La subyugación de Luisa (1)

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T. Lectura: 12 min.

Mi nombre no importa, vivo en la Costa Mediterránea, mi ocupación es fructífera pero poco recomendable, digamos que me aprovecho de las debilidades sexuales de algunas personas para cubrir las necesidades de otras, eso me permite vivir sin trabajar y disfrutar de situaciones aberrantes e irracionales y en este ámbito consigo casi todo lo que me propongo.

Ni que decir tiene que solo me muevo por dos motivos dinero y depravación, este relato empieza en una tarde tonta, revisando uno de mis calientes correos, me llamo la atención la imagen de una mujer, tendría unos 40 años, gordita con unos buenos melones, una imagen tomada cerca del mar, pelo negro con una raya al medio que separaba su cabellera en dos mitades por la altura de sus hombros, vestía un pantalón blanco con una camiseta con rayas cruzadas y el bolso colgando a un lado, con una especie de crucifijo de madera colgando entre sus tetas, el correo lo enviaba su hijo, un tal Manolito.

No sé cómo se puso en contacto conmigo, ni cómo me dio por indagar en el correo. Manolito era un chaval mexicano que había emigrado hace tiempo a España, lo que me proponía era si no más que excitante, depravado y maquiavélico darle una buena follada a su madre, la idea me intrigo y le devolví el correo citándolo en un lugar público.

Quedamos en una cafetería y nos sentamos en una mesa alejada, Manolito era el mayor de dos hermanos y pronto dio rienda suelta a sus fantasías más oscuras, con una mezcla de nerviosismo y entusiasmo empezó a describirme la situación. Su madre Luisa estaba casada con un hombre mayor, su amor y fidelidad estaban intactos, pero debido al trabajo físico de su padre su actividad sexual en la actualidad nula e inexistente y eso le provocaba a su madre una frustración evidente.

Mi curiosidad me llevo a seguir con detenimiento y expectación la conversación, Manolito describió a su madre cómo fiel, pero cachonda y atraída por otros hombres, sobre todo más jóvenes, una mujer de carácter fuerte que no se dejaba intimidar y que la idea de que la sometiesen y la domasen sexualmente le producía un morbo tremendo.

La verdad que también a mí me producía un morbo terrible escucharlo, él siguió describiéndola y dándome detalles cruciales. Luisa era mujer de clase media, católica, recatada y reprimida sexualmente, con tintes racistas a moros, negros y homosexuales.

Note la obsesión de aquel chaval por su madre, el muy cabrón la visualizaba follando con otros y me mostraba lo muy excitado que estaba.

-¿Qué es lo que quieres? –le pregunte de forma directa.

Manolito se quedó callado, pensé por un momento que se vendría atrás, que se derrumbaría, que desistiría.

-¡Quiero verla follar! –Balbuceó con voz cautelosa y temerosa– hacerla una esclava sexual total.

Lo miré detenidamente para asegurarme, pude ver en su mirada la obsesión que reflejaba, era un puto enfermo, le dije que me enviara los movimientos de su madre por correo y que lo estudiaría, sin ningún compromiso.

Al día siguiente recibí un correo detallando sus movimientos de la manera más precisa posible, así como más fotos de Luisa, era una mama gordibuena, vaya culazo y tetas que gastaba la cabrona, sospesé la situación detenidamente, por supuesto lo tendría que hacer por depravación, luego lo compensaría económicamente, aquello daba para exprimirlo de infinitas maneras, ya se me ocurrirían, que fuese una mujer de carácter no me preocupaba en lo más mínimo, de hecho sabía por experiencia que luego eran las más putas.

Después de estudiar su rutina y su forma de ser, estaba convencido que tan solo chantajeándola conseguiría doblegarla, pero como chantajeas a una mujer con una moral firme.

La oportunidad surgió de improvisto y de la manera más sencilla, su hijo me informo que el fin de semana acudiría a una despedida de soltera y eso era mi terreno.

