Cuando Dani se despertó, Marta ya estaba en la cocina con el desayuno listo ya que tenía que desayunar, llevar a mi hijo a casa de mi madre y luego marcharse al hospital. Dani se puso el pantalón vaquero, aunque le rozaba pues era lo único que tenía.
―Buenos días Marta.
―Buenos días campeón, ¿que tal has dormido?
―Muy bien gracias. ¿Por cierto, antes de llevarme a casa de la abuela podrías llevarme a casa para que coja más pantalones de chándal? Porque este ya está sucio y los demás pantalones me duelen.
―Claro, podemos ir a tu casa en un momento y coger lo necesario y luego te llevo a casa de tu abuela.
―Gracias
Así pues, desayunaron, pasaron por mi casa para coger un poco de ropa para Dani y rápidamente se marcharon a casa de la abuela que no está muy lejos de mi casa, pero esta más bien a las afueras del pueblo donde vivimos.
Ahí va una descripción de mi madre: Mi madre se llama Carmen, tiene 64 años ya que me tuvo a mí con 18 años, mide 1.65 más o menos ya que hace mucho que no se mide. No es una mujer muy gorda, tiene el peso normal para su edad, tiene un culo bastante relleno y unos pechos muy grandes, más grandes que los míos, pero un poco más caídos, aunque no mucho. Por lo demás es una mujer de mente abierta también, pero creo que no tanto como yo ya que ella vivió en otra época bastante más estricta que la de hoy en día. Vive sola pues mi padre falleció hace unos años y ella no quiere estar con nadie más.
Llegaron Marta y mi hijo a casa de mi madre sobre las 9 de la mañana. Después de unas palabras entre la doctora y mi madre en las cuales le decía que Dani no tenía que llevar calzoncillos pues eso le apretaba y tenía que vestir pantalones holgados que había traído en el bolso de deportes y que si estos se agotaban era mejor que estuviese desnudo pues no es bueno que mi hijo tuviera la zona genital apretada.
―¿Vaya, tan grave es? Mi hija me dijo que no era muy grave, pero supongo que dijo eso para no asustarme.
―Bueno, tampoco es tan grave, pero hay cosas que tiene que hacer y ropa que tiene que evitar para que se mejore y ya se le cure.
―Y no hay nada que yo le pueda cocinar y que él se tome para que se cure.
―No, lo siento, pero lo que tiene que hacer es vaciar el semen que su cuerpo produce y así poco a poco se le quitara. Calculo que en unos 10 días o así podrá volver a mi consulta y podré decir exactamente si se le paso completamente o no.
―Vale, has sido muy amable al cuidar de mi nieto este fin de semana, ¿estas segura que no quieres que te prepare algo de comer para que te lo lleves?
―No señora se lo agradezco, pero ya comeré en el hospital, de hecho, me tengo que ir porque se me hace tarde.
―Está bien, cuídate y gracias una vez más.
―De nada, y no lo dude, si pasa algo o tiene alguna pregunta no dude en llamarme al número que ya le di. Dani también lo tiene por si lo pierde o algo. Adiós y salude a su nieto de mi parte.
La doctora se marchó a su trabajo y Carmen se fue a hablar con Dani.
―A ver cuéntame, ¿qué tengo que hacer y cómo y cuándo?
―¡Como! ¿Pero no te lo ha explicado mamá?
―Si, algo me ha dicho, pero bueno no lo recuerdo muy bien, más o menos si, pero prefiero que me lo recuerdes tu así estoy segura de no cometer ningún error.
―Es que me da vergüenza decírtelo…
―Eres mi nieto, cuando tu madre se iba a trabajar te cuidaba yo, te duchaba cuando eras pequeño, te daba de comer, te vestía, hacía de todo y ahora dices que te da vergüenza, soy tu abuela hijo.
―Ya, ya pero bueno… A ver cómo te explico esto. Pues tengo un problema en mis testículos, dice la doctora que tengo mucho más semen de lo normal y eso me duele y por eso tengo que vaciarlo. Se vacía haciendo…
―Ya lo sé, masturbando, que soy vieja pero no tonta.
