Dominando al hijo de Eva

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T. Lectura: 8 min.

Hola, soy Isabel, tengo 65 años y soy una ama de casa a la que le encanta divertirse. En realidad, estoy disfrutando de un estilo de vida de tipo matrimonio abierto y cornudo. He vivido toda mi vida para hacer realidad todas mis fantasías sexuales, ya que solo se vive una vez y no tengo intención de perderme nada. Llevo cuarenta años casada con mi marido, pero eso nunca ha sido un obstáculo para disfrutar de todo, incluso, al contrario.

La historia que voy a contar sucedió hace varias décadas. Los que hayan leído mi anterior relato sabrán que había dominado a Eva una santurrona de buena posesión social y también me lo había hecho con su criada filipina Elena, quien me confesó que el marido de mi amiga pasaba algunas noches a su cuarto para follarla, lo que no he contado en que eso despertó mi curiosidad por el hijo de la pareja, Román, un joven que hacía poco había cumplido los 18 años, Elena al respecto me dijo:

-No él no me visita, parece que tiene inclinaciones muy espirituales y que quiere ser sacerdote.

De mis tiempos de interna en un colegio de monjas sabía que lo de las inclinaciones espirituales de muchos religiosos era algo más que cuestionable. Así que me decidí a liberar al chico, pocos días después de mi visita a su casa llamé a Eva, me contestó Elena con una voz muy irónica:

-Aquí la residencia de los “…” , dígame.

Le expliqué que era yo y que quería hablar con su señora, ella me respondió:

-Como tú quieras cariño, espero que no tardes en volver a visitarnos.

Llamó a Eva y esta se puso al aparato, le dije que había oído que su hijo estaba estudiando para sacerdote, y que una amiga, que ella no conocía iba a organizar una reunión religiosa y que quería que alguien me instruyera, Eva se ofreció a instruirme ella, por supuesto lo rechacé, no sé si eso la mosqueó, pero sabía que no podía oponerse a mis caprichos y aceptó hablar con su hijo, al rato él me llamó, quiero recordar a los más jóvenes que en esa época el teléfono móvil no existía, las conversaciones tenían que hacerse por el fijo.

Me prometió que esa noche hablaría con él y que al día siguiente me contestaría, acepté y al día siguiente me llamó Eva, su hijo ha aceptado y estaba a su lado para quedar conmigo, conversamos para quedar al día siguiente, durante la conversación tuve la impresión de hallarme frente a un chico tímido, igual lo que le hacía falta era un buen polvazo para soltarse. Quedamos para el día siguiente.

Me preparé poniéndome un vestido muy escotado con unas medias negras, debajo no llevaba nada.

A la hora indicada, con absoluta puntualidad llegó él, comenzó a hablarme de cosas de la Biblia, pero yo me di cuenta de que sus ojos se iban hacia mis tetas que en gran parte estaban a su vista, y yo me preocupaba que lo estuvieran más. Le dejé explicarse un poco y cuando decidí pasar al ataque le dije:

-Oye jovencito, crees que soy tonta, lo dije con un tono que pareciera de enfado, me he dado cuenta de que mientras me hablas de Dios no paras de mirarme las tetas.

-Lo siento señora, dijo el muy avergonzado, le prometo que intentare que esto no vuelva a pasar.

-Que hipócrita eres, dije yo, bueno debería de contarle a todo el mundo, ya sabes que conozco a mucha gente de tu parroquia, y a tu propia familia que mientras hablas de Dios eres un pecador y que no debes de entrar en el seminario.

Él se sentía perdido, en ese momento yo añadí:

-Pero sabes, quiero ayudarte, si haces lo que yo te diga nadie lo sabrá y te enseñaré maneras de vencer al pecado.

Por supuesto con mi oferta el vio el cielo abierto, jajaja, y aceptó, aunque lo vería menos cuando con voz autoritaria le dije:

-Desnúdate.

Me miró horrorizado. Pero yo con voz muy autoritaria dije:

-Estoy intentado ayudarte y no quieres, ¿Voy a tener que contarle a todo el mundo lo libidinoso que eres?

Él, viendo que no tenía otro remedio, se quitó la camisa, debajo llevaba camiseta y luego se bajó los pantalones, llevaba unos calzoncillos propios de un viejo de más de sesenta años, y creyó que con eso me conformaría, pero yo le dije:

-¿Estás de broma? Si yo te digo que te desnudes, quiere decir que te desnudes.

Él se quitó la camiseta, tenía un buen pectoral, después con mucha vergüenza se quitó los calzoncillos dejando al descubierto una polla de mediano tamaño, más grande que la de su padre, pero tampoco para participar en un campeonato de tamaños.

Le ordené sentarse en un sofá del salón, me puse a su lado y mis tetas entraron en contacto con su cabeza él se apartó, yo con un de mis manos cogí su polla y me puse a acariciársela, en ese momento le dije:

-Así que esta es la parte de tu cuerpo que te lleva a pecar de pensamiento.

-Si señora, dijo el con mucha timidez.

Mientras, aunque intentaba acallarlos, los gemidos empezaban a salir por su garganta.