El fin de semana un autobús lleno de mujeres descarriadas, aparco delante del local D-Pecado, un antro ideal para esos menesteres y dónde yo provenía de camareras y strippers.

Entraron todas a tropel, coincidieron con otras dos despedidas de soltera, en total eran más de 80 mujeres descarriadas y con ganas de pasarlo bien, la sala era amplía y eran una gran tarima de escenario alargada, se apagaron las luces y tan solo quedaron unos focos que iluminaban la tarima.

Mabel la encargada, se dirigió a las mujeres pidiéndoles respeto por los strippers y dando una serie de normas.

-Aquí se puede hacer de todo y con quien quieras, podéis tocar a los chicos donde queráis y hacerles lo que vuestra pervertida imaginación quiera, disponemos de reservados y si alguna quiere visitarlos en compañía será libre y por supuesto íntimo y totalmente confidencial -vociferaba Mabel a través del micro-si alguna no ésta de acuerdo puede marcharse, cerramos a las 5 de la mañana.

Todo el grupo de mujeres atronó la sala con un NO estruendoso y empezaron a gritar.

Mabel fue presentando a los strippers con apodo libidinoso, salían a través de las cortinas y desfilaban por la tarima con unos apretados tangas y vestidos de policías o médicos y se arrancaban los disfraces quedándose en pelotas y provocando un griterío en la sala.

Mabel y dos strippers, tenían controlada a Luisa en todo momento, le sirvieron varios Gin tonics cargados, que junto a la bebida de la cena hizo que Luisa se mostrase descontrolada.

Omar con un pantalón con la bandera americana y lo arranco delante de un gran número de mujeres, su polla flácida colgaba entre sus piernas y desencadeno una atronadora ovación entre las mujeres.

Luisa quedo un poco avergonzada, tímida y un poco apartada, los hombres subían a mujeres a la tarima las sentaban en una silla y movían sus pollas delante de sus caras.

Varios strippers bajaron del escenario, entre ellos Omar, se mezclaron entre las mujeres haciendo su espectáculo, se sentaban en los amplios sofás llenos de mujeres y se dejaban sobar y tocar, empezaron a aparecer las más atrevidas y alguna mano ya pajeaba alguna polla de los strippers incluso algún stripper se ponía detrás de una columna dejando que le chuparan la polla tapándose con una toalla. Los strippers desnudos cogían con las manos los billetes de 5/10/20€ y Mabel y otra chica los recogían y los llevaban hacía un lado apartado donde los guardaban.

Luisa se quedó sentada en un taburete al lado de una mesa redonda rodeada de varias amigas del trabajo, Omar se puso delante de ellas y empezó a moverse, alguna mano le agarró la polla y empezaron a bailar junto a él, Omar se dirigió hacia ella, se puso delante de ella moviendo su enorme polla.

-¡Hazme una paja guarra! -le dijo Omar al oído y agarrándole la mano llevándosela encima de su polla y iniciando los movimientos.

Las amigas de Luisa empezaron a gritar histéricas, no sabían que se encontraba incomoda con aquella situación, pero guardo la compostura y se dejó llevar por la fiesta.

Luisa apartó a Omar empujándolo con las manos, el se apartó y se dirigió a otra mujer y empezó a restregarle la polla por el escote, ella se levantó en medio de los gritos de sus amigas y se fue a la barra y se pidió un Gin tonic, la camarera se lo sirvió y se lo fue a tomar a un lugar apartado, no podía negar que estaba cachonda y salida.

Una mano la agarró por la falda y estiró de ella hacía un lado, era uno de los strippers que la empujo hacia el interior, era un pasillo estrecho que hacía las veces de almacén, el stripper la arrinconó contra las cajas de bebida, otra figura apareció, era Omar, entre los dos la manosearon, tocándole las tetas, la sujetaron por la cara mientras los dos la obligaban que agarrase la polla de Omar con la mano.