―Eso, masturbando. El problema es que cuando lo hago yo, me concentro en lo mío y me duele, por eso nunca consigo vaciarlo porque no consigo acabar. Antes me ayudaba mamá, me masturbaba y vaciaba todo y me sentía mucho más a gusto. Mama sabe que yo solo no puedo porque me duele, por eso no me he quedado en casa solo, este fin de semana lo he vuelto a intentar solo, pero no lo he conseguido y me ha ayudado la doctora Marta. Y esta semana me tienes que ayudar tu. Te prometo que intentaré hacerlo solo, pero no te garantizo resultados porque me duele bastante.
―No hace falta que me prometas nada, ¿cómo voy a dejarte hacer una cosa que te duele? Para eso estoy aquí, para ayudarte y cuidarte, como cuando eras pequeño, además, he estado casada durante más de 40 años así que no me voy a asustar por ver tu pajarito o tener que jugar con él.
―Mamá me ha dicho también que te diga que tienes que tener cuidado porque mis chorros de semen son fuertes y van bastante lejos por lo que puedo ensuciar algo.
―Vale tranquilo, venga bájate el pantalón y empezamos.
―¡¿Que?! ¡¿Ahora?! Veras abuela eso no funciona así, tiene que ser cuando me entren las ganas y me duela, sino no se me para y no se puede hacer nada.
―Ah vale vale, bueno pues entonces cuando tengas ganas o dolor me lo dices.
―¿No quieres que lo intente yo solo primero así no tienes que molestarte?
―¿Pero como me va a molestar ayudar a mi único nieto?
―Lo intentaré solo y si no lo consigo te aviso. Ahora voy al aseo a cambiarme de pantalón porque no puedo llevar calzoncillos y estos pantalones me molestan.
―Puedes cambiarte donde quieras. Por cierto, vas a tener que dormir conmigo porque como nunca recibo visitas desde hace mucho tiempo, la habitación de los invitados no está preparada.
―Puedo dormir en el sofá no pasa nada.
―De eso nada que estas enfermo y tienes que dormir bien. Así que, en mi cama, como cuando eras pequeño.
―Vale.
Así pues, mi hijo Dani se fue al aseo a cambiarse de pantalones y ponerse unos más cómodos. Cuando salió de la habitación llegó a la cocina y encontró a su abuela hablando con su madre así que le paso el teléfono y se marchó al salón a hablar con su madre por teléfono.
―Hola hijo ¿qué tal va todo?
―Bien ¿y tu mamá?
―Bien, estoy bien, la conferencia es bastante interesante y trata de una enfermedad poco común, pero no te voy a aburrir con detalles. Cuéntame tu, ¿cómo vas con lo tuyo?
―Bien, bueno como siempre, cuando alguien me ayuda y acabo estoy bien, relajado, pero sigo sin poder hacerlo solo, —dijo Dani en tono triste.
―Bueno no te preocupes hijo estamos aquí para ayudarte, cuando vuelva te ayudaré yo, pero mientras tanto puedes confiar en tu abuela que te ayudara en todo lo que necesites.
―Por cierto, mamá hay un problema, no puedo llevar calzoncillos por lo que tengo que llevar pantalones de chándal y no me quedan muchos, solo dos para toda una semana, además aquí donde vive la abuela no hay tiendas de ropa.
―No te preocupes hijo, es tu abuela no una desconocida, puedes estar desnudo o pedirle a tu abuela que te lave uno mientras llevas el otro o lo que quieras no te preocupes.
―Está bien.
―Bueno hijo me tengo que ir, cuídate y ayuda a tu abuela cuando necesite algo. Un beso muy fuerte.
Dejo el teléfono y se puso a jugar a la consola ya que no tenía nada más que hacer y la abuela estaba en la cocina. Después de comer se fueron a ver la televisión y estuvieron así sentados un buen rato.
―Bueno hijo voy a ir a fregar los platos y a limpiar un poco la casa.
―¿Quieres que te ayude?
―No hace falta, quédate aquí que estas enfermo.
―Ya lo sé que estoy enfermo, pero eso no me impide levantarme y hacer cosas.
