Este es un relato real. Nombres y algún detalle cambiado. Pero todo el relato sexual es verídico y de mis experiencias.
Sandra era una chica mayor que yo, de unos 38 o 39 años en ese entonces, yo en ese año, 2020, tenía 30 años. Ya les contaré como conocí a Sandra en otro relato.
Yo era un hombre casado, y como verán en los posteriores relatos, tenía varias amantes, entre las que, Sandra se destacaba por sus enormes pechos, y su capacidad multiorgásmica.
Llevábamos alrededor de un año viéndonos como amantes, a escondidas, cosa que a ella no le molestaba para nada, conocía, respetaba y disfrutaba de su condición de amante. Teníamos sexo increíble, e incluso ya habíamos hecho un trío con otra de mis amantes (en otro relato les cuento).
Debido a que es mi primer relato, me describiré. Soy alto, mido 1,91, moreno con un buen físico, hombros anchos, y unas piernas bastante trabajadas, físico bastante atlético, aunque un poco descuidado debido al trabajo y el gusto por la buena mesa, pero bastante atractivo. Poseo una buena verga, 18 cm y bastante ancha. Siempre la destacan mucho por su grosor, teniendo un muy bien largo igualmente.
Sandra era una mujer blanca, pelirroja, aunque no natural, con unos senos enormes, masivos, muy buenas piernas, buen culo, una piel suave y tersa, con unos pocos kilos de más, que le suman atractivo, y una zorrita muy rica, y bastante apretadita. Le gustaba el sexo duro, y era multiorgásmica, del punto, en que podía acabar mientras me la chupaba, o incluso mientras la cacheteaba. Porque si, le gustaban las cachetadas.
Desde que empezamos a ser amantes, me pidió que la cacheteara, en la cara, con una fuerza notoria, no para volarle un ojo, pero si considerable, si lo hacía muy despacio, me pedía más fuerte. Yo hasta ese momento, nunca había hecho algo así, pero rápido me acostumbré y empecé a disfrutarlo. También le gustaba que le pegará en los senos, que como eran enormes, rebotaban de una manera deliciosa ante cada bofetón a mano abierta.
Luego me pidió que le escupiera, en la zorra, en las tetas, en la cara, y principalmente en la boca, abría la boca para recibir mi saliva y tragarla.
Las sesiones sexuales que teníamos una o dos veces en la semana eran increíbles…
Me la chupaba con muchas ganas mientras se tocaba y tenía varios orgasmos (más de alguno incluso sin tocarse), mientras yo la jalaba del pelo para que me mirara hacia arriba y escupirle la cara y la boca, mientras tragaba mi saliva le daba una cachetada, y así continuamente. La nalgueaba, la tocaba y cacheteaba en la cara y teta constantemente mientras me la comía entera. Luego la acostaba, le comía esa zorra bien húmeda mientras tenía varios orgasmos más y yo le pegaba en las tetas, y a ratos me dirigía a su cara para darle unas cuantas cachetadas, y escupirla.
Le chupaba, golpeaba y masajeaba las tetas sin descanso, eran increíbles. La penetraba suave, a veces fuerte, mientras ella tenía más orgasmos, y cuando me tenía la verga bien embarrada con los jugos de su zorra, se la sacaba y la hacía limpiármela con la boca. Nunca usamos condón, por lo que, no me podía venir dentro de ella, así que le acababa en la boca o en las tetas… cuando acababa en sus tetas, le hacía lamerlo con su lengua, sus tetas eran tan grandes que llevaba sin problemas a limpiarlas con su boca y a chuparse los pezones. Constantemente le hacía chuparse uno mientras yo chupaba el otro.
Era maravilloso cuando terminábamos, porque ella quedaba con las nalgas rojas, las tetas rojas, la cara roja y llena de escupe y semen.
Pero todo fue escalando, cada vez pedía más cachetadas y más escupe. Y empezó a pedir que la insultara, que la tratara de puta, de zorra, de que era mi juguete, que era un pedazo de carne para mi placer. Yo nunca había hecho eso, pero siempre había querido hacerlo. La primera vez que la insulte así, acabo sin tocarse, de una manera muy fuerte, temblaba y se retorcía mientras yo la escupía, la cacheteaba y le decía que era una zorra que tenía que darme placer, le pellizcaba las tetas mientras le decía que eran mías, mis juguetes de placer, que su boca estaba hecha para ser follada por mi verga. Se retorcía y gemía mientras acababa la muy zorra.
Pero luego, las cosas subieron de nivel. Les cuento en el siguiente relato.