Iniciando a nuestros hijos mellizos (16)

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La llegada de Mario interrumpió de golpe nuestra platica. Después de los saludos y la bienvenida, Mario fue a la barra a servirse algo sin dejar de hablar sobre asuntos generales y familiares con sus padres.

“Ahora cuéntanos como le hiciste para poder salir en fin de semana. ¿Qué le inventaste esta vez a tu esposa?”

“Simplemente que no me esperara a cenar, le platique sobre los modelos recientes de autos que llegarían al área de ingeniería de ensamble, habría una presentación por la tarde y después un convivio con los compañeros, lo más probable regresaría muy tarde. La realidad fue que después de la presentación me vine al mejor convivio que habrá hoy en la ciudad, con mis padres y sus amigos” Contesto Mario sirviéndose generosamente una copa de whisky. Juan y yo lo acompañamos a llenar nuevamente nuestros vasos, mientras mi esposa y Martha se quedaron en el sofá mirando algo en una revista de decoración.

“¿Que tal el trabajo Mario?”

“Todo excelente Miguel, no me puedo quejar, el mes pasado recibí un ascenso.”

“¡Wow te felicito!” Conteste sentándome en una de las bancas de la barra junto a Juan. De repente Mario nos abandona y se dirige al sofá, se acerca a Martha, toma un sorbo de su whisky y la rodea con sus brazos, tirando de ella y plantándole un beso apasionado en la boca, Martha un poco sorprendida sonríe y corresponde, sus mejillas se enrojecen. Myriam a un lado igual sonríe sorprendida, Juan y yo observamos la escena desde la barra.

Separándose de su madre aprovecha la proximidad de mi esposa para expresarle también sus deseos. Le extiende la mano para que se levante y mi esposa accede divertida acomodándose el vestido, Mario la voltea y se acerca a ella por detrás, colocando sus manos firmemente en sus caderas, se inclina, la besa en el cuello y le aprieta los senos sobre el vestido. Myriam desconcertada me mira, pero no se aleja. Mario la voltea con rudeza y al quedar frente a su cara la besa, metiéndole la lengua y apretándole las nalgas.

Después de besar a mi esposa atrajo a su madre por la nuca, y la obligó a unirse, no hubo resistencia, cerró los ojos y permitió que su boca se uniera nuevamente a la de su hijo, fue un beso profundo y apasionado.

Sin perder el ritmo, Mario empujó la cara de Martha contra la de Myriam, mi esposa se enrojeció y asomo un rictus de nerviosismo, fue algo abrupto e inesperado, Mario guio la boca de su madre y la de mi esposa, logrando que sus labios se tocaran suavemente, se acercó y les metió la lengua entre los labios mientras Martha y mi esposa se besaban, fue algo muy erótico, jamás había visto a mi esposa besar a otra mujer, mi corazón latía con anticipación por lo que se vendría. Juan y yo, paralizados por la escena. Mario realmente estaba ansioso, fiel a su carácter impetuoso y perverso.

Mi corazón se aceleró al escuchar las palabras de Mario. “Hoy vamos a disfrutar a estas maduritas, mañana no podrán ni caminar de tanto que las usaremos,” Miriam y Martha intercambiaron una sonrisa nerviosa. Juan, me guiñó un ojo y levantó su vaso en un brindis silencioso. Mario regreso a la barra, a acompañarnos, Martha y mi esposa se acomodaron el vestido y regresaron sonrientes a el sofá después del vendaval.

Juan y yo, aun en la barra, intercambiamos comentarios picantes en tono bromista acerca de lo que podía suceder en la noche. Los ojos de Mario eran de lujuria, ignoro si había consumido alguna sustancia, pero me parecía diferente su actitud a la primera reunión. La tensión sexual en el aire era palpable. Mario se pone de pie, toma la copa de whisky que aún mantiene en su mano y la acerca a la de su padre brindando. “¿Estás listo para la fiesta, padre?” Preguntó con un brillo travieso en sus ojos. Juan asintió, con la seguridad de alguien que ha disfrutado de muchas veladas similares.

