back to top
InicioDominaciónTuve que someterme a sus deseos

Tuve que someterme a sus deseos
T

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 5 minutos

¡No puedo entender como terminé así! Llena de deudas y en la calle. Empecé a jugar como diversión y en pocos meses me arruinó la vida. Sola, sin poder recurrir a nadie y en una ciudad desconocida.

Les cuento, soy Viviana, tengo 19 años, morocha, buen cuerpo, tetas chicas pero una colita que se dan vuelta a mirar, parada y respingona. Una catamarqueña que llegué hace un año de mi pueblo con la ilusión de triunfar en la Capital y todo se fue al carajo. ¿Volver derrotada a la estrecha vida de mi pueblito? Ni loca. Algo tenía que hacer, lo que sea. Fui a ver a la única persona que podía pedirle algo.

– “Hola Juan”, le dije cuando abrió la puerta

– “Hola Vivi, te hacía volviendo a tus pagos, pasá”

– “No quiero volverme”, le dije mientras entraba en su living y dejaba la valija y la mochila en el sofá, “¿no me aguantás esta noche? Necesito un lugar”

– “¿Te echaron de la pensión?”

– “Si, le debo la semana y ahí no te aguantan ni un día de atraso”

– “¿Y la plata que me debés?

“Aguantame que me reponga y te la pago, lo juro”

Juan era un pibe un poco más grande que yo, de unos 25 años, que conocí en el trabajo que tuve ni bien llegué. Una noche de farra terminamos cogiendo y después le corté el rostro. Pero recurrí a él para manguearle dinero y ahora para que me banque para dormir.

– “¿Vos te pensaste que soy la Casa de la Beneficencia?”

– “”Porfi. Una noche nada más”

– “Y después ¿a dónde vas?”

– “No sé. Algo se me ocurrirá“

– “Mira Vivi, me cansaste con las promesas. Te podés quedar acá no una noche, sino una semana o dos. Pero algo vas a tener que hacer para compensarlo”

– “No entiendo ¿Qué querés que haga?”

“¿Sos boluda o te tengo que hacer un dibujo nena? Tenes que hacer lo que yo quiera. ¿te queda claro?”

– “¿Te vas a aprovechar así de mi situación?”

– “¿Yo me aprovecho? ¿Me cagas la guita que me debes, me pedís cobijo y morfi y soy yo el que me aprovecho? Aceptá o agarrá tus cosas y andate.”

Y así fue como terminé de sirvienta para todo rubro que Juan quisiera. Yo sabía que me tenía ganas y me vi obligada a aceptar. No estaba mal el flaco y muchas más opciones no tenía. Me dijo que me acomode (y que me bañe) mientras hacía la cena. Cuando bajé a comer enfundada en una bata que tenía me vi con una mesa toda servida con una bondiola a la cerveza negra con puré y un tinto de buena calidad.

Era la primera comida decente en meses ¡¡y qué comida!! Estaba exquisita. Comimos, charlamos y nos bajamos el vino. Después un cafecito y puso una peli. Nos sentamos en el sofá los dos tranqui mirándola. Me relaje totalmente y me olvide del trato, pensando que había sido una cargada. Hasta que apagó la tele y le pregunté donde iba a dormir.

– “Vení que te muestro”, dijo y me llevó de la mano a su habitación y me mostró su cama. “Vas a dormir conmigo y quiero que te acuestes toda desnuda”

– “No, ¿es en joda, no?”

– “No. Es eso o toma tus cosas y andate”, me respondió con un chirlo. “Acá yo pongo las reglas y vos obedecés”

No encontraba forma de zafar, de modo que fui al baño y cuando volví me metí bajo las sábanas y allí me saqué la bata, quedando en bombacha y corpiño bien pegada al borde y sin moverme. Al rato sentí una mano por mi cuerpo, otro chirlo y un reto.

– “¿Qué parte de desnuda no entendiste?

Me saqué todo y esperé a ver qué pasaba. Él acarició mi espalda y mi cola para cerciorarse que estaba desnuda, se dio vuelta, me dijo buenas noches y apagó el velador. Al rato roncaba suavemente. A la mañana me desperté tarde. Juan no estaba, pero había una nota en el espejo del baño “Vuelvo a las 15 h con un hambre de perros. Preparate algo para comer. Esperame con la ropa que está en la silla al lado de la cama”. Era un vestido corto y suelto con mi bombacha y unas sandalias, todo apilado. Pero no pude encontrar por ningún lado mis corpiños. Aun los que traía en la valija no estaban. Así vestida y con el almuerzo listo lo esperé.

Entró, fue derecho al sofá donde yo estaba viendo tele y me pidió que le sirva la comida. Yo fui a calentar la olla y cuando estaba en eso, él me abrazó por detrás, me masajeó un pecho y me dio un beso en la nuca y se sentó a comer, charlando conmigo de su trabajo, del tiempo y de todo un poco.

