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El día que abusé de mi hijo (parte 1)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Viernes a la tarde, había terminado la consulta, y estaba realmente cansada y muy caliente.

Me había pasado el día atendiendo a embarazadas que venían a controlarse.

La última, había pasado su primer trimestre de embarazo con sus pequeños contratiempos, y ahora querían tener una vida sexual normal con su marido, con esta, debí desvestirla y prácticamente enseñarle junto a su marido a buscar las mejores posiciones cóitales, y así evitar que tengan problemas con el embarazo y tener una buena vida, sana, y que no afecte el embarazo y a la pareja en estado de gestación.

El esposo, se notaba muy caliente, ya que le era muy difícil disimular su erección, mientras le enseñaba a ambos los juegos previos a la introducción vaginal, y les pedía muy especialmente que antes de llegar a ese clímax, ambos deberían, por lo menos tener uno o varios orgasmos tanto la mujer como el hombre, sin más vueltas, les hice practicar una serie de caricias, para que vieran que la introducción era la parte culminante, pero no el todo del acto sexual, fue así que con mis manos enguantadas le pedí al muchacho que se quitara la ropa y acompañara a su mujer a la camilla.

Allí enseñé a ambos como acercarse e irse brindando caricias recíprocas, hasta lograr que ambos lograron tener repetidos orgasmos, con abundante eyaculación por parte de él, y una abundante lubricación en cada orgasmo de ella, haciendo que ella recibiera ese semen, en su cuerpo, en sus senos, en su boca, luego con un lubricante con anestesia les enseñé a dilatar el esfínter del culito de ella, y yo ayudándolo a él fui logrando una penetración anal que ambos gozaron tremendamente, ella de pie y con las piernas abiertas volcada con su culito empinado hacia él, y él la fue poseyendo lenta, pero en forma muy caliente, logrando ambos llegar a acabar frenéticamente.

Y a mi pedido se quedaron así unidos hasta que él comenzó a perder su erección, luego los invité al baño del consultorio, y le dije que debía higienizarse en el bidet, y que luego en sus casas lo pusieran en práctica… todos los días y cuantas veces quisieran… se fueron felices.

Yo me quedé muy caliente, sabiendo que me quedaba sola y no tenía quien me sacara esa enorme calentura del final de la consulta, seguro debía esperar alguna salida para lograr interesar a algún hombre y llevármelo a la cama…

Con esos pensamientos apagué las luces, cerré el consultorio, y abría la puerta que me llevaba a mi casa.

Cuál no sería mi sorpresa cuando me encuentro que mi hijo, de 21 años, que es cadete en la escuela militar había llegado con varios días de franco por las fiestas, y esperaba que yo terminara la consulta sentado en la biblioteca.

Con un grito de sorpresa y alegría me abrazo muy fuerte a él y me tomo de su cuello colmándolo de besos, los que él responde efusivamente -se ve que ambos necesitábamos un encuentro así-, lejos de separarnos nos seguimos besando y diciéndonos recíprocamente frases afectuosas, primero, cariñosas, después y por último las palabras ya no eran necesarias, nos acariciábamos recíprocamente, al extremo de que comienzo sentir en mi panza, la punta de su pija que se ha puesto erecta, y en ese momento me doy cuenta que yo también estoy muy caliente, siento que mis labios vaginales están totalmente mojados, pero no por lo que ocurrió en el consultorio, a última hora, me doy cuenta que quien me calienta es mi hijo, como nadie lo ha logrado…

Y en mi cabeza se instaló una idea “lo voy a follar como no lo hice con nadie”, jamás habíamos tenido ningún tipo de relación ni acercamiento sexual.

Su labios iban de mi boca a mi nuca, de ahí a mi oreja, donde me metía su lengua caliente, y yo tenía la piel de gallina y no aguantaba más, bajé mi mano derecha y como pude le bajé los pantalones junto con su calzoncillo y me prendí de su pija… un hermoso trozo duro, palpitante que llenaba mi mano, y comencé a hacerle una suave paja, el bajó sus brazos de mi cuello y de un solo tirón me bajó la pollera y la tanga, y acomodó su pija en mi entrepierna, los labios de mi conchita húmedos y ansiosos, lo abrazaban y yo sentí que me orinaba de placer, la sentía palpitar, y me quedé quietecita para que mi hijo no acabara tan rápidamente.

