Esclavo de mis dueñas Olga y Bea (1)

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Conocí a Bea, en una residencia de mayores dónde yo trabajaba hace 4 años.

Yo tengo 29 años y Bea 26. Me llamo Carlos. Los dos vivimos en la provincia de Madrid.

Bea vive en Getafe, con una amiga suya que se llama Olga y que tiene también 26 años, como ella.

Yo vivo sólo en Illescas, un pueblo de la provincia de Toledo, cercano a Madrid.

Todo comenzó un día que el gerente nos hizo coincidir un fin de semana, en cafetería.

Yo había trabajado algunas veces de camarero, cuando tenía 19, 20, 21 años…

Sabía hacer los cafés, llevar la bandeja, conocía un poco el oficio…

Bea sin embargo no tenía experiencia.

Ese fin de semana, afortunadamente no hubo excesivo trabajo y todo más o menos salió bien.

Bea trató de ayudarme un poco, pero yo que tenía más conocimientos en el tema de servir cafés, fui quien más trabajó en esos días.

A mí Bea me gustaba, es bastante atractiva, morena, pelo largo, bonita sonrisa, alta, delgada, buen tipo.

Yo la verdad es que no le dejaba hacer mucho, prefería hacerlo yo y que ella se sintiese relajada y tranquila.

Quitando varios momentos puntuales, no tuvimos mucho trabajo y pasamos muchas horas del día charlando.

A Bea le agradó que yo no le pidiese mucha ayuda. Me confesó que odiaba la cafetería… pues no era la primera vez que le tocó cafetería, aunque sí era la primera vez que coincidió conmigo allí.

El caso es que a partir de ese fin de semana que trabajamos juntos, nos veíamos más, nos hicimos más amigos y con el transcurrir de los días, al salir juntos una tarde de la residencia, yo me ofrecí a llevarla a su casa. Bea aceptó y la dejé dónde ella me dijo.

Esa misma operación se repitió varias veces… Y uno de los días que yo le acerqué a su casa, le dije que le invitaba a un café…

Y Bea me dijo que no podía… que vivía con Olga, pues eran pareja, me confesó que era lesbiana y que Olga la tenía siempre muy controlada y no quería entretenerse mucho, pues Olga rápido le montaba una trifulca.

Yo me quedé extrañado de que Olga la controlase, pues Bea tiene mucho carácter… Y se lo dije.

Y Bea me contestó: Es que no conoces a Olga, cuando se pone borde, no hay quién la soporte.

El tiempo siguió trascurriendo, Bea me fue conociendo mejor. Vio que yo soy bastante sumiso, que ella me iba dominando bastante bien de forma light, pero bien… Y un día me dijo que me iba a presentar a Olga.

Por lo visto ella ya le había hablado a Olga de mí. Y le había dicho que yo era muy manejable, muy sumiso y Olga decidió querer conocerme.

Una tarde que salimos juntos Bea y yo, la llevé a su casa y Bea me invitó a sabir para presentarme a su pareja Olga.

Me la presentó, la verdad es que Olga es muy linda, muy femenina, muy actual y moderna… Y pronto me di cuenta que era quien llevaba las riendas en su relación con Bea, pues se le notaba bastante dominante desde el primer momento.

Empezamos a hablar de todo un poco… y cuando le dije a Olga que vivía sólo en Illescas, ella me dijo:

-¿Y cómo haces para limpiar, trabajar y atender tu casa?

Yo le dije que organizándome principalmente. No saliendo por ahí… Y dedicándole tiempo a la casa.

El caso es que le caí bien a Olga, y quedamos para ir un día a mi casa Bea, ella y yo.

Tuvo que pasar un tiempo, pero ese día llegó.

Era un sábado, habíamos quedado en que les iba hacer un arroz valenciano.

El tema es que yo tenía que ir a recogerlas y después llevarlas, pues ellas no tenían coche.

Ese sábado fui a por ellas a eso de las 12 y media. La verdad es que no tuve que esperarlas, ya estaban las dos preparadas.

Nos fuimos a Illescas, enseguida llegamos… Y les invité a tomar algo, allí en una taberna que yo conozco.

Ellas se tomaron un vino, yo una cerveza y pronto subimos a mi casa.

Yo lo había limpiado un poco más a fondo que de costumbre. A las dos, a Bea y a Olga les encantó.

Tres habitaciones, dos baños, la cocina y un trastero abajo del piso.

En el salón abrí una mesa, para poder comer los tres a gusto. Me puse con el arroz, mientras ellas veían la tele y degustaban un aperitivo que les puse con queso, jamón y vino.

Luego les serví el arroz, tanto a Bea cómo Olga les encantó. Y Olga me confesó que es a ellas no les gusta nada la cocina, pues manchan mucho, luego hay que recoger todo y les es un trabajo muy ingrato.

