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El migrante haitiano
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Hola, amantes de los relatos eróticos, mi nombre es Verónica, y mi nombre artístico es Ishtar en honor a la diosa de Babilonia, que representa el amor y la sexualidad. Tengo 50 años, soy alta, delgada, vientre plano, hermosas y largas piernas (es lo que me dicen que más les gusta de mi), lindos glúteos, pequeños pero bonitos senos, cabello largo, soy hermosa. Nací en Guatemala, aunque vivo en México. Sin embargo, mi cornudo digo marido y yo, viajamos contantemente.

Normalmente uso mini vestidos, muy pegados, con unas medias de color carne o negras, buenos escotes, dichos vestidos, hacen resaltar mi vientre plano, mis largas piernas, mi culo formado y mis senos, voy poco maquillada no necesito mucho ya que soy bonita, a mis 50 años me gusta vestirme provocativa, toda mi vida me ha gustado despertar el deseo en hombres y porque no decirlo también en mujeres. Sin más preámbulo comenzamos, no olvides seguirme en mis redes sociales, me encuentras como, Ishtar Flores.

Aquella tarde de sábado lluvioso estaba sola en el hogar, porque mi esposo había ido a trabajar y mis hijas salieron con sus novios, como la puma en celo que soy quería fornicar, así que decidí ducharme y masturbarme muy rico, introducía mis dedos en mi vagina, frotaba mi clítoris, mmm, gemía y un gran orgasmo escapaba de mi ser. Decidí no rasúrame mi monte Venus, por lo tanto, mi zona intima estaba más velluda que de costumbre.

Sali de la ducha y decidí ponerme un puti vestido color azul pálido, liso, corto y unas medias que me cubrían hasta medio muslo, destacaban las formas y la suavidad de mis piernas. Los zapatos de tacón y descubiertos, mostraban mis delicados pies, que lucían espléndidamente cuando caminaba y sentada, cruzaba las piernas. Me coloque una tanga transparente que dejaba ver mis vellos púbicos y finalmente, decidí no ponerme brassier, ya que, no me gusta que se marque esa prenda en el vestido, por tanto, mis pechos se adivinaban desnudos por debajo de la delgada tela del vestido.

En el último año la ciudad de México, ha recibido a miles de personas migrantes originarios de Haití, mi esposo y yo siendo migrantes de Guatemala y radicando en México, siempre que podemos ayudamos a las personas en estas condiciones. Aquella tarde de sábado y casi como por mandato divino mucha gente paso por mi casa, eran personas provenientes de Haití pidiendo ayuda, ofreciéndose para realizar cualquier tipo de trabajo con tal de recibir algo de dinero para un pasaje o un buen plato de comida caliente. Yo tenía algunas tareas pendientes en mi casa que mis hijas se habían rehusado a realizar; así que pensaba que quizás esa situación podría beneficiarme de alguna manera.

Después de unos momentos sonó el timbre de mi casa. Abrí la puerta y me encontré con un joven, alto aproximadamente 1,88, de cabeza afeitada y fornido en todo el sentido de la palabra, aproximadamente de unos 20 años de edad. Llevaba solo una playera de tirantes que dejaba ver aquellos músculos bien tonificados y un pans ajustado que no dejaba nada a la imaginación y que resaltaba un miembro descomunal.

Comenzó por explicarme la complejidad de su situación. Me dijo que se había venido desde Haití desde hacía un par de meses. Llevaba varios días sin comer, pero él estaba firme con sus convicciones. Decía a cada momento que tenía oportunidad: “no quiero recibir limosnas de nadie, señora”. Él estaba dispuesto a realizar cualquier tipo de tarea por algo de comida o en su caso algo de dinero.

-Mira cariño, yo tengo algunos trabajos pendientes aquí en mi casita, no es mucho dinero el que te puedo dar, pero comida tengo y mucha, algo podre darte para que te puedas llevar.