“Pues vamos a darles con todo, no hay tiempo que perder,” dijo Mario, tomando a su madre de la mano y subiéndola a la alcoba de sus padres. Myriam me mira con ojos desconcertados, Juan me hace la seña con una mano de que los siga mientras él toma algunas viandas y licor.

Subimos las escaleras, Mario abrió la puerta de la habitación acariciando las nalgas de su madre. La habitación de Juan y Martha es un refugio lleno de luces tenues, aromas seductores y un gran espejo en la pared. Habíamos pasado muchas horas en la sala, compartiendo experiencias y sexo con otras parejas, pero este era un territorio nuevo para nosotros. Una habitación espaciosa decorada con excelente gusto, dado la profesión de Martha como diseñadora de interiores.

La cama es de tamaño King, Martha se separa de su hijo y se mete al baño, Mario entonces se acerca a mi esposa no importándole mi presencia y que nos tomábamos de la mano, el joven la toma de la cintura, la acerca a él y la besa profundamente. Myriam responde sin soltarme de la mano y con la mano libre recorre el torso de Mario. Decidí soltar a mi esposa y me puse cómodo en una silla a esperar a Juan y observar la escena.

Martha regreso y se unió a ellos, decidí que no podía ser un simple espectador. Con la excitación en la punta de la piel, me acerqué a la cama y tomé suavemente a Martha, y la besé. Ella respondió sus labios se movieron suavemente contra los míos, abriéndose y ofreciéndome su lengua. Mario le saco el vestido a mi esposa y se alejó también al baño, entonces Myriam se acercó a nosotros semi desnuda, se unió a la fiesta de bocas besando a Martha y a mí al mismo tiempo como lo había hecho antes con Mario. Escuche la voz de Juan subiendo las escaleras y solicitando ayuda de su hijo para acomodar en una mesa el improvisado bar.

“¡Vaya, no perdieron el tiempo!” Exclamo. “¿Algo de beber?”, se sentó despojándose la ropa sin ningún pudor, después de ayudar a su padre, Mario se acostó junto a nosotros totalmente desnudo y erecto a un lado de mi esposa besándole la nuca y acariciándole las nalgas, mientras Martha y yo continuábamos besándonos.

“Chicos, aquí todos somos de confianza, sé que Mario no anda con prostitutas, y que nuestros amigos tienen todas las precauciones, sugiero que sea una noche sin condones. ¿Están de acuerdo?”

La pregunta de Juan me desconcertó ya que la vez anterior con sus hijos tampoco los usamos.

“Por mí no hay ningún problema” Le respondí y Myriam se encogió de hombros.

Mario, lentamente deslizó sus manos por espalda de Myriam, le quito el brassiere con habilidad, liberando la piel suave y sus pechos firmes. Ella jadeó al sentirse desnuda. Sin embargo, al intentar quitarle las bragas, Miriam se tensó y protestó suavemente retirando con brusquedad la mano de Mario, recordando el plug anal que tenía insertado en su ano. Martha, se encontraba a mi izquierda, me miro con una media sonrisa intrigada, Juan, se acercó con las bebidas, se detiene un instante, curioso por la interrupción y rechazo a su hijo, y al notar la confusión, Miriam le susurra algo al oído a Juan. Su rostro se iluminó con una sonrisa maliciosa y su respiración se agitó.

“¿Tienes un secreto para nosotros, Miry?” Preguntó Juan.

Mi esposa se ruborizó y asintió con la mirada baja, quizá un poco apenada, pero sin duda muy excitada.

“¿Podemos saber cuál es?” Pregunto Martha, intrigada por el gesto de Miriam.

Ella, aún avergonzada, respondió: “Solo es un juguete que me puse por si… por si acaso.”

Mario, con un brillo divertido en sus ojos, pregunto: “¿Podemos verlo?”

Con un suspiro, Miriam me miro y al notar mi asentimiento se incorporó y se levantó de la cama, caminando lentamente.

