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En el salón de masajes
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Entramos al SPA, nunca habíamos entrado a uno de este tipo y estábamos nerviosos. Nos recibieron 2 mujeres muy bien arregladas con uniformes de enfermera.

Nos cobraron y nos explicaron donde estaban las áreas comunes. Nos mencionaron que había gente desnuda en las áreas comunes y que podíamos estar igual o en ropa interior.

Me pidieron una tarjeta para los cargos extras. Terminamos el papeleo y nos dijeron que podíamos esperar en el jacuzzi, la sesión que empezaría en 30 minutos.

Nos sugirieron tomar algo mientras esperamos.

Fuimos a nuestro privado y vimos unas batas, sandalias y un pequeño sofá con toallas encima.

Nos desnudamos mientras nos besábamos y nos acariciamos.

Pero todo bajo control porque no queríamos adelantar el momento.

Habíamos contratado un masaje en pareja y esperábamos el momento.

Salimos y decidimos ir por un trago al jacuzzi, solo teníamos una bata y mucha actitud.

Llegamos al jacuzzi, era como para 10 personas y solo había una pareja ella como de 25 él alrededor de 40, estaban desnudos. Obvio el agua cubría sus genitales, pero ella mostraba sus bubis de buen tamaño y en su lugar.

Saludamos amablemente a la pareja y nos sentamos en una pequeña mesita al lado del jacuzzi, pedimos un par de copas de vino y empezamos a relajarnos.

La pareja ya empezaba a juguetear debajo del agua.

Yo empecé a besar a Karla, para agarrar calor.

El vino empezaba a hacer su labor de “calentamiento” lentamente.

Habían pasado alrededor de 15 minutos y la hostess se acercó, amablemente nos comentó que había un problema con la reservación y que se retrasaría media hora más, pero amablemente nos dejó un par de copas de vino, de cortesía.

Fue en ese momento que le propuse, a Karla, quitarnos la pena y meternos al jacuzzi. Los vecinos ya estaban más entretenidos con sus bocas y manos así que pasaríamos desapercibidos.

Aceptó, tomé las dos copas, las puse cerca del jacuzzi. Ella tiene unos pechos pequeños, pero muy bien puestos, sin embargo, tiene un precioso trasero, y ella lo sabe, así que se deslizó la bata de espaldas al público para mostrar obviamente su mejor lado.

Yo, aunque soy flaco tengo un poco marcado el cuerpo del ejercicio, entonces no fue una mala vista.

Karla se dio la vuelta y caminó con seguridad hacia el jacuzzi, obviamente nuestros compañeros, voltearon para observar toda su fisonomía. Tiene un monte de Venus perfectamente recortado, con poco “pastito”. Así que la escena fue agradable para todos.

Entramos al jacuzzi y empezamos a hacer plática con los compañeros. Yo sé qué a lo mejor no era lo más agradable, porque ellos ya estaban un poco más encarrerados, pero amablemente nos responden, no sacaban las manos del agua para mantenerse entretenidos, nos preguntaron si era la primera vez que estábamos ahí, yo respondí, si, era muy obvio y ellos solamente sonrieron, “Les va a gustar”, contestó la chava.

Estaba deliciosa el agua caliente, tomamos nuestras copas, decimos salud y continuamos charlando, sobre trivialidades; a los 3 minutos llegó la hostess y les comentó que estaba lista su sala de masaje.

Ellos terminaron sus bebidas y salieron del jacuzzi. Fue la oportunidad de observarlos. Ella tenía un cuerpo muy bien trabajado. Él era normal, aunque no gordo. Sin embargo, ya tenía una erección regular, pero no le importó que lo notáramos. Se despidieron amablemente y tomaron hacia el salón.

Nosotros nos quedamos jugueteando un poco. Karla tomó mi miembro y lo acarició un poco, yo hice lo mismo, jugar un poco con su clítoris. Seguimos charlando alrededor de 5 minutos con besos, con caricias y el vino.

A los 5 minutos aproximadamente, regresó la hostes y nos comentó que la disculpáramos, pero había un retraso más porque uno de los masajistas venía retrasado y nos agradecía que esperáramos más.

Fue entonces, al ver esa belleza, que se me ocurrió, además de aceptarle las copas de cortesía, comentarle que podría entrar a acompañarnos al jacuzzi. Ella sonrió y nos dijo que no estaba permitido que ella participara con los visitantes, me sentí un poco incómodo por el rechazo, pero solo atiné a decirle salud.

Continuamos calentando el momento, nos besábamos apasionadamente y también nos pajeábamos un poco.

Fue cuando escuché la voz de la hostes preguntar, si había espacio.

Cuando volteé la vi con su bata y le dije “obviamente”, ella deslizó la bata y vi su cuerpo en toples. Fue una gran sorpresa porque creí que nos había rechazado.

Creo que vi a mi cara de sorpresa y me dijo, “ante todo está el cliente”, le pregunté que si quería un trago y me dijo que sí, pidió un Margarita y se metió en el jacuzzi.

Karla me dio un pellizco porque sabía que había disfrutado el momento. Aunque estoy seguro que ella también, tenía un cuerpo perfecto, unas bubis de buen tamaño, abdomen marcado y una pequeña tanga negra que solo tapaba lo mínimo.

Comenzamos a platicar en él jacuzzi y ella se volvió a disculpar por la tardanza, cosa que yo agradecí ya que la teníamos de compañera en el jacuzzi.

Le hicimos algunas preguntas de cómo funcionaba el lugar y nos platicaba que regularmente el lugar, lo visitaban hombres solos, que pedían paquete completo, sonrió pícaramente, que pocas parejas se atrevían a visitar el lugar y que le daba gusto vernos disfrutando.