-Muchas gracias señora, no sabe cuánto le agradezco que me dé la oportunidad de trabajar.

-No te preocupes, pasa y deja tus cosas en la entrada y ahorita te explico bien por donde puedes empezar.

-¿Usted vive aquí sola? -preguntó con curiosidad.

-No muchacho, vivo aquí con mis hijas y esposo.

-Está muy linda su casa, señora -dijo admirando el lugar.

Lo llevé al patio trasero donde tenía unas hierbas malas y algunos árboles que les hacía falta una podada. Le indique que podía empezar por hacer eso y luego le daría otras tareas que realizar. Me senté en una mesa que tenía una vista plena hacia el patio trasero. A pesar de que el día había amanecido con lluvia, pronto había empezado a cambiar al alzarse el sol. Verlo trabajar me producía placer. De pronto se quitó la playera para no llenarla de sudor y yo me deleite la pupila con la humedad en su pecho fornido y espalda amplia, que remarcaban aquella joven masculinidad.

Después de unas horas trabajando con la temperatura subiendo, tanto fuera como dentro de mi vagina, el chico me pidió un vaso de agua para saciar tremenda sed que cargaba. Su cuerpo moreno y empapado en sudor me hizo hervir en deseo. Sentía humedecer mi ropa interior tan solo de verlo. Trate de empezar a seducirlo con algunas preguntas atrevidas, claro, poco a poco.

-¿Cuál es tu nombre cariño?

-Me llamo Rómulo -dijo mientras tomaba un respiro de tomar tanta agua.

-¿Estudiabas cuando estabas allá en Haití?

-Si, termine el bachillerato con honores en mi país.

-Mira que bien, eso habla muy bien de ti, que seas un muchachito aplicado, sigue por ese camino. Me imagino que serás uno muy bueno; cambiando de tema, me imagino que un muchacho tan guapo como tu dejo alguna noviecita allá en Haití -dije con una sonrisa pícara.

-No señora, no tengo novia,

-No te creo cielo, me parece increíble que un muchachito tan guapo no haya tenido novia ¿Qué edad tienes ahora?

-Tengo 18 años.

-Pues para mi eres un chico muy lindo, aquí tendrías locas a las mujeres detrás de ti, incluyéndome -dije soltando una carcajada.

-La verdad yo nunca he conocido hembra, señora -dijo sonriendo también, algo avergonzado.

-Bueno, habrá que hacer algo al respecto -dije en voz baja.

-¿Cómo dijo? -pregunto con curiosidad.

-Nada cariño, ven y ayúdame.

Caminé lento hacia él, nos comenzamos a besar, nos abrazamos mientras que con nuestras manos acariciábamos y reconocíamos nuestros cuerpos, sus manos bajaron a mis nalgas, las apretaban y sobaba con fuerza.

La verdad yo prefiero que me tomen y me cojan rudo a andar de cursi con besos infinitos, comenzó a besarme el cuello, el masajeaba mis nalgas, sus besos en mi cuello me calentaban demasiado, solo me colgué de su cuello, posteriormente bajó sus manos otro poco y de un jalón me cargo, abrí mis piernas para acomodarnos mejor, nuevamente nos besamos nuestras bocas intercambiando saliva con nuestras lenguas que se saboreaban y acariciaban, me continúo cargando por unos momentos, giró hacia la cama y lentamente me fue bajando hasta dejarme sentada sobre la cama.

Mi mano se dirigió instintivamente a su entrepierna para poder palpar aquel terreno. Un buen bulto duro como rocas era demasiado prominente. Pude sentir como ya había unas pequeñas gotas que humedecían su pans, probablemente de su dulce pre eyaculación. Bajé hasta su pecho y comencé a saborear su amargo sudor. Con cada beso sentía como su cuerpo tan firme se estremecía. Me estaba deleitando con la rigidez de su abdomen, casi tan duro como su erección que hacía gotear mi entrepierna.

