Como ya conté en relatos anteriores, mi relación con Sara era muy diferente a las demás. Nos gustaba experimentar bastante. Hacíamos el amor en lugares raros y con la posibilidad de ser encontrados, probábamos nuevas y raras poses, hicimos dos tríos, una pequeña orgia con intercambio de parejas, nos dábamos permiso de hacerlo con otras personas, etc.
Esta historia comienza, cuando, un día, Sara y yo estábamos descansando en su cama, me pidió que le haga masaje y terminamos cogiendo. Comenzamos a hablar del tema de los masajes eróticos hasta que acordamos ir a un salón de masajes. La idea era buscara un lugar en el que den masajes para parejas con servicio completo.
Para esto, necesitábamos la ayuda del internet, comenzamos a buscar en foros y páginas, en los foros preguntábamos cual era el mejor de estos lugares. Mientras íbamos recibiendo respuestas y sugerencias, las íbamos buscando en internet. Encontramos uno bastante bonito, se notaba limpio, no había fotos de los masajistas, pero por los comentarios, estábamos casi seguros de que habría chicos guapos y chicas guapas. Además, que el precio era ligeramente elevado. Así que decidimos ir ahí.
Llegamos al local de masajes y, al entrar, nos encontramos con una recepción algo pequeña, con una recepcionista muy guapa. Era alta, morena, vestía una falda pegada y una blusa blanca con dos botones sueltos. Por el escote se le veía un par de tetas redondas, medianas. La falda apretada, mostraba un trasero hermoso. Lo primero que pensé fue que si así estaba la recepcionista, como estarían las masajistas.
Hablamos con la recepcionista y pedimos un masaje en pareja, nos dio el precio del masaje y nos indicó los adicionales. Sara y yo nos miramos, sonreímos y pedimos servicio completo para ambos. Pagamos y nos pidió que esperemos. Unos minutos después nos llevó a una pequeña sala con un sillón grande. Pasamos y nos sentamos.
Esperamos unos minutos y comenzaron a salir una por una las masajistas. Salieron tres chicas, las tres eran hermosas, pero la que más me gustó fue Valentina, al menos ese dijo que era su nombre. Valentina era rubia, con ojos azules muy bonitos. De cara era muy bonita. Estaba vestida con su atuendo de masajista, blanco, muy pegado, mostraba un escote pronunciado, lo que dejaba ver un hermoso par de tetas con un sostén de encaje negro. El atuendo era corto, le llegaba ligeramente por debajo de las nalgas, tenía unas piernas muy bonitas y el culo se le notaba bastante grande y bien puesto.
Cuando elegí a Valentina, comenzaron a salir los hombres. Salieron tan solo dos. Sara eligió a Piero. Era un chico bastante musculoso, llevaba un polo de gimnasio pegado y un pantalón ligeramente pegado, el cual mostraba un paquete bastante grande. Tenía el cabello negro, un poco largo, amarrado con una cola. Era bastante atractivo, también con ojos claros. Sara estaba encantada con él.
Después de elegir, la recepcionista nos llevó a un cuarto, nos pidió que nos ducháramos y luego nos recostemos en las camillas, completamente desnudos. Sara y yo nos duchamos, aprovechamos para besarnos y manosearnos un poco. Salimos de la ducha y nos recostamos boca abajo, completamente desnudos sin taparnos. Tocamos un pequeño timbre que había en el cuarto para avisar que estábamos listos, tal cual nos había indicado la recepcionista.
Después de un par de minutos, ingresaron los dos masajistas. Piero entró solo con un bóxer, muy pegado. Su pene se notaba a media erección. Valentina llevaba un sostén negro de encaje y un hilo del mismo color.
Comenzaron echándonos aceite en la espalda y masajearon suavemente. Luego fueron bajando, hacían el masaje lo más parecido posible. Pasaron por nuestras nalgas, luego bajaron a las piernas. Hasta ahí, el masaje era normal. Después de masajear las piernas fueron subiendo lentamente y abrieron nuestras piernas. Piero frotaba suavemente las nalgas de Sara y sobaba suavemente su vagina. Valentina, me sobaba los testículos y el pene suavemente.
Nos pidieron que nos demos la vuelta. Echados boca arriba, el masaje fue un poco más provocativo. Valentina se puso al lado de mi cabeza y masajeaba mi pecho, cada vez que bajaba hasta mi abdomen, sus tetas se ponían a centímetros de mi boca. Piero hacia lo mismo con Sara, pero se demoraba bastante en sus tetas. Luego se pusieron al costado de nosotros, y comenzaron a masajearnos en nuestras partes íntimas. Valentina sobaba suavemente mi pene, me atreví a masajear sus nalgas, se sentían duras.
