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Cuernos consentidos con Claudia
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Unos días después de nuestro juego de llaves, recibí una llamada de Claudia. Desde nuestro trio y orgia, tuvimos una conexión con Claudia. Desde que la conocí, me gustó, pero después de coger con ella, la veía de manera diferente. Amaba a Sara, pero me excitaba Claudia. Volver a ver ese culo y, por fin reventarle el culo. En ninguna de las dos veces que nos encontramos pude darle por el culo. Como ya dije, su culo perfecto me tenía loco.

-Hola Gonzalo ¿Cómo estás? –preguntó.

-Hola Claudita –respondí– bien, tu ¿Qué tal?

-Bien, solo que desde el sábado que pienso en ti –dijo– anoche soñé contigo y desperté con un charco de fluidos en mi cama. Jajaja.

-Jajaja –reí– yo también he pensado en ti. Apenas Sara dio el visto bueno, lo primero que pensé fue en reventarte el culo. Jajaja.

-¡Uy que rico! –dijo– entonces ¿te podré ver hoy?

-Claro, ¿dónde nos vemos? –pregunté.

-En el hotel “xxx”, te espero ahí a las 8 pm –dijo rápidamente– más tarde te digo que habitación. Y sepárame toda la noche, que te quiero coger hasta mañana.

-¡Wow! No te preocupes, ahí nos vemos –respondí sorprendido.

Cuando salí de trabajar, fui a mi casa rápido y me bañé y cambié rápidamente. A eso de las 7 recibí el mensaje de Claudia, era una foto, en la que encima de una cama había una llave con el número 208 y con el logo del hotel “xxx”. Pero eso no fue lo mejor de la foto. Al costado de la llave había un hilo negro muy chiquito. Lo primero que pensé fue en lo hermoso que se vería su culo con eso puesto. Me dirigí al hotel y apenas llegué, me registré. Claudia había dicho que era su novio y que llegaría un poco más tarde, ya que tenía una reunión. Me explicaron cómo llegar a la habitación y subí. Claudia me había dicho que cuando llegue toque la puerta y cuando le abra, espere a que me diga que pase.

Cuando me abrió, esperé afuera y unos segundos después escuché que me dijo que entre. Entré y rápidamente se veía una cama muy grande, en la cama estaba Claudia, en cuatro, con el culo hacia mi con el hilo metido entre sus nalgas, ligeramente girada, para mirarme mientras entraba. Por su cintura se veía la tela del hilo, pero entre sus nalgas no se veía nada, se había perdido entre esas dos hermosuras. También lucía un sostén muy pequeño, que dejaba ver los bordes de sus tetas. El sostén solo tapaba el pezón prácticamente.

Al fondo de la habitación había un ventanal grande. Claudia había corrido la cortina y se podía ver el parque del frente del hotel y un edificio al lado del parque. De varios departamentos de este edificio, se podía ver nuestro cuarto. Claudia había puesto la luz un poco tenue para que se pueda ver desde afuera, pero que aún se vea oscuro para no ser reconocidos.

-Quiero que me cojas así. Que nos vean desde afuera, pero no te preocupes, que no nos reconocerán –dijo, con una cara de puta espectacular.

-Que rica estas. Me gusta la idea que nos vean –dije– que me vean cómo te rompo el culo.

-Ven entonces, que muero de ganas de sentirte dentro.

Me acerqué a ella, mientras me sacaba la camisa. Ella se levantó, la besé en la boca, metí mi lengua dentro y nos besamos apasionadamente. Mi desabroché el jean y su mano entro rápidamente a tocar mi pene por debajo del pantalón y el bóxer. Mis manos fueron rápidamente a sus nalgas. Claudia me bajo el pantalón rápidamente, mi pene saltó completamente erecto.

Claudia se agachó y se lo metió a la boca y comenzó a chupármelo con desesperación. Le desabroché el sostén, se lo quité y le apreté las tetas con fuerza. Claudia se metió todo mi pene en la boca, hasta el fondo, dejándolo adentro. Volví a agarrar sus nalgas y le hice a un lado el hilo, para poder frotar un dedo por su ano.

Se dio la vuelta, se puso en cuatro y me pidió que le lamiera el culo. Me ti mi cara entre sus nalgas. Le lamí el ano, la vagina, ensalivé todo, desde su vagina hasta su ano. Su vagina estaba caliente y mojada, tenía un olor y un sabor deliciosos. Metí un dedo en su ano. Soltó un suave gemido. Seguí lamiendo su vagina, para luego meter dos dedos en su ano. Mi pene estaba por reventar. Me incorporé y sin esperar ni un segundo, se lo metí de golpe en la vagina, que ya chorreaba. Mis dos dedos seguían jugando dentro de su ano. Me movía rápidamente dentro de su vagina, entraba y salía, Claudia gemía fuertemente.