Mario la siguió con la mirada masturbándose, estaba muy ansioso.

Mi esposa sin ningún pudor se quitó la pantaleta agachándose y abriéndose las nalgas “Esto…” Mostrándonos el juguete insertado en el ano. La pequeña cola de zorro se expandió al liberarse.

Martha, Juan y su hijo se quedaron con la boca abierta, atrapados en la escena de mi esposa exhibiéndose de tal manera.

La sorpresa en sus ojos se tornó en un deseo voraz al ver la intrusión artificial que se albergaba en el intimo reducto. Martha, se acercó a mi esposa despojándose de la ropa que aún conservaba quedando en lencería, se paró a un lado de ella y le acaricio el cabello, su respiración se agitó al ver la cola de zorro que sobraba del orificio de mi esposa. Sin pensarlo dos veces, se inclinó y la lamió suavemente las nalgas y alrededor del artilugio presionándolo, provocando un jadeo en Miriam. Juan, se acercó y le susurró, “¿Te gustaría que lo saquemos y que todos disfrutemos ese orificio?” Miriam asintió con la boca seca y los ojos cerrados.

Mario dijo “Vaya me parece que tu esposa quiere realmente divertirse Miguel. ¿Trabajo su culo para recibir algo adentro acaso?”

Martha y Juan se acercaron a Miriam, que se encontraba parada en el borde de la cama, Martha tomó la cola de zorro con dos dedos, deslizándolos suavemente por el material, y empujándolo levemente a lo que Miriam reaccionó con un gemido ahogado. Mientras Martha jugueteaba con la cola, Juan se puso enfrente de Miriam, acercando su miembro ya erecto a la entrada de su vagina. haciéndola que se estremeciera al sentir la combinación del plug, la boca de Martha y la verga de Juan rozando su pelvis.

Miriam, con la boca entreabierta y la respiración agitada, se apoyó en la cama abriendo más las piernas y permitiendo a Martha jugar a su antojo con la cola de zorro y su vagina, Juan entendió la invitación y se acostó descansando su cabeza en la cama y saboreando la vulva de mi mujer, empezó a moverse metiéndole la lengua, disfrutando del calor y la humedad, Mario se acercó a la oreja de mi esposa “¿Te gusta sentir como te lamen el culo y la cuca mis padres?” Susurro con una sonrisa. Miriam asintió, sin alzar la vista, la intensidad del placer que la atravesaba era abrumadora, se sentía exhibida, usada, vulnerable, la sumisión era algo que acaba de descubrir y a mí me encantaba verla así.

¿En dónde estaba la abogada de carácter fuerte, la que peleaba en tribunales?

Mario, no dejaba de masturbarse, se acercó a Juan que seguía sumido dándole lengua. “¿Papá, tú se la vas a meter primero?” Preguntó con ansias, su miembro ya listo para la acción. “Yo quiero ser el primero, si no te importa” dijo con el miembro a centímetros de la vagina de mi esposa no importándole estar tan cerca de la boca de su padre. Juan se detuvo por un instante “Claro, si ella lo pide, serás el primero, o quizá lo podamos hacer los dos” Respondió con la cara llena de fluidos.

“¿Te gustaría jugar con los dos Miry? Pregunto Juan.

Miriam, asintió, la idea de ser tomada por dos a la vez la excitaba mucho. Juan se movió lentamente, permitiéndole a Mario acercarse y levantar a mi esposa en vilo, poniendo sus piernas en los hombros, penetrándola de golpe. Mi esposa soltó un gemido. Enseguida Mario la volcó sobre la cama en la posición de misionero, Juan de inmediato se subió y puso su miembro en la boca de mi esposa que lo empezó a mamar con devoción, en realidad mi mujer necesitaba un buen polvo había pasado semanas de muchísima tensión sexual.

Me acerqué a Martha, que se encontraba sentada en la cama, sin perder la compostura, le acaricié la mejilla con suavidad, bajando mi mano por su cuello y hombro, siguiendo la curva de su seno. Martha cerró los ojos y suspiró profundamente al sentir mis dedos juguetear con su pezón erecto. Apoyando mi pene en su estómago, comencé a moverlo lentamente, disfrutando del calor que irradiaba su piel.

