Hacía quince días que Gregory, el profesor de baile me había lastimado el ano, sin maldad. Fue por lo estrecho de mi orificio.
Fueron pequeñas fisuras pero dolorosas
Con dieta adecuada y crema cicatrizante. Pronto todo volvió a la normalidad. Habíamos acordado y sellado con un beso que seríamos pareja en la intimidad.
Ayer volví a recibirlo al profe en mi casa pero por primera vez como su novia.
Me latía el corazón imaginando nuestro encuentro. Muy nerviosa.
Sentía mariposas en el estómago y cosquilleo en la zona anal.
Me vestí muy nena, como me encanta hacerlo.
Un brassier de encaje rojo con relleno para mejorar mis pequeños senos. Remera de licra roja y muy corta. Pollera blanca de tenis con una braguita hilo dental de encaje.
Zapatillas blancas de lona con un poco de taco.
Mis piernas desnudas. Toda depilada completa. Un poco de color en los labios y aros grandes en las orejas. Primera vez que lo esperaba a Gregory siendo mi novio en la intimidad.
En la calle nos saludamos como amigos.
Ya instalado en casa.
Compartimos música, caricias y besos con Gregory. También hice sexo oral hasta tragársela casi toda. Disfrutaba sus lengüetazos en mi culito. Y chupaditas a mi pequeño pene. Aún tengo poca experiencia en recibir trozos grandes en la cola. O quizás sea estrecho por mi complexión pequeña. Siempre me pregunto.
Luego de franela unos cuantos minutos, los dos estábamos calientes y ansiosos. Él quería devorarme pronto.
Su miembro, estaba totalmente erecto. Con su glande adornado con una gota brillante en la salida de su uretra.
Yo muriendo de ganas por sentirlo en mis entrañas.
-¡Te deseo todo mía! ―Me decía Gregory apretándome las nalgas o mis pezones.
-¿Te sientes bien? ¿Quieres que lo intentemos? ¿O esperamos más tiempo? Me dijo dulcemente mirando mis ojos.
Debí esperar quince días, para permitirte introducir un dedo, ¡me muero de ganas! Mi amor
Respondí, y continúe: -Intentemos hacerlo papito… ¡soy tu novia y también deseo sentirte muy adentro!
Me abrazo fuerte y me llenó de besos la cara, las orejas y la boca.
Él, había traído un vídeo para mirar juntos. Quizás para excitarme.
Luego de cenar, comenzamos a reproducir el vídeo. “Un morocho vergón, sodomiza a su antojo a un chico pelirrojo menudo.” Nos reíamos de cómo lo había embestido al chico el gigantón. Luego el pelirrojo reía a su lado y permanecía abrazado a él sin ningún gesto de dolor.
Mientras bebíamos un exquisito licor al café. Se puso roja mi cara por efecto del alcohol y sentí deseos de ser muy mimada. Besada como una chica, atendida por su novio.
Gregory rodeaba con sus brazos los míos; apoyando mi espalda en su pecho y el culo en su verga ya dura. Lentamente fue quitándome la ropa, hasta quedar únicamente con la braguita. Yo hice lo mismo con él. Desvistiendo su cuerpo. Hasta que quedamos casi desnudos abrazados sobre el mullido sillón.
Gregory fue al baño y regresó con una toalla para colocar debajo de nosotros y el lubricante que usaremos para que no me duela cada vez que hagamos el amor.
Saboreaba yo su imponente verga, introduciendo casi todo su largo hasta mi garganta.
Cuando intentaba meterla toda en la boca, su grueso cilindro de carne morena me impedía mover la lenga. Me babeaba por las comisuras y me provocaba arcadas. Debía sacarla para respirar. Su hermosa verga morena estaba muy hinchada y mojada. Yo la mantenía aferrada entre mis dos manos; como un trofeo valioso.
Él jugaba con mis pezones y lubricaba mi ano con dos dedos untados en gel.
Luego de unos minutos. Estando de pie, él frente al sillón del amor. Levantó mis piernas hasta ponerlas sobre sus hombros.