―No importa, quédate aquí jugando a tus juegos esos que yo voy a limpiar tranquilamente, de hecho, voy a cambiarme, voy a ponerme una camiseta vieja que luego ensucio mi ropa para nada.
―Vale pues estaré aquí jugando por si me necesitas.
La abuela se fue a cambiarse de ropa para no ensuciar la ropa buena. Se puso un pantalón de pijama normal, se quitó el sujetador y la camisa que llevaba y se puso una camiseta vieja de color blanco. Después de fregar los platos se fue a limpiar el salón, el agua había mojado su camiseta y está ya dejaba ver parte de sus pechos y se le notaban los pezones por el contacto con el agua.
Como ya os dije antes, mi madre tiene pechos bastante grandes y la camiseta mojada poco podía ocultar. Mi hijo lo había notado y poco a poco empezó a excitarse con la vista de esos preciosos y generosos pechos. Al acabar la abuela fue a limpiar la habitación y el aseo, pero mi hijo seguía con la imagen de los pechos de su abuela presente. Al limpiar el aseo, limpio la ducha también y bueno, eso implica utilizar el agua de la ducha, lo cual mojo aún más la camiseta de mi madre y la dejo casi transparente pues era blanca y se pegaba a su piel.
Volvió al salón con la intención de descansar un poco y mi hijo pudo ver claramente como eran los pechos de su abuela. Él ya sabía que los tenía grandes, pero llevaba muchos años sin verlos y eran más grandes que los de sus recuerdos. Eso provoco la erección de mi hijo y con ello el dolor en sus partes. Mi hijo soltó un leve gemido de dolor, pero la abuela se dio cuenta.
―¿Te pasa algo?
―No abuela es que me duele un poco ahí abajo.
―Ah entonces toca vaciar ¿no?
―Si, voy al aseo a intentarlo.
―Ya te he dicho que no tienes por qué intentarlo si te va a doler. No me voy a asustar por ver tu pajarito.
―Como quieras —dijo mi hijo girándose hacia su abuela.
―Espero que no te molesten mis manos que están un poquito mojadas todavía por el agua. —Dijo mi madre acercándose a mi hijo.
―No, no pasa nada, —dijo mi hijo bajándose los pantalones.
―¡Ay dios mío! —Gritó mi madre al ver el miembro de Dani—. ¡¿Pero cómo puedes tener todo eso?! ¡Si no es un pájaro es una águila! Pues sí que tiene suerte mi hija al tener esto en casa. ¿Con todo lo que tienes quien no te ayudaría? Bueno vamos a empezar, si te duele me avisas.
―Vale
Mi madre empezó a subir y bajar la mano lentamente sobre el miembro de mi hijo, con miedo a causarle dolor y con asombro al ver lo dura y gruesa que estaba. Empezó a utilizar las dos manos para abarcar más terreno. Sin embargo, sus manos estaban todavía un poco mojadas y frías por el contacto con el agua al estar limpiando, y eso le causaba escalofríos a Dani.
―¿Estas bien, te estoy lastimando?
―No, es que tus manos están frías por el agua.
―¡Claro! Disculpa hijo se me había olvidado, es que hacía mucho tiempo que no hacia esto… Ahora lo arreglo, —dijo mi madre introduciéndose el miembro de Dani en la boca pues sabía que ahí estaría más caliente.
Empezó a lamer y a chupar el pene duro de mi hijo mientras a su vez ella se sentía más y más excitada, por el tiempo que llevaba sin hacer algo así y porque nunca lo había hecho con semejante tamaño. Al cabo de unos minutos mi madre se encontraba ya totalmente mojada por arriba y por abajo y Dani también estaba cercano al clímax.
―Abuela no me queda mucho para acabar, no sé dónde quieres que acabe, si en un trapo o en el suelo o algo…
―Puedes acabar donde quieras —dijo mi madre sacándose el pene de su boca—. Puedes acabar en mi camiseta si quieres ya que de todas formas la tengo que lavar —dijo a la vez que utilizaba las manos para hacerle acabar.
