Cuarteto entre amigas

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T. Lectura: 12 min.

Me llamo María, recién cumplí 18 años y mis amigas y yo lo vamos a celebrar yéndonos a una casa rural de un pueblo de la costa este de España. El viaje estaba planeado por todas y queríamos pasar un tiempo a solas, apartadas de nuestros padres, y más después de estudiar tanto a lo largo de nuestros cursos.

Quienes íbamos éramos:

Raquel, 20 años, es una chica con cabello oscuro largo, cuerpo curvilíneo ya que posee unas caderas impresionantes y unos muslos gruesos, muy envidiables.

Elena, de 19, una rubia muy tímida y de cuerpo esbelto pero muy guapa de cara.

Candela, con 20 años y unas tetas que cualquiera que las vea se le caen lo ojos, las cuales a veces son cubiertas por su pelo castaño. Otra de sus facetas más llamativas son sus ojos claros.

Yo soy una chica de pelo oscuro, y de cuerpo atlético (me encanta ir al gimnasio), mis pechos no son tan grandes como los de Candela pero son de un tamaño normal, lo que más puede destacar de mi es mi culo grande y redondo el cual con un azote puede agitarse con mera facilidad, creedme, está probado.

Las cuatro fuimos en el coche de Candela, quien muchas veces se comportaba casi como si fuese nuestra madre, hicimos dos paradas para comer e ir al baño, nos contamos chismes que nos íbamos enterando o hablando sobre los viejos tiempos, como si fuéramos marujas en un balcón, pero esta vez en un vehículo y con el calor infernal del verano.

Llegamos sin problemas, justo cuando estaba haciéndose de noche, aparcamos, metemos las maletas a la casa y nada más llegar Elena y yo pusimos a preparar la comida que compramos antes de llegar a nuestra nueva casa, la cual por cierto, es de una de las tías de Elena que solo usaba para veranear. Ya cenadas y aseadas decidimos irnos a dormir ya que el viaje había sido agotador.

El siguiente día por la tarde decidimos ir a la playa donde pasamos el rato tanto en la arena como en el mar. Mientras estábamos debajo de nuestra sombrilla a Raquel se le ocurrió una brillante idea:

R: ¿Y si esta noche nos emborrachamos un poco?

Yo: No es mala idea la verdad.

C: Sois unas borrachas -Dijo entre risas-.

R: Venga que hace meses que no tenemos una noche de chicas decente -Insistió ella-.

E: Yo lo veo bien la verdad.

Nos quedamos mirando a Candela para ver qué opinaba esta vez.

C: Venga vale pero no quiero vómitos ni que os paséis haciendo tonterías, que la casa no es nuestra.

Tras tenerlo decidido nos fuimos de la playa a un súper que había cerca de donde estábamos residiendo, entre algunas risas y vaciles decidimos comprar dos botellas de alcohol, uno de Vodka y otro de Puerto de Indias, además compramos cuatro botellas de refrescos, dos de Coca-Cola, uno de Fanta de limón y el último de Fanta con naranja, aclarar que eran botellas de marca blanca ya que nuestro presupuesto no era muy amplio. También decidimos comprar dos pizzas de tamaño mediano para saciar el hambre.

Tras haber pagado todo y llegar el piso dejamos todo sobre la mesilla del salón, el cual podríamos describir de la siguiente manera: una habitación relativamente abierta ya que tanto el salón, comedor y la cocina se encuentran dentro del mismo habitáculo rectangular, la cocina estaba separada por una encimera en isla del resto de la habitación. El salón estaba compuesto de un gran sofá blanco en forma de “L” en cuyo centro había una larga mesilla de madera clara y cristal. También había una televisión grande y que se encontraba encima de otra mesa cuyos lados estaban ocupados por dos grandes estantes.

Por último, el comedor estaba al fondo del todo, siendo este una gran mesa con 6 sillas en total, más allá de este mueble se encontraba el ventanal que daba al balcón, ya que nuestra casa se componía de dos pisos, siendo el piso inferior un garaje interior y el piso superior donde se encontraban el resto de las habitaciones.