-¡que rico coges! ¡me encanta tu pinga! Dame más duro, mete otro dedo en mi culo, puto –dijo gimiendo– ¡dame más duro, perro!

-Que rico Claudita, muero por reventarte el culo –dije, mientras me movía cada vez más fuerte– pídeme que te parta el culo. Grítalo como puta.

-¡si! Rómpeme el culo por favor –gritó– quiero sentir toda tu pinga hasta el fondo. ¡no pares! ¡me corro! ¡Ahhh!

Sentí como se corría, chorreando sus fluidos por sus muslos y empapando mi pene. una vez se terminó de correr, se la saqué y, así, embarrada de sus fluidos, se la metí por el culo, la mitad entró fácilmente, luego fui empujando suavemente, hasta que entró toda. Comencé a embestirla suavemente, para luego ir subiendo de a pocos la velocidad. Se sentía delicioso penetrar su ano, mientras sus hermosas nalgas rebotaban contra mí. Claudia se metía dos dedos en la vagina y gemía, casi gritando. Yo no quería parar, tenerla así había sido mi sueño desde que tuvimos el trio. Pero la excitación era mucha.

-¡me voy a correr! Que rico culo tienes por dios –dije.

-Lléname el culo de leche por favor –gritó– que también me voy a correr.

-Ahí viene, prepara tu culo que te voy a llenar hasta que se te salga por la boca, zorra –dije, cuando un gran chorro de semen salió de mi pene y le llenó los intestinos -¡Ahhh! Toma tu leche, perra. ¡Ahhh!

-¡si! Se siente caliente, deliciosa. También me corro –gritó– ¡Ahhh! ¡si!

Nos recostamos en la cama, de mi pene seguían saliendo gotas de semen y de su ano, chorreaba gran cantidad de semen. Recostados, nos besamos largo rato. Luego se separó de mí y se metió otra vez mi pene a la boca. Estaba a media erección, pero con la mamada que me dio, rápidamente se puso duro de nuevo. la tomé de la cintura y la puse encima mío, le comencé a besar la vagina, seguía muy mojada, se notaba que estaba muy excitada.

-Estas mojadísima –dije, mientras le chupaba la vagina y me tomaba sus fluidos.

-Te voy diciendo de una vez, que soy insaciable –dijo– la vez del trio me masturbé dos veces en mi casa y el fin de semana también.

-Bueno, te aseguro que mañana no te quedaran ganas de masturbarte, te voy a dar hasta que me digas basta –dije, mientras intenté meter un dedo en su ano.

-¡no! Por favor, deja que descanse el culo un ratito –dijo– realmente me lo partiste –dijo riendo.

Se levantó, se subió encima de mi pene y me comenzó a cabalgar, poniendo sus tetas en mi cara, las cuales besé. Se comenzó a mover delicioso, mientras yo amasaba sus nalgas. No podía evitar apretar esas nalgas deliciosas. Claudia se movía muy bien, su vagina seguía chorreando, sus tetas seguían frente a mi cara y yo no paraba de chuparlas y lamerlas. A lo lejos, por la ventana, odia ver una luz prendida en un departamento del frente y una silueta se dibujaba en la ventana. Alguien nos estaba viendo, lo que me excitó un poco más.

-Creo que tenemos nuestra primera espectadora –dije, mirando hacia la ventana.

-Qué bueno, que vea lo rico que me coges –dijo, moviéndose un poco más rápido.

-Debe estar contento, mirando a tremenda ricura moverse tan rico –dije.

-Que nos vea –dijo, bastante excitada.

-Que nos vea bien entonces –dije.

La levanté y la llevé a la ventana, la apoyé en el vidrio y la penetré desde atrás. Claudia pegó sus tetas y su cara al vidrio, mientras yo la embestía fuertemente, Claudia comenzó a lamer el vidrio. Mientras se frotaba el clítoris rápidamente. Se corrió gritando y chorreando gran cantidad de fluidos por las piernas, hasta llegar al suelo. Yo la seguía embistiendo, apretándole las nalgas y dándole palmadas muy fuertes.

-¡Ahhh! ¡si! Nalguéame duro –gritó.

-Creo que se está masturbando –dije, mirando a nuestra espectadora, que, a lo lejos, parecía meter su mano dentro de su pantalón y en la otra mano parecía tener su celular– creo que nos está filmando.

-¿te molesta? –preguntó.

