Eva, su sirvienta y yo

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Hola, soy Isabel, tengo 65 años y soy una ama de casa a la que le encanta divertirse. En realidad, estoy disfrutando de un estilo de vida de tipo matrimonio abierto y cornudo. He vivido toda mi vida para hacer realidad todas mis fantasías sexuales, ya que solo se vive una vez y no tengo intención de perderme nada. Llevo cuarenta años casada con mi marido, pero eso nunca ha sido un obstáculo para disfrutar de todo, incluso, al contrario.

Como conté en mi segundo relato, esta historia sucedió hace varias décadas, tras enterarme de que Eva, una mujer que presumía de santurrona, perteneciente a nuestro circulo social, había follado con mi marido, la sometí y la transformé en mi sumisa, un día cuando sabía que solo la criada y ella estaban en casa me presenté allí.

Me abrió su criada filipina, de nombre Elena, era una chica de poco más de treinta años, tanto a Eva como a su marido les encantaba presumir de ella, tenía poco más de treinta años, era pequeñita, tenía un buen culo y aunque sus tetas resultaran pequeñas su aspecto oriental le daba mucho sexy.

Tras anunciar mi presencia, ella avisó a su señora y me condujo al salón, la verdad es que verla mover ese culito me encantó, después se retiró, Eva y yo nos quedamos solas, ella llevaba una bata de andar por casa, me senté a su lado en el sofá y rápidamente llevé mi mano a su rodilla, ella intentó apartármela diciendo:

Tenías que haber venido el día que la criada descansa, hoy no podemos hacer nada, ella podría vernos y decírselo a mi marido.

Ante esta respuesta la pegue un bofetón y la dije:

-Oye zorra, yo hago contigo lo que me da la gana cuando me da la gana y donde me da la gana y si el cornudo de tu marido se entera de cómo es en realidad la meapilas de su mujer, es problema tuyo, no mío y resulta que en estos momentos tengo ganas de follar contigo, así que déjate de tonterías y vamos a la habitación donde duermes con tu marido.

Eva puso cara de desagrado, pero sabía que si yo le ordenaba una cosa su destino era obedecer así que dijo:

-De acuerdo ama, está bien.

Y me condujo a su habitación matrimonial, una vez allí la ordené que pidiera a la criada que nos trajera unos refrescos y algo para picar, Eva la llamó y se lo ordenó y cuando la criada nos lo trajo y lo dejo encima de la mesilla, Eva le ordenó:

-Voy a estar un rato con mi amiga, discutiendo sobre un posible cambio en la decoración de esta habitación, por favor que nadie nos moleste.

-Como la señora ordene, dijo Elena y salió de la habitación dejándonos solas.

Nada más salir Elena, me lancé sobre Eva y la quité la bata, estaba en el reino donde era una esposa decente y su ropa interior era de lo más opuesto a nada sexy, así que la ordené:

-Quítate ahora mismo esa asquerosidad.

Ella un poco avergonzada por mis palabras rápidamente se quitó el sujetador y las bragas quedándose desnuda ante mí. La verdad es que estaba impresionante, tras ello la volví a ordenar:

-Ahora desnúdame a mí.

Eva vino hasta mí, nos fundimos en un beso apasionado, después buscó con sus manos la cremallera de mi falda y me la desabrochó, me dejó con un tanga azul, interpretando mis deseos se puso de rodillas ante mí, y con sus manos fue bajando mi tanga dejando mi coño al aire.

Introdujo su lengua en mi sexo y comenzó a lamérmelo, la verdad es que la zorrita aprendía pronto, su lengua comenzó a explorar mi coño dándome un placer increíble, yo intentaba contenerme mis ganas de correrme, pero estaba muy caliente y me fue imposible. Ella recibió todo mi líquido en su boca sin desperdiciar ni una gota.

Mi zorrita se levantó, yo le hice una señal y ella me levantó la blusa, mis tetas solo quedaron contenidas por mi sujetador, Eva se lanzó sobre ellas y se puso a chupármelas, lo hacía con ansia, la muy zorra era ya una experta, mientras, como premio, yo acariciaba las suyas, el sujetador comenzó a molestarme y le pedí a Eva que me lo quitará, de esta manera nos quedamos las dos desnudas. Ella me pidió:

-Ama ¿Puedo darte placer?

Decidí darle libertad, ella me pidió que me tumbara sobre la cama, mientras ella se mantenía de pie, acercó uno de sus pezones a mi boca y yo no pude contenerme las ganas de chupárselo, mientras ella llevó una de sus manos a mi coño y comenzó a acariciármelo, después me introdujo dos de sus dedos en mi interior y comenzó a moverlo, había aprendido como hacerlos, la meaplias había aprendido otras cosas que no eran el Catecismo, jejeje.

Mi sumisa siguió en esa postura hasta que la muy puta logró que me corriera, me aparte un poco y la dije:

-Me ha gustado mucho, puta, aunque debes de seguir practicando, pero ahora quiero que te tumbes sobre la cama con las piernas bien abiertas.