Yo les confesé que a mí sí que me gusta la cocina, pero que no me compensa muchas veces cocinar para mí sólo…

Seguimos hablando…Y Olga me preguntó: ¿Y tú, cómo es que no tienes pareja?

Yo le dije que había salido con una chica 4 años, desde los 21 hasta los 25. Ella me dejó, lo pasé fatal y desde entonces me centré en mí mismo.

Le confesé que soy bastante sumiso ante la mujer y que no me vale cualquier chica por muy linda y bella que sea… Que lo que necesito es un tipo de mujer con carácter, autoritaria, que me sepa dominar…

Olga me dijo: Coño, yo soy así… y le dijo a su chica: ¿ Verdad Bea?

Bea asintió.

Continuamos hablando, y Olga me confesó que a ella le encanta mandar. Que a Bea la quiere mucho y que no la puede dominar cómo ella quisiera… Pero antes de conocer a Bea salió con una chica tres años menor que ella y la hizo su esclava particular…

Esa chica vivía con sus padres, en la calle Lagasca, era muy pija, me comentó Olga. Se había enamorado de mí y me regalaba perfumes, bolsos, zapatos… Me trataba cómo a una reina. Yo la dominaba a placer…

Una Semana Santa, sus padres se fueron a Granada y ella se quedó en Madrid. Fueron 4 días impresionantes…

Ese mismo miércoles que sus padres se fueron a Granada, Vero (Verónica) me llamó, me dijo que fuera a su casa, yo fui…

Tuve un montón de orgasmos viendo a Vero arrodillada a mis pies lamiendo mi coño, besando y lamiendo mis pies, totalmente sumisa, entregada.

Me corrí una y otra y otra vez en su boca… Disfruté como nunca esos tres días seguidos con Verónica en su casa.

Cuanto peor la trataba, la muy zorra más y más se desvivía por mí. Yo tampoco es que sea una sádica. Pero sí le di varias bofetadas, le pellizqué los pezones, la tuve sin poder correrse un montón de tiempo y la muy puta se moría por complacerme.

Nunca he vuelto a tener una relación así.

Ese mismo sábado, cuando ya por la noche les dejé en su casa… Olga me dijo que quería que les diera un masaje en los pies a ella y a Bea.

Yo acepté encantado… Y justo ahí empezó mi sumisión con ellas.

Bea, al principio fue más benevolente conmigo. No me dominaba como lo hacía Olga.

Ese primer día, no ocurrió nada especial, les masajeé los pies a Bea y a Olga, se los besé, se los lamí, pero no pasó nada más…

Con el tiempo fuimos quedando, y Olga sí empezó a dominarme de forma más contundente.

Empezó a querer que fuera muy a menudo a su casa, pues así les limpiaba el baño, les cocinaba, les limpiaba el polvo, les hacia la cama…

La verdad es que trabajaba más en casa de ellas, que en la residencia.

Cada dos por tres… Me aparecía el mensaje de Olga en el WhatsApp para ir a su casa, y allí ella bien se ocupaba de tenerme ocupado con varias cosas.

Yo, nada más entrar en su casa, tenía que arrodillarme y besar sus pies. Con Bea no lo hacía.

Pero con Olga tenía esa obligación. A Olga le trataba de usted y tenía que arrodillarme siempre en su presencia.

Un día yo les estaba preparando una pizza en la cocina y vi pasar a Olga hacia el cuarto de baño… Yo seguí con lo mío… Y al salir Olga del baño, entró en la cocina y me dijo: Esclavo ¿Cómo va esa pizza?

-Ahora mismo se la sirvo mi ama. Contesté yo.

Olga me da un tremendo bofetón y me dice: ¿Por qué no te has arrodillado? ¿No sabes que ante tu ama tu obligación es siempre arrodillarte?

-Yo caí de rodillas suplicando su perdón. Olga se envalentono viendo mi sumisión… Me mandó descalzar su zapatilla y entregársela. Obedecí…

Y Olga con la zapatilla en mano me abofeteó la cara repetidas veces, ordenándome arrodillarme siempre ante ella, sin excusa.

Tuve la suerte ese día, que Bea que escuchó los primeros zapatillazos en mi cara, enseguida vino desde el salón y de alguna manera convenció a su amiga, para no castigarme mucho…

Le preguntó: ¿Que te ha hecho Carlitos?

Y Olga le contestó, qué no me había arrodillado ante ella.

Bea quitando hierro al asunto le dijo: Es que aún no está acostumbrado a servirte de esclavo. Perdónale estos primeros días…

Y Olga le contestó: Ahora es cuando hay que ser dura con él. Un árbol, cómo no lo endereces al principio… no lo enderezas nunca. Él sabe que soy su ama, su dueña y que ante mí tiene que arrodillarse y rendirme pleitesía.