Después de unos minutos, ambos se desnudaron completamente. Se subieron encima de nosotros y comenzaron a masajearnos con sus cuerpos. Valentina pasaba sus tetas por todo mi cuerpo, tenía unas tetas hermosas. Piero se colocaba encima de Sara y en un momento puso su pene entre sus tetas y comenzó a masturbarse con ellas mientras las masajeaba. Valentina hacia lo mismo, colocó mi pene entre sus hermosas tetas y comenzó a masturbarlo.
Piero se recostó en la camilla y Sara se puso encima, hicieron un 69, al igual que Valentina y yo. Su vagina sabía deliciosa, comencé a lamerle toda la vagina, metía mi lengua entre sus labios vaginales y la movía de arriba abajo rápidamente. Valentina me hacia una mamada espectacular, sabía lo que hacía, masajeaba mis testículos y se metía mi pene rápidamente en la boca. Empecé a sentir la humedad de su vagina. El sabor era intoxicante.
Después de unos minutos, se levantó y trajo dos preservativos. Le dio uno a Piero y me puso el otro a mí. Se acomodó encima mío, dándome la espalda y se sentó en mi pene, metiéndoselo todo de golpe. En la otra camilla, Sara estaba recostada boca arriba, al borde de la camilla y Piero, parado al costado, embestía fuertemente a Sara, que gemía suavemente. Valentina, saltaba encima mío, yo apretaba sus nalgas. Piero aprovechaba para lamer y besar sus tetas e ir intercambiando con besos muy calientes en la boca.
Decidimos cambiar de pose, Valentina se recostó en la cama, me subí encima de ella y la penetré suavemente, amasaba sus tetas y la besaba en la boca con locura, que rico besaba, su lengua jugaba con la mía. Sentía como su vagina mojaba mis vellos púbicos. Comencé a lamerle las tetas, sus pezones rosado y duros estaban deliciosos. Pude ver cómo, ahora, Piero le daba en cuatro patas encima de la camilla a Sara. La cara de placer que tenía Sara era increíble, se notaba que lo estaba disfrutando a mil. Hasta, lamento decir, podía ver que disfrutaba más que conmigo.
Yo seguía con Valentina, disfrutando de esas hermosas tetas. Comencé a frotar un dedo en su clítoris mientras la penetraba cada vez más rápidamente. En la otra camilla, Sara gritaba como nunca la había escuchado. Realmente estaba disfrutando del polvo, ya se debía haber corrido varias veces. Si bien siempre hemos sido liberales en ese sentido, esta vez, me desconcentraba un poco el verla tan excitada con otra persona que no sea yo. Pero luego volvía a ver a Valentina, y me concentraba en disfrutar a tremenda mujer.
Piero levantó a Sara y comenzó a cogérsela cargada. Decidí dejar de ver a Sara, ya que la cara de puta que estaba poniendo me ponía mal. Me concentré en Valentina. Puse a Valentina apoyada en la camilla, boca abajo, con las tetas aplastadas a la camilla. Me agaché, metí mi cara entre sus nalgas y comencé a besarle la vagina, ella gemía delicioso, me decía que le encantaba que siga. Le lamia toda la extensión de su vagina, hasta que llegué a la entrada de su ano, le pasé la lengua y no dijo nada, metí dos dedos en su vagina, mientras le daba un beso negro.
Después de un rato, me levanté y se la metí de golpe. Las embestidas esta vez eran más rápidas, además de ir jugando con un dedo en la entrada de su ano.
Aceleré mis embestidas y metí suavemente mi dedo en su ano. Estuvimos un buen rato en esa pose, dándole rápidamente mientras escuchaba los gritos y las obscenidades que decía Sara. Solo pude meter un dedo, ya que Valentina me dijo que no hacia anal, y que hasta un dedo podía llegar. Acepté a regañadientes y le pedí que me cabalgara. Me tiré boca arriba en la alfombra y se subió encima mío. Se movía delicioso, intercalaba los movimientos de arriba hacia abajo, luego de adelante hacia atrás, luego en círculos, y volvía a empezar. Mis manos amasaban sus tetas, pellizcando sus pezones.
Sara se arrodilló enfrente de Piero y le comenzó a chupar el pene, después de haberle quitado el preservativo. Luego colocó su pene entre sus tetas y le hacia una paja rusa espectacular. Piero no tardó mucho en correrse, lanzando varios chorros de espeso semen en las tetas y en la cara. Yo tenía a Valentina a cuatro patas, dándole con furia por detrás, mientras ella gemía con fuerza. Empecé a sentir las ganas de correrme, pregunté si me podía correr en sus tetas y ella aceptó. se la saqué de la vagina, me quité el preservativo y me masturbé rápidamente, hasta botar una gran cantidad de semen en sus tetas.
–Chicos, todo estuvo muy rico, si desean se pueden bañar, y por ser su primera vez, pueden tener media hora de jacuzzi o sauna –dijo Valentina– me dicen cual desean.