Con cada movimiento, la respiración de Martha se elevaba, sus pechos se alzaban y bajaban con cada inhalación, la imagen de mi esposa a un lado de nosotros, disfrutando de la atención de Juan y Mario, me tenían muy excitado. Sin una sola palabra, me acerqué a su boca y empecé a besarla apasionadamente, nuestras lenguas se enroscaron.

Mis manos se deslizaron por su espalda mordisquee su pezón, haciéndola gemir, su respiración se aceleró. Martha me miraba, la lujuria que sentíamos era palpable. Con la punta del dedo, dibujé círculos alrededor de su ombligo, bajando cada vez más, mi miembro ya chorreando de excitación contra su piel. Ella se movió, abriendo sus piernas, invitándome a acercarme a su intimidad, su vagina ya humedecida, mi nariz percibía su aroma embriagador.

A mi lado los gemidos de Miriam se volvían cada vez más intensos, el ruido de su vagina empapada y la saliva que se escuchaba cada que Juan le metía el miembro en la boca. Martha, tomo mi miembro y se lo introdujo en la boca como tantas otras veces, lamiéndolo, chupándolo e invitándome a ver lo que sucedía a un costado.

Mi esposa se movía desesperada, buscando un alivio que solo la penetración le podía dar. Ahora Juan la penetraba y recorría el miembro erecto de Mario de punta a rais con la boca y la lengua, sus ojos se cruzaron con los míos, la excitación y la complicidad que sentíamos. Juan noto nuestra mirada y se detuvo “¿Te gustaría sentirnos dentro de ti a los dos a la vez?” Le preguntó con la duda de si Myriam podía soportar tal placer. Ella asintió con la boca llena, su respiración jadeante, la idea de sentir a los dos al unísono la volvía loca se había preparado para ello.

“Seguramente eso vino a buscar padre. ¿Como explicas que llegara con ese tapón en el culo?”

“¿Es verdad Miry?, ¿te lo pusiste con esa intención?” Pregunto

Juan… “Tiene 3 días usándolo” Conteste como si a mí me lo hubiesen preguntado.

Mario se recostó en la cama y mi esposa se subió montándolo con furia, el tapón anal y la cola de zorro emergían en cada embestida, Juan, viendo la escena, se colocó detrás, observando como el miembro de su hijo desaparecía, le ordena se detenga y con cuidado quita el plug anal, al sacárselo por completo mi esposa tiene un fuerte orgasmo que la hace caer sobre Mario, sus piernas tiemblan y dice algo guturalmente que no puedo descifrar, es un espectáculo ver como su cuerpo se estremece, Mario intensifica sus embestidas sacándole otro orgasmo, aún más fuerte que el anterior.

Martha toma un tubo de lubricante que ya tenía sobre la cama y se lo da a su esposo, sonriendo maliciosa, saboreando la idea de la escena que se prepara. Juan la mira, toma el lubricante y se unta generosamente el pene. Martha me abandona y se acerca a Miriam, que aun jadea por la intensidad del orgasmo que acaba de sentir, y comienza a untar el lubricante en su culo, preparando la entrada.

Juan, empapado en lubricante, se acerca a Miriam que esta aun jadeando y temblando del intenso y nuevo orgasmo que Mario le provocó, su culo abierto y dispuesto. Martha le pide a su hijo que se detenga un momento, Juan se alinea con su culo y empieza a penetrarla lentamente, me levante de la cama y me puse a un lado de mi esposa para ver su rostro que al sentir la intrusión se tensó.

Miriam se mueve y se acomoda en la posición, Juan coloca su verga en el ojete de mi esposa, lo empuja suavemente y comienza a penetrarla, acompasando su movimiento a la respiración jadeante de Miriam. Ella se mueve lentamente, adaptando su ajuste a la sensación de ser tomada por dos penes a la vez. Juan y Mario empiezan a moverse al unísono, cada uno adentrándose en un agujero y saliendo en el ritmo opuesto, la escena se torna cada vez más salvaje, Miriam jadeando y gritando, su cara reflejando la locura que la invade al sentir la doble penetración.

La cara de mi esposa es de placer, su boca se abre cada que la penetran, comienza a moverse más rápido, Juan acelera el ritmo, la vagina y el culo de mi esposa se adaptan.

Comienza a moverse con frenesí, la sensación de la doble penetración la consume por completo. Sus ojos se abren, la respiración se convierte en jadeos, su cara se pone roja de placer, es evidente que no aguanta más. Martha, se encontraba a un costado de la cama, no podía dejar de masturbarse al ver la escena.

El cuerpo de Miriam se convulsiona mientras alcanza un nuevo y abrumador orgasmo. Sus piernas tiemblan incontrolablemente y jadea entre las embestidas rítmicas de Juan y Mario. ¡Les pide que paren!, Ellos continúan unos minutos más, sus súplicas resuenan en la habitación, Juan y Mario, aunque están ansiosos por continuar, respetan su necesidad de un breve respiro, Ambos retiran lentamente sus penes, la polla de Mario brillando con sus jugos y la polla de Juan aun palpitando por el esfuerzo.

Martha, ya se encontraba bastante lubricada, se coloca en la posición que acaba de abandonar Miriam. Entre su esposo y su hijo. Juan, que no pierde el ritmo, le introduce su pene en el culo con un movimiento fluido y experto, demostrando la práctica que han tenido como familia en la doble penetración. Mario, se mantiene en la posición inferior, introduce su pene en la vagina, continuando el ritmo que Juan ha impuesto. Los tres se mueven al unísono, creando un espectáculo de lujuria y depravación que se refleja en el espejo que cubre la pared.

Por instinto de protección me acerqué a Miriam, para preguntarle como se sentía ya que la vi bastante descompuesta después de zafarse de la brocheta en la que la tenían Juan y su hijo, está en el otro extremo de la cama recostada, su piel brillando por el sudor y la excitación, su rostro enrojecido y la mirada vidriosa por el exceso de placer. Su vagina y ano, aun abiertos por la reciente penetración, palpitan suavemente al ritmo de su respiración jadeante. Los gemidos de Martha y los gruñidos de Juan y Mario se intensifican, y pude ver que la escena es aún más salvaje que la anterior. Los movimientos de Martha se hacen más bruscos y su respiración más agitada, demostrando que se acerca a su propio clímax.

Mi esposa, me mira y me sonríe, “¿Te gusto lo que viste?” Me dijo entre jadeos. Le devuelvo la sonrisa y le acaricio la cara. Mi pene duro, apuntando directo a su rostro, la invito a que me lo chupe.

Sin pensarlo agarro mi miembro con sus manos y lo acerco a su boca, por mi parte comienzo a moverlo lentamente, su boca se abre, saca la lengua y lo recorre y se lo introduce hasta la garganta, la sensación era de alivio y excitación, los gemidos de Martha aumentaban, la voz de Mario gritándole obscenidades a su madre y a Juan pegándole nalgadas mientras le perforaba el culo me erizo la piel, estuve a punto de venirme en la boca de mi esposa. que seguía chupando lamiendo mi pene con calma, parecía en otro lugar ajena a lo que ocurría a menos de un metro de nosotros, por momentos tenía espasmos y escalofríos, estaba aún en shock, a ciencia cierta no definía si era por lo que acababa de recibir o porque ya estaba lista para otra sesión de penetraciones.

Miriam se da cuenta que para mí es imposible dejar de ver al trio unido y envuelto en una masa de cuerpos en donde ella estuvo minutos antes y sin dejar de masturbarme decide unirse y acompañarme en el deleite voyerista.

