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La mujer de mi compañero de piso
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Hace unos meses me mudé a una casa compartida, es una casa con cuatro habitaciones además de la del anfitrión, yo estoy en la más pequeñita porque estaba pasando un momento de transición y quería ahorrar gastos.

Lo demás cocina, sala y lavandería es todo compartido.

En esta casa en los seis meses que he estado viviendo, ya me han pasado varias cosas que con suerte y si le gusta lo que leen, les iré contando por aquí.

Uno de mis roomates es un colombiano que trabaja en el mundo minero aquí en mi país, por lo tanto pasa tres semanas fuera, en el interior del país y tres semanas aquí.

Hace unos meses trajo a vivir a la novia con él, una psicóloga, también colombiana que suele trabajar todo el día como todos en la casa.

Yo trabajo a unas pocas cuadras de la casa así que vengo a almorzar y otras veces salgo temprano y trabajo remotamente.

La convivencia es muy cordial, cada uno en lo suyo y a veces compartimos si nos encontramos en las áreas comunes y tenemos ganas de echar una cerveza viendo algún partido o algo de música en la tv de la sala.

Todo transcurría muy normal en relación a esta pareja y ella se veía muy seria y formalita, con esa forma tan especial que tienen las paisas de hablar que sin querer suenan sensuales.

Nada era fuera de lo normal con ella, nos cruzábamos en la cocina frecuentemente, intercambiamos palabras un par de minutos y era todo.

Ella es una chica de 1.66 cm delgada de tez blanca, cabello negro de largo medio ondulado con un cuerpo muy bello.

Se nota mucho que le da o ha dado con constancia al gym y aunque todo está armonizado en su cuerpo con unos senos redondeados de tamaño mediano a grande y un trasero redondito que se movía acompasadamente a cada paso que daba, lo que más me llamaba la atención en ella eran sus piernas, trabajadas al máximo, como las de una deportista, sin ser aparatosas, estaban perfectamente marcados los músculos, completando una hermosa parte inferior que empezaba en ese hermoso trasero redondeado pasando por esa belleza de piernas y terminando en unos hermosos pies, siempre bien cuidados de rasgos delicados y suaves; yo particularmente soy un declarado admirador de pies femeninos y estos entran en mi top ten de los conocido hasta hoy.

Todo ese detalle lo advertí discretamente porque mi reputación en la casa es de un chico serio y educado, lo que realmente soy pero eso no evita que pueda admirar y disfrutar de la hermosa figura de una mujer, los detalles de su físico y sus maneras al caminar o interactuar.

Aun y con todo lo relatado hasta aquí, mi instinto había estado controlado por varios motivos, el principal que estaba tranquilo, no tenía una época de gran sequía sexual como había ocurrido en otras ocasiones y además quería permanecer alejado de cualquier tipo de problema, menos aún con mis roomates o sus parejas.

Todo empezó a tornarse diferente a partir de un detalle.

Para ingresar a mi cuarto, tenía una gran ventaja, podía ingresar por la puerta trasera que daba directamente a la escalera, por lo que evitaba el pasar por las áreas comunes sociales, algo que me agradaba mucho, pero lo único que perjudicaba esa ventaja era que mi cuarto daba directamente a la lavandería y mi ventana tenía una directa y nada alejada vista al tendedero, lo que resultaba en ver toallas, pantalones o polos colgados y ropa interior como no.

Un día al salir de mi cuarto me topé cara a cara con esta chica que estaba tendiendo unos pequeños hilos y un conjunto de encaje que me hicieron volar la imaginación.

Esto coincidió con la llegada del novio de la mina donde trabajaba, así que trate de evitar las miradas y limitar las conversaciones, más aún porque el novio andaba detrás como perro guardián, sin dejar escapar ocasión para marcar territorio, algo conocía él que no se notaba a simple vista o era la naturaleza posesiva común del macho que afloraba para exhibir y a la vez preservar a su hembra.

Pasaron las semanas y no caí en cuenta que el tipo había regresado a la mina, así que salí de mi cuarto al trabajo como todos los días y me encontré con ella nuevamente tendiendo ropa interior y las demás prendas que había lavado temprano.