-¿Te la meneas hasta el final?, le pregunté

-Alguna vez, dijo él, pero trato de contenerme, aunque no puedo evitar tocarme.

-Jajaja, dije yo, y ¿En quién piensas mientras lo haces?, ¿En Elena?

-Alguna vez, y otras en chicas y mujeres de la parroquia, me respondió, mientras sus gemidos, eran más fuertes se estaba rindiendo. Y ahora en usted.

-¿Y no te gustaría chupar mis tetas?, le pregunté, ten en cuenta que ya estas pecando así que disfrútalo al máximo.

Mientras mi mano acariciaba su polla, el llevó su boca cerca de mis tetas y comenzó a dármelas besitos en las tetas, yo me saqué una de ellas y le ordené chupármela, mientras con mis manos masturbaba su polla, pero cuando comprendía que se hallaba cerca de correrse paraba, decidí seguir con el interrogatorio:

-Y dime jovencito pecador, además de mis tetas, ¿Qué otras tetas te gustan?

Intento no fijarme, me respondió, pero no puedo dejar de fijarme en algunas, en las que más me fijo son en las de Rosario, una amiga de mi madre, van juntas a la parroquia.

-¿Te la imaginas, con sus tetas al aire y dejante de se las chupes como estás haciendo conmigo?

-No me contestó, pero en su cara se notaba que la idea, por muy pecaminosa que fuera, le encantaba, jajaja, y tuve que dejar de masturbarle para que no se corriera, le dejé en el sillón sentado, y decidí tomar una medida drástica, llené un cacharro con agua y llevándola al salón se la eché sobre su polla.

Su polla volvió a ponerse flácida, y era una pena verla así así que me decidí a calentarle de nuevo, así que le pregunté:

-Bueno jovencito pecador, sigamos con tus pensamientos sobre Elena, alguna vez has soñado que te chupaba la polla.

A la vez que le decía esto arrimaba mi boca a su polla, el volvió a gemir, aunque de nuevo intentara reprimirlo, mientras yo con mi boca daba placer a su polla, el chico de forma muy pasiva ya aceptaba todo lo que yo le hacía, me di cuenta que, como me había pasado antes con mi marido, tenía un esclavo a mis pies. Se la deje de chupar, por miedo a que se corriera, dime:

-¿Quieres que te ayude a no pecar?, ¿A evitar tener malos pensamientos tal y como las monjas del internado a que fui me enseñaron a mí?

Esto era totalmente falso, e incluso fue, al contrario, pero le servía a él para aceptar ante sí mismo a comenzar a andar el camino de sumisión hacia mí.

-Si por favor, señora Isabel, ayúdeme, dijo el a ser virtuoso.

Me daban ganas de reír, pero no lo hice y le ordené:

-Mí reconocerás como tu única guía, y harás todo lo que yo te ordené

-Si señora Isabel, dijo él

-Bien vamos a ver hasta donde llegas, quero que como muestra de humildad beses mis pies.

El agachó su cabeza, sacó su lengua y comenzó a lamer los zapatos que llevaba, tenía su culo en pompa delante de mí y no pude aguantar la tentación, yo que le estaba enseñando el camino hacia la virtud, jajaajaj, así que le ordene dejar de lamer mis zapatos, pero permanecer en posición de cuatro patas, como muestra de humildad, me fui a mi cuarto, busque entre los cinturones de mi marido uno que fuera muy fuerte, y volví al salón, mi perrito, creo que ya podía llamarle así me esperaba a cuatro patas, tal y como le había ordenado.

-Vuelve a lamerme los zapatos, le ordene.

Obedeció de una manera sumisa y resignada y cuando se puso a hacerlo, comencé a golpearle con el cinturón en su culo, el gritó, le dije:

-Esto te ocurre por pecador, por suerte para ti, yo he entado en tu vida.

-Si mi adorada querida señora, es para mí una suerte que tu estes en mi vida, dijo el.

Seguí golpeándole el culo con el cinto, hasta que le dije:

Esto te ocurre por ser un pecador, vamos a conseguir que odies el sexo, para ello te voy a poner algunos ejercicios, túmbate en el suelo,

Le faltó tiempo para obedecer. Me quité las bragas y le dije:

-Muy bien, dije yo, ahora tienes ante tus ojos las dos partes del cuerpo de una mujer que llevan a los hombres al pecado, vamos a hacer un ejercicio para que lo aborrezcas.

Me puse de rodillas encima de su cabeza, mi coño quedó al alcance de su boca y le ordené:

-Para que veas lo asqueroso que es, vas a comerme el coño ahora mismo.

Él abrió su boca y metió su lengua dentro de mi coño y comenzó a moverlo de una forma torpe, pero la verdad es que sentirme la dueña de la situación me estaba poniendo muy caliente y tener un jovencito torpe comiéndome el coño, completamente dominado, me excitaba aún más, me hizo tener un orgasmo, yo me hice la enfadada y le dije:

-¿Ves lo que me pasa, por intentar ayudar pecador libidinoso como tú? Has hecho que pequé, Te mereces un castigo,

-Por favor, mi distinguida señora, dijo él, no me pegué de nuevo, comprendo que soy un horrible pecador.

