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Conocer a Axelle
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Mi primer amante como mujer, tenía 59 años y se llamaba André, casado de Chartres a poco más de una hora de París; me invitaba a tomar algo en un club que dos días a la semana los dedicaba a lo que llamaban tercer género “au Lys en l’île” en la isla de San Louis, un local de encuentro entre travestís que he frecuentado muchísimo y que desgraciadamente cerró definitivamente en noviembre de 2019 si bien las amistades que hicimos allí todavía perduran.

No dudé en aceptar la invitación, André me había dicho que había un cuarto donde poder cambiarme de ropa pero insistió en retarme a ver si era capaz de salir del hotel como una mujer, decía que además él me acompañaba y todo el mudo iba a respetarme.

Imposible olvidar la fecha, el miércoles 4 de septiembre de 2002, unas diez estaciones de metro y varios centenares de metros de la mano de André con un vestido muy ajustado (había sido de mi ex) de dibujos geométricos en beige y negro con mis botines recién estrenados, un conjunto de lencería dibujo de leopardo con relleno en el sujetador y medias auto ajustables, perfectamente maquillada, recuerdo que cuando me veía reflejada en los escaparates de las tiendas me sentía orgullosa de mi transformación.

Axelle era una travestí de entre 45/50 años y digamos la encargada o relaciones públicas del club y se dirigió a nosotros apenas entramos en el local. Al principio fue André con el que más habló pero una vez se dio cuenta de que no éramos pareja habitual sus palabras y gestos iban cada vez más dirigidos a mí.

Nunca hubiera pensado que yo pudiera ser tan atractivo o sensual para tanta gente diferente en mi faceta de “mujer”. André estaba claro que había decido cambiar de montura aquella noche y le vi tontear con diferentes “chicas”. Axelle era reclamada por uno y otro sitio por motivos de trabajo y hubo un instante que se acercó a mí y con una sonrisa pícara me susurró al oído un “no te escapes”; lo bueno de estos lugares es que si bien no todo está hablado de antemano todo el mundo sabe a lo que ido el otro y nada sorprende o molesta. Tuve varios acercamientos por parte de algunos hombres y trans pero allí estaba atenta a todo y todos Axelle y llegaba a mi rescate.

El club cerraba sus puertas a las dos de la madrugada, había flirteado con varias personas, travestís como yo todas y había mamado un par de pollas en un rincón, quedamos dentro siete personas, a excepción de mí y de otra crosdresser el resto tenían que ver con el local.

Alguien dio un “mangerazo” con agua a un espacio que antes no había visto, oscuro con unas colchonetas de skay en el suelo y una pantalla gigante de vídeo, es cuando Axelle se acercó a mí con intención de no separarse. Había encendido algunas de las luces generales del local y aunque era evidente que tenía casi veinte años más que yo me resultaba enormemente atractiva.

Terminamos a eso de las tres de la madrugada en casa de Axelle, ella, yo y tres amigas más. No sé si era la calentura pero a mí me parecía que físicamente estaban todas perfectas, una de ellas era de la edad de Axelle, luego supe que las dos tenían 47 años, y las otras dos eran de mi edad, al principio era una melé de besos y abrazos, me preguntó si tenía inconveniente en que grabara con el vídeo, bueno, en 2002 nadie imaginaba que iba a ser todo tan viral y público como es ahora y no me preocupé de las posibles consecuencias futuras aunque tampoco me arrepiento hoy.

Que yo sepa, de mi entorno personal o familiar solamente han visto cosas mías las personas a las que personalmente se lo he mostrado.

En pocos minutos, apenas dos sorbos de champagne las cinco estábamos en ropa interior, todo me resultaba extremadamente morboso y la manera de mirarme de Axelle me prometía una noche muy especial; su polla era gruesa y larga, más que la mía y me acerqué a ella acariciándola. Las otras tres estaban en el sofá, una de ellas sentada y otra en el suelo, de rodillas, mamándosela mientras la tercera, también de rodillas sujetaba su polla tratando de llevarla a la cueva de esta última.