Mientras colgaba uno de aquellos hilos tan sugerentes, me miró con un gesto entre pícara y avergonzada, sonreí, saludé y seguí mi camino.

Esa mañana no pude sacarme su imagen de la cabeza, imaginaba su perfecto culo vestido con ese hilo negro delicado viendo alejarse mientras me lanzaba aquella mirada, fue perturbadora y excitante aquella visión, no pude concentrarme esa mañana, decidí volver a casa para el almuerzo y no retornar por la tarde, necesitaba despejarme.

Volví y decidí ver una película en el sofá de la sala, a esa hora no había nadie en la casa así que me tomé la libertad de ponerme cómodo y sentarme frente al televisor disfrutando de una cerveza helada y algo para picar.

No pasaron 15 minutos de haber iniciado la película cuando sentí el ruido del ascensor subiendo a mi piso, me fastidié porque significaba que ya no estaba solo y por alguna razón eso me molestaba.

Se abrió de pronto el ascensor que daba directo a la sala y era ella, tenía puesto un vestido largo muy formal y unos tacones medianos que estilizan mucho más la parte baja de sus piernas que por cierto era lo único que dejaba ver ese vestido.

Saludo amablemente y fue directo a su cuarto, eso me tranquilizó, su prisa me convenció que su estancia sería breve, quizás olvidó algo o estaba de paso, sin embargo volvió aquella imagen de la mañana otra vez a mi cabeza, a pesar del discreto vestido mis ojos solo veían esas nalgas a cada lado del hilo que vestía ese hermoso culo.

Sacudí la cabeza y traté de disipar y enfocarme de nuevo en la película, aún no completaba mi intento cuando sentí abrirse la puerta de su habitación y apareció en el pasillo.

El cabello amarrado en una media cola, una camiseta negra sin mangas abierta en los lados, sin sujetador y aun así alardeaba sus firmes senos que me dejaron sin aliento, más aún cuando pasó cerca de mí, haciéndose más evidente la abertura a los lados, que revelaba la descarada desnudez de sus senos, completaba el outfit con un short blanco que dejaba poco a la imaginación no porque fuera muy cortito sino más bien suelto como de tul y descaradamente transparente que dejaba en evidencia el hilo negro que parecía vestir adrede para perturbarme, sandalias bajas de casa y una batea con algunas prendas lo que hacía notar a donde se dirigía.

No pude evitar mirarla sin reparos, total eso parecía desear y no dude en tomarlo como evidente, mis ojos se posaron sobre sus tetas y se acercó a mí, en ese micro segundo pensé que quizás fuera a decirme algo sobre mi mirada pero no, solo me dijo con un gesto más marcado que que el de aquella mañana “¿será que me invita una? Estoy que ardo de calor” y prosiguió su camino sin voltearse.

Demoré un minuto en recobrar el aliento y dejar de cuestionarme si estaba soñando o acababa de ocurrir aquella escena, me paré con aplomo aun conservando mi cerveza, me dirigí al refrigerador y saqué otra cerveza, la abrí y sin titubear me acerque frente a ella con ambas cervezas en la mano y le dije: “¿aplacamos el calor?”, sonrió recibió la cerveza y bebió un sorbo rápidamente, hizo un gesto de satisfacción y me dijo mientras miraba las cuerdas de tender, “¿será que le incomoda que cuelgue mis prendas íntimas tan cerca de su ventana?”.

La mire con lujuria ya inocultable y le dije “no, es un buen ejercicio para mi imaginación”, me miró frunciendo el ceño y dijo “mire al señor ten seriecito y ahora tan atrevido” mientras tomaba un sorbo más de cerveza, voltee y abrí la puerta de mi cuarto y deje mi botella en una mesita que estaba a ingreso, me volví hacia ella y le dije: “ser serio no significa que no sepa divertirme y menos aún apreciar y disfrutar las cosas buenas de la vida, como la cerveza que acabo de dejar o como la linda vista que tengo frente a mí”.