Alrededor de 10 minutos se acercó el mesero y le susurró al oído algo y ella amablemente nos comentó que estaba listo el salón de masajes, pero que la masajista, al final, no había podido llegar, que si no nos importaba ella iba a tomar su lugar.

Yo estaba realmente feliz porque era un monumento de mujer así que ella sería mi masajista.

Salimos del jacuzzi, nos pusimos la bata los tres y caminamos al salón, entramos y ya nos esperaba el masajista. Era un hombre de 25 años con un cuerpo trabajado de gimnasio con una gran sonrisa, nos recibió muy amablemente y no pidió que nos acostáramos boca abajo en las camas destinadas para el masaje y que nos relajáramos.

Nos despedimos de las batas y nos acostamos boca abajo.

Empezamos el masaje, nos untaron aceite, recorriendo nuestra espalda, las piernas, el cuello es decir todo el cuerpo.

Supongo que la hostes, había recibido entrenamiento para estos casos porque realmente estaba disfrutando él masaje.

Alrededor de los 10 minutos nos pidieron que nos pusiéramos, boca arriba, de vez en vez cruzaba miradas con Karla con ojos de pasión.

Pude ver como el masajista frotaba su cuerpo y como su cara se pone roja de la excitación.

Poco a poco empezó a acariciar sus senos y cada vez se acercaba más a su pubis.

Los masajistas se miraron como dando luz verde, entonces empezaron a tocar sexualmente nuestros cuerpos.

Él tenía su uniforme completo y la hostes, que por cierto se llama Marina, tenía la bata con la que habíamos salido el jacuzzi,

En ese momento les comenté que no era justo, que nosotros estábamos completamente desnudos y ellos aún estaban con ropa.

Solo se miraron y el joven se quitó la camisa el pantalón y bajó su bóxer. Tenía un miembro prominente y estaba un poco erguido. Creo que fue una buena vista para las chicas.

Marina se quitó la bata y bajó su tanga. Ambos estaban completamente depilados.

Prosiguieron con el masaje, aunque realmente ya era algo muy sexual. Creo que ambos disfrutábamos la vista y nuestra excitación ya era notable.

El masajista empezó a meter un par de dedos y acariciar el clítoris de Karla, Marina ya empezaba acariciar mi miembro y notar que crecía. Me preguntaba de vez en vez sí lo disfrutaba, aunque no era necesario responder. Escuchaba a Karla, hacer ruidos propios de la excitación que tenía.

Creo que al masajista le había gustado el trasero de Karla, porque le pidió que se volteara boca abajo. Sigue masajeando sus nalgas, mete sus dedos, desde atrás, rozando la puerta trasera con aceite.

Marina tomó mi mano y la puso en su trasero, obviamente yo empecé a acariciar sus nalgas para agradecer el gesto. Iba acercándola, un poco hacia adelante, como si ella no lo notara, al cabo de un par de minutos. Se volteó un poco para que pudiera acariciar su vagina, creo que empezaba a calentarse por la vista o por los gemidos de Carla porque se notaba húmeda.

El masajista empezó a acariciar el culito de Carla, que con el aceite no oponía resistencia.

Ella siempre había disfrutado que rozara esa parte, pero no me había dejado penetrarla. Metió los dedos, medio e índice en la conchita húmeda y recargaba el pulgar en su anito rosa.

Ella subía y bajaba la cadera para tomar ritmo, cada vez más rápido. El pulgar ya iba en la primer falange, se escuchaba la respiración alterada y empezaba a dar pequeños gritos, yo sabía que estaba a punto de terminar, conozco bien esos sonidos.

Me di cuenta que los tres mirábamos ese trasero subiendo y bajando.

El masajista le pidió que se diera la vuelta.

Creo que quería que ella también participara, porque tomó su mano y la puso en su miembro. Ella sabía qué hacer con él así que empezó a subir y bajar.

Los cuatro ya estábamos realmente excitados, habían pasado alrededor de 10 minutos más. Karla jaló el miembro a su boca y empezó a lamerlo. Obviamente el masajista se acercó lo suficiente como para con una mano, magrear las tetas de Carla y con otra seguir dando masaje en clítoris.

Yo hacía lo mismo, ya tenía dos dedos adentro de la vagina de Marina, sabía que también estaba a punto de tener un orgasmo. Todos empezamos acelerar nuestros ritmos. Yo estaba a punto de venirme, cuando Marina acercó su boca a mi miembro y lo introdujo. Sabía lo que hacía ya que la sacó, justo al momento para eyacular fuera.

Me retorcí sobre la cama por el placer, ella se relajó un poco y se quedó recargada sobre mí, de modo que mis dedos terminarán su labor, ella pegó un pequeño gemido y chorreó un poco, había llegado también. Me llevé sus jugos a mi boca para probarlos. Ella terminó de sobar mi miembro para sacar toda la leche. Me dio tiempo de voltear y ver cómo se retorcía Carla por el orgasmo. Y como la leche del masajista caía en sus senos.

Había sido casi un orgasmo simultáneo. Nunca lo había visto cuatro a la vez.

Acercaron unas toallitas húmedas y nos secaron. Tomaron sus batas y salieron sin decir nada.

Carla y yo nos miramos con esos ojos de placer y sonreímos.

Al cabo de unos 10 minutos, nos levantamos y nos sentamos en el sofá que estaba del otro lado de la sala.

Dimos un sorbo al vino y nos recostamos para descansar un poco, había sido una tarde inolvidable.

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