La enfermedad de mi hijo (3)

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Tiempo de lectura: 10 minutos

Hola a todos, soy Manuela y esta es la continuación de la historia de la enfermedad de mi hijo. Dije que la tercera parte iba a ser la última, pero es tan larga que he decidí separarla en dos con el objetivo de facilitaros la lectura y que podáis disfrutar mejor de esta historia. Eso sí, prometo que la próxima será la última parte de esta historia.

Llegado el día de marcharme mi maleta ya estaba lista con todo lo necesario para el viaje. Mi hijo también tenía un pequeño bolso de deportes con sus cosas listas, unas camisetas, un pantalón de chándal y unos calzoncillos de recambio. Terminamos de desayunar y en el coche de camino a casa de Marta hablamos.

―Te lo vuelvo a repetir hijo, ella es uróloga, trabaja en el mismo hospital que yo así que sabe lo que hace, además tiene bastante experiencia; así que si necesitas algo no dudes en decírselo que te ayudara.

―Está bien mamá no te preocupes que ya me has dicho esto 4 veces.

―Ya lo sé hijo, pero es que no me voy muy tranquila sabiendo que estas enfermo y que necesitas ayuda. ¿Todavía no eres capaz de masturbarte solo?

―No. Lo intenté esta mañana y conseguí hacerlo durante unos minutos, pero a medida que me acercaba al momento final me dolía más y más.

―¿Y cuando te lo hago yo no te duele?

―No porque tú lo haces con suavidad y cuando utilizas la boca no siento ningún dolor.

―Vaya. No te preocupes en cuanto acabe la conferencia vengo aquí directamente y te ayudo yo, así ya no necesitas a nadie más, pero de momento estarás con Marta y con la abuela una semana así que pórtate bien, no les causes muchos problemas y sobre todo…

―Si necesito cualquier cosa se lo digo a Marta o a la abuela ya lo sé mamá.

―Bien.

Llegamos a casa de Marta y tras saludar estuvimos hablando unos minutos nada más porque yo me tenía que ir ya de viaje:

―Bueno Dani puedes ir a dejar tus cosas en la habitación si quieres y luego hacer lo que quieras, dijo Marta.

―Vale gracias.

―Bueno Marta pues me tengo que ir, pero antes te dejo el número de mi madre para que estéis en contacto cuando queráis y así os poneis de acuerdo en donde ira Dani y eso ¿vale?

―Vale ahora lo apunto. No te preocupes por tu hijo, yo estaré con el todo el fin de semana, ya sabes que no tengo hijos y que la casa esta vacía siempre así que me vendrá bien tener a alguien para no sentirme tan sola.

―Me alegro que la presencia de Dani te ayude. Te aviso de un par de cosas. Bueno el tamaño de su miembro ya lo conoces visto que ya lo has visto pero te aviso que cuando llega al orgasmo sus chorros de semen son bastante fuertes así que igual puede mancharte o manchar el suelo.

―Es normal que salgan así, están comprimidos porque se producen en cantidades grandes así que cuando sale, sale con más presión de lo normal no te preocupes tendré cuidado.

―Bueno pues me voy, cuídamelo bien y cualquier cosa me llamas.

―Vale guapa que tengas un buen viaje y puedes estar segura de que lo cuidaré bien.

―Te debo una Marta. ¡Adiós hijo! —Dije gritando desde la puerta.

―¡Adiós mama! —Respondió mi hijo

Sali de la casa de Marta con una sensación de satisfacción porque sabría que iba a estar bien pero también de tristeza por no poder ayudar a mi hijo en estos momentos difíciles para él.

Arranqué y puse rumbo a la autopista donde me esperaba un largo viaje.

―Bueno Dani vamos a ver, te voy a hacer unas preguntas para ver como estas desde la última vez ¿vale? —Preguntó Marta.

―Vale, —respondió mi hijo.