Ese día me fui a mi casa con la cara calentita. Pero sólo era el comienzo de una esclavitud muy personalizada en Olga.

Es verdad que Bea también me dominaba, incluso me castigaba algunas veces, pero nunca cómo lo hacía Olga.

Cuando llegó el mes de julio del 2022, yo había cogido las vacaciones. Bea y Olga las cogían en septiembre…

Olga me mandó estar con ellas la primera semana. Ya tenían confianza conmigo, obviamente sabían dónde trabajaba, como soy…

Y Olga me dijo que esa primera semana me quería en su casa de día y de noche.

Yo acepté y cómo mi cumpleaños es el 2 de julio, Olga quiso hacerme un regalo… Y me compró para mi cumpleaños una jaula para mi pene.

Me obligó a ponérmelo ese mismo día, y obviamente ella se quedó con la llave.

Yo sinceramente me sentí muy incómodo… Lo pasé bastante mal sobre todo los primeros días…

Para mí fue espantoso.

Sabía que existía eso… pero jamás pensé que lo iba a utilizar en mi propio pene y para nada me imaginaba que me iba a molestar tanto.

Ellas se iban a trabajar y yo tenía que quedarme en el piso, barriendo, fregando, lavando, quitando el polvo, limpiando todo su calzado, arreglando su habitación, limpiando a fondo los baños…

La verdad es que tenía un montón de trabajo.

Con Bea, todo iba bien. Aunque ella también me ordenaba cosas y me exigía… No era ni mucho menos como su amiga Olga, a quién yo empezaba a temer… Pues no era igual ir de vez en cuando a su casa y aceptar su dominio…

Qué estar las 24 horas del día sometido a su inmenso poder.

Aunque Olga no estuviera en casa, yo tenía que cocinar para ellas, yo tenía que poner la lavadora, colgar a secar sus ropas, fregar y limpiar su cuarto de baño, tener todo su calzado impecable y reluciente… etc… Y todo el día con la molestia de esa jaula que era súper humillante para mí.

También existía otro hándicap… y era que a las tres y media, solía llegar a casa Olga y Bea, muchas veces no regresaba hasta las 6 y media de la tarde. No siempre era así, pues dependía del horario que tuviera… pero si ocurrió varias veces…

Incluso en varias ocasiones Olga me ordenó ir a recogerla con el coche.

Desde que llegaba Olga, hasta que regresaba Bea, yo me sentía intranquilo, indefenso, pues Olga a veces me dominaba muy tajantemente.

Siempre trataba de humillarme a costa de la jaula que me regaló… Me decía que me la iba a quitar si me portaba bien, yo hacía todo para que me la quitara, pero luego no me liberaba de ella.

Desde que Olga entraba a su casa, yo tenía que estar súper atento, pues a la mínima ocasión Olga me abofeteaba o me castigaba a placer… Y yo sin el apoyo de Bea, lo pasaba fatal.

Me gustaba ser esclavo de ellas, era algo que me había ilusionado siempre, poder estar sometido a los pies de una mujer. Ahora incluso eran dos mujeres a quienes me tenía que someter…

Pero yo no soy masoquista. No aguanto mucho el dolor físico, no me gusta. Tampoco me gusta estar con esa jaula que me priva de poderme correr… y es molesta mucha veces. Odio que me dé zapatillazos en la cara con su zapatilla Olga. Sé que es mi ama, mi dueña, que tiene todo el derecho a hacerlo, pues entre dentro de nuestro acuerdo de esclavitud. Pero esa semana se me hizo eterna.

Si es verdad que al cuarto día Olga por fin me abrió la jaula de mi pene y pude volver a ser persona.

Pero antes tuve que soportar cantidad de vejaciones, humillaciones y malos tratos, sobre todo por parte de Olga.

Ya no es que me tuviera horas enteras de rodillas besando y lamiendo sus pies, mientras veía una película o una serie que a ella le gustara.

Ya no es que me humillara, cómo hacía normalmente al venir de su trabajo y entrar en su casa… Ahí, inmediatamente yo me tenía que arrodillar, besar sus pies, descalzar sus zapatos o sus deportivas, calzarle sus zapatillas caseras… Y lo primero que hacía Olga, era pasar revista a la casa, para ver si había hecho bien, lo que ella me había ordenado.

Yo mientras ella inspeccionaba la casa, tenía que ir a su lado de rodillas, besando sus pies constantemente… Cada vez que se paraba, ya fuera en el baño o en el comedor o en su habitación… Yo tenía que inclinarme hasta sus pies y besarlos continuamente hasta que ella volviese a caminar.