–Creo que el sauna estaría bien –dije– y ¿no nos quieren acompañar un ratito en el baño?
–Claro –respondió Valentina– pero sería en dos duchas separadas.
–No hay problema –respondió Sara.
No fuimos a duchar. Entré con Valentina y aproveché de meterle mano por todos lados, nos besábamos en la boca. Besaba delicioso. Le chupaba las tetas, mientras ella me masturbaba suavemente. Yo estaba otra vez muy excitado. Luego me dio una corta, pero deliciosa mamada. Al cabo de unos minutos, ya limpios, salió, me dio una bata y me llevó al sauna. Nos despedimos con un gran beso de lengua. Unos minutos después, llegó Sara, también en bata.
–¿Qué te pareció? –pregunté.
–Estuvo buenísimo –respondió– en la ducha, Piero me manoseó todita, no me pude contener, se la chupé un rato y me la metió un ratito. Lo malo es que nos salimos, justo cuando estaba a punto de correrme.
–Maldito –dije– Valentina también me la chupó delicioso, pero no me dejó que se la meta.
–O sea que también te quedaste con las ganas –dijo, con cara coqueta–nos tendremos que sacar las ganas nosotros.
Se acercó, se sacó la bata, se subió encima mío y me comenzó a besar muy apasionadamente. Me quitó la bata y se metió mi pene rápidamente en la vagina. Comenzó a saltar como desesperada. Sus tetas chocaban contra mi cara cada vez que saltaba. Su vagina estaba chorreando. Después de unos minutos la levanté, la puse a cuatro patas, me acomodé atrás de ella, le abrí las nalgas y le escupí en el ano. Metí dos dedos rápidamente, los metía y sacaba y de rato en rato escupía de nuevo para lubricarle el ano.
–Me quedé con las ganas de darle por el culo –dije.
–Yo también quería que me rompa el culo –dijo Sara entre gemidos.
–Ahora tu sufrirás las consecuencias –dije, mientras lamia y penetraba su ano con dos dedos.
–Nada de sufrir, lo voy a disfrutar –dijo.
Me levanté, acomodé mi pene en la entrada de su ano y la penetré con fuerza. La embestía rápidamente mientras ella se metía dos dedos en la vagina. Gemía deliciosamente. Yo aprovechaba y le daba fuertes palmadas en las nalgas.
–Veo que no pierden el tiempo –oí a alguien desde la puerta del sauna– ¿se puede? –al voltear pude ver a la recepcionista que nos miraba.
–Claro, entra –dije– pero estas muy vestida.
La chica se sacó la falda y la blusa y no llevaba ropa interior. Se le veía buenísima. ¡qué cuerpo por Dios! Se acercó a mí y me dio un caliente beso en la boca. Luego fue donde Sara y también la besó. Se recostó y le puso la vagina en la cara a Sara, quien no dudó ni un segundo en comenzar a lamer y chupar.
Saqué mi pene del ano de Sara, me acerqué a la chica y se lo metí sin preguntar en la vagina. Comenzó a gemir. Sara se sentó en su cara. La chica le chupaba la vagina con desesperación. Yo la penetraba con fuerza y rápidamente. Me quería correr, ya no aguantaría mucho más.
–¡me voy a correr! –dije.
Se levantaron y se arrodillaron frente a mí. Apunté mi pene a sus caras y me masturbé hasta que varios chorros salieron disparados hacia sus caras. Sara se volteó y le lamió la cara a la chica para limpiarle la cara y tragarse mi leche. Luego la chica hizo lo mismo. Cuando terminó, se paró, salió del sauna, recogió su ropa y se fue.
Sara y yo salimos unos segundos después, nos dimos una ducha rápida, nos vestimos y salimos. Cuando pasamos por la recepción, os encontramos con la chica, ya vestida. Nos despedimos y salimos.
Camino a casa de Sara, hablamos de todo lo que habíamos hecho. De lo mucho que lo habíamos disfrutado.
Después de ese día, algo cambio con Sara. Seguíamos teniendo nuestras aventuras consentidas. Yo con Claudia y ella con Hugo, de quienes ya les hablé en relatos anteriores. Pero cuando lo hacíamos nosotros, ya no disfrutábamos igual.
Un día, tocamos el tema de la falta de pasión en la relación. Sara me contó que había vuelto al lugar de masajes, que se había atendido con Piero y que lo habían hecho otra vez. Que le pidió su número y que se encontraban al menos dos veces por semana para coger. Así que, ese día rompimos y nunca más nos volvimos a ver.
A valentina tampoco la volví a ver, pero un día volví al salón de masajes, me encontré con la recepcionista y le pedí atenderme con ella. no quiso, dijo que no lo tenía permitido. Pero que nos podríamos ver en otro lado. Le di mi número y unos días después me llamo para encontrarnos en un hotel. Pero esa historia la contaré en otro momento.
Fin