Al llegar dejamos el alcohol en la mesilla del salón y las botellas en la nevera, metimos las dos pizzas al horno y cada una se fue a la habitación que compartíamos en pareja para cambiarnos y ponernos el pijama. Yo compartía habitación con Candela, teníamos la suerte de que disponíamos de un baño privado por lo que pudimos cambiarnos a la vez, Raquel se cambió en su habitación compartida con Elena, y Elena se cambió en el baño que estaba conectado con el salón. Las pizzas ya estaban listas, nos comimos varios trozos de las dos mientras veíamos Netflix dejando 6 trozos en total, los cuales metimos en la nevera para el siguiente día.

Llegó el momento, íbamos a hacer reto o trago, nuestra versión alcohólica de verdad o reto en la cual quien no hiciese el reto estaba obligada a dar un trago al cubata. Nos preparamos nuestros vasos.

El juego empezó bien, hicimos varios retos y varias de nosotras bebimos, estuvimos una hora completa hasta que algunas empezamos a notar el efecto del alcohol: yo estaba un poco pedo y se me escapaba la risa muy fácilmente, Candela estaba casi igual que yo aunque ella no se reía tanto como yo, Elena era quien peor estaba, se podía pasar 5 minutos riéndose sin razón alguna y su forma de hablar era muy descoordinada y Raquel era quien mejor estaba de las cuatro, esto debido a que los retos que proponíamos los hacía, siempre ha sido una chica atrevida.

Hasta este momento no he revelado un detalle importante, Candela y Raquel eran lesbianas y Elena bisexual, mientras que yo aún no había explorado completamente mi sexualidad, hasta mis 18 nunca tuve sexo con nadie, solo líos momentáneos con chicos sin embargo las chicas también me atraían, y esa noche fue en la que descubrí mis preferencias. Los retos fueron tornándose cada vez más sexuales, pasamos de “lame los pies de todas nosotras” a “Candela, haz un striptease”, “Elena, siéntate encima de Raquel” y la pregunta, pronunciada por Raquel, que quizás, para mí, empezó todo: “María, lame el escote de Candela”.

Yo en ese momento ni me lo pensé, acerqué mi cara y lamí sus pechos en dirección a su cuello, dejando un rastro de saliva por su teta derecha, todas nos reímos, sobre todo Candela y yo.

En venganza dije “Raquel, dale un pico a Elena”, ella se levantó y le plantó un piquito a Elena. “Candela, siéntate encima de María, pero cara a cara” dijo Elena. Mi amiga, quien estaba sentada a mi lado, me rodeó con sus piernas y se sentó encima de mis muslos, pegando nuestras caderas y teniéndonos cara a cara, bueno, pechos y cara, ya que Candela era más alta que yo y al tenerla encima tenía sus tetas en dirección a mi cara. Tener a Candela encima de mi me ponía nerviosa, pero no de forma negativa, sino porque su presencia se imponía sobre mi de forma sexual, estaba nerviosa pero también algo excitada, tenerla pegada tan a mí y en esas circunstancias…

“María, quítate la camiseta” me dijo Candela con una sonrisa, estuve nada más que unos segundos pensando y me quité la camiseta sin rechistar, dejando mis tetas en sujetador al aire. Raquel se levantó de su sitio, se acercó y dijo: “Candela, quítate el tirante”. Candela se ríe y se lo quita sin pausas, dejando sus grandes pechos expuestos y a centímetros de mi cara, lo único que los ocultaba era un sujetador de copa G, debajo de su teta derecha pude ver un tatuaje de la frase de una canción y por su costado izquierdo dos mariposas.

Elena también se acercó y se puso a un lado de nosotras diciendo: “Candela, quítale el sujetador a María”, separé mi espalda del respaldo quedando más pegada a su magnífico cuerpazo, Candela me desabrochó el sujetador y me lo fue quitando lentamente dejando mis dos pechos a la vista de mis amigas “Pero que tetas” dijo Raquel mirándome los pezones, yo me quedé caliente y roja como un tomate “Hija, estás buenísima yo no sé cómo es que sigues virgen” me dijo Elena.