De un solo golpe baje su pans, y tal como lo imagine, un gran falo golpeo mi rostro. Escurría un dulce elixir de la punta; transparente y abundante caía poco a poco desde la punta a la base: unos testículos abundantes en semen, tan apetecibles como aquel falo, tan exquisito en apariencia. Aquel miembro como chocolate obscuro, ancho con las venas bien marcadas que parecían apunto de explotar. Me preguntaba qué haría con tanto chocolate, no era la primera vez, pero siempre es un reto. Decidí admirarla, darle besitos en todo ese enorme tronco, bajé a las enormes bolas negras y las comencé a mamar, mientras con mis manos intentaba jalar ese enorme pene.

Decidí comenzar la felación, dando lengüetazos en su frenillo y glande, intentaba meter esa enorme cabeza, pero me habría mucho la boca, me dolía, otra vez intente y quedaba en el intento, decidí chupar y chupar, morder el tronco, mientras Rómulo, me peinaba, por tercera vez intente meterla a mi boca, y ahora si pude meter parte de esa enorme verga, “si puedes eres una gran puta” y me despegué me estaba ahogando.

Volví hacer el mismo procedimiento, pero esta vez con sus grandes manos, me agarro para que no me saliera de su verga, sentía muy feo, sentía ahogarme, pero quería seguir mamando esa verga negra, luego la saco de mi boca, mientras yo tosía, me dio unas cachetadas con esa enorme verga, volví a mamar su pene, y con mis dos manos lo masturbaba, volví a meter mi lengua en su frenillo y glande, y posteriormente los mordí suavemente lo que lo hizo gritar “aa que rico mi amor, que puta eres, sabes dar placer, nivel diosa” así es mi amor.

A los pocos minutos metió sus dedos en los tirantes de mi vestido y los dejó caer sobre mis antebrazos dejando mis pechos descubiertos, al sentir los senos desnudos gemí, lo que parece lo excito, agacho su cabeza y doblo un poco sus rodillas para posar sus labios en mis senos y comenzó a besar y lamer y a momentos con sus labios mordisqueaba mis duros pezones, el entonces bajo sus manos al borde inferior de mi vestido y lo subió hasta la cintura solo y la diminuta tanga, dejando ver mis vellos vaginales, sus manos ya manoseaban todo lo que alcanzaban, y jalaba fuerte mis vellos, “estás bien greñuda” decía.

Posteriormente me levanto y aventó a la cama, quede a su merced, abrió fuerte mis piernas, subió mi mini vestido hasta la cintura, empezó a besar mi tanga, la cual ya estaba muy mojada, “que rico, huele mi amor” le daba palmaditas a mi concha, inmediatamente quito mi tanga, la olio, se la enredo en su verga, y empezó a chupar mi clítoris, con sus gruesos labios le daba buen trato, después besaba mi vagina, metía su lengua, le daba palmaditas, “ay que rico, mi amor” le decía mientas le agarraba los cabellos de su cabeza, me mordía sutilmente.

Enseguida se puso de pie, me llevo al sillón de mi sala su verga la rozo con mi vagina, la cual ya ardía de deseo, se empezó a jalar la verga con mi tanga, y la ponía en mi concha, “está muy caliente mi amor, ya métemela por favor” grité, “tus deseos son ordenes, mi reina”.

Me acomodó en la clásica posición del misionero, su verga golpeó mi clítoris, le escupió, y primero ingreso esa cabeza.

-aaa que dura, -dije. Ingresó parte de su tronco- aaa, si, me encanta – sentía que iba la mitad.

Me tomó de mi cintura y de un solo golpe metió toda su verga, grité muy fuerte, debió escucharse hasta en la calle. Sacó la mitad de su pene, y nuevamente metió de un golpe, sentía que me partía en dos.

Esos movimientos los hizo varias veces, inmediatamente, se acostó sobre de mi sentí ese enorme cuerpo de un toro semental, penetrándome, subió mis piernas en sus hombros, y me embestía como un animal en celo, “te gusta perra” y le contesté “sí, no te detengas”.

