Emilia (3 – final)

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Estuve esperando el llamado hasta el miércoles, el jueves desesperé y ya tarde-noche la llamé.

-Estoy desesperado esperando tu llamada, ¿Qué pasa?

-Perdona, no pude llamarte. Lo que pasó es que los chicos no tuvieron clases esta semana, te iba a llamar mañana, este fin de semana los dejo con su abuela, (la mamá de su ex) y voy para tu casa ¿Te parece?

-Sí, sí, voy estar ansioso esperándote. El olor de las bikini ya no me calma, necesito jugo de concha.

-Jajaja, sos un guacho, ¿Quieres más concha?

-Sííí, quiero meterle toda la lengua y chuparle el clítoris y tomarme todo el jugo cuando te acabes en mi boca.

-¡Ya estoy mojada! Te llamo.

El sábado a la tarde, atiendo el celular, era ella para avisar que ya venía. Yo había limpiado la casa y ordenado todo, especialmente el dormitorio, donde pensaba pasar la mayor parte de la noche. Oí el ruido de un auto, miré por la ventana era ella bajando de un taxi, camino hacia la puerta de casa. ¡Era algo digno de ver! La típica morocha argentina, estatura media, rellenita sin grasa. El vestido bamboleaba al ritmo de sus caderas. El taxista se quedó unos segundos mirándole el culo. Es que es un ¡Hermoso culo! Y yo me lo quiero comer.

La recibí en la puerta con un piquito en los labios y un:

-Hola.

-¿ese es todo tu saludo? ¡Yo esperaba algo más efusivo!

-¡Perdón! Pensé que era más atrevido te enojarías. ¡Sí por mi fuera te como a besos!

-¡Bueno, es lo que esperaba!

No espere más la atraje hacia mí y metí la lengua en su boca, buscando la suya. Mientras le masajeaba las nalgas.

-Tengo mucho miedo, Emi. Le dije al oído.

-De qué tienes miedo, “viejo”.

-De enamorarme de vos y que lo tuyo solo es un calentura.

-Pero, yo soy viejo y te voy a servir poco tiempo y vos necesitas una pija joven para estar satisfecha.

-yo te voy a dar concha toda la vida, con tus dedos y tu lengua me alcanza.

-¿Lengua en tu conchita?

-Sí, me dijiste que la querías chupar, ¿O no?

-Te voy hacer acabar, como nunca. Vamos a la cama.

Tomándola de la cintura y cubriéndola de besos la lleve hacia el dormitorio, antes de llegar entro al baño. Fui al dormitorio me desnude y la espere solo con el calzoncillo puesto, me palpitaba el corazón y la pija de solo pensar, que se iba a cumplir el sueño de comerle la concha.

Entro al dormitorio con el vestido en la mano, lo dobló en el espaldar de una silla, enfilo hacia la cama. Resaltaba el conjunto interior blanco en su piel aceituna. No me lo podía creer que tuviera en mi cama una mujer mucho más joven, que yo y hermosa. Subió a la cama, acostándose a mí lado, ofreciendo su boca, le chupe los labios y busque su lengua, se enredaron nuestras lenguas, mientras su mano buscaba mi pija. No me pajees porque me acabo. Le dije.

-Tarda mucho en pararse de nuevo y quiero acabar chupándote la concha. Cuando yo te diga, vos aprieta fuerte para cortar la acabada.

-Dale juguemos, méteme los dedos que me gusta.

Estuvimos así un tiempo bastante largo para mí, yo estaba ansioso por meter lengua esa cavidad suave, que se mojaba con mis dedos. Ella ya había acabado varias veces, mi mano estaba mojada con un líquido, apenas viscoso, que largaba su vagina.

-¡Oye Emi, no doy! quiero lamer tu conchita y chuparte ese botoncito que se agranda cuando lo toco.

-Bueno, mi amor ¿Cómo quieres hacerlo?

-Quiero que desnudes toda y que te pongas estilo “perrita” y abras las nalgas yo te chupo de atrás.

Se en cuatro patas y pregunto ¿Así? Le vi la concha soñada, me pareció ver una rara orquídea con los bordes oscuros y el centro, donde iba a meter mi lengua, de un rosado viejo. Agarrándola de las nalgas le avisé.

-¡Te voy a comer toda! Avisa cuando te canses cambiamos y hacemos un sesenta y nueve.

Comencé suave, pasando mi lengua de abajo a arriba, cuando volvía me detenía unos segundos en el botón dorado, ella gemía suavemente y a veces se sacudía y empujaba su culo para que le enterrara la lengua en la concha, cada vez más mojada. Apure los movimientos de mí lengua rozando más el clítoris. Sacudió su cuerpo y con un gemido fuerte, lanzó líquido como si se orinaba, pero no era orín. Aproveche el momento junte en mi boca un poco de jugo y lo escupí en el orificio marrón de su culo y metí la lengua todo lo más que pude, cogiéndole el culo.

-¡Ay que me haces, me volvés loca con tu lengua! ¡Me acabo de nuevo!

No pude contener y acabé sin más.

Se tiro sobre la cama y lo mismo hice yo. Quedamos de costado mirándonos. Ella tomo mi cara con las manos y besándome, dijo muy bajito.

-Mi amor, eres más de lo que yo creía, me has hecho gozar como nadie ¡Estoy loca por vos! Hacemos una pausa, me quiero bañar y después seguimos ¿SÍ?

No pude oponerme, sentía mi lengua hinchada y tenía toda la cara mojada de sus jugos. No fuimos al baño, contentos y felices, no enjabonamos besándonos bajo la ducha. Salimos del baño solo envueltos en una toalla cada uno.

-Comemos algo ¿Te parece?

-Lo que tú digas, amor.

Me dijo apoyando su cabeza en mi hombro. Cenamos como una pareja feliz, después nos fuimos a la cama, donde hicimos el 69 y me dejo cogerla estilo perrito.

Fin

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