Mi vida como sumisa. Probando la restricción de los sentidos

0
2499
Tiempo de lectura: 2 minutos

Siguiendo con los ciclos de relatos de mi vida como sumisa, en esta ocasión les contaré cómo mi amo me hizo sufrir, jugando con mi coño durante mi estadía en la casa vacacional, a pesar de estar cerca a mi familia durante todo el día.

Lo que relataré a continuación sucedió en el verano de 2024, me encontraba en la casa de playa donde suelo vacacionar con mi familia; habían pasado solo un mes de haber iniciado la relación con mi amo y se suponía que, dadas las restricciones de privacidad que tenía en ese lugar, el contacto y las órdenes a ejecutar serían escasas, no podía estar más equivocada al respeto, de alguna manera, él encontraba la forma de mantenerme excitada y humillada.

Eran pocos los momentos que estaba sola y por la cantidad de personas que estábamos en casa, mi dormitorio era en el salón o en una pequeña habitación improvisada muy cerca de la entrada principal, sin puerta ni divisiones que me dieran privacidad.

Al despertar tomé el móvil, como de costumbre, para saludar a mi amo; tan pronto abrí el chat ya tenía mi primera orden del día. Debía usar leggins cortos de color gris, sin bragas, mientras no estuviera en bikini, aunque lo de las bragas es una redundancia porque no tengo permitido usar ropa interior salvo durante mi periodo menstrual, los lunes (únicamente mientras esté en la universidad) y miércoles; el uso de sostén está restringido únicamente a las veces que mi amo así me lo permita.

Volviendo al tema, pensé que llevar los leggins de esta manera sería algo inofensivo, no vi gran dificultad en hacerlo, pero bastaron solo unos pasos para entender que no sería así; las costuras invadiendo mi coño y ese roce justo en el clítoris me estaban volviendo loca, haciéndome chorrear a cada paso como una puta necesitada y teniendo que aguantar, no sé cómo, los gemidos de placer que de vez en cuando intentaban salir.

La noche había caído, ya mi familia estaba durmiendo y yo me disponía a hacer lo mismo pensando, erráticamente, que mi tortura había finalizado, poco tiempo pasó para volver a mi realidad; me encontraba desnuda en aquella habitación abierta, humillada y expuesta, a espera de las órdenes de mi amo que no tardaron en llegar.

Mi siguiente orden era tomar un trozo de cinta y tapar completamente mi coño, quedé perpleja ante aquella situación ya que nunca me habían pedido algo así, me dispuse a buscar y encontré cinta de carrocero que use para dar cumplimiento a la orden de mi amo. Una vez le informé, lo siguiente que debía hacer era masturbarme hasta llegar al borde del orgasmo; sería tarea fácil, pensé, después de todo me encontraba excitada y sumamente mojada como resultado de mi día en leggins.

Empecé a tocarme y, como debí suponer, no sentía absolutamente nada; mientras tanto, mi amo se burlaba de mi situación y disfrutaba de mi humillación, ordenándome continuar con mi tarea. Al cabo de un rato y ante mis insistentes ruegos de desesperación, él me envío algunos relatos eróticos y videos pornográficos para intentar aumentar mi excitación aunque, evidentemente, él sabía que su perra quedaría caliente, frustrada y humillada.

Finalmente, mi tarea finalizó tal y como mi amo esperaba, al no lograr el objetivo terminé llorando de frustración y desesperación mientras intentaba desesperadamente hacer que mi cuerpo sintiera, aunque fuera un poco, del placer y la calentura que a mi mente le sobraba. Estuve llorando un rato hasta que mi amo se apiadó de mí y me ordenó detenerme para finalizar con aquel sufrimiento e ir a dormir.

Debía permanecer con la cinta y utilizar sólo un camisón largo que me cubriría en caso de que alguien saliera y me viera; además, debía usar sólo una almohada, no podría usar mi segunda almohada, que normalmente uso en medio de mis piernas. Me dispuse a dormir, pero fue casi imposible conciliar el sueño debido a la excitación y la necesidad de tocarme.

Saludos, Lucy.

Loading

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí