-Por favor apruébeme -me repetía mi alumna de universidad, argumentando que trabajaba todo el día para pagar la cuota y no podía perderse la materia.
Yo estaba embobado, mirándola con su pollerita corta, sus piernas delicadas y sus pechos parados. Tenía frente a mis ojos una hembra de dieciocho años que creía estaba dispuesto a todo. No iba a desaprovechar la oportunidad.
-¿Estás soltera? –pregunté.
-No, profe –dijo con una risita incómoda- mi novio es Patricio. Él se sienta adelante.
Patricio, pensé. Un idiota sin remedio, al cual sus padres le pagaban todo.
-¿Pero no te interesa estar con un hombre de verdad, alguna vez?
Ella se volvió a reír. Cerró la puerta de mi oficina y mientras se desabrochaba la pollera de jean para dar vista a una tanguita rosa, con un estampado de flor sobre su frente, me dijo.
-Quiero un 10.
Me paré y la tomé de la cintura acercándola hacía mí. Sentía como su respiración ingresaba por mi boca. Como sus ojitos de joven mujer me miraban, como su piel se iba erizando.
-Con su permiso –dije, mientras enterraba mi mano en su tesoro vaginal.
Sus ojitos se fueron para atrás, mientras yo y una y otra vez escarbaba sacándole jugo al compás que inundaba con mi saliva su cuello. Me sentía un animal que se come a su presa. Con la violencia le saque intempestivamente su camisa negra. Para mi sorpresa no llevaba corpiño.
-¿siempre venís así? –le pregunté sorprendido.
-Solamente cuando quiero que me las chupe mi profe favorito. Dijo mientras levemente apoyaba su mano en mi nuca peluda, llevando mi boca a esos dos hermosos pezones, rosaditos y duros.
-No puedo más, garchame arriba del escritorio –dijo luego de unos minutos en que mis dedos y mi boca habían jugado con sus partes más íntimas, las cuales ahora eran mías.
Y así fue, la subí arriba del escritorio y le abrí las piernas de par en par. Su vulva con apenas unos diminutos pelitos quedaba toda para mí. Recuerdo que la tenía cerradita, como una empanadita y muy apretada.
Le pregunté si había estado con muchos hombres a lo que me contestó que solo con su novio. Me reí por su ternura y procuré lamerle cada pliegue, de su conchita rosada. El olor, aún recuerdo ese olor que me encantaría que sea el perfume de mis mañanas. Mientras se la chupaba (y luego de varios minutos) detecte que se le salía un poco de pis, producto de la relajación.
-Perdón –me dijo volviendo su torso y mirada hacía mí que me encontraba de rodillas.
Yo levanté la vista y sin decir nada, decidí tragar cada gota de su néctar.
Cuando me paré solo me faltaba el postre. Desabroche mi pantalón de elegante traje, y libere a mi vestía que se encontraba dura. Entré sin condón y sentí toda su piel, bombeé a más no poder mientras sus gotas de sudor caían por sus tetas en un recorrido que terminaba en su concha.
Al final, no pude sacarla a tiempo y decidí acabarle todo adentro. Es más luego de eyacular me recosté unos segundos encima de ella y me quedé ahí inmóvil, con mi pija gruesa en su vagina y mi pecho junto con mi panza peluda sobre ella.
-Profe, necesito irme si ya terminó.
El hechizo había terminado, me abroché el pantalón y ella también se acomodó. Le dije que no se preocupe, que tendría una gran calificación. Le pedí también que le avise a su novio que debe una entrega y además que me deje su bombachita arriba del escritorio.
Accedió a todo, mientras cerraba la puerta de mi oficina para ir a cursar otra materia, ahora sin su ropita interior.
Me parece que él nunca nombró que era virgen solo dijo que estaba apretado.
Bueno pero eso suele pasar en la vida real muchas chicas se le entregan a los profesores para que le suban al examen para no perder
Ufff q rica y deliciosa hembra q suerte la tuya q te la.cojas y saborees ese rico nectar d hembra virgen