Axelle me llevó al sofá, de rodillas sobre él, con mis brazos apoyados en el respaldo sentí la punta de su glande revolotear alrededor de la aureola de mi ano, me incliné a mi derecha para besar en la boca a aquella a la que la estaban mamando la polla y en ese instante sentí como Axelle entraba en mi hasta el fondo ¡joder! era maravilloso, quizá estuvo dentro doce o quince minutos, me estaba llevando al cielo cuando salió de mi pero antes de darme cuenta otra entró en mi hasta que su pelvis chocó contra mis nalgas, dijo algo de que mi culo era perfecto y comenzó a follarme con intensidad, con movimientos rápidos entrando y saliendo de mi con sus manos agarrando mis nalgas.

me estaba llevando al límite, repentinamente se quedó inmóvil apretando su pelvis contra mis nalgas sentí nítidamente como se estaba vaciando dentro, yo no me había corrido todavía, salió lentamente y tras quitarse el preservativo lo vació sobre mi espalda utilizando sus dedos como unas pinzas para estrujarlo bien, alguien lamió mi espalda limpiando los jugos de esta última, yo continuaba sin correrme.

Axelle se sentó en el sofá e hizo que me acercara a ella, su polla estaba dura y apuntando arriba cuando me indicó que pasara mis piernas alrededor de su cuerpo, ostensiblemente se quitó el preservativo que llevaba puesto e hizo que me sentara sobre ella dejándola entrar, me besaba en la boca, lamía mi cuello y mordía suavemente mis pezones mientras agarrando mis nalgas y con suaves movimientos de pelvis hacía que su polla limara suavemente las paredes internas de mi ano.

en apenas siete u ocho minutos sentí su néctar caliente estrellándose con las paredes de mi ano mientras al tiempo yo me vaciaba con mi polla pegada a su vientre, cuando nos separamos alguien vino a lamer y limpiar mi vientre con su lengua.

Era casi mediodía cuando me desperté, estábamos Axelle y yo solos en la casa y ni me preguntó si quería quedarme en su casa; simplemente dijo que nos acercábamos al hotel a traer mis cosas.

Antes de ello Axelle me arrinconó frente al lavabo al salir de la ducha, mientras nos mirábamos fijamente a los ojos a través de espejo sentí como iba entrando en mi, parecía estar más dura que la noche anterior, mordía suavemente mi espalda y mi cuello mientras entraba y salía de mí lenta pero rítmicamente, mordía mis hombros, mi clavícula, mi cuello, sus manos pellizcaban mis pezones y se movía dentro de mi en un mete-saca casi a ritmo de vals, la dije que me estaba volviendo loca, sí, me refería a mi mismo en femenino, quédate en París respondió; que cómo podía convencerme para que me quedara con ella en París.

Disfrutamos casi media hora de aquel polvo en el que ninguno de los dos llegamos a corrernos pero que fue intenso y durante veinte minutos me tuvo sentado en una silla con los ojos semicerrados mientras ella misma me maquillaba ¡Dios mío! no creía ser yo cuando mi vi reflejada en el espejo y a pesar de estar casi totalmente empalmado me enseñó a disimular lo máximo posible mi “paquete” cuando me ayudó a vestirme con unos pantalones enormemente estrechos de piel negra que se pegaban a mi como una segunda piel. Tras comer algo y recoger mi equipaje para llevarlo a su casa en un taxi volvimos a salir

Creo que fue aquella tarde, viéndome reflejada en los cristales de las vitrinas de las tiendas cuando decidí que me gustaba salir a la calle como una mujer. Axelle supo engancharme desde el primer instante, supo mezclar el sexo conmigo y con alguna que otra mujer que trajo a su casa y para mi resultaba excitante como nada ver masturbarse a una mujer mientras observaba los juegos entre Axelle y yo. Es lo único que para mi es comparable a tener sexo como mujer: ver con una verdadera mujer se excita y se masturba mirándome tener sexo.

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