-Ni hablar jovencito, ponte a cuatro patas.

Cuando lo hizo me di cuenta de que su polla esta dura, al muy cerdo lo que estábamos haciendo le excitaba, mis teorías sobre la supuesta espiritualidad del jovencito eran ciertas, lo que era en realidad el chico era un vicioso reprimido, llevé uno de mis pies hasta su polla y se lo aprete con mi zapato de tacón y le dije:

-Dime ¿Qué significa esto?

Él al darse cuenta de que le había pillado, se sintió avergonzado, o quizá fuera el pensar que iba a ser castigado, el caso es que con voz temblorosa dijo:

-Lo siento mi señora, soy un horrible pecador, pero prometo que esto no volverá a pasar.

-Palabras, muchas palabras, pero sigues siendo un vicioso, un perro vicioso, y como tal vas a padecer por tus pecados

Le até el cinturón al cuello y le pregunté, dime perro en casa, quien saca a pasear a tu hermano canido, el comprendió, que me estaba refiriendo al perro de la casa. Él tembloroso me respondió:

-Normalmente lo hace Elena, la criada filipina.

-Pues a partir de hoy lo harás tú, en señal de humildad.

-Como tu ordenes mi amada guía respondió él.

Quería hacerle un regalo a Elena y así a quitaba una tarea a realizar, decidí hacerle asumir su condición de perro y con el cinturón de mi marido sobre su cuello le hice pasear por toda la casa, cuando me apetecía tiraba de la correa, apretándole el cuello, para que fuera más despacio y cuando quería que fuera más deprisa le daba un patadón en el culo, al rato le dije:

-¿Has comprendido lo horrible que es el pecado?

-Si mi maravillosa maestra, respondió él.

Cuando me cansé de pasear le dije:

-Bueno de momento ya has tenido bastante castigo, pero si vuelves a pecar te lo volveré a aplicar, es necesario que tu instrumento de mear no sea una fuente de pecado. Y para que, a ver si esta vez de verdad comprendes lo horribles que son los pecados de la carne, quiero que me lamas el culo, piensa que por ahí salen los peores excrementos humanos, ese es un sitio que debería de darnos asco, y sin embargo a las mentes libidinosas les da placer.

Me tumbé en el sofá, boca abajo, el estaba de rodillas en el suelo, llevó su lengua a mi trasero, siempre me ha gustado tenerlo limpio porque nunca se sabe si va a tener una que enseñarlo y dejárselo tocar, pero con el chico quería que tuviera la impresión de hallarse ante algo sucio y asqueroso, me di cuenta de que eso le excitaba y cuando introdujo su lengua en el interior de mi culo, la verdad es que sentir su lengua en el interior de mi agujero trasero me calentó de una manera especial y por la forma en que me lo lamia me parecía que su polla debía de estar muy dura, aunque el trataba de que no la viera para evitar volver a ser castigado.

En ese momento se me volvió a ocurrir otra de mis ideas y le dije:

-Oye pecador ¿No estarás otra vez excitado?, ponte de pie.

Él puso muchas objeciones a mi orden, pero insistí y cuando se levantó vi que, nuevamente su polla estaba durísima. La verdad es que estaba bueno, pero no iba a reconocérselo, le dije:

Vaya otra vez con pensamientos libidinosos, te mereces un buen castigo y te lo voy a dar. Ponte de rodillas, me puse de pie delante de el y le ordené acercar su cara a mi coño, él se pensaba que de nuevo iba a chuparme el coño y sacó rápidamente su lengua, pero en ese momento yo solté un reguero de meado que fue a parar a su cara, otra parte se repartió por todo su cuerpo y finalmente otra fue a parar al suelo

-¿Dime cerdo vicioso, le dije gritándole, Pensabas que ibas a comerme el coño de nuevo?, Pues no, parece que eso en lugar de darte asco te gusta.

Y en ese momento me fijé de nuevo en su polla estaba dura, viéndola seguí haciéndome la enfadada:

-Veo que el hecho de que te meen te excita.

-Lo siento ama, dijo él nervioso, no es mi intención, pero todo lo que tu me haces me excita mucho, supongo que soy un gran pecador.

Yo primero me reí y luego le dije:

-Pues como castigo por tu lujuria y para que veas las penas del infierno a que te puede llevar vas a lamer con tu lengua el suelo hasta dejarle limpio de mis meados.

Él se puso a cuatro patas y agachó la cabeza, y como su fuera un perro bebiendo agua de un arroyó, sacó su lengua y se puso a lamer cada una de las gotas de mi meado hasta que el suelo quedó limpio y reluciente. Al verlo le dije:

-Bueno, aunque seas un perro salido, eres obediente.

Le ordené tumbarse bocarriba y alzando uno de mis pies puse la punta de mi tacón sobre su polla y se la aplasté, estuve un poco y le dije:

-Bueno creo que por hoy has tenido suficiente, pero continuaremos trabajando en contener tu propensión a pecar.

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