-¡Déjame! -le pidió Luisa-quiero volver con mis amigas.

-¡No te voy a dejar ir marrana! -le susurró Omar

Ella intentaba hacer fuerza para apartarse pero Omar hizo más fuerza y se impuso rápidamente, empezó a flojear y a sollozar tímidamente, entre los dos la forzaron a agacharse.

-¿Quieres chupármela? –le susurraba Omar mientras acercaba su polla a la cara de Luisa.

-¡Por favor! -suplico ella- ¡déjame marchar!

-¡Hazme una paja guarra! –le vociferó Omar.

Aturdida por el alcohol y la situación empezó a mover su mano asustada y a pajear la polla de Omar, el otro stripper se sumo a la fiesta poniendo su polla en la otra mano de Luisa, ahora estaba consternada pajeando a los dos, así durante unos instantes, de golpe la soltaron y dejaron que se marchase.

Mabel le abrió la puerta y salió y se mezcló en la sala con las demás mujeres, al cabo de un rato Mabel le trajo un Gin tonic y la obsequio con una sonrisa morbosa.

Aquella noche pasé una hora comprobando la grabación, fue bastante fácil sacar unas buenas imágenes y montar un video de un par de minutos, suficiente.

Unos días después Luisa estaba sentada en un banco, me acerque y me senté a su lado, le acerque discretamente un sobre.

-¿Qué es? –pregunto intrigada a la vez que sorprendida.

-Ábrelo tú misma –le digo con total naturalidad.

Luisa tomo el sobre y lo abrió, sacó una imagen y palideció, arrugo el folio con las manos y me dedico una mirada odiosa.

-¡No rompas la siguiente, tengo más! –le digo tranquilamente.

-¿Qué es lo que quieres? –pregunto con la cara descompuesta.

-Todo depende de ti –le susurro con una sonrisa y mirándola fijamente a los ojos.

-No entiendo –susurró ella con voz temblorosa.

-Mañana por la tarde, tú y yo nos veremos y dejaras que disfrute de estas tetas –le digo con voz pausada– y de esa boquita y de tu cuerpo.

-¡Estás loco! –me contesta con una negativa clara– No voy a hacerlo.

-Bueno pues todo esto le llegará a tú marido –digo levantándome y dispuesto a marcharme– y le explicas porque estas así con dos pollas en la mano.

-Por favor –me dice con voz temblorosa agarrando mi brazo e insinuando que me vuelva a sentar.

Me vuelvo a sentar, su mirada me hace saber que entiende perfectamente lo que quiero, se produce un instante de vacío.

-Abre tus piernas.

Ella me mira extrañada y temerosa, le tengo que repetir otra vez lo que quiero, se hace la tonta, pero abre las piernas lentamente, girando la cabeza y mirando a todos lados.

-Ahora tócate el coño con la mano.

Luisa me mira despavorida, me lanza una mirada suplicatoria, le hago un gesto negativo con la cabeza, ella me devuelve la mirada resignada, lleva su mano a su entrepierna y se acaricia el coño por encima de sus jeans.

-¿Estás disfrutando putita?

Ella no contesta, aparta la mirada, pero puedo ver como se muerde el labio y se le acelera la respiración. La mama católica y recatada deja ver que es un poquito guarra, ya he visto bastante.

-Mañana por la tarde te envió una ubicación.

-¡Pero y mi marido y mis hijos! –Susurra ella indecisa con los ojos vidriosos- ¿Qué les digo?

-¡Eso es cosa tuya! –Contestó levantándome- ¡Ya te inventaras algo guarra!

Me alejo con paso tranquilo, pero con una sonrisa en mi interior, sé que voy a explotar a aquella pudorosa y precavida hembra.

Al día siguiente le envió la ubicación, un chalet apartado en una tranquila urbanización, el ruido del motor de un vehículo me anuncia su llegada, la espero en la puerta, ella entra nos quedamos los dos solos totalmente aislados del exterior.