Yo me sentí un poco expuesta pero con esos comentarios fui tomando confianza, me tocaba decir un reto pero debido a los nervios no se me ocurría nada, entonces el turno se lo pasaron a Candela: “María, quítame el sujetador”. Estaba boquiabierta, me quedé mirándola fijamente mientras las otras dos estaban en silencio expectantes de lo que iba a pasar.

M: ¿Segura?

C: Sí, quítame el sujetador.

Agarró mis dos manos, las dirigió a su espalda, con mis dedos desabroché su sostén y fui quitándoselo dejando totalmente a la vista sus dos grandes pechos, no podía dejar de mirarlos, eran como si sus pezones me estuviesen devolviendo la mirada, de los grandes que eran con cada mínimo movimiento que hacía Candela estos se movían, también se caían en direcciones opuestas, eran preciosos, sobre todo porque la huella que había dejado el bikini tras tomar el Sol le daba un toque más sexy. “Tócale las tetas” dijo Elena mirándome, fui con mis dos manos y achuché ambos pechos, eran muy suaves y voluminosos, las agité y apreté, me estaba quedando hipnotizada.

“María, pon tu cara entre sus tetas por diez segundos”, obedecí, Candela puso sus manos sobre mi cabello empujando mi cara contra su pecho, cerré los ojos y sentía sus pechos a cada lado de mi cabeza, podía oler su cuerpo perfumado con vainilla, la suavidad de su piel e incluso el palpitar de su corazón. Al terminar, me separó y dijo Candela: “María, bésame”, “Sí” respondí yo, se encorvó, puso sus mando en mis mejillas y nos pusimos a besarnos, fue lento, húmedo y muy excitante, compartimos saliva y respiración, su cara contra la mía, sus pómulos contra mi nariz, su pintalabios mezclándose con el mío, no quería que ese beso acabase.

Candela empezó a frotar su cuerpo contra mí y a soltar ligeros gemidos. Bajé mis besos a su cuello, ella bajó sus manos y me agarró las tetas, yo en respuesta agarré su culo y volví a besarla.

Me di cuenta de reojo que Raquel estaba grabando con su móvil, pero me dio igual, Elena estaba impactada con lo que estaba pasando.

Tras un largo, excitante y pasional beso Candela se separó y me dijo “¿Quieres seguir?”. Yo, con mis pezones endurecidos y la cara roja asentí con la cabeza mientras me mordía el labio inferior, “Pues desnúdate”. No me lo pensé, me quité las chanclas y los shorts que tenía puestos dejándome en tanga. “No puede ser” dijo Raquel mientras con una mano sujetaba el móvil y con la otra tapaba su expresión de sorpresa. Al final me quité el tanga dejándolo a un lado de donde estaba sentada, Candela apartó la mesilla, se arrodilló en el suelo delante de mi, me abrió las piernas y acercó su cara a mi vulva.

C: Que bonito tienes el coño María.

E: Ay no puede ser tía -Dijo Elena tapándose la boca con ambas manos-

C: María, ¿quieres que te coma el coño? -Dijo Candela mirándome con sus ojos.

M: Si por favor.

Con la punta de su lengua comenzó a explorar mis labios, primero por fuera y luego por dentro, dejando sus babas tras su paso. Besó mi vulva, la lamió, saboreó y comenzó a juguetear con mi clítoris. Raquel acercó la cámara de su móvil a mi coño grabándolo todo como si fuese una peli porno lésbica.

Mi respiración fue agitándose cada vez más conforme Candela iba aumentando el ritmo de su oral, su lengua se movía muy rápido y empecé a gemir dejando la vergüenza a un lado mientras con una mano empujaba su cabeza contra mi coño y con la otra me apretaba las tetas. Mi torso subía y bajaba al ritmo de mi acelerada respiración y mis piernas se cerraban solas apretando así la cara de Candela con mis gruesos muslos.

