Mi suegra, el mejor regalo de cumpleaños

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Cuando murió el padre de mi mujer, mi suegra vino a vivir a nuestra casa por unas temporada. Habían sido muchos años de dolor porque mi suegro nunca se había recuperado de un infarto y acv que lo mantuvo postrado por años hasta que su corazón no resistió más. Con Stella nos habíamos casado hacía dos años y la presencia de Adela en casa terminó cambiando nuestras vidas para siempre.

Adela tenía 54 años cuando enviudó, un físico trabajado con sus sesiones semanales de pilates, sus cursos de Yoga y sus torneos de tenis en el club. Tenía las piernas largas y una cintura angelical y sus tetas sobresalían en sus escotes porque solía ponerse corpiños apretados. En varias oportunidades ella notaba que mi mirada se perdía en esas dos montañas apetecibles, que todavía se mantenían firmes a pesar de los años. Cuando caminaba por la casa con sus camisones cortos y sin sujetador, sus pechos eran una invitación al deseo.

Por qué no reconocerlo. Adela con 25 años más que mi mujer mantenía una postura más sexy ante los hombres, era coqueta, siempre cuidada su vestimenta y su peinado y era extremadamente amable. Solía saludarme con un beso en la frente y eso hacía que sus tetas se pasearan frente a mis ojos y me la pusieran dura casi al instante.

Cuando los fines de semana salía para jugar sus torneos de tenis tenía que contenerme para no hacerme la paja. Adela usaba calzas cortas y unas minifaldas diminutas que le marcaban sus muslos y su culo redondo y parado. Tenía la piel suave y meticulosamente hidratada con cremas y masajes.

Cuando se ponía esos top apretados sus tetas amenazaban con explotar. Sus pezones se marcaban como dos puntos imposibles de no tener de referencia y tenía una espalda casi escultural. Para tomar sol en la pileta se ponía unos bikinis diminutos o aprovechaba la intimidad de nuestra piscina para broncearse los pechos sin importarle que yo pudiera verla o espiarla. Adela era una de esas mujeres que todos los hombres desearían tener.

Cuando cumplí 34 años mi mujer había viajado por cuestiones de trabajo y Adela vino a tráeme el desayuno a la cama. Yo estaba desnudo, casi destapado con una de esas erecciones que te sorprenden por las mañanas tal vez por cosas que se soñaron o que se desean… Tenía la pija tiesa cuando Adela abrió sorpresivamente la puerta con un camisón casi transparente que permitían ver su todo cuerpo tallado. Ella se quedó paralizada cuando me vio desnudo y con el miembro amenazante y trató de actuar con naturalidad.

Pude notar como su mirada se perdía en mi entrepierna y mi pija que a esa altura se había puesto más dura y más venosa y amenazaba con estallar. Fueron segundos que parecieron una eternidad hasta que ella pudo apoyar la bandeja en la cama y yo pude taparme torpemente con las sábanas.

-Feliz cumpleaños corazón -me dijo y se abalanzó sobre mí para darme un abrazo. Pude sentir sus tetas apretadas contra mi cuerpo y tuve que contenerme para no agarrarla de las nalgas para que sintiera el calor de mi pija que latía y seguía dura como una piedra.

-A mí también me encanta dormir desnuda- me dijo cuando terminó el abrazo apasionado. Me hubiera prendido de esas tetas que se balanceaban de un lado a otro con los pezones erectos y la piel de gallina. Estaba seguro de que a Adela verme así en pelotas también la había calentado. Un gran regalo de cumpleaños.

-Esta noche salgo, no te preocupes si no vuelvo a dormir- me confesó con una mirada sugestiva, como deseando que se le diera esa situación después de años.

-Mañana a la noche hacemos el festejo cuando vuelva Stella de su viaje, ya reservamos mesa en un bodegón- me aclaró para que no sintiera que le restaba importancia a mi cumpleaños.

Cuando cerró la puerta de la habitación mi pija seguía tiesa, con las venas marcadas y a punto de explotar. Me metí en el baño, me hice una tremenda paja pensando en lo lindo que sería cogerme a mi suegra y me tiré a dormir otro buen rato. No sería un cumpleaños más.

