“Si gustan, podemos pasar a la sala de cine”, propuso Madame. La sala de cine, ubicada también en planta baja, era una sala grande, con una obvia pantalla de cine de las que abundan en los amenities de los edificios, ocho butacas muy grandes y cómodas. Y… delante de las butacas, entre ellas y la pared de la pantalla, una “cama”, enorme, seguramente 2.5 x 2.5 metros, implacablemente cubierta de sábanas blancas de raso. Monsieur Paul tomó la palabra: “Uds. saben seguramente acerca de nuestra afición por ciertos espectáculos, y en este caso no será cine”. Nos invitó a todos a sentarnos e hizo sonar una campanita de cristal.
Las luces redijeron un poco su intensidad, aunque se mantuvo una perfecta visión, las controlaba monsieur Paul desde su sillón principal. Hizo sonar dos veces la campanita de cristal y dijo: “Espero que todos disfrutemos”.
Al instante, desde atrás de los sillones, por una puerta auxiliar, entraron la chica que nos había servido y el mayordomo, completamente desnudos.
No había dudas, iban a ofrecernos un lindo porno show. La chica hermosa, como ya dije, típicamente francesa, delgada, pequeños senos duritos y puntiagudos, vello púbico integral pero recortado… hermosa.
El mayordomo, llamémoslo Charles, al llegar delante de la cama y darse vuelta… ¡ufff!
Ya lo relaté, piel oscurísima, de la cabeza a los pies un solo tono, y entre las piernas… bueno, la mayor verga que jamás haya visto, enorme, todavía caída ya impresionaba. Tan negra como el resto de su piel, circuncidado, el tamaño de la cabeza de pija nos impresionó. Creo que esa pija le aseguraba su trabajo en el manoir, para goce de madame Jeanne.
“Hoy tendremos, creo, un hermoso espectáculo” dijo el dueño de casa.
“Son una hermosa pareja, será un privilegio verlos” aventuró Tommy.
“Sí, nos encantará verlos” dijo madame Jeanne. He hizo un gesto a Charles.
Pero en vez de comenzar la acción, Charles se me acercó y me tendió la mano.
Debo haber mostrado sorpresa, pues madame me dijo “No te preocupes querida, te puedo asegurar, sin lugar a dudas, que es muy delicado y sabe hacer todo muy bien. Imposible negarme, tendí mi mano a Charles, mientras la chica pidió le liberarán el asiento entre Tommy y Charles, colocó una toalla en el asiento y se colocó entre ellos.
Acompañé a Charles hasta el borde de la cama, exactamente frente a los anfitriones. Me desvistió frente a ellos, hasta quitarme todo lo que tenía encima. Entonces me hizo caminar frente a ellos, deteniéndome frente a cada uno… y fue la hora de arrodillarme para comenzar a chupar ese prodigio que tiene por verga.
Me daba trabajo, a veces no podía respirar y tosía, hasta que por suerte me hizo poner en cuatro en la cama, mientras, él arrodillado en el piso, me chupaba todo lo que hay entre mis piernas.
Chupa y lame muy bien, sin prisas, con largas pinceladas de lengua. Mis manos recorrían su verga, ya casi dura, pero no totalmente pues imposible.
Cuando estuve con mi concha bañada en su saliva, se dedicó a mis tetas y a besarme de lengua. Una boca de labios gruesos, y una lengua sabia, me enloquecieron.
En algún momento los dueños de casa acariciaron mis tetas para verificar que son efectivamente naturales.
Y llegó el momento, nuevamente Charles me chupó la concha, inundada de mis propios jugos, le chupé la pija brevemente y me puso en misionero, de piernas al hombro, para solaz de los que nos observaban (Tommy y Ric ya desnudos manoseaban a la mucama, Marie, mientras nos miraban).
Los señores de la casa, se acercaron para ver de muy cerca cómo me la metía.
¡Vaya si me la metió! Con cuidado pero sin pausa, aquel cilindro, sostenido en parte por su mano fue entrando en mi. Entendí el significado de lo que dicen a veces algunas mujeres me reacomodaron todo mi interior”. Yo sentía como aquello se metió en mí dejándome sin aliento, me sentía reventar pero me gustaba. Y no, no llegó a entrar totalmente, entonces comenzó a moverse en un in crescendo impresionante. Toda esa fricción me hizo acabar en pocos instantes, mientras él siguió como si nada.
Y madame me tomó una mano y mientras un temblor recorría todo mi cuerpo dijo: “¿Verdad que lo hace bien?”
Yo a duras penas respiraba, Charles seguía en lo suyo, me puso en cuatro y otra vez la metió todo lo que pudo, pero no pudo meterla toda.
Un segundo orgasmo me sacudió y esta vez sí, un poco después, Charles me llenó con todo lo de sus huevos. Chorros tremendos de leche me pusieron al borde del delirio.
Siguió y siguió bombeando, hasta decidirse a sacarla, casi blanda, recubierta en blanco de su leche y mi flujo batidos.
