Esta etapa de mi vida es algo complicada, quizá por eso no te la he contado completa, no sé, algunas cosas las sabes a medias, otras no, aunque me has demostrado comprensión y no ponerte celoso ni reclamar nada, para mí no es fácil contar todo, hay aún cosas no dichas, a veces es mejor no hablar de ciertas cosas.
Esta es una de esas que no te he contado o no he mencionado por completo. Sé que te apasionan estas cosas, “mis cochinadas” como dices, y mientras más te cuente para ti es mejor: “el diablo está en los detalles” dices, porque te excitan mucho. Cada vez hay menos que contarte, no recuerdo todo y a veces lo tengo que recrear. Mi temor es que cada vez necesites más y después no tengas llenadera o esto nos lleva a otro nivel que ponga en riesgo a la relación, en fin, te lo contaré.
Siempre sentí excitación con el porno, con las películas y las revistas, me tocaba mucho, ver a hombres y mujeres desnudos, gimiendo, con vergas impresionantes y con los gemidos de ellas me encanta, pero tenía cuidado con las personas en la vida real, para mí era preferible dar besos y fajar para luego tocarme viendo películas o revistas, eso siempre fue seguro y satisfactorio porque lo otro era acostarme con personas que no conocía y que podían no ser confiables, además yo no quería quedar embarazada o con alguna enfermedad.
Me gustaba sentir como se pegaban a mi cuerpo y me frotaban su verga en el pubis, mi panochita se mojaba, pero lo que más me prendía era que me besaran y me chuparan los pezones, creo que por eso se me hicieron grandes y largos.
En el verano antes de entrar a la universidad las cosas se pusieron intensas, estuve en fiestas en donde veíamos cómo fajaban otras parejas, me gustaba verlas y que me vieran. Era seguro el estar en una fiesta rodeada de gente y en una esquina tener las chichis siendo tocadas por alguien mientras veía a mi otra amiga y el cómo también se las chupaban. En otras ocasiones compartimos cuarto por 10 minutos, unos en la cama y otros en un rincón también. Así me tocó ver a mi primo con mi amiga tetona, aunque él sufría porque estaba enamorado de mí, pero esa sensación de ver a alguien con una teta en la boca y que me mire me excitaba y me hacía ser más atrevida con quien estaba fajando.
En otra ocasión salimos con mi novio y su amigo, paramos en un mirador, ya estábamos con algo de alcohol, nos empezamos a besar y podíamos ver cómo nos chupaban las chichis la otra novia y yo, pero el amigo de mi novio me veía de reojo, sabía que le gustaba.
Mis aventuras eran excitantes, pero seguras. Ya te platiqué cuando le enseñé mi cuerpo a su amigo mientras mi novio dormía borracho. Esa sensación de estar cogiendo con otra persona viéndote es hipnotizante, así como una verga gorda bien parada, es muy difícil dejar de verla. Alguna vez me metí al clóset con un chavo muy guapo y borracho, que no se le paró, aunque se lo tocaba, mientras otra pareja estaba cogiendo.
Ella sabía que la estábamos viendo, él primero se la cogía en cuatro, pero después le pidió que se lo chupara, después te platicaré de eso, pero una cosa es verlo en la pantalla y otra en vivo, es muy diferente ver y que no te miren, eso es algo que me gustó porque venía con los gemidos, los sonidos de los cuerpos al chocar y las partes íntimas al descubierto.
Después del primer año de la Uni pasó algo que me sacó de la vida ordinaria, las cosas no funcionaron con mi novio, vino un gran cambio por un evento traumático del que sabes algo y, que luego te contaré por completo por lo contradictorio de la situación, pero el caso es que estaba deprimida; fue un período de seis meses donde experimenté el descontrol. Iba a fiestas y antros y me besaba con cualquier desconocido que se me antojara. No me importaban las apariencias, aceptaba citas con hombres mayores muy vividos, me ofrecían cosas para acostarme con ellos y ser su amante.
Me gustaba todo ese poder de seducción. Yo era joven, muy delgada, con este gran trasero y tenía la chispa que llama la atención, pero la verdad es que no tenía mucha experiencia. En realidad, sólo había tenido una pareja, me había acostado con mi novio, que era muy bruto, y había pasado algo más que no era justo una relación. Eso era todo, tenía más experiencia en los fajes que en coger.