Su lengua lamió mis bolas, mi entrepierna y la poco dilatada puerta estrecha. Fue bajando mis piernas hasta su cintura y sentí su falo apoyarse entre mis nalgas. Muy suavemente hizo centro. Y el glande muy caliente, hinchado y duro; con suavidad se abrió camino en mi intimidad. Fue casi sin dolor. Luego el bombeo acompasado y mis suspiros hasta adaptar el esfínter al grosor de su verga.
Cobraba velocidad su mete y saca profundizando con cada golpe.
Yo estaba embriagado de deseo por sentir a mi hombre, más el efecto del licor. Todo hacía la delicia de sentirme una hembra deseada y bien cogida por su novio.
El morderme los labios de placer, mis gimoteos y mi pequeño pene erecto cuál un clítoris grande, lo motivaban a continuar metiendo su miembro hasta el tope en mis entrañas.
Me embistió con fuerza muchos minutos. Mi esfínter vencido por su fuerza de macho, lo recibía pasivamente, gozando mucho
Constantemente Gregory me decía palabras tiernas y me besaba el cuello. Me sentía en una nube; todos mis sentidos estaban en devorar con ansias su sexo. Recibía caricias y palabras llenas de mimos.
La rigidez en el cuerpo de mi novio sujetando fuertemente mi cintura. Su falo metido al tope en mis entrañas y el sonido gutural que se le escapó cuando me inyectó su semen caliente; indicaban su eyaculación.
Al sentirlo venirse en mi interior profundo, también brotó semen de mi pene. Semen que bajo deslizándose por mi entrepierna hasta el desbocado ano.
Me volteé de costado buscando una posición cómoda para los dos.
Quedé acurrucado entre sus brazos, de espalda a su pecho. Mientras un hilo de su descarga comenzaba a salir lentamente de mi ano. En mi entrepierna se juntaron nuestros fluidos. Logré humedecer dos dedos en nuestros jugos y lo llevé a mis labios disfrutando el sabor de nuestro amor.
Permanecí con las piernas recogidas sobre el pecho. Mis nalgas semi abiertas y el roce de su piel volvían a revivir mis deseos de ser penetrado. Permanecimos en silencio bastante tiempo.
Su respiración lenta producía una leve brisa en mi nuca y cuello.
Con su boca mordía levemente mi oreja.
Su verga en crecimiento se apoyaba en mi culito húmedo. Y continuaba creciendo al tiempo que lo abría a su medida.
En minutos, la hermosa cabeza bordó presionaba el esfínter volviendo a intentar estar toda metida en mí.
Gregory me indicó ponerme a horcajadas en un apoyabrazos del sillón.
Apoyó su cara en mi culo. Separó con sus manos los cachetes de mi cola y llegó con su lengua a lamer y jugar en el ano, deseoso de sus mimos.
El esfínter se volvió dócil, húmedo y caliente.
Así, parándose por detrás. Me ensarto a fondo. Se movió fuertemente entrando y saliendo totalmente. Luego la metió rápidamente sin causarme molestia. Sino una sensación de entrega total y de dominio de él sobre mi cuerpo.
Comenzó a gestarse un orgasmo anal. Temblaba y me recorría una sensación de corriente eléctrica desde el ano hasta el pene.
Sentía o imaginaba mi ano muy dilatado.
Comencé a gemir de placer y a venirme cuando Gregory me giro e introdujo su verga en mi boca y se descargó. Con mi lengua acaricie esa cabezota que comenzaba a perder rigidez expulsando a chorros su néctar blanco.
Llevé una mano a mi cola y me causó alegría tocar el ano tan abierto y sin dolor.
Luego nos quedamos dormidos sin higienizar.
Yo de costado con las piernas levemente dobladas. Él pegado a mi espalda con su pene apoyado en la separación de mis nalgas.
Así permanecimos dos horas, embebidos en nuestros jugos. Disfrutando el estar juntos. Recobrando fuerzas.
Durante esa noche llegué a tener dos orgasmos más. Fue nuestra pequeña luna de miel.
Me hizo gozar mucho. Sin dolor.
¡Me sentí su mujer y lo disfruté!
Me encantó que lo digas sintiéndote una chica.
Nuestra sexualidad es única de cada individuo
Disfruta y cuéntanos!!!.