La espalda de Dani se arqueó y empezó a descargar todo el semen que tenía dentro, era un momento muy placentero para él ya que no solo llegaba al orgasmo, sino que también se liberaba del dolor que tenía durante gran parte del día. El primer disparo sorprendió a mi madre que no estaba preparada y fue a acabar en su cara, cerca de los ojos, el segundo impacto justo encima de la camiseta que llevaba y bajaba poco a poco a sus pechos por dentro, el tercero y cuarto sí que dieron en la camiseta mojándola aún más.
Mi hijo aun soltaba pequeños chorros ya mucho más suaves pero su abuela cerro los ojos para que el semen que tenía cerca no se le metiera en los ojos así que no pudo controlar el resto. Cuando finalmente mi hijo acabo de soltar todo:
―Madre mía hijo como me has dejado, —dijo mi madre en tono gracioso.
―Lo siento abuela de verdad no quería mancharte, ya te avisé de que me salen fuertes y no los controlo, —dijo Dani disculpándose.
―Tranquilo, no has hecho nada malo, ha estado muy bien, solo tengo que limpiarme los ojos para poder abrirlos, ¿me ayudas a limpiarme los ojos? —Pregunto mi madre quitándose la camiseta y dándosela a mi hijo para que este le ayude a limpiar el semen que estaba sobre sus ojos. Dejando así sus hermosos pechos a la vista de mi hijo.
―Eh… Claro yo te ayudo.
―Uy mira, si me has manchado aquí también —dijo mi madre señalando su pecho derecho limpiando la mancha de semen con su dedo y llevándoselo a la boca—. Mmm que bueno, esta calentito. ¿Estas mejor ahora?
―Si, mucho mejor. Gracias abuela.
―De nada, un placer ayudar a mi querido nieto y de paso llevarme una buena alegría jajaja.
―Mira abuela se ha manchado mi pantalón de chándal también.
―Ah, sí es verdad, es que al final tuve que cerrar los ojos y no pude controlar donde dirigía tu manguera. No te preocupes lo lavaré. ¿No tienes otros?
―Si si que tengo, pero son los últimos así que por favor cuando estén secos avísame.
―De acuerdo hijo. Bueno tu abuela se va a la ducha a limpiarse.
―Vale cuando acabes a lo mejor entro yo.
―Si quieres puedes entrar conmigo ahora.
―No, voy a jugar un poco ahora a la Play mientras te duchas y luego entraré yo.
―Como quieras, —concluyo mi madre.
Ya en la ducha y bajo el agua caliente mi madre pudo liberar toda la calentura que llevaba al ver semejante pene y tenerlo en su boca. Empezó a meterse un dedo hasta que poco a poco se metió 3 pensando en el miembro de Dani y llego al orgasmo en poco tiempo pues llevaba mucho tiempo sin masturbarse ni tener sexo.
Eran las 11 de la noche, Dani ya se había duchado, la abuela también y estaban los dos sentados viendo la televisión en el sofá.
―Dani hijo yo creo que me voy a ir a dormir, también hay una tele en la habitación así que haz lo que quieras puedes verla aquí o en la habitación.
―Están haciendo los anuncios así que mejor vamos a la habitación, acabo la película y me duermo.
―Vale venga vamos.
Fueron a la habitación de la abuela, la habitación donde iban a dormir los dos juntos después de tanto tiempo, desde la infancia de Dani. Se tumbaron, vieron el final de la película, apagaron la televisión y se durmieron.
El sol entraba suavemente por la ventana cuando mi madre sentía algo duro en su espalda, tuvo el reflejo de cogerlo con la mano para ver lo que era y se trataba del miembro de Dani. Se giro y vio la forma de sus 26 cm bajo el pantalón de chándal pues la tela de ese tipo de pantalones es elástica. Le quito el pantalón pues pensó que le apretaría y no le viene bien dada la enfermedad. Unos minutos después despertó Dani, con una erección matutina como es costumbre en los hombres y no encontraba el pantalón así que decidió llamar a su abuela.
―Esta en el armario, es que la doctora me dijo que no tenías que llevar ropa que te apriete y al ver que el pantalón te apretaba esta mañana decidí quitártelo para que no te moleste. ¿He hecho mal?