Al encontrarme en esos vaivenes una pareja de novios de la misma facultad me adoptó, por así decirlo, para cuidarme. Empezamos a salir juntos a comer, a bailar, a tomar en antros, poco a poco, empecé a mejorar y con eso a relajarme. Les gustaba estar de fiesta, beber y que los acompañara a todos lados. Y sí, fue a todos lados. Con sus subordinados que le rendían culto a su personalidad, así visitamos antros con ficheras vulgares y sexosas, cantinas de baja categoría y finalmente, a un hotel de paso. Él siempre presumía de que la tenía muy grande y ella que él era muy bueno cogiendo, que sabía cómo hacerlo porque daba mucho placer y se venían luego-luego, “rapidito”.
Una tarde-noche después de ir a bailar dijeron estar cansados y que necesitaban relajarse y descansar, por lo que se les hizo la mejor opción ir a un hotel y ahí fuimos los tres. Era una situación algo extraña porque ellos eran pareja y yo era una tercera, “el tercero en discordia”, cualquiera podría pensar que estorbaba, así lo sentí cuando el amigo de mi novio se había quedado con nosotros, pero esta vez yo era quien estaba en ese lugar. Los tres estábamos en la misma cama. Veíamos la televisión, pusieron casualmente una película porno.
Él decía que lo tenía más grande que el actor porno. Ella, su novia, sólo se reía orgullosa. Los vi muy confiados viéndose entre sí y riéndose como si yo fuera una novata, así que hice mi movimiento, me acosté boca abajo y me apoyé en mis codos para ver la película. Mi trasero se levantó así y volteé a verlos. Él no despegaba su vista de mis nalgas, sabía que le gustaba porque siempre me veía, pagaba mi entrada y la cuenta cuando salimos en grupo, en el auto me tocaba la pierna desde el asiento del conductor cuando yo iba atrás. Yo lo dejaba avanzar un poco. Ella torció la boca, frunció la frente e infló sus tetas ya no eran todo risas.
La película trataba de una chica que entra, “por casualidad”, cuando otra pareja está teniendo sexo y se une a ellos. La trama es lo de menos en esas películas. Sí, ya sé que me vas a decir que cuando te cuento cosas es por el contrario, lo más importante. Ella lo empezó a besar, él me veía, así que ella intensificó sus besos y caricias para estimularlo, captar su atención y que él me dejara de ver. Él me veía y yo lo veía de reojo y también por el espejo del techo que siempre hay en los hoteles y otro que había en la pared.
Ella se sentó sobre él en la cama dándome la espalda a mí, lo hacía para verlo de frente y evitar que me viera las nalgas. Él le sacó las tetas y se las empezó a chupar. Yo podía oír sus gemidos y su respiración agitada y verlos de reojo en el espejo. Ya antes había visto cómo le chupaban las tetas a varias mujeres, una de ellas mi amiga chichona, otra las novias de los amigos de mi exnovio, o la mujer que vimos cómo se la cogían desde el clóset, pero esta vez la mirada era diferente. Él me veía mientras le chupaba las chichis a su novia, aunque ella trataba de impedirlo.
Con la película porno enfrente, con los gemidos de la pelí y los que escuchaba pensé que cualquier cosa podía ocurrir, pero nadie me había dicho que hiciéramos un trío, aunque eso parecía lo que iba a pasar. Yo no iba a dar el primer paso en esa cama donde estábamos los tres, entonces el paso llegó a mí. Salté de sorpresa, sentí que me tocaban la vagina, en la entrada de mi hoyito, pero no se trataba de una mano, era algo muy diferente, era el pie de él, su dedo gordo que presionaba mi vagina, la entrada de mi hoyito. Ella no se dio cuenta.
