Terminamos de coger con Ceci y nos tiramos uno junto al otro. Ella no paraba de acariciarme la pija y yo le pedí que bajara a lamerla.
– “Si tio” y se fue a darme besitos y lamidas. “Me encanta tu pija ¿Puedo jugar con ella?”.
– “Por supuesto. Chupala y lamela. Si hacés que se pare, te cojo otra vez”
Sin dudar se puso a besarme, lamerme y chuparme hasta que logró pararla de nuevo.
– “Ahora, ponete a caballito mío y metela en tu conchita”.
Así hizo y mientras le agarraba los cachetes de la cola y le marcaba los movimientos que ella obedecía con gusto. Era un placer ver a esa hermosa pendeja cabalgando con mi pija dentro de ella y regalándome toda su calentura. Estuvo un rato largo hasta que empezó a moverse en forma más intensa, cerrar los ojos, jadear, apretarme los brazos con sus manos mientras le apretaba la cola o le daba chirlitos.
– “Así, así. Cogeme así ¡¡más fuerte!!… te acabo tío, sentime” dijo mientras se tensaba curvándose hacia adelante y terminaba en un largo gemido entrecortado.
Después se acostó sobre mí jadeando para recuperar el aire. Cuando pensé que estaba repuesta, la volví a levantar para hacerla cabalgar y volver a ponerme dura la pija. Después la hice levantar, me senté en una silla y la hice sentarse sobre mi, enfrentándome. En esa posición la penetré mientras la abrazaba, le besaba las tetas, la tomaba de las nalgas y la llevaba en un lento sube y baja.
De vez en cuando le pegaba unos chirlitos y a cada uno respondía con un respingo y un gemido, abrazándose más a mí. Así estuvimos un tiempo y después la puse de pie y la cogí por atrás, ella apoyada en la pared y reclinada para que la pueda penetrar mejor. En esa posición volvió a acabar. La llevé a la cama, la puse en cucharita conmigo y la volvía penetrar así.
Salí al rato de su conchita y empecé a jugarle en la puerta de su culito, despacio, apenas apoyando la pija y haciendo poca presión. Le pasé dos dedos llenos de saliva y con el anular empecé a tratar de abrirlo. Su culito se calentaba evidentemente con los masajes mientras la abrazaba y le daba besos en el cuello. Pero costaba meter el dedo en ese culito apretado. Volví a ponerle saliva y a acariciarlo y al rato mi dedo apenas había entrado hasta la mitad. Ceci jadeaba y me dejaba hacer, pero costaba dilatarlo. La puse boca abajo y empecé a lamerlo y meterle la lengua, jugarle con el dedo, volver a lamerlo. De a poco se iba aflojando, pero estaba lejos de que pueda penetrarlo con mi pija.
– “Ceci, esperame que voy a buscar algo que ayude a poder disfrutarte la cola”.
– “¿Estoy haciendo algo mal, tío?, preguntó preocupada.
– “No mi cielo, a veces la primera vez cuesta, pero de a poco se va a aflojar. Y si hoy no se puede, otro día será”
Fui a buscar aceite de oliva, un dildo anal y un vibrador pequeño. La volví a abrazar por atrás y empecé a pasarle aceite y jugarle con el dedo. El aceite facilitó que el dedo entre. Lo fui metiendo y sacando de a poco moviéndolo dentro de ella y Ceci jadeaba y se calentaba más. Le puse el dildo, que entró más fácil y lo moví mientras le aplicaba el vibrador.
– “Ayyy, eso se siente lindo tío”.
– “¿Te gusta que te juegue así?”
– “Al principio hubo dolorcitos, pero enseguida me empezó a gustar. Pero quiero darte todo tío, mi colita también. Y eso último me gustó”.
La hice poner boca arriba con las piernas abiertas y, mientras le iba acariciando la cola con el dildo, le besaba la conchita, le jugaba con el vibrador en el clítoris y sobre el dildo de su culito, mientras iba diciéndole que era una putita divina y que quería cogerla toda, que me encantaba su sexo, que quería tenerla en mi cama todas las noches desnuda para gozarla, lo cual la calentaba mucho, mientras el dildo cada vez entraba más profundo.
– “¡¡Quiero tu pija en mi colita, tío!! Porfi”.
Saqué el dildo, la puse boca abajo, le di unos cuantos chirlos bastante fuertes y le apoyé la punta de la pija en ese cerrado agujerito totalmente lubricado.
– “Mordé la almohada putita, te voy a abrir esa colita para que la disfrutemos. Si duele mucho avisá”.
– Si tío, te quiero dentro mío”, dijo y se aplastó contra la almohada.
Con mucha paciencia, entró la cabecita y ella se tensó, gimió y me quedé quieto.
– “¿Te duele?”.
– “Un poquito, pero no importa. Cogeme toda, quiero ser tu putita entera”.
– “Lo vas a ser, preciosa, pero sin dolor”.
Y me quedé sobre ella apenas presionando, moviendo en círculos y hablándole al oído de lo linda putita que era y de las ganas que tenía de llenarle el culito con mi pija. Entre los masajes, su calentura, mis palabras y las ganas que tenía de abrirse a mí, de a poco fui entrando en esa cola apretadita hasta que estuve apoyado contra sus nalgas y allí me quedé quieto.
– “Belleza, ya tenés toda la pija de tu tío dentro tuyo ¿te gusta?”.
– “¡¡Mucho!! Te siento mucho tío.”.
– Es que está muy apretadito tu culito. De a poco se va a aflojar y lo vamos a empezar a gozar los dos. Me encantaría acabarte ahí”.
De a poco ella misma empezó a moverse, suave al principio, mientras sentía calentarse las paredes de su cola y se iba aflojando (aunque siempre me encantó lo apretadito que lo tiene hasta hoy) y un tiempo después, estaba bombeándole despacio la pija, entrando y saliendo de su cola mientras se abrazaba a la almohada y gemía casi sin parar.
– “Cogeme toda tío, como a una puta. Abrime toda la cola para vos. Me encanta tu pija. Cogeme fuerte.”.
Empecé a cogerla con rapidez y ella levantaba la cola para que pueda penetrarla hasta que gritó, mordió la almohada para ahogar su grito, volvió a tensarse mientras se aferraba a las sábanas y después cayó exhausta contra la cama mientras yo le disfrutaba su hermoso culito.
– “¿Dónde querés la leche de tu tío? ¿Te inauguro el culito o querés tragarla?
– “Donde quieras. Pero me encantaría que me acabes en la cola. Te quiero sentir”.
– Ok. Te voy a coger fuerte”.
Le puse una almohada bajo la cadera para levantarle la cola y empecé a cogerla con toda la intensidad.
– “Mirame. Quiero ver tu cara de putita cuando te abro toda la cola”.
Dio vuelta la cara y me miró con cara de deseo mientras me decía que era toda mía y que ese culo era todo para mi pija hasta que estallé, la abracé con fuerza y acabé como hacía años no hacía.
– “¿Te gustó tío?, preguntó.
– “Me encantó hermosa. Tenes un culo delicioso que te pienso coger muy seguido”.
– “Ojalá. Porque me re gusta tenerte en mi cola. Me hiciste acabar como loca y quiero que te guste el sexo conmigo”.
– “Me encanta cogerte bebé”.
– “Me siento muy feliz de ser tu nena”, dijo, dándome un beso. ”Soy la favorita de alguien y no en segundo lugar como siempre me sentí. Además me encanta como me coges”
– “Ok. Pero no me llames más tío. Decime papi o Fede”
– “Papi. Así te voy a decir. ¿Te gusta?”.