– ¿Querés ver una peli?, preguntó y yo acepte. “Vamos a ver una de colección, de las mejores películas que conozco. Es “La secretaria” ¿la conocés?”

No tenía ni idea, pero estaba buenísima. La vimos los dos sentados en el sofá y tengo que confesar que me fue calentando, es una peli muy erótica sobre una piba con muchos traumas y represiones que descubre su veta masoquista y encuentra el placer sexual siendo dominada. Juan pasó un brazo sobre mis hombros y me arrimó contra él. Cuando terminó me dijo:

– “Así te quiero mientras estés acá ¿entendiste?”, me acarició las tetas, se bajó el jogging que traía puesto, sacó su pija y me dijo “empezá por una buena mamada”

– “¿Estás loco?, ¿quién te crees que soy, tu putita?”

– “Algo así Vivi, te dije que tenías que pagar por todo, por la guita que te presté, por el bulo y la comida. Además, no te disgusta que te dominen, ¿o no disfrutaste cuando cogimos que te esposé a la cama?

– “Pero eso era un juego”

– “Bueno, esto es en serio. Mamas o tomas tus cosas y te vas”

– “No podés ser tan turro”

Ni me contestó, me tomó de los pelos y me llevó la cabeza contra su pija y no vi modo de zafar, de modo que empecé a chupársela y masturbarlo, para hacerlo acabar rápido. Pero me tiró de los pelos para hacerme levantar la cabeza a la vez que me hacía temblar la cola con un fuerte chirlo.

– “No me quieras hacer acabar rápido turra. Mamame lindo como vos sabés. Con todas las artes de putita que tenés” y volvió a llevarme la cabeza contra la pija. Me esforcé en volverlo loquito, lo lamía, le daba toques de lengua, besitos, le soplaba el glande, lo envolvía con mi boca un toque apenas y volvía a soplarlo y pasarle solo la puntita de la lengua por el tronco. Tenía la pija dura y se tensaba de calentura.

– “Qué lindo mamás guachita, te voy a acabar en la boca y quiero que te tragues todo. Si algo se cae y me mancha el bóxer comes solo fideos al aceite con agua. Si no, te hago un manjar y tomás vinito de primera”

En realidad a esa altura yo, entre la película y el lindo pedazo de Juan, la estaba gozando. No sé si fue eso o la promesa de la comida, pero cuando se vino en mi boca no solo me tragué todo sino que lo seguí chupando y lamiendo un rato largo. Cumplió su palabra y comí una empanada gallega que me hizo acordar a las de mi vieja, de buena que estaba. Después, a la cama desnudita, esperando que se aproveche de mí. Pero solo me dio un beso y se durmió. Así me tuvo tres días, con buena comida, chirlos, ordenes, sólo algún toqueteo y nada más. ¿no le gustaré o se hizo gay, pensé?

Al cuarto día llegó y sin decir palabra me llevó de un brazo a la habitación, me puso una venda, me subió a la cama, arrodillada contra el respaldo, me ató al mismo y me dio unos cuantos chirlos mientras me aclaraba que esa noche iba a empezar a ser su putita y que más me valía esforzarme, sino me ponía de patitas en la calle. Me desató y se dedicó a cocinarme mi plato favorito, lasagna, que comimos regada por un Lagarde Malbec. Al salir del baño, me hizo desnudar y después me esperaba con la venda, que me puso, las sogas con las que ató mis manos atrás. Me hizo acostar boca abajo, me masajeó, acarició, besó y lamió hasta calentarme.

– “Hoy vas a servirme de putita. Mañana me voy a ocupar de atenderte bien. Se acostó contra mí y puso la punta de su pija en mi culito

– ¡¡No!! Por ahí no Me dio un chirlo y me dijo que obedeciera o me iba a la calle

– “Porfi, hacelo despacio”

Otro chirlo mientras me decía que me iba a cuidar, pero que yo tenía que hacer lo que él decía. Y cumplió la palabra de tomarse todo el tiempo necesario para que entre suavemente. Cuando tenía toda su pija en mi cola me desató y empezó a moverse despacito. Dos minutos después yo estaba acompañando sus movimientos y cinco minutos después mordía la almohada para ahogar el grito que acompañó mi orgasmo. Esperó que me serenara, me hizo parar, me volvió a penetrar la cola y me cogió contra la pared.

A esa altura yo acompañaba sus acometidas sacando mi cola para que me pueda penetrar mejor hasta que acabé y él también. Me abrazó un rato largo hasta que las ondas del orgasmo se calmaron.

– “Aprobaste tu primer examen de putita, Vamos a ver mañana”

Loading

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.