Aproveché que Stella estaba de viaje para organizar un asado con mis amigos. Como siempre tomamos más de la cuenta y fumamos todo lo que nos ponía al alcance. Terminé destruido por la mezcla y por el calor insoportable. Cuando se fueron me quedé un buen rato en calzoncillos, en el borde de la pileta con las piernas metidas en el agua para enfriar el cuerpo. Estaba en bóxer, relajado disfrutando de un lindo cumple. Eran las 3 de la mañana y seguía dando vueltas sin poder dormir pensando que Adela no volvía así que decidí tirarme en pelotas a la pileta para hacer la plancha y relajar aún más.

No sé cuanto tiempo pasó, pero cuando abrí los ojos vi que Adela estaba parada en el borde de la pileta. Tenía un vestido negro que le marcaba toda sus curvas y unos tacos altos que le estilizaban las piernas y le paraban el culo. Su maquillaje estaba derramado por sus mejillas por lo que noté que estaba llorando.

-Perdón, pensé que no volvías, pásame una toalla por favor-, le pedí ya erguido en la piscina. Cuando volvió con la toalla subí las escaleras sin ocultar mi erección y otra vez su mirada se dirigió a mi miembro. Pensé en Stella y mi matrimonio y me importó tres carajos todo, Adela estaba ahí, caliente e indefensa, mirando mi pija erecta, paralizada sin atinar a darme la toalla para que me tapara. Eso me la puso aún más dura. Finalmente, me la pasó, me la até en la cintura, pero no pude disimular la calentura.

Adela estaba borracha y se notaba que había llorado mucho. Cuando terminé de acomodar la toalla me abrazó y se pegó a mi cuerpo sin importarle que estaba todo mojado, empezó a llorar desconsoladamente y cada vez se aferraba más a mi cuello. Sus tetas pegadas contra mi cuerpo me calentaron aún más. Y por primera vez la apreté de la cintura y la pegué contra mi a la altura de la cintura para que sintiera la dureza de mi pija. Ella siguió el juego y se frotó un par de veces contra mi miembro hasta que quedamos casi pegados cuerpo a cuerpo. Había parado de llorar y en cada roce con mi cuerpo dejó escapar algún suspiro.

-Estoy muy borracha y muy caliente, ayudame a no hacer una locura-me imploró susurrándome al oído mientras se apretaba más y más contra mi pija que ya casi estaba rozando su tanga diminuta. Sentía el calor de la entrepierna de Adela a pesar de la toalla que se soltó cuando ella hizo apenas presión en mi espalda. Seguía frotándome las tetas contra pecho, su vestido apretado sin corpiño las dejaba casi al aire. Me contuve de chupárselas todas porque quería que fuera ella la que tomara la iniciativa. Estábamos en un punto de ebullición, yo estaba decidido a cogerme a mi suegra y ella estaba dispuesta a hacerlo posible.

Me separé apenas para levantar la toalla y ella hizo lo mismo, su cara quedó casi a centímetros de mi pija. La miró con ganas, seguía dura y con las venas bien marcadas, creo que si seguía frotándome le hubiese llenado la tanguita de leche porque a esa altura mi calentura era incontenible.

-Adela, por qué no te das una ducha, te va a hacer bien, haceme caso-, le dije en respuesta a su pedido de ayuda para no hacer locuras y de la mano la llevé hasta el baño de mi habitación, que era mucho más completo que el que ella usaba habitualmente. Le aconsejé que se diera un buen baño de inmersión y que iba a amanecer como nueva.

Cuando salió del baño sólo tenía la toalla apretada a la altura de las axilas para tapar las tetas, pero abajo no se había puesto nada y por primera vez pude ver su rajita depilada. Sus labios eran una invitación a comerlos. Yo seguía en toalla tirado en mi cama, la erección me había dado un respiro hasta que vi esas piernas torneadas y ese culo redondo y carnoso. Era una hembra maravillosa, estaba caliente y en pelotas conmigo en mi casa y con mi esposa de viaje. No iba a dejar pasar esta oportunidad.

Adela se sentó en la cama y otra vez empezó a sollozar. Tenía el pelo atado y el tajo de la toalla dejaba ver su espalda y sus nalgas. Tenía unas cremas que comenzó a pasarse por las piernas, una piel humectada que olía a paraíso. Sus muslos brillaban y cada vez que estiraba las piernas y las acariciaba con sus menos sus tetas se balanceaban suavemente debajo de la toalla. Una diosa total.