―¿Cuando fue la última vez que liberaste semen?

―Ayer

―¿Lo hiciste solo?

―No, me ayudó mi madre.

―¿Aun no eres capaz de hacerlo solo?

―No, me duele mucho y no siento ningún placer.

―¿Cuando fue la última vez que lo hiciste solo?

―Hace varias semanas ya.

―Ahora si no te importa vamos a ver como están tus testículos y vemos si siguen hinchados ¿vale?

―Vale, —dijo mi hijo poniéndose en pie.

―¿Te puedes quitar la ropa?

―¿Todo? —Pregunto mi hijo

―Hombre pues te voy a ver los testículos así que mínimo los pantalones y los calzoncillos.

―Vale entonces me lo quito todo ya que estamos.

―Yo lo que quiero es que te sientas cómodo, puedes estar tranquilo y tu madre y yo nos conocemos mucho y tenemos mucha confianza así que puedes considerarme como si fuera tu tía. Siéntete libre de hacer lo que quieras y de pedirme lo que quieras.

―Vale gracias, —dijo mi hijo mientras se quitaba la ropa.

―Aun no consigo acostumbrarme a tu tamaño. Ya he visto muchos penes en mi vida por mi trabajo, pero el tuyo impresiona.

―Eh… gracias creo.

―Jaja de nada. Bueno vamos a ver, —dijo Marta observando los testículos de mi hijo y palpándolos con la mano.

―¿Y bien?

―Están un poco hinchados sí que es verdad, pero menos que la última vez, eso quiere decir que vas mejorando poco a poco. Sin embargo, creo que los calzoncillos que llevas te aprietan mucho y no es bueno.

―Es que solo tengo de este tipo, no tengo más holgados ni nada.

―Pues no pasa nada, te lo quitas y te pones solo el pantalón si quieres con nada debajo.

―Ah vale.

―¿Sientes la necesidad de masturbarte ahora mismo?

―No, ahora estoy bien, pero creo que más tarde tendré ganas y…

―No te preocupes vamos a hacer lo siguiente: cuando quieras hacerlo te dejaré solo un momento y lo intentaras y si te duele o no lo consigues me avisas y te ayudo.

―Vale.

―Bueno pues si quieres ahora puedes ver la tele o hacer lo que quieras mientras yo preparo poco a poco la comida ¿te parece?

―Vale, si necesitas ayuda dímelo.

―Gracias eres un cielo.

Marta se fue a la cocina a preparar la comida, pero se fue muy caliente por la vista del pene semi erecto de Dani y por lo cerca que estaba. Hacía mucho tiempo que no había tenido un pene en casa, aunque aún dudaba de sus intenciones, no sabía si solo debía ayudar al joven Dani o si por el contrario debería intentar algo más y satisfacer sus ganas de sexo. Finalmente prefirió ayudar de momento y ver cómo evoluciona la situación poco a poco.

Mientras tanto Dani no se sentía a gusto con el pantalón vaquero que llevaba pues no llevaba calzoncillos visto que la doctora Marta se los desaconsejo. Entonces decidido cambiarse de pantalón y ponerse el único pantalón de chándal que tenía en su bolso por lo que debería aguantar todo el fin de semana con ese pantalón. Llego la hora de la comida y Dani fue a la cocina para ayudar a Marta a preparar la mesa. Después de comer fueron al salón a ver la tele tranquilamente, pero Dani empezaba a sentir como poco a poco las ganas de masturbarse le llegaban. Unas horas más tarde y con una erección ya bastante notable fue Marta la que le pregunto si todo iba bien.

―Creo que ya tengo que liberar… eso… ya sabes.

―Jaja tranquilo, no dijimos que tenemos confianza, puedes hablar utilizando las palabras que quieras. ¿Te quieres masturbar verdad?

―Si.

―Bueno pues si quieres yo me voy a mi habitación y te dejo aquí intentándolo y cuando acabes me llamas.