Mientras él me iba quitando la parte de arriba de mi ropa y yo la de él, saltaron mis senos con un par de pezones grandes como un botón, que lo induje a que me los chupara, mientras aún tenía entre mis piernas las que apretaba más y más su espectacular pija joven, que me enloquecía y que en ese momento me quitaba el sueño, él tomó con sus grandes manos ambas nalgas de mi culo y me apretaba hacia él aunque no había forma de estar más juntos de lo que estábamos en ese momento.

Nos mirábamos y nos sonreíamos, recíprocamente, nos besábamos y nos volvíamos a besar una y otra vez y de cuando en cuando pasaba sus dedos entres mis pezones y los acariciaba, de forma tal que el primer orgasmo llegó de esa forma, mi cuerpo tembló de arriba abajo, mi espalda traspiraba copiosamente y una gotita de transpiración se me deslizaba hasta el culo, y el gemido de placer no se hizo esperar, casi podría decir que lo grité y me salió de lo más profundo de mis entrañas, un ¡aaaaah! Largo y sostenido seguido de un ¡¡Daniel!! ¡Te amo locamente, estoy comenzando a gozar! ¡Me estás haciendo acabar, con esa pija enorme entre las piernas querido!

Lo fui induciendo a tirarse en la alfombra -estaba a punto de acabar- lo noté en sus ojos, me puse de rodillas junto a él y saliendo de la posición anterior metí mi cabeza entre sus piernas.

Fui lamiendo sus testículos, comencé a besarlos intercaladamente, su erección no bajaba, pero ya estaba más calmo, besé sus ingles, pasé mi lengua por su estómago y sentí que se estremecía…

En ese momento me monté sobre el tomé su pija con mi mano, la puse en la entrada de mi concha y me dejé caer con mis rodillas apretadas contra su cuerpo, comencé un suave y cadencioso movimiento de arriba abajo…

De su boca salió un ¡maaaa cogeme por favor cogemeee!, casi gutural y comenzó mi segundo orgasmo más gritado que el anterior, con una repetición de ¡sí, sí, si ahora siii! Incitándolo, a que llegara al máximo, cuando de pronto me siento inundada toda mi vulva, mi útero y mi concha entera de un semen espeso y cálido… uno, dos, tres chorros fuertes que lo inundan todo y luego otros más pequeños, que cuando salen siento su pija toda va palpitando dentro de mí, y yo que me acurruco apretándome contra su pecho y el abdomen y con su gran pija metida dentro de mí para que nada salga de allí, siento como late su corazón a ritmo acelerado, siento también el mío…

La erección no cesa, mi calentura tampoco, pero me quedo quietecita hasta que noto que su rigidez comienza a ceder mientras me cubre de besos y yo hago lo mismo, nuestras bocas se encuentran una y otra vez, voy sintiendo como comienza a salirse su pija de mí, es ahí cuando me bajo, y comienzo a comérsela y a chuparle todo el semen que aún le queda junto a los restos de mis jugos. En eso estaba cuando me toma con ambos brazos y me sube encima de él mientras perdura tirado en la alfombra, me abre de piernas y pone mi concha en su boca, comienza a chuparme y limpiármela de los restos de nuestros jugos…

En esas pasadas de lengua se encuentra con mi clítoris que no es ajeno a esas caricias y está durito erecto… caliente, comienzo a moverme para que su boca me chupe ahí mientras yo le seguía chupando su pija enorme, el orgasmo comenzó a hormiguearme toda la región pelviana, y sentí un cosquilleo, enorme desde el culo, al clítoris, y otra vez los jugos fluyen de mi en forma abundante…

Estoy gozando nuevamente y me siento la mujer más feliz de la tierra, para gozar aún más me saqué su pija de la boca mientras él succionaba con sus labios mi clítoris enardecido y comencé a pajearlo violentamente, hasta lograr otra eyaculación, abundante, muy abundante, impresionante…

Mientras el eyaculaba y yo me tomaba todo su semen, mis orgasmos se repetían uno tras otro, hasta que en un momento dado sentí que iba a desfallecer y me dejé estar, me tiré sobre la alfombra y dejé que él jugara con mi cuerpo, me chupaba mis tetas, mis pezones, mis nalgas, estábamos ambos en una ebriedad hermosa controlada pues nada habíamos bebido, era la ebriedad del deseo, del sexo, jamás alcanzado, y realmente nos resultó maravillosa esta experiencia, que fue única e irrepetible, pues cada cogida es así única e irrepetible, ya que como verán esta, solo fue la primera, pero no fue la única.

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