Ella lleva unos jeans, con una camiseta que resalta sus tetas, unos zapatos que dejan ver sus pies, sus uñas están recortadas y bien pintadas, le quito el bolso, miro en su interior, dejo su móvil a un lado y le sugiero que entre.

La llevo a una habitación donde tengo una cama redonda tamaño king size, le señalo la cama, ella se quita los zapatos y hago que se ponga en medio de la cama, la empiezo a besar en el cuello, ella se resiste y intenta apartarse.

-¡Te vas a estar quieta y vas a hacer todo lo que yo te diga guarra! –le digo agarrándola de su pelo y girándole la cara al mismo tiempo que con mi otra mano le arranco el collar que lleva colgando, ella suelta un grito.

-¡No me hagas daño! –me suplica con voz temblorosa.

-Hoy no te voy a hacer daño –le susurro con voz triunfal ante la sumisión de ella.

Le acaricio la cara mientras la conmino a quitarse el jersey, ella obedece dócilmente con la mirada perdida, se queda en sujetador, le meto dos dedos en la boca, observo que tiene un grano cerca de la nariz, a la derecha de su rostro, me pone cachondo su mirada, le desabrocho el sujetador y sus dos melones quedan ante mí, los masajeo con las manos, los aprieto y los estrujo, le pellizco los pezones, se le ponen erguidos y suelta un suspiro, me da indicios que se pone cachonda, la mama decente ya no es tan decente.

-¡Vaya tetas que tienes guarra! –le digo bajando la cabeza y lamiéndole los pezones, los mordisqueo con los dientes suavemente y le arranco un suspiro profundo.

Mis manos le manosean su culo mientras no dejo de comerme sus tetas, vaya culazo gasta la guarra, le conmino a quitarse los pantalones, ella emite un quejido, pero se desabrocha el botón, flexiona las rodillas y deja que su pantalón salga por sus pies, sus bragas son antiguas, le manoseo las piernas y llevo sus pies a mi cara, aspiro el aroma de sus pies, el olor me pone muy cachondo, tengo un fetiche por los pies olorosos.

-¡Te huelen los pies! –Susurró mientras los beso y meto su dedo gordo en mi boca para chuparlo- ¡Eres un poco marrana!

Ella hace un gesto despectivo mientras deja escapar un gruñido, le molesta que le diga que tiene unos pies olorosos.

-¿Té habrás lavado el coño? –le susurró para humillarla– ¡oh hay eres también tan marrana!

Ella lanza otra lamentación, le molesta que le hable de su higiene personal, la sujeto por las axilas y la pongo de rodillas delante de mí, me saco la bata y le dejo ver mi rabo, no dice nada, pero veo su expresión de sorpresa.

-¿Té gusta el rabo que voy a dar puta?

Ella aparta la cara, yo la sujeto por la cara y le restregó mi rabo por toda la cara, ella deja escapar pequeños gritos, yo sigo restregándole el rabo por la cara, le doy golpes con la punta en los labios, ella los cierra al mismo tiempo que los ojos.

-Abre los ojos guarra –le vociferó– Y saca la lengua.

Ella me hace un gesto negativo, yo le abro la boca con los dedos y los muevo dentro de su boca, los meto profundamente, busco su campanilla.

-¡Empieza a chupármela puta!

Ella me agarra el tronco con la mano, me lanza una mirada suplicatoria, las lágrimas le bajan por las mejillas, se siente humillada al mismo tiempo que suelta una arcada, le saco los dedos y le meto el rabo en la boca, ella abre los ojos como platos, sus labios se dilatan al recibir mi rabo, lo saco lentamente y lo vuelvo a meter suavemente para que se acostumbre.

-No sabes hacer una buena mamada –le vocifero humillándola- ¡Que le haces a tú marido!… Te voy a enseñar a comerte un buen rabo.