―Vale lo intentaré.

Marta se fue a su habitación muy caliente sabiendo que Dani iba a jugar con su amigo de 26 cm a unos metros y que si no lo consigue tendrá que ayudarle ella misma. Se sorprendió al sentirse mojada de la excitación y no tuvo más remedio que tocarse un poco esperando a que Dani acabe de hacer lo mismo. Al cabo de unos minutos en los que Marta sentía placer y Dani dolor Dani llamo a la doctora.

―Dime cielo.

―Es que… veras… no lo consigo, me duele mucho. Siempre que me acerco me duele.

―Bueno tranquilo que yo te ayudo, —dijo Marta mientras poco a poco se acercaba al miembro erecto de Dani y lo cogía con las manos.

―Tus manos están calientes.

―Eh… si es que estaba doblando la ropa en la habitación, —dijo Marta ruborizada.

Su mano empezó suavemente a subir y bajar del miembro imponente de Dani y sin darse cuenta ya lo tenía metido en la boca. Empezó a lamer suavemente y con ritmo y se metió de golpe hasta donde pudo, cubría con su boca más de la mitad del miembro de Dani, algo que ella misma costaba de creer mientras su lengua jugaba. Mientras con la mano lo masturbaba suavemente. Dani gemía suavemente a cada lamida de Marta.

―¿Te duele? —Preguntó Marta

―No no para nada, cambia mucho cuando lo haces tú, yo me lastimo mientras que cuando lo haces tú me da mucho placer. Por cierto, dice mi madre que te avise cuando esté cerca así que te aviso ya, ya que no estoy muy lejos de correrme.

―Vale, cuando quieras.

Marta seguía metiéndose en la boca ese pene casi hasta la garganta y cuando sintió que Dani se arqueaba y estaba cerca de explotar saco el miembro de su boca y después de unas sacudidas se corrió abundantemente sobre la cara, los pechos y la mano de la doctora.

―Vaya, tu madre sí que tenía razón, te corres mucho y fuerte.

―Lo siento, te he manchado entera

―No te preocupes, un poco de agua y se va, además el semen es bueno para la piel —dijo Marta en tono bromista.

Se fue al aseo y lo primero que hizo fue cerrar la puerta con pestillo, quitarse toda la ropa y meterse bajo la ducha. Aun con rastros de semen en la cara de la doctora Marta empezó a tocarse ya que estaba demasiado caliente tras lo sucedido con Dani. No tardó mucho en llegar al clímax, luego se limpió todo el semen que aún tenía en la cara y se relajó unos minutos bajo el agua caliente.

Al acabar se secó y salió a cambiarse a su habitación. Al acabar se puso una camiseta holgada blanca que dejaba a la vista sus curvas por primera vez. La mujer de 52 años conservaba aún muy bien sus pechos y sus curvas. No estaba rellenita ni había tenido hijos por lo que tenía un cuerpo mucho más joven que su edad.

Le tocaba a Dani entrar a la ducha y relajarse un poco. Acababa de vaciar una gran cantidad de semen y se sentía mucho más tranquilo. Después de unos minutos salió y se puso otra vez el mismo pantalón de chándal, no le quedaba otra visto que ya no tenía ningún otro pantalón que no le doliera sin calzoncillos.

―¿Te has puesto el mismo pantalón?

―Si es que no tengo otro pantalón de chándal, pensaba estar durante el día con los vaqueros y dormir con el de chándal, pero como me has dicho que no es bueno para mi llevar calzoncillos pues no puedo ponerme vaqueros porque me rozan y me duele.

―Claro es normal, el problema es que mañana es domingo y las tiendas estarán cerradas. Bueno pues no pasa nada, aguanta con este pantalón esta noche y mañana ya veremos lo que hacemos.

―Vale.

―Yo me voy a dormir ya que estoy algo cansada, pero si necesitas la mínima cosa o si te duele o algo no dudes en despertarme, —dijo Marta.