Mientras me penetraba nos besábamos, me lamia mi cara, cuello, y nuestras manos se unían, después bajo mis largas piernas, y las abrió, tomándolas de mis muslos, para sacar su verga y meterla rápido, aunque ahora hacia giros, me partía la vagina y mis muslos, los abría muy duro, después mi espalda la arquee, me tomo de la espalda baja y me penetraba muy rico, posteriormente baje mi espalda, y lo abrace con mis largas piernas.

Rómulo, me cargo, y yo me daba ricos sentones en ese miembro, después tomo mis piernas y las subió a sus hombros.

-que rico cógeme así -le decía- no te detengas.

Nuestras carnes chocaban, su pene y mi vagina se unían en un solo frenesí.

-desde que me abriste la puerta te me antojaste.

-ya me tienes aquí montada, baby, disfruta.

Me recargo en la pared y así me penetraba, duro muy duro, mi concha ya la sentía irritada, pedía un tiempo. Pero mi lujuria, no quería que paráramos, nos acostamos en el sillón, él encima de mi penetrándome, besándome, saco su verga, y me empezó a mamar mi vagina, le escupió, puso una almohada atrás de mí, y aventó mis piernas hacia atrás, las tomo de mi femoral y comenzó a penetrar, duro y yo gemía.

-desgraciado que rico, me estas partiendo en dos.

Sonó mi celular, pero no hice caso. Dejo descansar mis piernas y vagina y puso su enorme miembro en mi boca, mientras yo intentaba no ahogarme.

Me tomo y me acostó, boca abajo estirando mis piernas y manos en parecía una letra x, él se me monto, y también se estiro, me penetro analmente, mientras me dejaba caer sus 100 k, de puro musculo, esa verga me quebraba, éramos la letra X en forma humana.

-sigue, que rico, dámela toda.

Se escuchaba rechinar la cama, mordía mi espalda, cuello, llego mi orgasmo.

-aaaa me mojé.

Estaba completamente extasiada y satisfecha, así seguimos varios minutos, después, cerro mis piernas, mis manos continuaban abiertas, abrió mi ano y metía su negra verga dura, me azotaba y castigaba muy duro con su vergota, ahora el hacia los movimientos circulares, lo que hacía más rico el acto sexual, estábamos bañados en sudor, sentí salir sangre de mi ano, ya estaba muy adolorida, pero mi macho seguía moviéndose, la sacaba, abría mi ano con sus manos y me embestía, así lo hizo muchas veces, me dijo “ya casi me vengo”.

Nos paramos del sillón él iba a limpiarse el miembro y le dije “así mi amor, de todas formas, nuestros fluidos calientes, ya se unieron”. Le empecé a besar la verga y el comenzó a jalársela, después le mordía los testículos mientras mis dos manos jalaban aquella verga negra, comenzó a darme cachetadas con su miembro, y dijo “ya me vengo mi amor”, y salió un rico semen, que caían en mi boca la cual estaba abierta, algunos espermas en mis mejillas, y ojos, lo cual me ardió mucho, siguió jalando su miembro y salió más esperma pegajoso, oloroso pero sabroso, él me paso su verga pegajosa, por mi cara la cual llenaba mi cutis de semen, y el que cayó en mi boca lo trague.

Después le bese su miembro para succionar toda la leche caliente.

-que cogida me diste gracias, mi amor.

-eres una diosa, una hembra.

Que rico haitiano, me gusta apoyar a los migrantes, besos y hasta la próxima.

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3 COMENTARIOS

  1. Muy buen relato!!! Esa manera de tener sexo me encanta. Adoro sentir una verga taladrando mi culo, aunque sea más pequeña, de la que tú gozaste.

  2. Hola Isthar, que bien lo cuentas y que bi en te lo pasas. También tengo relatos publicados y no un placer para mí si me dieras tu opinión. Saludos reina

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