Emilia (1 y 2)

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T. Lectura: 5 min.

Emilia (1):

Hacía tiempo que Emilia me venía invitando a tomar mate. Una tarde acepte y fue ahí que comenzó todo. Mi nombre es Néstor, Tengo 67 años

Emi así la llamamos desde chica es ahijada de mi ex compañera (hace unos años que falleció) hija de una amiga con la cual se criaron juntas, cuando esta amiga se separó y no podía tenerla, mi compañera y yo nos hicimos cargo de ella, tendría 11 o 12 años cuando vino a vivir con nosotros. Siempre la tratamos como una hija y ella nos llamaba tíos. Siempre la respeté. Pasó la vida, se hizo mayor, se casó. No dejé de pajearme en su nombre.

Hoy que estoy solo acepte ir a tomar mate con ella. Llamé a su puerta, abre envuelta en una toalla y con otra secándose el pelo. Tuve el impulso de quitarle la toalla, para ver ese cuerpo tan deseado por años, pero me comporté. Nos saludamos con un beso y me dice:

–Pasa tío, anda preparando el mate, yo recién llego y me pegue una ducha, ya estoy con vos. Yo respondí sin pensar:

–Bueno espero, me gustan recién bañaditas. Ella lanzo una risita yéndose hacia el dormitorio. Yo preparé el mate y puse todo en la mesa del comedor. Apareció ella con un vestido suelto y arreglándose el pelo con las maños, más divina no podía estar. Vestido fino le marcaba la zanja de ese orto precioso, se le marcaba la ropa interior, deduje que tenía bikini.

–Voy a bajar la tele así charlamos mejor.

–Tengo que pedirte disculpas porque el chiste que hice no fue apropiado, al decirte que me gustan bañaditas.

–Yo no debería haberte recibido así, sabiendo tu situación. Pero como nos tenemos tanta confianza, bueno ¡ya está! Olvídalo.

–¡Ojalá pudiera olvidar! Los primeros tiempos ni me acordaba de las mujeres, pero ahora tengo necesidades.

–Yo pensaba que ya no se te “paraba”

–Vos estas decidida a avergonzarme

–¡No, para nada, tío! Y no tienes alguna que te ayude a “descargar”.

–Quien me va a dar “pelota”, ¡viejo y sin plata!

–No, no digas eso vos siempre gustaste a las mujeres. Las hermanas de la tía estaban locas por acostarse con vos.

–Me lo hubieras dicho antes, ahora están viejas como yo.

–Hay muchas jóvenes a las que les gustas todavía.

–¡No me digas!

–Vos no querés darte cuenta.

Así, tomando mate y charlando, siempre la charla era sobre el tema sexual. Paso la tarde y era hora que me retirara, así se lo hice saber. Ella se levantó y me abrazo de atrás y susurrando en mi oreja, me dice:

–Yo te quiero ayudar, mi “viejo” querido.

En ese momento no tome nota del tipo de ayuda a la que se refería.

–Por el momento, si bien tengo mis necesidades, solo me arreglo.

Me respondió con una sonrisa de esas que hacían que le quisiera partir esos labios con mis besos y después ponerle la pija en la boca para que la envolviera con esos labios.

–Sí, pero la “paja no es como el trigo” Antes que te vayas quiero hacerte un regalo que te va a venir bien, espera que te lo traigo.

Se fue hacia el dormitorio, me quede esperando intrigado. Apareció radiante y entregándome una bolsa de papel, me dijo:

–Esto te va ayudar, no lo abras hasta llegar a tu casa.

Agarro mi cara con sus dos manos y dándome un beso en la boca me despidió.

–Te quiero “viejito” Te llamo.

Solo atine a despedirme, pensando que me había besado en la boca. Llame un remis que me llevara a casa, pensaba en ese beso que me había dado y sentía un cosquilleo en la pija. Realmente me había dejado caliente, sentí urgencia por llegar a casa y abrir el paquete envuelto con papel de regalo que me dio en la bolsa. Al entrar en casa tiré las llaves sobre la mesa del comedor y me dirigí al dormitorio para cambiarme la ropa y vestirme para entrecasa.

Una vez cambiado, me pregunté. ¿Qué me habrá dado? Y agarré el paquete y lo abrí, la sorpresa fue total, tenía en mis manos una bikini roja, fue instinto puro llevarla hasta mis narices y oler profundamente. Un hermoso olor a concha invadió mis sentidos y llego hasta mi pija porque de inmediato se me paró. No hice más que bajar mi short junto con el slip y empezar a hacerme una paja que fue apoteótica, acabe oliendo las bikini de Emi y quedé pensando cómo hacer para chupar esa conchita que seguro que era sabrosa por el olor que impregnaba su bikini.

Emilia (2):

Paso una semana cuando recibí un nuevo llamado de Emi, yo había pasado la semana a pura paja, olía la bikini y me tenía que pajear por la calentura.

–Veni mañana, tenemos que hablar. Dijo ella, yo pensé, se arrepintió, pero ahora ya es tarde ni loco le devuelvo la bikini. Estuve inquieto hasta la tarde del otro día.

Como lo había hecho la semana pasada llame a su puerta, ahora no recibió envuelta en una toalla, sino que una solera fina, suelta por el calor, cuando se dio vuelta se le marcaban las nalgas que se movían con cada paso de ella, estaba hermosa, para comérsela. Llegamos al comedor–cocina.