―Vale te avisaré si pasa algo. Por cierto, te quería preguntar, he traído conmigo la play y ahora mismo no voy a dormir, te importa que juegue un poco.

―Para nada, estas de vacaciones así que disfruta, además mi habitación está lejos así que no te tienes que preocupar por el ruido ni nada, juega y pásatelo bien, como si estuvieras en tu casa.

―Gracias —dijo Dani dándole un beso de buenas noches

Marta recordaba todas las cosas sucedidas durante el día y se sentía aun caliente pero decidido no tocarse y dormir pues realmente estaba cansada.

El día siguiente empezó como acabo el anterior, mi hijo jugando a la consola mientras desayunaba y Marta completando unos informes del hospital. Hacia calor y mi hijo decidió ir a ducharse mientras yo llamé a Marta por teléfono:

―Hola Manuela ¿que tal el viaje?

―Bastante cansada, pero he llegado bien y estoy en el hotel descansando, mañana empieza la primera parte de la conferencia así que hoy voy a aprovechar y descansar. ¿Qué tal estas tu? ¿Y cómo esta Dani?

―Bien gracias, los dos estamos bien, de momento sin problemas. Ayer no pudo hacerlo solo así que le ayudé, pero sin embargo hay algo que me gustaría decirte. Los calzoncillos de tu hijo le aprietan dada la enfermedad que tiene.

―Ya, pero son los calzoncillos que a él le gustan, se siente cómodo así.

―Lo entiendo, pero tiene los testículos hinchados así que cuanta menos presión sienta en esa zona mejor será.

―Entiendo, menos mal que estas aquí para decirme estas cosas, tengo mucha suerte de tenerte como amiga.

―No digas eso estoy segura que harías lo mismo por mí. La cosa es que tu hijo solo ha traído un pantalón de chándal, los demás le rozan cuando no lleva ropa interior y por eso no se los pone, ayer estuvo con ellos casi todo el día, durmió con ellos y ahora se acaba de ir a la ducha y al salir creo que se los volverá a poner. No sé muy bien que hacer porque sabes que los domingos las tiendas están cerradas y no puedo comprarle ningún pantalón ni calzoncillos holgados.

―Ya veo… Bueno pues si no te molesta dile que esté desnudo. En casa hay días que esta desnudo todo el día así que no será nuevo para él. A menos que te moleste.

―Que va mujer para nada, es su casa.

―Gracias. Bueno pues dale un beso de mi parte y cuídate, te llamara mi madre esta noche para concretar los detalles de mañana.

―Vale perfecto, un beso cuídate.

Marta fue a la ducha y desde la puerta pregunto si podía entrar a lo que Dani dijo que sí. Le explico que su madre había llamado y que le había dicho de quedarse desnudo como hace en casa a lo que Dani dijo que si a ella no le molestaba a él tampoco.

Al salir Dani se sentó en el sofá desnudo y con su pene flácido, pero con una talla más que envidiable. Dani dijo que no era justo, que se sentía mal estando desnudo el solo:

―Es que en casa estamos desnudos los dos, mi madre y yo, y ahora me siento solo estándolo solo yo —dijo Dani en tono de broma.

―Bueno pues entonces nos ponemos en igualdad de condiciones para que te sientas mejor, —dijo Marta quitándose la ropa ella también revelando unos pechos de una buena talla, aunque un poquito caídos y unas curvas más que apetecedoras.

―Jajaja ya pero ahora voy a tener un problema más grande

―Jajaja mucho más grande por lo que veo, —dijo Marta refiriéndose a la erección de Dani.

