Había conocido a Ale, la madura en una aplicación de citas.
Desde el inicio me dijo: “Tengo 55 y me gustan jóvenes, ¿tienes problema?“
Y yo le dije que tenía 34 y me encantaba coger maduras.
Tuvimos una cita, donde en un café descaradamente nos estábamos tragando a besos, hablando de sexo y yo le mostraba fotos de mi verga, mientras ella me decía que estaba muy mojada y me sobaba la verga llena de baba por encima del pantalón.
Le insistí que fuéramos a mi departamento a 5 minutos de ahí y no quiso, que lo dejáramos para otra ocasión con más tiempo.
Pasó un mes y no se pudo concretar.
Ale tenía 55, melena corta, chaparrita delgada, con poco culo y tetas pequeñas, una boca deliciosa y una actitud muy sexosa.
Era una mujer petite. Yo de 180, cuerpo atlético y una verga de 20 cm tan gruesa como mi antebrazo.
Una tarde me dijo que fuera, salí de la oficina y me fui directo hasta su casa en un municipio a una hora (por el tráfico de la CDMX).
Tan pronto llegué le di unos besos.
Su casa era muy grande y tenía una terraza con vista a la ciudad.
Subimos y ahí me saqué la verga durísima y la puse a mamármela mientras yo veía las estrellas.
Después la puse de pie, le bajé los jeans y poniéndome atrás de ella, así parados, le metía la punta mientras masajeaba sus tetitas por encima de la blusa.
Me pidió que siguiéramos en la cama.
Así que fuimos a su cuarto y ahí si nos desnudamos completamente.
Le pedí que me pusiera el chocho en la cara e hiciéramos un 69.
Tenía la vagina con algo de vello, y yo disfrutaba mucho comérsela, pasamos mi lengua de su pucha a su culo y le comía todo mientras ella se ahogaba con mi verga. Hacía el intento por comérsela toda, pero mi verga era prácticamente como un brazo suyo.
Provoqué que se viniera en mi boca y le pedí que se montara en mi verga, aunque le era muy difícil. Su tamaño tan pequeño le impedía montarse completa en mi verga sin tener dolor.
Me puse encima de ella y entrando apenas la mitad me vine dentro de ella.
Bajamos a su cocina a tomar vino y comer algunas cosas que preparó para picar. Yo estaba en bóxers y ella en bata.
Estuvimos hablando, nos acabamos la botella de vino, sentados en unas sillas altas de barra de cocina.
Me acerqué a ella, me bajé el bóxer y de pie, mientras ella estaba sentada, abrí sus piernas, la comencé a besar y a meterle la verga. Lubricada por su excitación y mi semen entró fácil, pero de nuevo solo la mitad. Cada que intentaba meterla más comenzaba a quejarse del dolor.
Así estuvimos ella arriba de la silla alta y yo de pie, penetrándola hasta que se vino y yo de nuevo eyaculé dentro de ella.
Limpió mi verga con su boca y terminamos.