–Siéntate, mientras preparo el mate.

Cuando trajo el mate y se sentó frente a mí, dije apresurado:

–Mira, si te sientes mal por lo que paso el otro día, no te hagas problemas de mi parte no voy a pedirte nada.

–Yo sí, primero quiero que me digas si te gusto el regalo y si te ayudo, después seguimos hablando.

–No dejas de sorprenderme Emi, el regalo fue hermoso y me ayudó mucho.

–Bueno, me pone contenta que te haya gustado, ahora cuenta como te ayudo, yo quiero saber todo, ¡me gusta cómo te pones colorado!

–Bueno, te voy a contar todo. Cuando abrí el paquetito que me diste y toque tu bombachita, todavía húmeda, la lleve a la nariz y el olor a concha y perfume hizo que recordara cuando le chupaba la concha a tu tía, pero no era el mismo y pensé que era el olor de tu conchita. Me saque el slip y comencé a hacerme una paja, no dure mucho y me acabe. Seguí oliendo chupando tu bikini hasta que se me paro de vuelta y me hice otra paja, más lenta, disfrutando de tu olor a concha e imaginando los labios de tu conchita en mi boca.

–¡Ay tío, me haces poner “cachonda”!

–Y eso no es todo, me estuve pajeando todas las noches de esta semana y cada noche pienso más en vos.

–Yo también pensé en vos.

–Ahora quiero llevarme la bombachita que tienes puesta, porque me imagino que debe estar mojada, te calentaste con lo que te conté.

–Antes tengo que proponerte algo, que se me ocurrió. Te ayudaría a vos y a mí me daría… satisfacción.

–Bueno, veamos que tienes para ayudarme.

–El otro día te di mi bikini, para que olieras concha, que dijiste, que no lo hacías en mucho tiempo. Ahora vas a tener la posibilidad de tocar una concha, supongo que hace mucho no tocas.

–Es verdad, hace mucho tiempo que no siento en mis dedos la suavidad de los pliegues de esa cavidad de las mujeres. ¿Qué tengo que hacer, para ganar eso?

–Quiero ver y sentir como se te para la pija.

–¿Y vos te dejarías tocar la concha? ¿Puedo chuparla también?

–No, veremos cómo nos va hoy, después puede ser.

–Bueno, ¿Dónde lo hacemos?

–Vamos al dormitorio, creo que en la cama será más cómodo.

Nos dirigimos al dormitorio, ella delante, caminaba moviendo el culo, no me aguante y le metí la mano queriendo llegar al cielo. Se dio media vuelta y pasando su mano por encima del pantalón, me toco la pija.

–No seas impaciente, ya la vas a tocar todo lo que quieras. Pasó por el baño y voy, la esperé en la puerta, sentí el chorro de ella haciendo pis, no sé porque, pero eso me calentó más todavía. Salió con un toallón en la mano. Llegamos al borde de la cama y dijo:

–Vos debes saber cual posición es mejor para que nos toquemos al mismo tiempo.

–Creo que lo mejor es, yo acostado boca arriba y vos arrodillada al lado, si te cansas cambiamos de posición.

Metió las manos debajo del vestido y en un gesto característico de las mujeres se bajó la bombachita, sacándola por los pies. Yo me sacaba los pantalones.

–Guárdame esa bikini, que la llevo.

Sonriéndose se subió a la cama, yo en slip hice lo mismo. Ella tendió el toallón.

–Sácate el calzoncillo y acuéstate sobre el toallón.

–Tengo que decirte, si bien vos me gustas mucho y estoy caliente, siempre fui tímido con las mujeres y estoy muy nervioso.

–Bueno, cierra los ojos y déjame a mí.

Sentí como bajaba mi slip y agarrando la pija empezó a masturbarme suavemente, a la vez tomó mi mano derecha y la llevo a su entrepierna, roce los labios de su concha, que estaba caliente y mojada. Metí dos dedos dentro y los saque mojados por sus jugos, los lleve a mi boca y los chupe con deleite.

–Mi amor, gracias mi amor por dejarme probar el jugo de tu hermosa concha.

Así estuvimos unos minutos, solo se escuchaban nuestros gemidos, gimió más fuerte y sentí como se contraía su concha y baño mi mano con su acabada. Mis dedos apretaban el clítoris, mientras de mi pija comenzó a salir borbotones de semen, ni ella ni yo dejamos de masturbarnos por un rato.

–Veni, vamos a lavarnos.

Cuando entramos al baño se desvistió y abrió la ducha, me saque la remera y entre con ella a la ducha, al verla desnuda no pude aguantar y tomándola de los glúteos la apoye contra mi cuerpo y la bese, busque su lengua y se la chupe.

–Bueno, basta por hoy.

–¿Te gusto?

–Me gusto y mucho.

Salí del baño y fui a vestirme al dormitorio, allí sobre la cama estaba la bombachita, la hice un bollo y me la metí en el bolsillo. Nos despedimos en el comedor con un piquito.

Mi principal objetivo, es ahora, que me deje chuparle la concha, lo demás viene solo.

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2 COMENTARIOS

  1. Me gustó mucho tu relato..Disfruta su regalo. !!!
    Si tu pija responde con dureza hasta podrás recorrer su cáliz profundamente.

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