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Eras mi asistenta cubana, pero ahora…
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Creo que todo comenzó porque un día me dejé el navegador de Internet abierto y en las pestañas aparecían páginas de cuckolds que son de una temática muy precisa, de maridos cornudos y consentidores.

Y tú debiste verlos. No lo sé, porque no me dijiste nada, pero un día que te regañé porque habías terminado muy pronto las tareas, me diste una hostia que me dejó helado. Y luego otra. Y otra. No recuerdo cuántas fueron, pero no protesté ni dije nada. Sólo me arrodillé, levanté la cabeza y tú seguiste pegándome bofetadas mientras me cogías de los huevos y la polla. Estaba dura, muy dura. Y sonreíste. “Lo sabía”, me dijiste.

Ya no sé nada más. Desde entonces soy yo el que limpia la casa, te paga el doble por ello y además te sirvo de esclavo todo el tiempo. Me has convertido en un sumiso y ahora dices que vas a hacerme cornudo. Por eso te has sentado sobre mi pecho, con la cara pegada a tu coño y te has puesto a chatear con tu amante, con tu novio, con el hombre del que dices que estás enamorada.

No sé nada más. Sólo sé que nos hemos casado, que has conseguido la nacionalidad española y que tu novio se ha convertido en tu amante pues vive en mi piso y duerme contigo en mi cama, mientras yo lo hago en la habitación de los huéspedes.

No he follado jamás contigo porque yo no soy el hombre de la casa, sino una puta sumisa feminizada que lleva bragas y un delantal de doncella francesa. A tu novio lo he contratado en mi empresa con el sueldo más alto y no hace nada. Sólo se dedica a follar contigo y a mantenerme a mí en forma, según dices, pues en el trabajo suelo chuparle la polla cuando tú decides que lo haga. Entra en mi despacho, sin llamar, y mete su enorme verga en mi boca para que se la chupe.

Y lo hago. Me arrodillo y se la chupo como un cornudo mamón que, pese a todo, te ama con toda su alma. No podría vivir sin ti, aunque me humilles constantemente y me azotes el culo antes y después de ponerme los cuernos. Así eres feliz. Y yo soy feliz al verte feliz. Soy un marido cornudo consentidor, según dices, aunque el que oficia de marido es tu negro cubano, tu novio, el hombre que amas.

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