Abrió las piernas, sentí el estremecimiento que recorría su cuerpo, su coño seguía palpitando, lo toque y estaba resbaladizo, su mano se unió a la mía y empezó a jugar con su clítoris hinchado apretándolo con dos dedos, soltó el aire y jadeo “Míralos…” Susurro con la voz cargada de lujuria “Son como animales en celo” Deslizo un dedo en su coño y tuvo nuevos espasmos, las sensaciones que me transmitía a través de mi miembro ya sea por chupetones con la lengua o masajes con la mano aunado a nuestra complicidad de tantos años era como si yo fuese una extensión de su cuerpo, me transmitía totalmente sus sensaciones.

Mi esposa a comenzó un mete y saca en su encharcada vagina sin dejar de ver al trio y sin dejar de jugar con mi miembro que cada vez estaba más cercano a soltar mi leche. Conozco muy bien a mi mujer, más allá de la emoción de ver al trio, a medida que la excitación volvía a apoderarse de ella. La idea de ser observada, de ser disfrutada, de estar tan expuesta era un afrodisíaco que corría por sus venas.

Como si le leyeran la mente, Mario y Juan también la observaban. Cambiaron hábilmente de orificios, Martha, con los ojos vidriosos de placer, se sentó a horcajadas sobre Juan, su coño engullendo su gruesa polla. La visión de los abundantes pechos de Martha rebotando con cada embestida profunda era electrizante, Mario, sin apartar sus ojos de los de Miriam, se colocó detrás de su madre que gemía y comenzó a acariciar sus regordetas nalgas. Con una sonrisa diabólica, trazó una línea húmeda por la grieta de su culo, su dedo medio rodeó su agujero fruncido. La anticipación era exquisita, todo su cuerpo temblaba de necesidad al sentir la punta de su erección empujar contra su apretado anillo.

La presión crecía a medida que él empujaba, centímetro a centímetro, llenándola con su circunferencia mientras Juan continuaba golpeando su coño. La doble sensación era demasiado para Martha que no dejaba de gritar de placer.

Mi esposa continúo tocándose y masturbándome acariciando mis testículos llenos, su boca apretando mi pene, su garganta tragando cada centímetro que podía, la escena que se veía en el espejo la ponía cada vez más húmeda y caliente. Martha se encontraba encima de Juan, sus senos rebotando al ritmo de la embestida, gritando de placer mientras su hijo le daba de nalgadas metiéndole profundamente la polla en el ano.

A medida que el trío en la cama alcanzaba su crescendo, Miriam se metía los dedos en el coño con desesperación.

“Me parece que tu mujer está lista para otra ración de vergas Miguel” opino Mario acelerando los embates en el culo de su madre.

Mi mujer al escucharlo se inclinó hacia Mario, su cuerpo suplicando que la liberara, sus ojos suplicándole que le diera lo que necesitaba. Él lo entendió, y con un rápido movimiento, se separó del culo de su madre, me arrebato nuevamente a mi esposa, se limpió brevemente con una toalla húmeda y hundió su polla hasta el fondo de la encharcada vagina de mi esposa. El rictus en la cara de Myriam era indescriptible, el calor de su polla la estiraba mientras la polla de Juan continuaba llenando el coño de Martha. Los gemidos de los hombres se fundían con los gritos de las mujeres, el olor a sexo era embriagador, el calor de sus cuerpos era palpable en el ambiente.

Continuará en breve.

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Enrique1975
Escribir relatos y sumergirme en la creación de fantasías es abrir una puerta a universos infinitos, donde todo es posible. Si bien gran parte de lo que escribo coincide con mi vida personal en pareja en el tema cuckold, la fantasía, en particular, me permite jugar con la magia, creando escenarios donde la imaginación no tiene fronteras.

2 COMENTARIOS

  1. Gracias por tus letras (Paco08 ) y por advertirme por el enlace de Twitter, al parecer ya lo corregi. Esta misma semana estare subiendo la parte 17. Un Abrazo.

  2. Amiga muy buen relato como siempre, no puedo esperar al siguiente. Te quería comentar solamente que tu página de Twitter no funciona, ojalá que la pudieras arreglar próximamente.

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