―No que va abuela para nada, solo que no sabía dónde estaba nada más.
―¿Y no te duele ahora? —Dijo la abuela refiriéndose a la erección que su nieto mostraba.
―Pues la verdad es que si, cada vez que estoy así me duele un poco pero cuando se me baja ya no hay dolor.
―Entonces te ayudo así bajara antes, —dijo mi madre acercándose a la erección de Dani—. Madre mía aun no me acostumbro a tanta carne jaja.
Mi madre empezó directamente con la boca, ya no se ayudó de las manos. Se metió la cabeza, la succiono, lamo el resto del tronco y la metió hasta donde le entraba, sorprendentemente le entro bastante más de la mitad, le faltaba poco para que entrara toda, algo a lo que Dani no estaba acostumbrado. Eso ya le puso a mil y moviéndose suavemente empezó a follar la boca de su abuela mientras esta solo abría la boca y recibía pollazos en la garganta.
―¡Argh! Venga hijo así argh así más fuerte argh. Mira que bien lo haces ya ni me muevo.
―Tu boca está bien caliente.
―¡Si! ¡está esperando que le des la leche calentita!
―Ya estoy cerca abuela ¿donde acabo?
―Acaba en mi boca que quiero probar más leche de la tuya.
―¡Ahhh ahí voy!
Dani empezó a llenar la boca de su abuela con chorros fuertes de semen, a cabo de cinco chorros la abuela ya tenía la boca llena y no podía recibir más dentro así que la saco y la sacudió y le salió un poco mas que fue a parar a su cara.
―Lo siento abuela no quería mancharte.
―No te preocupes he visto en un documental que es buena para las arrugas, —dijo la abuela después de tragar todo el semen que tenía en la boca.
―Jajaja si tan buena es pasaré de vez en cuando a darte un poco —dijo Dani bromeando.
―Eso mismo te iba a decir, pero ya de verdad, cuando vuelvas a tu casa tendrás que visitar de vez en cuando a tu abuela y darle un poco de lo tuyo.
―Vaya, yo bromeaba, pero bueno si es lo que quieres no te puedo decir que no, tú me ayudas a mi así que yo también te ayudaré a ti.
La abuela se fue a limpiarse la cara, Dani se fue a limpiarse el pene, se vistió y fueron a la cocina a desayunar.
―Bueno ¿qué quieres hacer hoy? —Pregunto mi madre
―Lo que quieras.
―Bueno si me ayudas a limpiar la piscina podríamos pasar el día ahí ya que hace buen día caluroso.
―Vale, tu quédate aquí dentro viendo tus programas y tus cosas y yo limpiaré la piscina y cuando acabe te llamo.
Al cabo de unas horas Dani ya había limpiado la piscina, llenado con agua limpia de la depuradora y estaba todo listo para pasar una buena tarde bajo el sol.
―Abuela ya está todo listo lo que pasa es que no tengo bañador.
―¿Y qué? Si ya te he visto todo, eres mi nieto no veo el problema.
―Vale pues después de comer nos metemos un poco al agua que hoy hace calor.
Así pues, se metieron al agua después de comer y estuvieron pasando una muy buena tarde. Se ducharon por separado y salieron al salón a cenar.
―Hijo si quieres mañana nos podemos ir a dar una vuelta por el monte que hace tiempo que no salgo.
―¿Y no quieres salir a la ciudad o al cine o algo?
―No, prefiero estar aquí cerca de casa y aprovechando del buen tiempo.
―Por mi perfecto, sabes que estoy de vacaciones y puedo hacer lo que quieras.
―Bueno pues mañana vamos al monte.
Después de cenar y ver un poco la televisión decidieron ir a la habitación a dormir. Al llegar a la habitación: ―Hijo hace mucho calor esta noche, yo voy a dormir desnuda, —dijo la abuela quitándose toda la ropa.
Eso provocó una vez más la erección de mi hijo pues era la primera vez que le veía su vagina. Le asombro pues estaba completamente depilada y no se lo esperaba.
―Tu también harías bien en dormir desnudo hace calor y si sudas esta noche mancharas el único pantalón que te queda. Por cierto, mañana por la tarde estará el otro seco que ya lo lavé.