Sentí que quedaba abierta, que tenía un agujero abierto en mí y un dedo me trajo a la realidad. Era un dedo de monsieur, que recogía líquido de mi concha y lo llevada a mis labios. Lo tragué con placer, varias veces repetido.
Madame me besó, “te dije que lo disfrutarías”. Recién entonces pude mirar a Tommy y Ric que se estaban cogiendo a Marie. Doblemente ensartada, tenía los ojos en blanco, al parecer nunca le habían hecho doble penetración, aunque sí que estaba acostumbrada a la verga de Charles. Monsieur y madame se divirtieron viéndolos. Y nuevamente un dedo ocupó mi atención, un dedo negro y untado de gel, que comenzó a trabajar mi segundo orificio, afortunadamente lo había preparado yo con enemas en el hotel.
No mentiré, el dedo se sentía como la pija de mi Tommy. Otro dedo se sumó y yo comencé a gemir. Todos se juntaron a vernos, nuevamente sobre la cama.
Cuando después de un par de minutos Charles sumó un tercer dedo, el desenlace estuvo cerca.
Vuelta a chuparle la verga y él seguía, dedos que iban y venían en mi ojete.
Cuando Charles comenzó a acariciar su miembro, monsieur y madame se colocaron uno a cada lado para presenciar la entrada de ese acorazado en mi culo.
Como hacen siempre los hombres, Charles lo intentó tres o cuatro veces, cada vez más fuerte, y finalmente, empujando un poco la verga con la mano, presionó a fondo. Un ¡Ayyy! surgió de lo más profundo de mí, esta vez no hubo tope al meterla, entró hasta los huevos.
Lo demás fue lo de siempre, vaivén in crescendo hasta dilatación total, y entonces, mete saca frenético, que me hacía gemir, gritar y llorar.
Luego nuevamente vaivén con la pija hasta las bolas, y un glorioso final con leche en mi cara.
Cuando la sacó para acabarme en la cara, me sentí morir y renacer.
Madame procedió a besarme y lamerme la cara.
Marie me guio al baño más cercano para ducharme y me alcanzó mi ropa “informal”
Salí, un poco desarmada pero eufórica, pensando que ya nos iríamos. Pero había nuevamente café bien caliente a la orden.
Charles y Marie habían desaparecido y hubo unos minutos adicionales de café y conversación. Monsieur Paul nos comentó que vista la mala experiencia de la noche anterior en Boris de Boulogne, Charles nos llevaría al hotel pasando por la “zona buena”, para que lo conociéramos.
Asimismo, nos invitaron para el viernes a tomar el té en un gran hotel de Paris, para conversar libremente sobre cierto tema, a lo cual accedimos gustosos.
Monsieur Paul de aseguró de que Charles estuviera en condiciones de llevarnos.
Al despedirnos, un gran regalo (en términos de sociedad francesa); se despidieron de nosotros con besos en las mejillas y pidieron que por favor los llamáramos Paul y Jeanne. ¡Un logro!
Nos despedimos hasta el jueves. Y sobre la una de la mañana del miércoles, partimos rumbo a nuestro hotel, llevados por Charles.
Al llegar (no sé si era de camino o si debió desviarse, no me orienté bien de noche), Charles nos dijo que asaríamos por la mejor zona de actividad sexual del bosque, la que frecuenta la clase alta más libertina.
Era otro mundo diferente del que nos había mostrado el taxista. Avenidas iluminadas, gendarmería a caballo patrullando de a dos, coches como el que íbamos nosotros o más grandes, estacionados cada veinte o treinta metros. En el otro lado de la avenida, coches no tan importantes y varios camiones.
Charles nos explicaba todo, sin jamás decir que sus patrones venían a esa zona. Los grandes coches pertenecen a matrimonios importantes, en general señores mayores, con esposas “trofeo” muchas de ellas de Europa del este, bellas, altas, impecables, que van allí a entregar a sus esposas a choferes de U… o a camioneros, que suelen tener, por alguna razón, imagen de buenos cogedores y de ser serios. A veces, los caballeros entregan a sus esposas, en este caso siempre, por vicio a cambio de 100 o 200 €, a automovilistas random que pasan por allí y se detienen a preguntar o ver.
Las esposas, en general, casi uniformadas. Portaligas con medias integrales, altos arriba de la cintura, de entrepierna abierta y que dejan el culo al aire y sin tanga. Tetas al aire. Largos abrigos de piel sintética, las más osadas de piel natural, que llevan abiertos.
Otras de micro vestidos elastizados, con las tetas al aire y caminan levantando el vestido a veces para mostrar el culo.
Invariablemente, botas por encima de la rodilla, muy pocas de stilettos.
Se paran y exhiben en la acera, cada una frente a su coche, y si lo desean, cruzan a elegir camionero o chofer de U… vuelven a su acera y cogen entre los arbustos, mirados por los maridos y algún transeúnte que se acerque.