Mis manos sujetan su cabeza y empiezo a meterla y sacarla con fuerza, ella intenta echarse hacia atrás, pero yo la sujeto con fuerza, abre los ojos y me golpea con las manos en mi pecho, suelta sonidos guturales, su cara se enrojece al momento, le doy una estocada y la punta de mi rabo le golpea la campanilla, ella se agita dándome golpes, le saco el rabo y la dejo descansar, ella se deja caer apoyándose con la manos, tose violentamente mientras aspira aire de forma desesperada, la dejo recuperarse, le subo otra vez la cabeza.

-¿Vas a chupármela bien?… o te tengo que follar la boca.

Ella hace un gesto mientras aspira una última bocanada de aire, sujeta mi rabo con las manos y empieza a chupármela con intensidad, se mete mi capullo en la boca y lo aprieta con los labios, luego saca la lengua y me da lametazos en el glande, yo la sujeto por la cabeza, esta vez acompañando sus movimientos de vaivén.

-¡Cómeme los huevos!

Ella hace caso omiso, le golpeo la barbilla con la mano y le vuelvo a repetir lo que quiero, ella deja de hacerse la tonta y sujeta mi capullo con la mano mientras empieza a chupar y morderme los huevos, la obligo a agachar la cabeza, ella asiente y empieza a comerme los huevos por debajo, mi rabo está a punto de estallar, las venas se vuelven oscuras, la mamada que me está haciendo me va a provocar una corrida.

Le aparto la cara no quiero correrme aún, la empujo y hago que caiga de espaldas en la cama, le quito las bragas, ella intenta cerrar las piernas para evitarlo, pero le saco las bragas, mis manos le agarran los muslos y empujan de ellos hacia afuera, ella opone resistencia y tengo que darle un cachete en las nalgas, suelta un grito mientras solloza abriendo las piernas lentamente, me deja ver su descuidado coño, lleno de vello que le llega hasta el culo.

-¡Eres muy marrana! –le digo para menospreciarla– Ese coño tan peludo.

Ella gira la cara mientras muerde su mano, se siente mortificada al enseñar su intimidad a otro hombre que no sea su marido, mis dedos apartan sus pelos y le acarician los labios y pasó un dedo por su raja.

-¡Ya tienes el coñito mojado! –le digo sonriendo

Ella vuelve a apartar la mirada avergonzada, sabe que su cuerpo está reaccionando al contrario de lo que quiere expresar, me agacho y le pasó la lengua por la raja, ella suelta un suspiro y su cuerpo se agita, mi lengua le da varias pasadas y le doy una pasada por el clítoris, ella suelta un suspiro profundo mientras sus piernas tiemblan.

-¡Te gusta que te coma el coñito! –Susurró dándole unos mordiscos en los muslos– tú coñito tiene sabor a mal follada.

Ella me golpea con las manos en la cabeza para hacerme saber que le molesta el comentario, bajo la cabeza y vuelvo a darle lengüetazos, mi lengua busca su clítoris, lo encuentro inflamado, le doy con la punta de mi lengua con movimientos parpadeantes, ella gime de forma agitada, su cuerpo me da síntomas de lo que va a pasar, le muerdo el clítoris con los dientes y ella estalla en un orgasmo salvaje, se retuerce arqueando la espalda y agitándose lanzando grititos con los ojos cerrados y su cabeza en agitación.

-Ahora voy a hacer que te corras otra vez guarra.

Le abrí las piernas y el metí dos dedos en el coño, ella soltó un grito y levanto la pelvis de forma inconsciente, mis dedos buscaban dentro de su coño, lo notaba apretado, gire los dedos y ella soltó un grito cuando hice un movimiento, ella se agito sujetando con sus manos mi brazo, volví a hacer el mismo movimiento y ella soltó un chillido potente, había encontrado su punto más débil, mis dedos entraban y salían de forma fluida golpeando aquel punto, ella chillo y se agito encima de la cama revolcándose mientras su coño lanzaba chorros de líquido sobre las sábanas, había experimentado su primer squirt y su primer gran eyaculación.