Pareció ignorar lo que acababa de decir, cogió uno de sus dichosos hilos de la batea y lo retorció para quitarle el agua, cogió dos ganchos y se estiró sobre el tendal para colgar, el movimiento fue tan normal como sexy, mi puerta entreabierta me aconsejaba entrar y tratar de ahogar mis instintos, a la vez mi lado animal quería abalanzarse sobre ella sin ningún reparo, finalmente la razón pareció tomar leve control sobre mí y volteé hacia mi puerta, sin embargo no pude evitar intentar dar una última mirada a esa tentación que a escasos metros destilaba sensualidad y lujuria, me miró cogió su botella y dio un sorbo súbito tirándose la cerveza encima con evidente intención y mirándome ya sin ningún atisbo de decoro dijo “me mojé, ¿será que me ayuda?” .

Mi reacción fue automática, la cogí de la muñeca y la atraje con violencia hacia mi, dejándola descalza y apretada a mi cuerpo.

Me miró enojada y me espetó a dos centímetros de mis labios “¡atrevido!” mientras me tiraba lo que quedaba de la cerveza sobre la cabeza, le quite no sin poco esfuerzo la botella con una mano protegiéndome de un probable golpe, mientras la sujetaba de la cintura fuertemente con la otra, apenas liberó su mano, intento golpearme pero la sujeté con más fuerza y la besé apasionadamente.

Sin analizar pensamiento alguno en mi cabeza, solo dejándome llevar por el instinto, la giré hacia mi cuarto y apenas dos pasos atrás estaba el inicio de mi cama, nos besamos y la resistencia cesó para ser anuencia, sus brazos alrededor de mi cuello eran la confirmación de que ambos no nos detendríamos, se separó de mí súbitamente y levantó los brazos, me acerqué con deseo y levanté su camiseta sobre su cabeza dejando ahora si completamente descubiertas sus bellas tetas.

Me envicie de ellas, las devoré con avidez, las chupé, las mordí, jugué con sus pezones con mi lengua, las juntaba con mis manos para comerme sus dos pezones al mismo tiempo, literalmente le estaba comiendo las tetas como un loco, no pude más de la excitación, ya me había despojado de la camiseta para poder sentir el calor de su piel, pero quitar sus shorts convencionalmente se me hacía un trámite muy largo a seguir, así que los arranque con violencia sintiendo un sobresalto en ella que rápidamente apacigüé metiendo mi lengua en el fondo de su boca.

Ella cogió el botón de mi pantalón y lo arrancó con violencia mientras tiraba de la cintura del mismo hacia abajo, sobó mi verga con lujuria y algo de tosquedad pero fue a la vez endemoniadamente excitante, la recorría con la mano de arriba abajo y exploraba con las palmas de sus manos mis huevos, como si los pesara, yo solo pensaba en poseerla pero ella estaba haciendo de los previos, una fiesta de lujuria.

Deslizó su lengua por mi pecho y cayó de rodillas metiéndose mi verga de una sola vez hasta su garganta, dubitó con un sonido seco, como si su boca rechazara el bocado ofrecido, pero no se detuvo, succiono mi verga con deseo, haciendo que contraiga el abdomen, en mi desesperado intento por tratar de no venirme en ese instante dentro de esa boca deseosa de darme placer.

Sentí sus dientes mordisqueando la base de mi verga, para luego recorrerla con toda su lengua y volver a tragársela entera, pensé que no podría más, la cogí de la cara y estiró sus manos para que la levantara, hasta ese momento ninguno de los dos había dicho una sola palabra, la arroje a la cama y me quite lo que sobraba de ropa, pude haber quitado su hilo convencionalmente, pero el animal salvaje que habita en mi solo atino a arrancarlo de un tirón y sin darle tiempo enterré mi cabeza entre sus piernas para saborear ese manjar que me ofrecía y borboteaba gracias a la excitación que nos habíamos producido.

No pasó un minuto de devorar esa concha deliciosa cuando arqueó la espalda y con un gemido casi desesperado tuvo un intenso orgasmo, apretó mi cabeza a su sexo y tiró de mis cabellos llevándome de un jalón hacia sus tetas donde otra vez me perdí.

Gemía y jadeaba intensamente, mi verga se hinchaba y palpitaba con cada gemido mientras la sobaba contra su muslo.