R: ¿Te está gustando? -Preguntó Raquel mientras me acercaba el móvil a la cara-.

M: Me está encantando, me está encantando ayyy.

R: Ya no eres virgen cariño.

Raquel se acercó a mi cara y comenzó a besarme lentamente mientras yo temblaba de la excitación. Intenté seguir los movimientos de sus labios, el ritmo de sus besos, acaricié su costado levantando ligeramente su camiseta. Ella dejó de grabar, se apartó y se fue quitando la ropa mientras manteníamos contacto con las miradas, ya totalmente desnuda se abalanzó hacia mí para volver a besarme pasionalmente. Raquel y yo estábamos sudando, pasé mi mano por todo su cuerpo, por sus tetas, su espalda, su cara, su coño, su culo. Raquel se separó un poco y miró a Elena quien tenía la mirada perdida ante todo lo que estaba pasando.

R: Ven Elena, hagamos que su primera vez sea única.

Elena se desnudó completamente, se acercó a mí y empezó a besarme también, Raquel me estaba succionando una de mis tetas y Elena me estaba agarrando de la otra apretando mi pezón. Luego las dos empezaron a besarse enfrente de mí, compartiendo saliva y metiéndose lengua mientras en el fondo veía a Candela aún comiéndome el coño y mirándome de reojo. Me acerqué a las chicas y nos dimos un beso de tres, entrelazamos nuestras lenguas y juntamos nuestros labios chocándonos entre nosotras con nuestras narices.

Candela dejó de comerme el coño y se unió al beso que reforzó nuestra amistad. Empezamos a besarnos entre nosotras por separado y turnándonos unas con otras, nuestros besos eran lentos, húmedos, cariñosos, entre risas nos mirábamos y rozábamos nuestras pieles con confianza.

La primera con la que me besé fue Raquel, quien fue muy intensa; luego Candela, que me besó con mucho cariño y compartió miradas y risitas pícaras; luego Elena con quien tomé mucha iniciativa ya que era casi tan inocente como yo; otra vez Candela, Raquel me giró la cara y me besó de nuevo tras ella terminar me fui con Elena y así continuamente, intercambiando saliva, rozando nuestras pieles, mezclando nuestras femeninas voces con gemidos y risas tímidas y compartiendo miradas…

Tras acabar nuestro beso casi ritualístico decidimos ir al dormitorio donde descansábamos Candela y yo ya que la cama era más grande. Elena se tumbó la primera, Raquel la besó, bajó a su coño para comérselo. Candela y yo estábamos de pie muy juntas besándonos sin parar, sus pezones hacían contacto con los míos, ella me metía su rodilla entre mis piernas para hacer roce con mi vulva dejando su pierna derecha mojada con mis fluidos, me agarraba del culo y me azotaba suavemente.

Tomamos una pausa para ver a Raquel comerle el coñito a Elena con muchas ganas, ella lo estaba disfrutando, gemía suavemente y temblaba mientras empujaba con sus manos la cabeza de Raquel contra sus labios.

M: Venga, ahora me toca comérmelo a mi -Le dije a Candela-.

Me besó de nuevo, se tumbó al lado de Elena, me arrodillé al borde de la cama, puse mi cabeza entre sus muslos para ver mejor el postre que me iba a comer. Era una vulva muy bonita, carnosa y algo rosadita, era perfecta. Pegué mi boca con sus labios y comencé a mover mi lengua contra su vulva haciendo movimientos sobre todo cerca de su clítoris. Mis vistas eran ella, me veía rodeada por sus piernas y mirando en dirección a su hermoso cuerpo tumbado en la cama con sus tetas cayéndose a los lados de su figura. Ella gemía con la misma intensidad que lo hacía Elena, tras un rato gimiendo ellas dos se besaron y siguieron gritando de placer.