-¡Mira cómo sabe el olor de tu coño! –Le digo mientras le meto los dedos empapados en su boca– tú marido no te hace correr así.

Ella no me hace caso sigue sufriendo la bestial corrida, convulsiona con los ojos cerrados, el abro las piernas y llevo mi rabo a la entrada de su coño, la penetro profundamente pillándola desprevenida, ella suelta un grito desgarrador, sus manos me aprietan los brazos, sus uñas se clavan en mi piel, le tengo que soltar una bofetada para que abra los ojos.

-¡Si me arañas te follo de malas maneras y te dejo llena de cardenales!

Ella me lanza una mirada aterrorizada, me hace un gesto con la cabeza al mismo tiempo que sus manos me masajean donde antes me ha arañado, le vuelvo a clavar el rabo, ella convulsiona al sentir mi rabo en el fondo de su coño, le dejo el rabo quieto y empiezo a moverlo lentamente, ella abre los ojos y me mira dócilmente.

-¡Fóllame despacio! –me susurra con la voz quebrada.

Mis caderas empezaron a moverse cada vez más rápida y fluidamente, ella tenía otra vez el coño humedecido y sus fluidos actuaban como lubricante.

-¡Por favor… no me dejes señales por el cuerpo! –Suplicó con voz ronca –que no lo vea mi marido.

-¡Ábrete bien de piernas que te pueda follar bien follada y no te dejare señales!

Ella me lanzo una mirada desconcertada, abrió sus piernas ofreciéndome su coño, por primera vez estaba participando activamente en la follada, yo supe en aquel momento que iba a hacer de aquella hembra un puta de tamaño descomunal.

-¡Tú marido no te folla así! –le chillaba yo.

-Tan duro no –gimoteaba ella– la tienes muy grande… me vas a romper el coño.

Empecé a moverme con movimientos circulares, note que se iba a correr y acelere los movimientos, ella se corrió y yo deje el rabo quieto en su coño mientras ella temblaba y sus manos se enredaban en su propio pelo con los ojos cerrados.

-Ahora te voy a abrir bien este coño peludo que tienes.

Empecé a moverme otra vez entrando y saliendo de forma fluida, alternaba los movimientos circulares con penetraciones profundas, mis huevos golpeaban en sus nalgas, ella empezó a chillar y a suspirar agitadamente

-¡Así me gusta… que se te estire el coño!

-¡Si me follas así… me voy a volver a correr! –gimoteo ella con voz temblorosa.

Le subí las caderas y la sujete dejando su culo suspendido y la penetre con intensidad y profundamente, ella ya chillaba descontroladamente, su rostro se desfiguraba y sus pupilas se encerraban dentro de sus parpados dejando los globos oculares en blanco, se corre salvajemente, insultándome y diciendo palabras incomprensibles, yo descargue mi corrida en su interior, ella chillaba cada vez que sentía como mi semen inundaba su coño, quería quejarse, pero no tenía fuerzas, tan solo soltó gemidos de protesta perceptibles, saque mi rabo y me puse de rodillas al lado de su cara y le metí en su boca, sujetándola por la nuca.

-¡Límpiame el rabo guarra!

Ella chupo mi capullo de mala gana y sin fuerzas, le abrí las piernas y vi cómo su coño estaba abierto soltando mi semen que quedaba atrapado en sus pelos, poco a poco su coño se fue cerrando y el semen dejo de salir, la deje estirada en la cama temblando y respirando agitadamente, fui a la cocina y le di un buen trago a una botella de agua, cuando volví ella ya se estaba vistiendo.

-¡Eres un hijo de puta! –Bramó lloriqueando- ¡Porque te has corrido dentro de mí!

-Antes de llegar a tu casa te paras en una farmacia y que te den la píldora del día después y empieza a tomar anticonceptivos.

Ella se quedó quieta, dejo de vestirse y me miro aterrada.

A partir de ahora te voy a follar cuando quiera.

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