Estaba encantada con mi boca en sus tetas, a pesar de chuparlas con dureza e incluso morderla cada tanto que perdía el control, ella solo reaccionaba con un gesto de “me encanta” y apretaba mi cabeza sobre esos hermosos senos que acababa de conocer pero que devoraba como frutas exquisitas, deslicé mis manos por sus muslos sin dejar de comerle las tetas, apreté sus nalgas y me puse de rodillas rápidamente frente a ella, instintivamente temeroso que se cortara el momento ante la petición del preservativo, separé sus piernas e ingrese con premura, con una exactitud que celebro.

Le introduje toda mi verga a lo que ella reaccionó arqueándose y ofreciéndome su conchita empujando hacia mí, ya estaba dentro, la sensación era casi indescriptible, el calor y la humead de su sexo no me permitían dejar de embestir con lujuria, levanté sus hermosas piernas sobre mis hombros admiré de cerca esos deliciosos pies que había incluido en mi ranking personal de mi afiebrado fetichismo.

No cesó la intensidad pero me encandilé con sus hermosos pies y empecé a lamerlos y chupar sus dedos, ella solo atinaba a gemir y jadear cada vez con más fuerza y se vino descontroladamente lanzando un fuerte grito y estremeciéndose hasta la agonía.

Me eche a su lado y abrace su cuerpo aún tembloroso desde atrás, dejando descansar mi verga entre sus nalgas, reaccionó ante su dureza y se giró rápidamente para montarla, ese momento es uno que reproduzco en mi mente con más frecuencia de la pudiera aceptar.

Esa mujer era un espectáculo montado, nunca usó las manos para metérsela hasta el fondo cuando se montó, ni ninguna de las veces que mi verga escapó de su vagina por la intensa humedad que nos habíamos provocado.

Manejaba los tiempos de penetración con una maestría difícilmente encontrada en una mujer, la recorría de la punta a la base, acariciándome la verga con sus paredes vaginales, embestía fuerte y cuando estaba a punto de llenarla completa, se detenía y doblaba mi sexo como una palanca, como retrasando mi eyaculación y yo me sentía en las nubes mientras la veía subir y bajar, dar círculos pequeños en sentido y contrasentido, alternados, acompasados, lujuriosamente perfectos.

Debo de aceptar que esa ha sido la montada más divina que una mujer me ha pegado pero donde casi pierdo la cabeza fue cuando se puso de cuclillas y se arqueo para atrás para no solo alejarme de sus tetas que apretaba con fuerza y desespero mientras me montaba, sino que dándome un primer plano exquisito de como mi verga entraba y salía su concha empapada, de pronto y otra vez sin mediar palabra y sin sacarse la verga de adentro, puso los dedos de sus pie en mi boca para que los chupara y sin esperarlo, giró y empezó de nuevo a cabalgarme pero esta vez mostrándome el culo.

Esa visión era como presenciar una escultura de Bernini en movimiento, mi verga estaba embelesada en esa concha, se sentía consentida mientras yo miraba ese culo perfecto, como se contoneaba y me daba placer, ya no podía más de la excitación y aún es un misterio para mí como evite la eyaculación todo ese tiempo.

No sé como tenía el perfecto timing para intuir que mi orgasmo estaba cerca y parar para luego de a pocos volver a empezar, fue un disfrute alucinante.

Ese mismo timing uno para desmontarse de mi ágilmente y con una avidez que me sorprendió, fue hacia mi verga y se la metió a la boca, saboreando sus jugos y los míos, la sintió palpitar dentro de su boca y obviamente previó lo inevitable, ajustó fuerte sus dedos sobre la base de mi verga y se preparó para tragarse una de las venidas mas intensas y placenteras que tuve en la vida, se tragó hasta mi última gota y puso esmero en limpiar cada resto que escapó por la comisura de sus labios con su lengua.

Se paró, se puso la camiseta y otra vez sin mediar palabra, recogió los restos de sus short e hilo y caminando con el culo al aire salió de mi cuarto.

Yo no tuve tiempo a reaccionar, aún estaba ensimismado y absorto en las sensaciones de placer que había experimentado, sin saber si la volvería a ver o si ese había sido uno de aquellos momentos que cuando pasa el tiempo, aun te preguntas si fue verdad o solo un sueño elucubrado por tu imaginación.

Afortunadamente esas preguntas se respondieron pronto y tuvieron un poco más de historia, si les gustó esta con gusto se las contaré.

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