Puse mis manos sobre sus muslos para que me apretase más y aumenté la intensidad de mi oral haciendo que ella se agitase mucho más intensamente. Raquel se acercó a mí, me besó y me hizo señas para que le comiese el coño a Elena intercambiándonos de pareja, la hice caso: puse mi cabeza entre sus piernas y pegué mi boca a su coño para comérselo con la misma intensidad que con Candela con la única diferencia de que Elena hacía presión con sus manos empujándome contra su coño.

De tanto comer coño se me estaba quedando la cara mojadísima y se me resbalaba la boca entre sus labios con mucha facilidad, por lo que me puse de pie, metí mis dedos dentro de Elena y comencé a masturbarla con un movimiento rápido de dedos. Ella empezó a agitarse más que antes, se besó de nuevo con Candela y comenzó a gemir más alto que nunca llegando ella a un orgasmo que la hizo temblar las piernas y soltar un pequeño chorro que me mojó la mano entera.

Dejé que Elena descansara, me subí a la cama para besar a Candela mientras estaba siendo masturbada por Raquel.

M: Buena chica, buena chica -Le dije a Candela mientras me miraba con ojos vidriosos y una expresión de placer-.

Raquel terminó con Candela, quien estaba satisfecha, temblorosa y muy excitada. Nos miramos todas riéndonos, estábamos muy sudadas, la luz se reflejaba en nuestras pieles y el pelo lo teníamos horrible y húmedo. Raquel se acercó a mi para besarme lentamente, pasar su lengua por mis labios y compartir los fluidos que habíamos saboreado. Me susurró al oído “vamos a hacer la tijera…”, cruzó sus húmedas piernas con las mías haciendo roce entre nuestros muslos, juntó su coño con el mío y empezó a frotarse conmigo mientras me miraba: su mirada era… decisiva, pasional y muy seductora.

Comencé a moverme yo también contra ella, era muy torpe pero me adapté a sus movimientos y pude seguirla el ritmo, mis tetas botaban sin parar, nuestros labios resbalaban sin problema alguno por nuestros fluidos mezclados con sudor, gemí alto, temblé y casi lloro del placer. Candela se acercó a mi durante el acto, me besó, lamió mi mejilla, me comió las tetas y volvió a besarme. Elena se puso al lado de Candela para besarla.

Ambas, sentadas muy juntas, comenzaron a masturbarse dedeándose mutuamente mientras nos miraban hacer la tijera. Yo aumenté el ritmo y Raquel hizo los mismos, nuestro suave roce se convirtió en un frotamiento violento y muy sonoro, mis gemidos ahora eran gritos de placer, yo estaba llegando al orgasmo hasta que sin predecirlo solté una gran squirt a ráfagas que mojó casi todo el cuerpo de Raquel.

Me caí rendida y temblorosa dejándome tumbar con las piernas abiertas, Raquel no tardó ni un segundo en abalanzarse sobre mí y besarme como una loca, casi como si me estuviese comiendo la boca, pero en sentido literal. Luego puso sus dedos dentro de mí y empezó a masturbarme, yo en respuesta la abracé fuerte clavando mis uñas en su espalda y comencé a gemir alto cerca de su oído mientras casi todo su pelo sudado caía sobre mi cara mojada. Solté otro squirt que dejó una línea de chorro sobre la cama y mojó parte del suelo de la habitación.

Mis ojos estaban en blanco, mi cuerpo tenía espasmos. Raquel, aún encima de mí, me abrazó dejando todo su peso caer sobre mí en señal de que ella también estaba cansada. Pasamos un buen rato así, abrazadas, con los ojos cerrados, compartiendo el calor y el sudor de nuestros cuerpos.

Ella se apartó tumbándose al lado, yo me puse de cuclillas a un lado suyo, pasé mis manos por todo su cuerpo: la cara, el cuello, sus tetitas, el vientre… hasta llegar a su coño. Candela se puso al otro lado de Raquel para besarse con las dos por turnos mientras que Elena se tumbó con su cabeza debajo de mi coño para hacerme un oral. Comencé a masturbar el coño de Raquel con mi mano derecha mientras que con la otra la pasaba por todo su cuerpo acariciándolo y pasando por todas sus curvas. Tanto Raquel, Candela y yo compartíamos miradas pícaras y largos besos que nos calentaban.

