En la pequeña ciudad de Valencia, España, vivía una familia peculiar. María, de 38 años, una mujer de cabello rubio y ojos azules, con una figura curvilínea, estaba cansada de la constante demanda sexual de su esposo, Carlos, de 40 años, un hombre moreno y musculoso. María amaba a Carlos, pero su deseo insaciable comenzaba a agotarla.
Un día, en la cocina, mientras Carlos intentaba arrastrarla hacia el dormitorio, María detuvo sus avances. “Carlos” dijo con firmeza, “no puedo más. Necesito un descanso.” Carlos, con el ceño fruncido, se detuvo. “¿Qué quieres decir?” preguntó, preocupado.
María tomó un sorbo de vino antes de continuar. “Solo necesito un descanso. Pero no quiero que te sientas insatisfecho.” Carlos la miró, confundido. “¿Entonces qué sugieres?”
María sonrió, una idea brillando en sus ojos. “¿Y si tu hijo, Diego, te ayudara? Es gay, y tal vez él pueda satisfacerte mientras yo me tomo un descanso.”
Carlos dudó por un momento, pero al ver la determinación en los ojos de María, asintió. “Estaré bien si Diego está de acuerdo.”
Esa noche, María llamó a Diego, quien tenía 22 años, cabello negro y ojos verdes, y una figura delgada y musculosa. “Hijo” comenzó María, “tu padre y yo necesitamos hablar contigo.” Diego entró en la sala de estar, intrigado.
María explicó la situación, y Diego, aunque sorprendido, estuvo de acuerdo. “No quiero que papá se sienta solo” dijo, su voz llena de afecto. Carlos asintió, agradecido.
La noche siguiente, mientras María se quedaba en la habitación principal, Carlos y Diego se encontraron en la habitación de Diego. “Gracias por hacer esto” dijo Carlos, su voz llena de gratitud.
Diego sonrió, acercándose a Carlos. “No hay problema, papá. Vamos a pasarlo bien.” Diego comenzó a besar a Carlos, lentamente al principio, pero con creciente intensidad. Carlos respondió, sus manos recorriendo el cuerpo de Diego.
“Me gusta cómo te sientes” susurró Carlos, desabrochando la camisa de Diego. “Eres tan suave.” Diego sonrió, deslizando sus manos por debajo de la camisa de Carlos, sintiendo sus músculos.
Carlos desabrochó el cinturón de Diego y bajó su pantalón, revelando su erección. “Mmm” Diego gimió, tomando el pene de Carlos en su mano. “Eres tan grande.” Carlos sonrió, sintiendo el calor de la mano de Diego.
Diego se arrodilló y comenzó a lamer el pene de Carlos, moviendo su lengua alrededor de la cabeza. Carlos jadeó, sus manos enredándose en el cabello de Diego. “Sí, hijo” Carlos gemía, “así está bien.”
Diego tomó más del pene de Carlos en su boca, moviéndose lentamente hacia arriba y hacia abajo. Carlos jadeaba, sus caderas moviéndose con el ritmo de Diego. “Más rápido” Carlos pidió, su voz llena de deseo.
Diego aceleró, sus labios apretados alrededor del pene de Carlos. Carlos jadeaba, su cuerpo tenso. “Voy a venir” Carlos advirtió, y Diego detuvo su movimiento, permitiéndole venir en su boca.
Diego tragó, sonriendo mientras se levantaba. “Eso fue increíble” dijo, limpiándose la boca. Carlos sonrió, sintiéndose satisfecho. “Gracias, hijo. Eso fue todo lo que necesitaba.”
Diego se quitó la ropa, revelando su cuerpo desnudo. “¿Y si te follas a mí ahora?” preguntó, su voz llena de deseo. Carlos asintió, sonriendo. “Claro, hijo. Quiero sentirte.”
Diego se acostó en la cama, y Carlos se colocó sobre él, empezando a besar su cuello. Diego jadeó, sus manos recorriendo el cuerpo de Carlos. “Sí, papá” Diego gemía, “eso se siente bien.”
Carlos se movió hacia abajo, lamiendo y chupando los pezones de Diego. Diego jadeaba, sus caderas moviéndose contra Carlos. “Más” Diego pidió, su voz llena de deseo.
Carlos se movió hacia abajo, lamiendo el vientre de Diego antes de llegar a su pene. Diego jadeó, sus manos enredándose en el cabello de Carlos. “Sí, papá” Diego gemía, “eso se siente bien.”
Carlos tomó el pene de Diego en su boca, moviéndose lentamente hacia arriba y hacia abajo. Diego jadeaba, sus caderas moviéndose con el ritmo de Carlos. “Más rápido” Diego pidió, su voz llena de deseo.
Carlos aceleró, sus labios apretados alrededor del pene de Diego. Diego jadeaba, su cuerpo tenso. “Voy a venir” Diego advirtió, y Carlos detuvo su movimiento, permitiéndole venir en su boca.
Carlos tragó, sonriendo mientras se levantaba. “Eso fue increíble” dijo, limpiándose la boca. Diego sonrió, sintiéndose satisfecho. “Gracias, papá. Eso fue todo lo que necesitaba.”
Carlos se colocó sobre Diego, preparándose para penetrarlo. Diego jadeó, sus piernas envolviéndose alrededor de la cintura de Carlos. “Sí, papá” Diego gemía, “entra en mí.”
Carlos entró lentamente, permitiendo a Diego ajustarse. Diego jadeaba, sus manos recorriendo el cuerpo de Carlos. “Más” Diego pidió, su voz llena de deseo.
Carlos comenzó a moverse, sus caderas moviéndose con un ritmo constante. Diego jadeaba, sus caderas moviéndose con las de Carlos. “Sí, papá” Diego gemía, “eso se siente bien.”
Carlos aumentó la velocidad, sus caderas moviéndose más rápidamente. Diego jadeaba, sus manos enredándose en el cabello de Carlos. “Más rápido” Diego pidió, su voz llena de deseo.
Carlos aceleró, sus caderas moviéndose con un ritmo frenético. Diego jadeaba, su cuerpo tenso. “Voy a venir” Diego advirtió, y Carlos continuó moviéndose, permitiéndole venir mientras lo follaba.
Carlos jadeó, sintiéndose lleno de placer. “Eso fue increíble” dijo, su cuerpo tenso. Diego sonrió, sintiéndose satisfecho. “Gracias, papá. Eso fue todo lo que necesitaba.”
Carlos se recostó a lado de Diego, ambos jadeando y sonriendo. “Gracias por esto” dijo Carlos, su voz llena de gratitud. “Esto fue exactamente lo que necesitaba.”
Diego asintió, sonriendo. “Lo siento, papá. Estoy aquí para ti.”
Un aburrimiento total!! Cero creatividad! Cero imaginación! Una perdida de tiempo leer