En la soleada ciudad de Guadalajara, vivía una joven de 18 años llamada Sofía. Desde que su madre se casó con Jorge, un hombre de 40 años, Sofía había sentido una atracción misteriosa hacia su nuevo padrastro. Jorge era un hombre atractivo, con cabello castaño oscuro y ojos verdes penetrantes. A pesar de su atracción, Sofía sabía que cruzar esa línea sería un tabú.
Un día, mientras Jorge estaba en su estudio trabajando, Sofía entró tímidamente. “Hola, Jorge. ¿Puedo hablar contigo?” preguntó, con una voz suave y temblorosa.
“Por supuesto, Sofía. ¿Qué necesitas?” respondió Jorge, mirándola fijamente.
“Es solo que… me siento un poco sola. Mi madre está ocupada y no tengo muchos amigos aquí.” admitió Sofía, mirando al suelo.
Jorge se levantó de su silla y se acercó a ella. “Lo siento, Sofía. No deberías sentirte sola. ¿Te gustaría salir a tomar un café o algo?” propuso, con una sonrisa amable.
Sofía asintió y sonrió. “Gracias, Jorge. Me encantaría.”
Salieron juntos y caminaron por las calles adoquinadas de Guadalajara, hablando de todo y de nada. La tensión entre ellos era palpable, pero ambos disfrutaban de la compañía del otro. Después de un par de semanas de salir juntos, comenzaron a sentir una conexión más profunda.
Una noche, mientras miraban una película en el sofá, Jorge se acercó a Sofía. “Sofía, eres muy especial para mí. No puedo evitar sentir una atracción hacia ti.” confesó, con voz baja.
Sofía miró a Jorge a los ojos, su corazón latía fuerte. “Yo también siento lo mismo, Jorge. Pero… ¿está bien?” preguntó, con una mezcla de miedo y deseo.
Jorge la tomó de la mano y la miró fijamente. “Solo si tú estás segura. No quiero que te sientas presionada.”
Sofía asintió, su corazón latiendo con emoción. “Estoy segura, Jorge. Quiero estar contigo.”
Jorge se inclinó y la besó suavemente en los labios. Sofía respondió al beso, sus labios se abrieron y sus lenguas se encontraron. El beso se volvió más apasionado, y ambos sintieron una oleada de deseo.
Jorge comenzó a besar el cuello de Sofía, deslizándose lentamente hacia abajo hasta sus senos. Los besó y los lamió, haciendo que Sofía gimiera de placer. Luego, bajó su mano y comenzó a acariciar su coño a través de sus ropas. Sofía jadeó, sintiendo una oleada de calor.
“¿Te gusta, Sofía?” susurró Jorge, mirándola a los ojos.
“Sí, Jorge. Me encanta.” respondió Sofía, con voz temblorosa.
Jorge desabrochó su pantalón y sacó su polla dura. Sofía lo miró, asombrada por su tamaño. Jorge se acercó y comenzó a frotar su polla contra su coño, mojándolo con su humedad.
“¿Estás lista, Sofía?” preguntó Jorge, con voz ronca.
“Sí, Jorge. Quiero que me folles.” respondió Sofía, con deseo.
Jorge entró lentamente en ella, haciendo que Sofía jadeara de placer. “Oh, Jorge… sí…” gimió.
Jorge comenzó a moverse lentamente, haciendo que Sofía se estremeciera de placer. “Más rápido, Jorge. Quiero más…” suplicó.
Jorge aumentó el ritmo, haciendo que Sofía gritara de placer. “Oh, Jorge… sí… sí…” gemía, sus uñas hundiéndose en la piel de Jorge.
Jorge se inclinó y comenzó a chupar los pezones de Sofía, haciendo que ella se estremeciera aún más. “Oh, Dios… oh, sí…” gemía, su coño apretándose alrededor de su polla.
Jorge siguió follándola, sus cuerpos sudorosos chocando uno contra el otro. Sofía sintió una oleada de placer y gritó de éxtasis. “Oh, Jorge… sí… sí… sí…” gemía, su cuerpo temblando de placer.
Jorge también sintió una oleada de placer y gritó, vertiendo su semen dentro de Sofía. Ambos se quedaron allí, jadeando y abrazándose.
“Te amo, Sofía.” susurró Jorge, mirándola a los ojos.
“Te amo, Jorge.” respondió Sofía, con una sonrisa.