Elena pasaba su lengua por todo mi coño hasta llegando a mojarme el ano, donde ella hacía movimientos circulares que me hacían cosquillas. Aumenté la intensidad de mis dedos, Raquel respondió con más gemidos y un movimiento corporal más intenso, nos mirábamos, su cara era de placer, asentía mordiéndose los labios, yo quería que ella tuviese un orgasmo.

Tras un dedeo intenso que fue subiendo de intensidad progresivamente, Raquel tuvo un orgasmo muy tembloroso que la dejó casi afónica por el grito que soltó. Saqué mis dedos mojados y se los metí en la boca de Candela para que los saborease, ella sin descaro, practicó una pequeña mamada a mis dos dedos centrales mientras se reía y me miraba.

Elena seguía comiéndome el coño, aplasté su cara contra mi vulva y comencé a frotarme con su cara. Candela se volvió hacia atrás para comerle el coño a Elena y Raquel se levantó para besarme suavemente el cuello. Los gemidos de Elena me excitaban también el coño, su oral aumentó de ritmo y yo sentía que un orgasmo se acercaba, abracé a Raquel, comencé a soltar gemidos cada vez más sonoros hasta que solté un chorro que mojó la cara de Elena casi ahogándola. Estaba cansada, solté varios suspiros, cerré los ojos y seguí abrazada a Raquel pero con menos intensidad.

Hasta ese momento y tras casi tres horas de sexo intenso las cuatro estábamos cansadísimas, por lo que nos tumbamos a en la cama, muy juntas, teniendo yo a mi derecha a Candela y a mi izquierda a Raquel quien a su otro lado tenía a Elena. Candela y yo estuvimos besándonos tranquilamente, compartiendo saliva y suspiros hasta que poco a poco el sueño me fue ganando.

Me desperté la primera de las cuatro, lo primero que vi fue una espalda con marcas de arañazos y un poco sangrada que estaba cubierta parcialmente por una melena negra. Me di la vuelta a mi derecha, teniendo de frente a Candela con su cara muy cerca de la mía y sus tetas caidas hacia el colchón. Me levanté sentándome en la cama, estaban las tres dormidas, unas junto a otras en pareja, bajé la mirada al culo de Raquel y recordé todo lo que habíamos hecho la noche anterior, miré la cristalera del balcón que estaba semi abierta y por la cual entraba la brisa mañanera. Me tumbé de nuevo, estuve un rato reflexionando sobre lo que ocurrió ayer.

Entre mi silencio y la sedosa brisa rozando mis pezones mis tripas rugieron. Me levanté, fui a la cocina, abrí la nevera y fui calentando un par de trozos de pizza que quedaban de ayer (si, un desayuno muy poco saludable pero es lo que había más a mano). Mientras los trozos se calentaban estuve mirando el salón y rememorando algunos momentos de ayer, vi el móvil de Raquel y me acordé del video que hizo. El microondas pitó, saqué el plato con los trozos y esperé a que estos se enfriasen un poco. Oí pisadas desnudas salir de la puerta de nuestra habitación, giré mi mirada y vi a Raquel acercándose hecha un desastre pero con una sonrisa en la cara.

R: ¿Qué tal está mi niña?

Me puse de pie y nos besamos como si fuésemos novias de toda la vida.

M: Tu móvil está ahí.

R: Ostias.

Al cogerlo se acercó a mí, lo desbloqueó y lo primero que abrió fue el video de anoche, lo reprodujo y vimos como Candela me comía el coño mientras yo gemía con los ojos cerrados, sudorosa y el con mis tetas agitándose por el temblor de mi cuerpo y tras ello el beso que nos dimos Raquel y yo, pausándose el video tras unos 7 minutos. Raquel y yo nos miramos y reímos, compartí uno de los trozos con ella y nos lo fuimos comiendo mientras hablábamos sobre todo lo que ocurrió ayer, acabando así esta inolvidable experiencia.

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