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Salí del infierno y conocí el cielo (1/2)
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Han pasado 6 años desde que perdí la sensación de tranquilidad y felicidad. Desde que tengo memoria recuerdo a mis padres discutir, simples opiniones opuestas se transformaban en verdaderas batallas de insultos, y la gran mayoría yo quedaba en medio de su fuego cruzado.

No recuerdo nunca el haber visto un atisbo de cariño por parte de ellos, pero sí había veces que me mostraban a mí un poco de su humanidad, eran pequeños gestos como esperar que terminara de cenar para comenzar a pelear, mirar si estaba durmiendo para así bajar el volumen, y otras cosas parecidas. Mi madre siempre conversaba y estaba al tanto de mi vida, mi padre por otra parte había veces que me pasaba a buscar al colegio e íbamos a comer un helado mientras hablábamos sobre mis calificaciones.

Un día después de cumplir 12 años, mi madre se despide en la puerta con un abrazo. Ese dia fui muy alegre al colegio pero al llegar a casa estaba vacía, no quedaban muebles, no estaban los gatos, simplemente estaba mi padre sentado en la escala con una expresión difícil de describir, una sonrisa estaba en su rostro y sus ojos parecían estar a punto de estallar, me dio la impresión de que estaba riendo para no llorar.

—Gabi, hemos llegado a un acuerdo… Ya no podemos estar juntos tu madre y yo, simplemente nos rendimos…

—¿Dónde está mamá? ¿Dónde están las cosas?

Mi padre no respondió mis preguntas, simplemente se puso de pie y me pidió acompañarlo, caminamos dos calles hasta llegar a una pequeña casa azul, sorprendido veo que hay cajas y muchas cosas familiares están repartidas por todos lados.

—Esta será nuestra nueva casa, tu madre se fue a su pueblo natal dijo que se pondría en contacto, por ahora intentemos hacer lo mejor posible.

Así inició una nueva etapa en mi vida, sin adaptarme al cambio bajé todas mis notas y mi personalidad se volvió introvertida, al contrario de mí, mi padre se volvió todo un rockstar. Cambió toda su ropa, su peinado era moderno y un aro en su oreja hacía de él un verdadero adonis. No fue mi sorpresa que solo un año después llegase a casa con una mujer mucho más joven que él.

—Hijo ella es Cristina, es mi novia…

—Hola Gabriel, es un gusto conocerte por fin

No recuerdo como respondí aquella vez, siempre me esfuerzo por recordar ya que esa vez debí causar la peor impresión porque desde aquella vez nunca más vi una sonrisa dirigida a mí.

Me pregunto qué salió mal, en qué momento me gané el odio de mi padre y madrastra, tal vez no hice bien las cosas, o simplemente, no querían mi existencia.

—Oye pedazo de basura, tu padre dice que solo tienes una semana para largarte ya no hay excusas mañana cumples 18 y serás un adulto será mejor que lo sepas

—…

—Bien así me gusta, ahora desaparece… Ya sabes, puedes llegar después de las 10 como siempre y no hagas ruido al entrar o tendré que hacerte dormir en el patio otra vez

Los últimos años de mi vida fui tratado como un perro, se me permitió dormir en casa y nada más, debía salir temprano al colegio y llegar tarde sin hacer ruido, mi presencia los molestaba por lo que debía evitar ser visto a toda costa. Había olvidado mi cumpleaños, era una fecha esperada para mi ya que por fin podría huir sin miedo a persecución o a la activación de búsqueda de un menor extraviado.

No entiendo el sentimiento de celebración, tampoco entiendo muy bien el significado de cumpleaños, pero parece que es una fecha importante o al menos eso me imagino debido a las reacciones de profesores que cada año me miran raro al saber que en mi cumpleaños no reaccionó de alguna manera especial.

Una vez terminada la escuela me fui al parque de todos los días, antes caminaba por toda la ciudad pero este año simplemente me siento en una banca a esperar que anochezca para poder volver a mi cama. Hoy estaba más solitario de lo normal, generalmente muchos transeúntes y niños llenan el parque pero hoy solo estaba yo y algunas parejas de enamorados.

Cuando el reloj del parque decía que eran las 21:33 me preparé para partir rumbo a dormir, fue entonces cuando una banda me impide el paso, eran 7 o quizás 8 hombres todos corpulentos que me rodearon.

—¿Este tipo fue?

—No estoy seguro, pero se parece mucho

—Bueno mejor démosle pero no nos excedamos por si nos equivocamos

Su conversación ignoraba mi miedo, simplemente estaba esperando su juicio, del miedo no pude pronunciar ninguna palabra, de hecho no pude hacer ninguna acción, un golpe en mi cabeza me hizo caer rápidamente le siguieron varios golpes, calor brotaba de mi cabeza y frío de mi cuerpo, debido a la fatiga vomite lo poco que tenía en mi estómago, recuerdo que uno gritó que no era yo a quien buscaban y luego no recuerdo nada todo fue oscuro.

