Después de regalarme y revolcarme como una puta callejera con esos tres albañiles dentro de una obra, entre bolsas y escombros, mi deseo de venganza no mermó en absoluto y no me invadió ningún remordimiento, no había motivos para ello, y fui yo la traicionada y la que jugó el papel de cornuda hasta que me enteré de su infidelidad.
De ahora en adelante mi tarea era seguir manteniendo un perfil bajo ante la sociedad, y ser la madre sumisa cuya única preocupación es criar mis hijos, ser una eficiente ama de casa para mi esposo, y por supuesto vivir haciéndole creer que yo no sospecho nada de su infidelidad.
Sin dudas él pudo percibir un cambio importante de mi cuerpo, volví a ser la que era en un principio de joven, una mujer sexy y voluptuosa, no obstante, yo le restaba importancia a mis atributos físicos cada vez que él me decía que estaba rica y además en la cama yo no ponía mucho empeño a la hora de tener sexo, al contrario, trataba de evitar hacerlo seguido total afuera siempre iba a ver una buena verga esperando por llenar mis agujeros y satisfacerme de verdad. Siempre planifiqué mis infidelidades para no dejar cabos sueltos.
Aproveché los horarios que los chicos en la escuela, me favoreció que tuviesen doble escolaridad y el horario de trabajo de mi cornudo esposo también me favorecía. Siempre podía disponer de 5 horas por la tarde que aprovechaba para salir a follar, no siempre claro. Me había creado un perfil de Facebook con otro nombre y con fotos subiditas de tono mostrando las bondades de mi cuerpo que utilizaba para crear un círculo de contactos con desconocidos que me permitiesen chatear con gente por fuera mis amistades y entorno.
En poco tiempo tuve muchos seguidores que solo querían follarme y eso me producía morbo, pero la verdad lo que más morbo me producía era realizar esas salidas imprevistas y follar con algún desconocido como si fuese una puta de la calle. Había un seguidor de Facebook que me enviaba todos los días fotos de su enorme verga a lo que yo le retribuía enviándole fotos mías desnuda, el hombre era chofer de camión y la verdad no solo tenía una buena verga, sino que era muy guapo, me gustaba y había decidido que mi próxima infidelidad seria con él.
Me volví a vestir como se visten las putas, cabello planchado con flequillo, groseramente maquillada, falda de cuero muy corta, camisa blanca con transparencia y desabrochada para relucir mis tetas, sostén negro y tanga hilo dental del mismo color, medias de red y tacos altos. Cuando me bajé del auto las miradas de los tipos que percataban mi presencia comenzaron a atravesarme y a exhalar groserías a medida de iba caminando y meneando el culo hacia el banco de la plaza donde me esperaba Sergio, el camionero.
Al pararse para saludarme y darme un beso pude comprobar que las fotos eran reales, se notaba el bulto de su verga para deleite de mis ojos.
Sergio: ¿Quieres que vayamos a tomar algo, tienes sed?
Yo: Si claro deseo tomar leche (lo miré fijo a los ojos mientras con una risa socarrona y mordiendo mi labio inferior le contestaba a su pregunta)
Sergio. Bueno, bueno pero que mujer más decidida, ¡tu si sabes lo que quieres!
Yo: Si se lo que quiero desde el primer momento que me enviaste esa foto por el chat, busquemos un hotel y vamos a follar que deseo ese chipote dentro de mis entrañas
Ni lerdo ni perezoso Sergio me tomó de la cintura y salimos para el hotel que estaba a pocas cuadras. Una vez adentro y apenas cerramos la puerta comenzamos a besarnos fogosamente. Lo primero que hice fue llevar mi mano para tocar por sobre el pantalón esa rica verga que ya estaba dura, mientras Sergio desabrochaba mi camisa y sacaba las tetas del sostén para chuparlas, también mi cuello era besado por sus ricos labios carnosos entre gemidos y palabras cerdas que nos propinamos uno a otro.