-Me pasas un poco de crema por la espalda- me pidió sabiendo que me estaba dando luz verde a que hiciera lo que quisiera con ella. Se recostó en la cama, se soltó la toalla y me pasó la crema para que le untara la espalda. Lo hice con mucho cuidado, sintiendo cada centímetro de su piel suave, iba y venía por su espalda y me detenía al llegar a su culo. Tenía ganas de apretar esas nalgas, separarlas, hundir mi lengua en su agujerito dilatado y en esos labios carnosos y rosas.

-Vos crees que una mina como yo sigue siendo apetecible- me preguntó mientras con una de sus manos tocó mi miembro erecto. Aproveché ese movimiento para tomar la iniciativa. Le agarré la mano, abrí la toalla y la apreté contra mi pija. Hice que su mano la tomara, que la rodeara con sus dedos para que sintiera como latía por la calentura que me estaba provocando.

-Una mujer como vos es el sueño de cualquier hombre- le dije mientras empecé a mover suavemente su mano por mi pija como si me estuviera masturbando. Con la otro mano aproveché para deslizar mis dedos por su vagina, que estaba empepada y latiendo. Cuando rocé su vagina ella se aferró a mi pija y comenzó a masturbarla con más ritmo. Seguí acariciándole las piernas en un ir y venir que terminaba siempre en sus labios abiertos, cada vez que mis dedos rozaban su concha ella dejaba escapar gemidos. Yo estaba de rodillas en la cama acariciando su cuerpo con su mano aferrada a mi pija.

-Date vuelta- Le pedí casi al oído. Ella obedeció instantáneamente, se dio vuelta suavemente y con un movimiento premeditado volvió a aferrarse a mi pija con la otra mano. Pude ver sus tetas redondas y sus pezones erectos. Ella abrió instintivamente las piernas para que la tocara. Me seguía masajeando la pija cada vez con más maestría. No pude resistir sobarle esos pechos hermosos, ella gemía y con su mano acariciaba mis huevos y se aferraba a mi pene. Con el pulgar y el índice le acariciaba los pezones con suavidad, ella gemía y asentía con movimientos cada vez más rítmicos en mi miembro tieso.

Me acerqué un poco más. Ella también hizo un movimiento con la espalda hacia abajo y quedó cara a cara con mi pija. Seguía masturbándola con una mano y sobándole las tetas con la otra. Adela miraba mi pija con lujuria, con su lengua empezó a recorrerla desde la base hasta la cabeza, jugaba con sus labios y volvía a los huevos hasta perderlos en su boca. Hasta que finalmente la envolvió con sus labios y empezó a chuparla con ganas mientras me masturbaba. Estaba muy caliente porque yo seguía frotándole el clítoris mientras le metía uno o dos dedos en su vagina.

Eso la ponía más puta, se empezó a soltar y a tratar de atragantarse con mi pija metiéndosela hasta la garganta. Le lloraban los ojos y le latía la vagina cuando la apretaba del cuello para que se la comiera hasta los huevos.

Me recosté en la cama para que me boca pudiera probar esa fruta que yo creía prohibida pero estaba a punto de comerme, Le separé las piernas y empecé a jugar con mi lenga por sus muslos, su ombligo y su entrepierna. Ella seguía manándomela con maestría, me acariciaba los huevos y con sus dedos jugaba cerca de mi ano para ponerla más tiesa. Yo seguía jugando con mi lengua en los límites de sus concha latiente. Cuando el juego comenzó a desesperarla me agarró suavemente de la nuca y me hundió la cabeza en su entrepierna.

Le metí la lengua hasta la nariz. Adela gemía y se retorcía en la cama mientras me chupaba la piba con devoción. Noté que estuvo a punto de estallar en un orgasmo cuando le pellizqué el clítoris con los dientes, pero lo contuvo, se incorporó en la cama y volvió a ponerse de espaldas. Aproveché par hundirle la lengua en ese culo perfecto y caliente.

-Cogeme por favor- me imploró mientras de ponía en cuatro y sus nalgas quedaron a merced de mi pija erguida y lubricada. Separe todo lo que pude el culo con las palmas de mi mamo y los cachetes abiertos me ofrecieron un espectáculo único. Su culito estaba tenía dilatado. Antes de hundirle la pija en la vagina me comí bien ese botón rozado y su reacción fue la esperada. Empezó a gemir y a contorsionarse de rodillas implorando que le metiera la pija. Volví a acercarla hacia mí para que mis muslos rozaran con sus piernas torneadas, no podía creer lo que estaba a punto de hacer. Me estaba por coger a mi suegra y no me importaba nada.