—Entonces solo queda esperar doctor?

—No sabemos el daño neurológico que puede tener, lo siento

Una conversación lejana llegó a mis oídos, intenté abrir los ojos pero solo pude abrir el izquierdo y con mucha dificultad, pude observar un blanco muy fuerte, además mucho ruido ambiente llegó a mí, máquinas que pulsaban de forma aguda también voces llamando a un doctor y un llanto desgarrador de fondo. De a poco la imagen a mi alrededor fue tomando forma, era un hospital. Los médicos me examinaron detalladamente, y me explicaron de forma sencilla que estaba con fracturas en brazos y piernas y además con un traumatismo encefalocraneano, era mucha información y solo entendí que tenía mi brazo y pierna rotos además de que mi cabeza estaba golpeada.

Cuando abandonaron la sala, un silencio llegó que me dio un alivio, pero una persona estaba sentada en shock en una silla en la esquina derecha de la habitación siendo un punto ciego debido a que mis ojos estaban hinchados debido a los golpes. Me resultaba muy familiar, era pequeña y tenía un corte de cabello que llegaba hasta sus hombros, su piel era blanca como la nieve, y su contextura era muy delgada haciendo resaltar su pequeño pecho. No podía recordar dónde conocía a esta mujer pero algo en ella me resultaba familiar y tranquilizador.

Llevaba 3 días en el hospital y ya no estaba conectado a oxígeno y me habían quitado las sondas que incomodaban bastante, la mujer que estaba el primer día aquella vez se fue a los pocos minutos sin decir ninguna palabra, aún esperaba su visita ya que era la única quien sabía que podría venir, esto debido a que la policía cuando vinieron a tomar mis declaraciones para buscar a los delincuentes me dijeron que fue la única de la lista de contactos de mi escuela en responder ha llamado, mi sorpresa fue la existencia de aquella lista, si la hubiese conocido sin dudar la hubiera llamado antes para pedirle comida o un baño caliente.

Mi evolución es lenta pero estable, debido a mi desnutrición mi cuerpo no tiene energía para sanar por su cuenta pero las enfermeras me han ayudado en todo y me están brindando un tratamiento muy bueno.

—Hola Gabi, ¿te dieron tus vitaminas? ¿Ya tienes ganas?

—Si me las tomé… ¿Están seguras de que no puedo pararme e ir yo?

—¿Y cómo te afirmas eso? Ya no seas tonto yo te ayudo ponte de lado con cuidado

Parte del tratamiento y ayuda era asistirme en poder orinar, debido a mis fracturas en pie y brazo derecho, no podía ponerme de pie ni tampoco tomar objetos, tenía aún el brazo izquierdo pero debía esperar a que se fueran los moratones ya que me dolía mucho.

Poniéndome de lado la enfermera toma un recipiente de plástico, luego pide un momento para poder ponerse los guantes, tranquilamente o hace y acto seguido levanta mi bata y agarra mi pene envolviéndolo con sus dedos, apuntando la punta hacia el envase con cuidado, aquel contacto hace que comience a empalmar, ella buscando mi mirada sonríe, esto no es la primera vez que pasa. Después de prácticamente obligar a mi vejiga a soltar la orina pude realizar el acto, ella tomando unas toallitas limpia mi pene con cuidado y luego vuelve a taparme con la bata y la manta de la cama.

—No debes ponerte nervioso, o te hará mal

—Lo siento…

—Bueno ahora me voy

Esto ocurre 3 o 4 veces al día, y lo peor y más vergonzoso era cuando necesitaba hacer mi otra necesidad pero eso es un secreto que jamás contaré a nadie. Habían pasado ya 2 semanas y todo continuaba igual, comidas 3 veces al día, enfermeras me hacen compañía algunas horas en el día, estaba mejor que nunca y lo mejor es que el dolor se esfumaba al pasar los días.

—Bueno Gabi, ya debo ir a cambiar mi uniforme en media hora será el cambio de turno y hoy tengo una cita por lo que me iré un poco antes

—Gracias por todo…

—Ya somos amigos debes soltarte más, si lo hicieras serías un imán para chicas

—No lo creo…

Carla es la enfermera más simpática, siempre atenta y desde que se dio cuenta de que nadie me visitaba pasaba unas horas haciendo compañía, hoy no fue la excepción, ella acomodo su uniforme desordenado al estar sentada en el sillón y se preparó para salir de la sala, entonces vio la mesa pegada a una pared haciéndole recordar algo.