Charles detuvo el coche para que pudiéramos observar todo. Las chicas bellísimas, y no se contenían, siempre alguna entraba o salía del bosque con camioneros o choferes.
No está bien visto que un marido vaya a ver coger a una mujer ajena, y tampoco los choferes pueden recorrer la fila de esposas las ver desde la acera de enfrente y esperan que los vengan a buscar.
Conversamos con Charles acerca de la belleza de esas esposas trofeo. Le pregunté si alguna vez había tenido suerte viniendo con Monsieur y Madame. Y su respuesta fue fría… “Realmente no recuerdo haber venido”.
Retomamos la marcha, llegamos al hotel y nos dormimos, agotados.
Ya en el correr del jueves, llamada de Paul para decirnos que si no nos molestaba, se sumarían al té del viernes, tres o cuatro parejas que nos gustaría conocer “de las que vieron en el Bois, ya que les interesó el tema”, Charles había informado de todo a su patrón.
Nuestro jueves y la noche al viernes fueron de diversión, abundante sexo en trío, incluyendo doble vaginal, ya que mi culo no quería sexo ja ja. Subimos a Montmartre el viernes, me encantó y el viernes casi a las 5 p.m. Nos vino a buscar Charles, llevándonos al hotel para el té a que nos invitaran nuestros nuevos amigos.
Al llegar, los otros invitados habían sido citados para 5 y 30 pm pues Paul y Jeanne quisieron unos minutos a solas con Tommy y conmigo, pidieron disculpas a Ric, que no tuvo problemas y nos dejó solos. Trataré de ser breve pues el relato ya se alarga mucho.
Fueron directo al tema, el tiempo era poco. ¿Estaba yo de acuerdo con lo que dejaron en mi bolso? ¡Más que de acuerdo eufórica! ¡Me regalaron 8 k! Yo en las nubes desde que vi eso.
¿Acaso podríamos venir otras veces coordinando con tiempo? Encantados de hacerlo. ¿Podríamos hacer cosas en Montevideo si ellos se decidieran a ir de visita? Obviamente sí.
Y algo determinante, si ellos fueran a Montevideo, ¿podrían verme tener sexo en familia (o sea con papá y mi suegro)?
“Sería un placer para todos”, respondimos.
Y de vuelta, quise tener un poco de iniciativa, les sugerí que además de vernos en eso, podrían en otro viaje, presenciar mi fertilización por parte de los tres “machos familiares”, les aclaré desde luego que no hay incompatibilidad genérica con papá.
Paul bajó la cabeza y quedó pensativo, miró a Jeanne y ella asintió, adivinando.
“Sofía, nos has encantado, y este tema se ha transformado en un nuevo deseo. ¿sería posible, firmando papeles de consentimiento y de no reconocimiento filial, que yo participe en la fertilización? ¿Vuestras condiciones cuáles serían?”
Ahora fuimos Tommy y yo que nos miramos…”Sííí, podrías participar y a Jeanne podría mirar” , y las condiciones… acerqué mis labios a uno de sus oídos y susurré algo”.
“Así será” dijo Paul.
Y comenzaron a llegar las parejas invitadas al té. Las chicas, en general de entre 30 y 40, los maridos de 45 a 70 digamos. Todas ellas bellísimas, pero todas con bótox o cirugías. Me animo a decir que yo resaltaba por tener todo natural y ni ellas ni yo, tatuajes.
Paul les había advertido que los habíamos visto la noche anterior, pero por códigos sociales, eso no se menciona, solamente mientras se está en el Bois…o en una orgía en algún apartamento exclusivo o en un manoir, o incluso en un chateau. Comimos exquisiteces, conversamos animadamente, y yo invité a las chicas, señoras, mejor dicho, a Montevideo.
Cada una de ellas recibió mi putitarjeta personal, con mi putifono y dirección de red social. Y se interesaron, al punto de que una de ellas, en un aparte tête a tête, me preguntó si en Montevideo el ambiente era liberal como en Paris.
Le expliqué las diferencias, ciudad pequeña, sociedad cerrada… pero que había personas liberales, y que las esposas a veces satisfacíamos las necesidades nuestras y de amigos a cambio de generosos regalos… al mencionarle 2 o 3 k se rio y dijo, en voz muy baja, aquí mi marido me lleva al Bois de Boulogne y a las orgías gratis o por 100€ simbólicos. ¡Creo que visitaremos Montevideo, al menos me sentiré valorada, aunque no necesite de nada!
Nos fuimos con mis hombres a una cena tardía en el Barrio Latino, y el sábado de mañana una rápida visita a Jardines de Luxemburgo y luego a emprender el regreso, llevados al aeropuerto por Charles y el coche de monsieur Paul.
Un viaje de extraordinarias sensaciones, por Ricardo, por Paul y señora por nuevos conocidos, Por la economía y el futuro, y sobre todo por una ciudad de la cual ya conocíamos algo y cada vez amamos más.
¡Hasta la próxima! Besos a todos.