Me obedeció, yo me coloqué encima de ella de manera que nuestros coños se frotaron el uno contra el otro, ella se puso a gemir, yo sabía que ella estaba disfrutando, hasta que sentí como ella se corría, me hice la enfadada:

-Zorra ¿Cómo te atreves a correrte sin mi permiso?

Ella puso cara de asustada, sabía que podía caerle un castigo, pero ese día no tenía ganas, bueno si pero eso llegaría después, la ordené ponerse de rodillas encima de la cama, yo me puse detrás de ella, la pasé mis manos hacia delante y la toqué sus preciosas tetas y comencé a besarla en el cuello mientras la preguntaba:

-¿Soy la primera mujer con la que estas?

-Si, mi ama, respondió ella.

-¿Ni siquiera con esa filipina que tienes?

-Claro que no mi ama, respondió

-Seguro que el cabron de tu marido se la folla, dije yo

Ella me hizo un gesto de ignorancia, yo bajé una de mis manos y la introduje dos de mis dedos en su coño, se la notaba que estaba gozando, le dije:

-Puta vamos a hacer un sesentainueve

Me tumbé en la cama con mis piernas bien abiertas, ella se puso encima de mí, en posición invertida, su coño quedó a la altura de mi boca, mientras el mío lo estaba a la suya, no tardó en introducir su lengua dentro de mí, mientras yo hacía lo mismo con su coño. Saborearle me encantaba, se la notaba que como pija y cursi se lavaba mucho el coño.

La pasión con que me comía el coño demostraba que pese al fariseísmo de su beatería su verdadera vocación era la de puta, no tardo en hacer que me corriera y yo hice lo mismo con ella, tras hacerlo, la introduje un dedo en el coño y la dije:

-¿De verdad que no haces nada con tu criada filipina?

-Claro que no me ama, contestó ella.

-¿Pues sabes una cosa? Yo tengo ganas de hacerlo con ella y tú me vas a ayudar, quiero que la llames inmediatamente.

-Pero… dijo ella dubitativa

-Ni peros ni nada dije yo, llámala

Ella tocó la campanilla y trató de taparse para que cuando llegara la otra no la viera desnuda, pero yo se lo impedí.

-Ella te va a ver desnuda y va a saber lo clase de puta que eres, la sentencie.

Y por supuesto cuando Elena entró en la habitación nos encontró a las dos desnudas, yo le dije:

-Elena tu jefa y yo tenemos una apuesta, si tú te desnudas y haces conmigo lo que está haciendo ella, tu señora se pondrá el uniforme de criada y mientras nosotras jugamos, ella se vestirá con el uniforme que la traigas y hará todas las tareas de la casa, no tengas miedo, con lo que estás viendo si ella trata de despedirte o castigarle de alguna manera tu podrías contarlo todo.

-El señor nunca me despediría dijo Elena, dice que follo mejor que la señora, voy a por el uniforme.

Elena salió de la habitación y volvió con el uniforme, Eva se lo puso, y su criada le ordenó, hay que barrer la casa y limpiar el polvo de los muebles, mi sumisa comprendiendo que no tenía más remedio se puso el uniforme y se fue a ejercer de criada, mientras esta se quitó la ropa corriente que llevaba, el uniforme elegante solo se lo ponía para las grandes ocasiones. Y el resto de la ropa hasta quedarse completamente desnuda, en ese momento yo le dije:

-Creo que comprendes cuáles son tus obligaciones.

-Por supuesto, dijo ella, y las cumpliere encantada.

Y acercando su boca a la mía nos dimos un primer morreo, la verdad es que besaba muy bien, llevé mi mano a su coño, lo tenía muy mojado, de otro lado peladito y muy cuidado.

-Al señor le gusta así, me dijo.

-¿Así que follas de verdad con el señor?, le pregunté

-Si, dijo ella, viene un par de veces por semana a mi cuarto. Pero créame, señora, follo con él por obligación lo hace muy mal.

-Te creo dije yo riendo, espero que conmigo lo pases mejor.

Llevé mis manos hacia sus tetas, eran pequeñitas, pero preciosas y se las empecé a acariciar, después se las chupé con mi boca, ella comenzó a gemir. Notaba que le gustaba y eso me animaba a ser más atrevida, ella tomó la iniciativa y fue quien llevó su cabeza hacia mis tetas y comenzó a chupármelas, no debía de tener mucha experiencia, pero se le notaba que tenía ganas de complacerme. Tras un rato así ella me preguntó:

-¿Quiere la señora que la meta mis dedos dentro de su sexo?

Me encanta mi amor, pero no me llames señora, aquí no eres la criada, la criada es la que está limpiando ahora la casa, aquí somos dos amigas gozando y nunca he gozado con una chica oriental y me muero de ganas por hacerlo.

Ella se tumbó sobre a cama y yo me puse detrás de ella, comencé a admirar y acariciar su culo me encantaba, m tumbé encima de ella y comencé a besarla en el cuello, ella se puso a gemir, se la notaba que le gustaba, la besé intensamente y su legua se juntó con la mía, ella me dijo:

-¿Qué quiere la señora que le haga?