Estuvieron viendo la TV un rato y después de comer se repitió lo mismo del día anterior solo que esta vez la doctora Marta prefirió empezar ella misma sin tener que irse a su habitación. Así pues, empezó a masajear suavemente el miembro de mi hijo que por entonces ya estaba completamente erecto. Se lo metió suavemente en la boca, mordió su cabeza y jugo con la lengua provocando los gemidos de Dani. Cuando tenía el pene ya bien mojado con la saliva de Marta, esta lo puso entre sus pechos y empezó a subir y bajar a un buen ritmo.

―Es la primera vez que me hacen esto, —dijo Dani.

―Entonces disfruta. ¿Te gustan mis tetas?

―Mucho

―Entonces imagina que las estas follando —dijo la doctora bastante caliente.

―Mmmm son suaves.

―A ellas también les gustas —dijo Marta tocándose suavemente el clítoris

―¿Quieres que te ayude yo a ti como tú a mí?

―Con mucho gusto —dijo Marta abriéndose de piernas para facilitar la entrada de los dedos de Dani.

Marta llevaba muchísimo tiempo sin tener sexo así que llego rápidamente al clímax. Dani aun no había acabado así que mientras la doctora seguía masturbándolo Dani decidió que era hora de hacer un 69 y comerle todo a Marta. Mientras mi hijo saboreaba su manjar Marta volvía a llegar al clímax.

―¡¡Siii!! ¡¡Que bien lo haces!! ¡¡Mete tu lengua más profunda!! ¡¡Me corro!!

―Yo también estoy cerca.

―Vamos, dame toda la leche que tienes dentro, sácala toda, ¡¡lléname de leche con tu pollón!!

―¡¡Toma!! —dijo mi hijo llegando al orgasmo

Marta se sorprendió cuando sintió un chorro de semen golpear su garganta, mi hijo se había corrido tanto que le salió un poco de semen por la boca y fue a parar a sus pechos. Nunca había tragado tanto semen en sus 52 años de vida. También era la primera vez que llegaba tan fuerte solo con la lengua.

―¡Madre mía, me has llenado! ¿Nos duchamos?

―Vale —dijo Dani mucho más relajado.

En la ducha, los dos cuerpos pegados y el agua caliente hicieron que a mi hijo se le volviera a poner dura.

―Que buenos sois los jóvenes, siempre dispuestos a ayudar jaja —dijo Marta bromeando

Se inclino un poco hacia adelante y poco a poco empezó a meterse el miembro de mi hijo en su cueva. Cuando entro todo soltó un grito tremendo.

―¡Aaaaghh!

―¿Te he lastimado? —Pregunto Dani

―¡Ni se te ocurra parar, ahora dame! ¡Dame con tu polla hasta lo más profundo de mí! ¡Rómpeme si hace falta, pero no pares de follarme fuerte!

Empezó un mete saca a un ritmo frenético y demoledor que estaba volviendo loca a Marta. Cambiaron de posición varias veces y tras unos 30 minutos y 2 orgasmos de Marta se acercó el de Dani.

Marta con una voz ya agotadísima pero llena de placer dijo:

―Córrete en mi boca que me lo quiero volver a tragar, me ha encantado así que antes de acabar mete tu tremenda polla en mi boca y suéltalo todo.

―Ahí va, abre la boca que vengo.

―Dame leche… dame leche.

Dani se corrió en la boca de Marta, esta vez menos semen que hacia 30-40 minutos, pero aun así era suficiente para que Marta jugara un poco con el antes de tragarlo. Terminaron de ducharse y se secaron juntos.

―Tengo que prepararme algún día para que me la metas por detrás pero hoy no porque necesitaré más tiempo para prepararme. Tengo que estar bien dilatada porque debe doler.

―Cuando quieras me avisas.

―Tranquilo que te avisaré jaja.

Así acabo el fin de semana con Marta, llamo mi madre, la abuela de Dani y Marta le dijo que mañana antes de ir al hospital lo llevaría a casa de la abuela por lo que la abuela le dio su dirección. En la noche estaban los dos agotados de tanto sexo y se fueron a dormir pronto.

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