tres en el sofá abrazados y dándonos besos y caricias suaves, yo con el vestido y ellos en calzoncillos. Aunque al final ellos están tan excitados que me veo en la obligación de hacerles una buena paja y que se corran en mi cara.

Al llegar a casa, mamá me dice que hay un compañero de clase en la salita. Es Sandro, que muy amable me ha traído los apuntes.

-Mamá, vamos un rato a estudiar a mi habitación.

-Muy bien, así me gusta.

Decido agradecer a Sandro su amabilidad y dejo que me abrace y me bese. Él me acaricia el pecho por encima del vestido. No resisto la tentación y acompaño su mano bajo mi falda. Él me dice que ya se había dado cuenta de que no llevo bragas y que estoy muy guapa. Irresistible. Yo le contesto que no se resista y separo las piernas para que me masturbe con sus dedos. Después de correrme varias veces, le saco el miembro y le hago una mamada que no va a olvidar. Dejo que eyacule en mi boca y le digo que su semen es muy sabroso y que gracias por haberme traído los apuntes de esta mañana.

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