-Primero no me llames señora y segundo lo que quiero es sentarme encima de tu boca y que tú me comas el coño.

Puse mi coño encima de su cabeza y ella sacó su lengua y la introdujo dentro de mi coño, se le notaba que era su primera vez y que no dominaba la técnica, pero dejando de hacerlo un momento me dijo:

-Cariño tu coño sabe delicioso.

-Así me gusta que me llames cariño, le dije yo.

Luego le fui indicando como darme placer con su boca, ella demostró ser muy despierta y sus lamidas empezaron a ser muy acertadas, por lo que al final, ante ello y el morbo que la situación me provocaba terminé por correrme.

-Ahora me toca a mi servirte a ti, le dije.

Llevé una de mis manos a su coño y le acaricié, después introduje dos de mis dedos en su interior y los comencé a mover, ella se dejó llevar y comenzó a gemir mientras me decía:

-Cariño esto está muy rico, nunca pené que con una mujer se pudiera gozar tanto.

Arrimé mis labios a los suyos y la besé con intensidad, mientras con mis dedos seguía hurgando su coño, ella seguía gimiendo y no tardó mucho en soltar un fuerte grito que demostraba que se había corrido, de hecho, sintió que tenía que disculparse:

-Lo siento señora, no he podido contenerme.

-Una vez más te pido que no me llames señora y que no te contengas en expresar el placer que tengas, eres mi compañera de juegos y quiero que disfrutes tanto como yo, o más.

-De acuerdo cariño, dijo ella

-Cuéntame una cosa, El marido de Eva, en mi presencia llámale el Cornudo, ¿Cuándo va a verte te pide algo especial?

-Para nada cariño, dijo ella

-¿Y tu señora no te gustaría que te comerá el coño? La pregunté.

Ella dudó un momento y contesto:

-No se ella podía enfadarse conmigo.

-Para nada, la respondí, ella hará lo que a mi me apetezca, y si tu, eres mi amiga y me cuentas todo lo que pasa en esta casa te prometo que las tres lo vamos a pasar muy bien.

-De acuerdo, dijo ella, no muy convencida.

Tocó la campanilla, como normalmente hacia su jefa para llamarla a ella, y rápidamente Eva, vestida de criada, entró en la habitación.

-¿Qué pasa? Dijo.

-Oye zorra dije yo, y delante de su criada le sacudí un buen bofetón, te recuerdo que ahora eres la criada, así que habla como tal

-¿Qué desean as señoras? Preguntó Eva acusando el golpe.

-Primero saber si has terminado las tareas de la casa.

-No mi señora, lo siento, dijo ella avergonzada.

La sacudí un segundo bofetón y la dije:

-Ya lo harás luego, pero ahora tienes una nueva tarea más urgente, tienes que comerle el coño a la señora Elena. Pero primero ofrécele ese servicio.

Eva miró a su criada con un sentimiento de humillación y la pregunto:

-Señorita Elena, ¿Desea que le cola el coño?

-Si lo deseo, contestó la criada y se abrió bien de piernas.

Eva, con el vestido de sirvienta se arrodilló ante su criada, acercó su boca al coño de esta y sacando su lengua comenzó a comerle el coño, la criada, ante las lamidas de su señora comenzó a gemir de una manera intensa, yo le dije:

-Mira cariño, como una dama de las que pasan más tiempo en la Iglesia que en casa, a la hora de la verdad es más puta que ninguna.

Eva parecía ajena ante nuestra conversación y seguía comiéndole el coño a su criada filipina, yo le dije:

-Así me gusta zorra que comas el coño que da gusto a tu marido cuando el necesita una mujer de verdad y no una beata frígida como tú.

En esos momentos Elena tuvo un orgasmo intensísimo, no hizo falta ordenar a su señora que se tragará todo el líquido que saliera de su coño. Una vez que se recuperó me preguntó:

-¿Puedo pedirla algo muy especial?

-Claro que puedes pedirle lo que te apetezca, le dije yo.

Elena, sentada sobre la cama, pidió a su señora que se acercará y levantara la falda del uniforme de criada y cuando esta lo hizo, la bajo las bragas dejando al descubierto su sexo, que la criada acarició Eva no podía evitar gemir, la filipina le metió sus dedos en el coño y se puso a masturbarla, pronto la Señora no disimulo sus gemidos hasta que se corrió. La criada dijo:

-Perdonen mis amores, pero creo que el señor, mirándome rectifico, el cornudo esta al venir, tendremos que volver a la normalidad.

Desgraciadamente llevaba razón, debíamos cesar nuestro juego, pero las tres sabíamos que era el principio de una relación muy especial, nos vestimos, la señora de señora y la criada de criada, advertí a Eva de las consecuencias que tendría cualquier coda que hiciera contra Elena, y a esta le pedí que me acompañara hasta la puerta donde nos despedimos con un beso apasionado.

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