―Vale pues me lo quito entonces, —dijo mi hijo desnudándose también y mostrando su erección.
―Vaya, pero sí parece que te duele. ¿Por qué no lo has dicho antes?
―Eh… esto… No me di cuenta.
―Que despistado eres, ven aquí que te voy a volver a ayudar.
Una vez más mi madre empezó a masturbar suavemente a Dani y poco a poco mojándose pues por muchas veces que lo hiciera el pene de mi hijo la seguía poniendo a mil. Se lo metió en la boca y empezó a mamarlo suavemente. Mi madre sentía la excitación subir más y más y decidió dar un paso más.
―A ver si esto te ayuda también, —dijo mi madre mientras se disponía a introducir el pene de mi hijo en su vagina.
Entro la cabeza y poco a poco entraba el resto, costaba un poco pues hacía tiempo que nadie había entrado ahí.
―Ahhh duele, pero da placer al mismo tiempo, —gemía la abuela.
―Esta caliente ahí dentro y no pensé que iba a estar tan cerrado
―Es que tu abuelo no la tenía tan grande y gruesa como la tuya y llevaba mucho tiempo sin hacerlo
―Mmmm se siente bien abuela.
―Eso es hijo, ahora te voy a cabalgar.
Mi madre empezó a cabalgar a mi hijo durante unos minutos hasta que llego al orgasmo.
―¡Aarrgggh Dani!
―¡Toma abuela toma!
―Ya me he corrido, ¡pero creo que se acerca un segundo!
―Yo aun puedo darte hasta que te canses
―¡Pues dame! ¡Dame y no pares! ¡¡Dame!!
Cambiaron de posición, mi hijo la puso a 4 patas y le dio bien duro hasta que su abuela se volvió a correr. Cambiaron de posición varias veces más y la abuela ya se había corrido 4 veces y estaba exhausta cuando Dani se acercó al clímax.
―Argh ya estoy cerca abuela ¿dónde acabo?
―Ven que te voy a hacer acabar con mis tetas
―¡Siii hazme acabar con tus grandes tetas!
Dani se subió encima de su abuela y metió su manguera entre sus pechos, la abuela empezó un movimiento con sus pechos hasta que Dani se corrió, llenándole las tetas, la cara y parte de la boca de semen. Después de limpiarse la abuela se tumbó exhausta en la cama.
―Madre mía hijo eres increíble… Me has matado, nunca había follado así.
―Yo también me lo he pasado bien. Tienes unos pechos muy grandes y fabulosos.
―No sabía que te gustaran tanto.
Durmieron los dos muy felices y muy cansados por el sexo salvaje que venían de tener.
Al amanecer la abuela se fue a preparar el desayuno y algo de comer para la salida al monte. Dani apareció minutos más tarde ya con la erección calmada y se sentó a desayunar. Después la abuela se vistió con la ropa de deporte, se puso una camiseta sin sujetador por debajo y una falda deportiva que le regalo mi hermana para supuestamente jugar al tenis con amigas pero que nunca utilizo. Dani se puso la camiseta de su equipo de baloncesto y el pantalón de chándal y salieron a recorrer el monte pues el día era precioso. Llamé para saber cómo estaban los dos y mi madre me dijo que estaban perfectamente bien y que salieron a dar una vuelta por el monte por lo que decidí no molestarles.
Estaban paseando cuando encontraron un lugar donde parar a comer, había una mesa y unas sillas ambas de madera. Pararon a comer y Dani le dijo a su abuela que verle el culo todo el camino más el calor le habían provocado una erección de campeonato así que viendo que no había nadie ahí y que ese monte no era muy visitado generalmente, la abuela se quitó toda la ropa, bajo el pantalón de Dani y se la chupo hasta dejarla bien mojada.
―Ahora te toca a ti chuparme a mi —dijo la abuela subiéndose a la mesa y ofreciéndole el conejo a su nieto.
Mi hijo se la comió hasta que su abuela llego al orgasmo y le rogo que se la metiese.
―¡Por favor acaba ya con mi sufrimiento y clávamela!