Cuando le apetecía, paraba y por la más mínima tontería me abofeteaba o me castigaba según su capricho.

Recuerdo una vez que entró en el cuarto de baño, yo como siempre la seguí a cuatro patas, como un perro, como ella me exigía… Se paró de repente frente al espejo del baño, yo rápidamente comencé a besar sus pies… ella retiró su pie de mi boca y me dijo: Mira… mira como está mi cepillo de dientes…

Yo no lo había tocado. Estaba dentro de un vaso, como siempre…

Yo por más que lo miraba, no encontraba nada anormal.

Entonces Olga, movió con su dedo el palillo de dientes una milésima… Prácticamente ni lo tocó. Y me dijo: Así es cómo tiene que estar…

Yo me quedé anonadado, pues vi que casi ni lo tocó.

Pero más anonadado me quedé, cuando me dijo: Ves, hoy no quería castigarte y ahora me obligas a tener que hacerlo.

Yo arrodillado a su lado le dije: Pero mi ama, si yo no he tocado su cepillo de dientes, eso estaba así y yo no me he atrevido a tocarlo…

De repente ella me da dos bofetadas y me dice: Cállate perro, me da igual lo que hayas tocado o no. Me apetece castigarte y eso basta.

Ve a por tú cuaderno de castigos….

Yo fui a por mí cuaderno y me mandó escribir: “Tengo que aprender a obedecer y respetar a mi ama, dueña y divina señora Olga”

-Esa frase me la copias esta noche 200 veces. No quiero que te acuestes hoy, sin haberme copiado la frase 200 veces… Por supuesto de rodillas.

Yo le dije, pero mi ama, si yo no he hecho nada…

Y Olga me dijo:

-Ahora por protestar, quiero que me la copies 300 veces… ¿Te queda claro?

-Sí mi ama, perdón mi dueña, cómo usted mande y ordene…

-Así me gusta perro, que seas obediente con tu dueña. Y hoy estás castigado sin cena también. Si te portas bien, quizás te deje comer alguna de mis sobras… ya veremos…

Ese mismo día, cuando vino Bea, después de saludarse las dos y contarse sus cosas, escuché desde la cocina cómo Olga le decía a Bea, que no me tuvo que castigar, por desobediente y por qué le falté al respeto… Bea le dijo: ¿Que Carlitos te ha faltado al respeto?

-Así como te lo cuento, le dijo Olga. Y añadió…- Le dije como quería que estuviera siempre mi cepillo de dientes, y me empezó a poner excusas, que él no lo había tocado, que si patatín, que si patatán… Y al final me he visto obligada a castigarlo y me va a copiar esta noche una frase 300 veces.

Bea dándole un beso a Olga, le contestó: Has hecho muy bien, así aprenderá a saber quien manda en esta casa…

Seguidamente Bea entró en la cocina dónde yo estaba y dónde había visto todo… Y Bea me dijo:

-Así que hoy Olga, te ha tenido que castigar…

-Sí, lo siento mucho le contesté yo. Lógicamente no quería que Olga se volviese a enfadar…

Y quise dar por zanjado el tema.

Pero Bea me dijo: Ve y pídele perdón de rodillas, que yo te vea…

Yo me fui para el salón dónde estaba Bea sentada en el sofá, me arrodillé ante ella y le rogué y le supliqué que por favor me perdonara.

Olga me dio una bofetada y me dijo: Cállate indeseable, eres un puto perro y no ya sabes que no te voy a perdonar.

Me vas a copiar el castigo 300 veces de rodillas y quiero que me escribas aparte una carta dónde me pidas humildemente perdón. No voy a tolerar que me desobedezcas… Tienes que aprender a respetarme, a saber que aquí lo único que vale es lo que nosotras te digamos… Lo que tanto Bea cómo yo te ordenemos…

Yo lo pasé fatal esa noche, pues tardé casi cuatro horas en copiar el castigo, pues cuando no me dolía el brazo de escribir, me dolían las rodillas, pues no estaba acostumbrado a estar tanto tiempo arrodillado.

Este es el comienzo de una esclavitud que a día de hoy aún perdura…

Continuará.

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1 COMENTARIO

  1. Muy buen relato. Una forma casual de llegar a la Ginarquía. Una pena que no se detallen los puntos del acuerdo de esclavitud, espero que se desarrollen en próximos capítulos. Carlos es afortunado, ha encontrado la forma de vida que en el fondo deseaba, no puede pretender limitar el poder de las Mujeres que se han prestado a educarle. No importa si le gusta el dolor o no, es un derecho de Olga (y también de Bea que esperemos se anime) a aplicar castigo, no solo para corregir comportamientos sino cuando le apetezca por diversión. Esperemos que pronto Carlos entienda que su culo es usable por sus dueñas.

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