Así es, me veía y tocaba con su pie en mi vagina mientras le besaba las chichis a su novia. Yo traía jeans ajustados de mezclilla. No lo sé, si hubiera traído falda quizá su dedo habría hecho de lado mis calzones y se hubiera metido en mi hoyito. Ese atrevimiento me sorprendió, me enojó y le hice una cara, pero nuevamente me gustó, podía sentir en mi la humedad en mi hoyito y la excitación al sentirme tocada, aunque no fuera por mi voluntad. Eso es algo raro que he terminado por aceptar ya que está en mí el sentir ganas al excitarme, aunque la situación me haga enojar o me vea sorprendida u obligada a algo, no sé si está en mi cuerpo o en mi mente esas cosas.
Lo volteé a ver. Él sonreía, sentía su dedo presionar mi hoyito y luego lo sentí hacer el recorrido por mis nalgas. Nunca había estado tan cerca del contacto con alguien que estaba con otra mujer. Algunas de mis amigas de la prepa me habían dicho que alguna vez estuvieron con un chico que les habían besado las chichis a las dos, fue para que les pagaran una cuenta, pero no me dieron más detalles. Levanté las cejas y me moví para recorrerme en la cama.
Su novia se levantó y destapó algunas cervezas de lata. Él aprovechó para poner algunos vídeos musicales. Era música donde se hablaba de perras, es esa música de putonas que me divierte. Ella empezó a bailar, se subió a la cama y se fue quitando la ropa. Tenía muy buenas chichis por la edad, el peso y la genética. Me animó a quitarme la ropa también, yo me fui bajando el pantalón y les di la espalda para bajarme los jeans. Mis nalgas siempre han sido mi punto fuerte, baile con mucha gracia porque me podía ver en el espejo, nos quedamos en ropa interior, aunque ella se quitó el brasier porque tenía tetas anchas y muy lindas.
Él se notaba excitado, podía ver el bulto en su pantalón. La tenía muy grande y gorda. Agitó su cerveza y la espuma me cayó en el cuerpo, mis pezones se veían erectos. Yo estaba mojada por todos lados. Me veía con mucho deseo y ella se dio cuenta. Ella le dijo que fueran a la tina. Se fueron al baño y se metieron a bañar. Cerraron la puerta, pero era de esas puertas de baño en que se puede ver por el cristal, se escuchaban los gemidos y cómo el agua se chapoteaba con sus movimientos.
Pude ver cómo ella era penetrada en cuatro, veía cómo se movían y chocaban sus cuerpos, sólo que los veía de espaldas y aunque me estiraba no podía ver más, pero los gemidos y el oler la pantaleta de ella que dejó saliendo del baño me hicieron desear que también me cogieran a mí. Ya en otra ocasión había visto algo así, pero yo estaba encerrada para mi protección, ya después te platicaré.
En ese momento me bajé los jeans, estaba muy mojada, mi clítoris estaba hinchado y muy sensible. Me toqué al escuchar los gemidos de ellos y con la película de fondo y con el espejo de frente me tocaba el clítoris con una mano y con la otra acariciaba mis chichis, hasta me jalé el pie para tocarme con mi propio dedo gordo y sentir que lo hacía él. Me vine muy rápido y muy rico, sentí los temblores en el vientre y cómo me palpitaba el clítoris, después me vestí y me acosté como si nada hubiera pasado.
Pasaron algo de tiempo, quizá quince minutos. escuché el abrir la puerta y que ella le pedía que le llevara su bolsa que había dejado sobre el buró, a un lado de la cama. Sentí un beso entre los dedos del pie que me prendió por su humedad y sensación. Era él que llevaba la toalla ajustada a la cintura. Me miró en silencio y la abrió frente a mí. Tenía una gran erección. Yo no podía dejar de mirarlo, su pene era largo y grande. Él parecía secarlo mientras me observaba, en realidad lo movía y jalaba para mí. El otro pene, el del amigo de mi ex, lo había visto a varios pasos, pero a este lo tenía frente a mí.
En ese momento viéndolo así, tan cerca y con las ganas que se me despertaron por el beso en el pie, quise tenerlo entre mis manos y que me cogiera, pero los nuevos reclamos por la bolsa hicieron que se apresurara y se fuera.
Iba a haber otra ocasión en la que él y yo estuviéramos solos, pero esa es otra historia que después te contaré. Sí, está bien, dejaré que me toques con el pie como él lo hizo y te contaré cómo movía su vergota frente a mi cara.