—No has hecho pipi en toda la tarde, antes de irme te ayudare

—No es necesario

Sin escuchar para nada lo último, tomó el recipiente y caminó a mi lado. Como lo más natural del mundo retiró la manta y levantó la bata, luego agarro mi pene mientras colocaba el recipiente, pasaron varios segundos y yo no podía lograr nada, ella inconscientemente comenzó a moverlo mientras una sonrisa se forjaba en su rostro.

—Pon a trabajar a tu amigo

—Pe-perdón no puedo…

—Tranquilízate y saldrá, ooh veo que estás ganando energía jiji

Debido al juego que ella estaba teniendo moviéndolo de un lado, logre una reacción magistral se notó una leve sorpresa pero ella siguió con el juego solo que esta vez en vez de moverlo comenzó a subir y bajar su mano despacio, dándome la espalda para que pudiera ver su rostro, el movimiento de su mano aceleró, provocando que gimiera despacio, un calor iba bajando por mi vientre mientras su mano acariciaba todo mi pene desde la punta hasta la base, en un momento sentí un líquido tibio caer sobre mi pene y su agarre se volvió más resbaloso, la sensación era sublime no tarde nada en soltar grandes cantidades de semen, no me había masturbado en meses ya que siempre llegaba cansado a casa y me dormía inmediatamente.

Como si no fuera nada raro, ella tomó las toallitas y limpio la punta de mi pene con cuidado luego apretó para que saliera la última gota y volvió a taparme, al darse vuelta su rostro era serio pero sus mejillas estaban rojas.

—Veo que pudiste hacerlo bien, me alegro… Tengo dos días libres por lo que el miércoles vendré otra vez, que estés bien

Sin esperar respuesta ella sale de la sala dejándome sorprendido, había sido el mejor momento de mi vida, estaba muy ansioso de lo que nos esperaba para el futuro, eso significaba que estábamos enamorados y que nos íbamos a casar, o eso había escuchado en la iglesia donde iba a comer algunos fin de semanas. Esa noche después de intentar masturbarme 3 veces pero no poder por el dolor en la muñeca izquierda logré quedarme dormido.

Creo que esa noche es la vez que mejor he dormido en mi vida, no me di cuenta cuando entró la ronda médica a revisarme, por suerte no me despertaron o más bien no insistieron a lo lejos escuchaba sus opiniones y sentía manos tocando mi cuerpo pero era lo rutinario.

Al abrir los ojos un rayo de sol me molestaba, debido a esto nuevamente no pude apreciar la silueta familiar que estaba a los pies de la cama, cuando mis ojos se adaptaron a la luz del lugar pude observar bien, era la misma mujer que me visitó, había vuelto. No sabía que decir por dónde comenzar, a diferencia de aquella vez ahora podía observar mejor cada detalle, su piel seguía igual de blanca, pero la chaqueta que llevaba tapaba su figura.

—¿Quién es usted?

—…

No había respuestas por parte de ella, no soy bueno para conversar con desconocidos, pero había algo en ella que me causaba nostalgia. Respirado profundo y mostrando una fuerza hasta ahora escondida, la mujer me observa y se dispone a hablar.

—Bruno… ¿De verdad no me recuerdas?… Soy tu tía, hermana de tu madre

—¿Mi tía?

—No recuerdas que yo te cuidaba cuando eras niño

—Perdón pero no recuerdo bien mi infancia

La verdad no recordaba nada de mi infancia, las imágenes que tenia de lugares y personas no sabía si eran recuerdo o invenciones mías, por lo que siempre he dado por hecho que he olvidado 15 años o más.

—Mi hermana te abandonó, y tu padre prohibió cualquier acercamiento a ti… Debí luchar más duro, perdóname por favor

—No es su culpa…

—Pero ya hice los arreglos y hoy nos vamos para la casa

—¿Casa? Tía…y yo no puedo volver

—Bueno te ayudo a vestirte si quieres…

Ignorando mi respuesta, mi supuesta tía, quien aún no conocía su nombre, apretó el botón de asistencia. A los pocos minutos entran dos enfermeras, quien conversan algo rápido y se ponen junto a mi y me ayudan a ponerme mis bóxer en primer lugar, pude observar como cada una de ellas acarició discretamente levemente mi pene, luego me pusieron un pantalón deportivo y al final una chaqueta debido a que mi yeso no permitió el poder ponerse una polera. Mientras esperábamos los papeles y una silla de rueda yo estaba sentado en la cama, era primera vez que estaba en esta posición.

—Tía…

—No te preocupes Gabi, iremos a mi casa… Cuando llegaste aquí llame a tu padre, y me dijo que peleaste con tu madrastra y te fuiste de la casa… Como sabes mi hermana rehízo su vida y no quiere saber nada de nadie

—Ya veo… ¿le puedo preguntar algo?

—No sé si podré responderte, pero claro hazlo

—¿Cómo se llama?

—Verdad que no te acuerdas de mi… Me llamo Sofia, soy la hermana menor de tu mamá.

Continuará.

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