No tardé en aflojar su cinto y bajarle los pantalones para sacar el chipote enorme afuera. Por fin lo tenía en mis manos, jamás había tenido sexo en mi vida con un hombre que cargara semejante verga grande y gruesa. Me arrodillé y traté de meterlo en mi boca, pero era dificultoso, no podía meterla toda como yo quería, en ese momento hubiese querido ser Linda Lovelace. ¡Como estaba disfrutando esa mamada!, mis labios recorrían su longitud venosa y la lengua hacia estragos en su glande, era una delicia, un manjar poder mamarle la verga a Sergio.
Luego de unos minutos él estaba desnudo y yo, a pedido de él, me quedé con la tanga, las medias y los tacos puestos. Seguimos en la cama haciendo un rico 69 y allí tuve mi primer orgasmo y él se sorprendió porque cuando llegué al clímax mi cuerpo tiembla todo y comienzo a gritar de placer. Ya no podía esperar, luego de mucho sexo oral mutuo mi coño pedía a gritos ser penetrado. Me coloqué una almohada debajo de la cola para favorecer la penetración y abrí las piernas mostrando mi coño depilado enrojecido, él sabiendo lo que portaba, se lubricó bien la verga y echo un chorro de lubricante en la raja, aunque yo tenía muchos jugos goteando fruto del orgasmo.
Con mucha delicadeza fue metiendo poco a poco mientras mi pobre coñito se abría como flor y nunca antes lo había hecho con algo así, por cada deslizamiento yo gritaba como loca, me dolía, pero su rica verga me hacía gozar como una perra en celo. Le crucé las piernas por su espalda y mis manos lo abrazaban por detrás del cuello mientras mi cuerpo estaba siendo empalado salvajemente sin dejar de besarnos y dejando que me chupe las tetas y morder los pezones que estaban duros como piedra de la calentura.
Una vez con todo eso adentro comenzó a moverse lentamente metiendo y sacando no del todo su falo por mi pobre coño abierto al máximo. A los pocos minutos ya mi vagina bien dilatada recibía con mucho placer y gemidos de gozo cada centímetro de carne dura. Yo también pude comenzar a liberar la tensión y comencé a mover mi pelvis a modo de tamiz. Embestida va, embestida viene, entre gritos y placer llego al segundo orgasmo expeliendo un temblor y exhalando un grito que seguro fue escuchado por las habitaciones vecinas.
Sergio tenía mucho aguante, me follaba bien, de vez en cuando dejaba de penetrarme y volvíamos al sexo oral, luego de casi media hora de follar le pedí que me dé su leche, quería sentir su esperma llenar mi coño.
Yo: Vacía todo adentro, córrete de una vez, tranquilo tomo pastillas, dame tus semillas, échalas adentro, ¿Cómo deseas que me ponga, quieres acostarte y que cabalgue tu verga hasta que te corras?
Sergio: Si claro puta, súbete y cabalga como una yegua en rodeo.
Sin más tiempo que perder y con su verga bien dura con la ayuda de mi mano la fui metiendo lentamente hasta llegar al fondo, comenzar a moverme y a darle saltones. No tardé en sentir la sensación de correrme una vez más.
Yo: Vamos me voy a correr, hagámoslo juntos, dame tu leche, dámela ya hijo de puta!
Con todo el trozo adentro, mi cuerpo se estremeció mientras sentía la tibieza de su leche llenar mi coño, no recuerdo haber tendió un orgasmo más intenso que ese día cuando Sergio llenaba de leche mi vagina. Luego de gritar del placer mi cuerpo dejó de temblar y me deje caer sobre su torso fundiéndonos en un beso de lengua interminable. Descansamos un poco relajados y desnudos en la cama para luego comenzar el segundo round.
Esta vez más tranquilos pero no menos intensos probamos varias poses y lo hicimos dos veces más, intentó darme por el culo pero lo dejamos para otra ocasión porque no estaba preparada para un anal con semejante verga, iba a necesitar ponerme un plugin anal unas horas antes de hacerlo porque mi pobre culito iba a sufrir demasiado, porque yo siempre digo que el sexo es para gozarlo y no para sufrirlo demasiado, un poco de dolor es rico pero hay que estar bien preparada para que el culo se te abra con semejante verga.
Llegue a casa a tiempo para cambiarme la ropa, sacarme el maquillaje, bañarme e ir a buscar los niños a la escuela para luego esperar que el cornudo llegue a casa contento que su fiel mujercita lo espera con la comida calentita.