Acerqué la pija hasta que quedara muy muy cerca de sus labios. Ella sintió el calor y automáticamente se apretó contra mí. Su clítoris quedó rozando mi miembro y eso la calentó más, se frotó varios segundos, se puso de rodillas y me pidió que le apretara las tetas, y con un movimiento suave se acomodó mi miembro en su entrepierna y dio un empujón suave pero decidido para que mi pija se hundiera en su vagina con un solo envión de sus caderas. Estaba empapada y caliente, tenía una cueva estrecha y quedó varios segundos inmóvil hasta que mi pija tiesa se hizo paso para ir y venir por ese mar de jugos dulces.

Le pellizqué los pezones, gritaba como una hembra caliente y se aferraba con sus manos en mi cuello. Cada empujón de mi pija era un suspiro, me pidió que le comiera el cuello, comencé a bombear con más fuerza, tenía la pija cada vez más hinchada y caliente y pude sentir como llegaba al orgasmo porque sus labios empezaron a latir y su cuerpo se relajaba suavemente después de algunos segundos de éxtasis y lujuria. Se desplomó sobre la cama como pidiendo tregua. Mi pija seguía parada, los huevos me dolían con tanta leche acumulada.

Con mi palma abierta le metí la mano en la entrepierna y eso la puso loca. Automáticamente se inclinó hacia mí de rodillas y su culo quedó a mi merced.

-Puedo llenártelo de leche- le pregunté mientras le metía dos dedos que no oponían la más mínima resistencia.

-Podes hacerme lo que quieras corazón, tomalo como un regalo de cumpleaños-, me dijo y con cada una de sus manos se separo sus nalgas y me imploró que le la metiera. Acomodé la cabeza en su botón diminuto y dilatado, hice presión suave hasta que mi pene se empezara a perder en ese culo hermoso.

-Rompemelo todo, llenámelo de leche- me suplicó mientras con un movimiento brusco se clavó contra mi pija y se la enterró hasta los huevos. Quedamos abotonados, quietos por varios segundos. Mi pija es gruesa y le llevó varios minutos aflojar ese culo que hacía tiempo no tenía acción. Comencé a moverme suavemente y ella a gritar con intensidad. Le gustaba que me la cogiera por culo, sentía mis huevos golpear contra su vagina y se me pedía que la cogiera más fuerte.

Se masturbaba y se acariciaba las tetas mientras mi pija se perdía en ese culo espectacular. No pude aguantar mucho, fueron varios minutos de sexo fuerte, el golpe de mis muslos contra su culo me la ponía más tiesa, me pidió que le pegara algunas palmadas y más puta se puso.

-Pegame hijo puta, rómpeme bien el orto con esa pija hermosa que tenés-, me imploró y se empezó a mover con mayor frenesí. Mi pija se le enterraba entre las nalgas hasta que los huevos se pegaban su vagina empapada. Estaba a punto de explotar. Traté de retener todo lo posible el lechazo. Sacaba la pija de su culo abierto y la volvía a meter con fuerza y dándole nalgadas.

Se retorcía y gritaba y suplicaba que la siguiera cogiendo con fuerza. El chorro caliente de mi semen le llenó el culo y automáticamente estalló en un orgasmo. Seguí bombeando mientras me acariciaba los huevos y suspiraba. Cuando saqué mi pija todavía erecta, el chorro de leche se le deslizó por los muslos y eso también la puso más puta.

Se dio vuelta y se prendió otra vez a mi pija con la su boca hasta dejarla sin rastros de semen ni de nada. Yo daba pequeños gritos de placer mientras su lengua recorría mi verga. Seguía jugando con su lengua en mi cabeza que a esta altura estaba sensible y lubricada por el orgasmo. Me había vaciado los huevos con tremenda acabada y me sentía feliz a pesar de la traición.

Ninguno de los dos atinó a decir nada. Se levantó, agarró su camisolín y su toalla, me dio un apasionado beso en la boca y me tiró de suavemente de una de mis orejas recordándome que era mi cumpleaños.

-Me hiciste muy feliz, puedo decir que tengo una hija afortunada- me dijo con otro beso en el que me hundió la lengua hasta la garganta. Y me recordó lo de la reserva en el bodegón para el festejo del aniversario.

Así fue el comienzo de una relación con Adela que se extendió por varios años y que más adelante les contaré.

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