―¡¿Aquí al aire libre?!
―¡Claro! No hay nadie y si viene alguien solo podrá tener envidia de ver como una polla como la tuya se folla a un chocho como el mío. ¡Vamos métemela ya!
No se hizo esperar más y le metió su miembro entero con fuerza, lo que provocó un grito de dolor y placer en mi madre. Después de haber cambiado de posición 3 veces y haber tenido mi madre 2 orgasmos sin contar el que tuvo con la lamida de concha mi hijo se acercó al orgasmo.
―¿Dónde lo quieres abuela?
―¡Dámelo en mis tetas así no me puedo poner la camiseta y bajo del monte a casa con los pechos al aire y llenos de semen!
―¡Que caliente eres! ¡ahí va! ¡toma todo! —grito mi hijo corriéndose en los pechos de su abuela.
Por el camino mi madre solo se encontró con una amiga suya vecina que iba al monte a coger caracoles.
―Pero Carmen ¡¿Qué haces así vestida?! ¡¿Es semen eso que llevas ahí?!
―¡No! solo me mordió un insecto y me puse un poco de pomada para que se me pase por eso no me puedo poner la camiseta.
―¡¿Ay, pero mujer es algo grave?! ¡¿Quieres que te lleve al hospital?!
―No mujer no te preocupes que ahora voy a casa me pongo un poco de agua fría y se me pasa.
―Bueno pues que te mejores y ya pasaré a verte a ver como estas.
―Cuando quieras querida.
La vecina de mi madre se creyó todo lo que le dijo y eso les hizo gracia a los dos. Llegados a casa se metieron en la piscina juntos, los dos desnudos y pasaron el resto del día ahí hasta la cena.
Por la noche repitieron lo mismo de la noche anterior, cena película y sexo salvaje. A la mañana siguiente igual, la erección matutina de mi hijo les dio placer juntos, luego lo hicieron en la piscina, en la ducha, en el salón e incluso en la cocina durante el resto de la semana. Tuvieron una semana de sexo salvaje. Mi hijo se corrió en las tetas de su abuela, su cara, su culo, su vagina, su boca, en todos los sitios imaginables. Así llego el final de la semana.
―Te prometo que la próxima vez que vengas tendrás mi culo listo para recibirte, siempre he querido hacer anal con tu abuelo, pero él nunca quería, decía que era algo nuevo y que prefería lo tradicional. Esta vez lo tendré preparado y dilatado para que puedas meter lo tuyo ahí dentro y me llenes con tu manguera.
―Vale, pasaré en unos días después de clase para darte la leche que querías para que te la apliques por la cara que dices que necesitas.
―Vale, no hace falta ni que llames, no salgo mucho, si salgo a comprar verduras y vuelvo a casa así que ven cuando quieras.
―Vale te prometo que no tardaré en venir.
Unos minutos más tarde llegué yo y encontré a mi madre y a mi hijo desnudos en la piscina.
―¡Hija! ¡Por fin llegaste! Quítate la ropa y ven a meterte con nosotros que hace calor y el agua esta perfecta.
―No llevo bañador mama.
―Nosotros tampoco.
―Vale ahí voy, —dije desnudándome y metiéndome con mi hijo y mi madre en la piscina.
―Te he echado de menos mamá.
―Yo también hijo yo también —dije abrazándolo—. ¿Como llevas la enfermedad, te duele o algo?
―No, la abuela me ayuda mucho y ahora estoy bien, pero sigo sin poder hacerlo solo.
―Bueno no te preocupes, al volver a casa te ayudaré yo y en unos días iremos al hospital a ver a Marta así te dice si te has curado completamente o no.
―Ay hija cuando lo lleves al hospital me llamas para decirme como esta ¿vale?
―Vale mamá.
Pasamos el resto de la tarde en la piscina y por la noche nos fuimos a casa. Estuve ayudando a mi hijo masturbándolo y follando durante casi una semana hasta que lo llevé conmigo al hospital para que vea a Marta y nos dijo que todo estaba bien y que se había curado, pero aun así entre Marta, mi madre y yo no creo que haya tenido mucho tiempo desde entonces para masturbarse él solo.