-No. ¿a ti? ¿estás lista para hacer tu primera porno? –pregunté sin parar de embestirla y nalguearla.

-No me importa, tu sigue cogiéndome que me vas a hacer venir de nuevo –dijo gimiendo.

La comencé a penetrar muy rápidamente, hasta que se volvió a correr. Luego me salí de su vagina, la arrodillé y lancé mi semen en su cara y sus tetas. Todo esto a vista de nuestra espía. Cuando la ayude a levantarse, se limpió el semen de la cara y las tetas y se lo metió a la boca para tragárselo todo. Nos besamos y al separarnos, vimos y las luces estaban apagadas y no había nadie.

Nos volvimos a recostar en la cama, nos abrazamos y nos besamos nuevamente, Claudia se volvió a subir encima mío, frotándose con mi pene, pero este estaba completamente flácido y sin señales de poder recuperarse tan pronto. Así que la tumbé boca arriba en la cama, levanté sus piernas lo más que pude y metí mi cara entre ellas. Comencé a lamerle toda la vagina, metía mi lengua y la movía dentro. Luego metí dos dedos mientras lamia su clítoris.

La masturbaba rápidamente y frotaba su clítoris. Seguí así un rato, hasta que sentí como comenzaba a temblar, aceleré los movimientos de mis dedos, hasta que sentí que se corría, saqué mis dedos y un gran chorro salió de su vagina, comencé a frotarle el clítoris fuertemente y no paró de lanzar chorros por los aires, manchando la cama y el suelo, varios chorros me cayeron encima.

-¡que rico! Solo tú me puedes hacer venir así –dijo, tendida en la cama, con su vagina aun chorreando– me encanta coger contigo, quiero que me cojas siempre.

-A mi también, eres excelente, me encanta que te corras así y que seas insaciable –respondí, besándola en los labios.

-Solo soy insaciable contigo, cuando cojo contigo no quiero parar –dijo– antes de ti, cogía máximo dos veces.

-Y conmigo ¿Cuántos polvos quieres? –pregunté.

-Quiero batir récords. Cógeme de nuevo –suplicó.

Me subí encima de ella, mi pene estaba medio erecto, mientras la besaba, me frotaba contra ella, pasando mi pene por su vagina. Nos besábamos desesperadamente, mi pecho se frotaba con sus tetas, sentía sus pezones duros. Una vez más, mi pene se puso muy duro. Ambos estábamos muy excitados. Me levanté, me arrodillé frente a su vagina, levanté sus piernas hasta mis hombros y la penetré por la vagina, hasta el fondo. Después de dos polvos, su vagina estaba abierta, además de muy mojada, mi pene deslizaba fácilmente dentro de ella. Mis movimientos eran muy rápidos. Sus tetas se movían deliciosamente al compás de mis embestidas.

Mientras más la penetraba, ella iba arqueando su columna, para quedar ligeramente levantada. Mis embestidas se volvieron furiosas, Claudia gritaba fuertemente. De repente, me salí de ella, fui a la ventana, la abrí de par en par y cerré la cortina. Volví a la cama y la volví a penetrar de la misma manera.

-Ya te vieron coger, ahora quiero que te escuchen gritar como a una zorra –dije, mientras la embestía con mucha fuerza.

-¡Ahhh! ¡si! –gritó fuertemente– que sepan que soy tu perra –dijo– ¡Ahhh! ¡mas! ¡dame más duro! ¡Ahhh! ¡si! –volvió a gritar.

Los gritos de Claudia eran muy fuertes, definitivamente, al estar en el segundo piso, llegaban hasta la calle. Estuvimos un buen rato así, Claudia se debió correr un par de veces más. De repente tocaron la puerta de la habitación. Seguimos sin hacerle caso. Claudia seguía gritando muy fuerte. Los golpes en la puerta se hicieron más fuertes. Paramos y decidimos ir los dos, así, desnudos, a la puerta. Abrimos la puerta, la recepcionista se quedó con los ojos abiertos, no esperaba que salgamos desnudos los dos. Yo con el pene completamente erecto, Claudia completamente desnuda, con sus fluidos chorreando de su vagina.

-¿sí? –pregunté.

-Disculpen –dijo la recepcionista, saliendo de su asombro– hemos tenido quejas por el ruido, no sé si podrían bajar un poco el volumen.

-Ay, disculpa –dijo Claudia– nos dejamos llevar, no sabes cómo coge este maldito. Y con la pinga que tiene –dijo, agarrándome el pene.

-Perdón, pero no te preocupes, que ahora la castigo por hacer tanta bulla –dije, dándole una fuerte nalgada a Claudia.

-¡auch! –se quejó– no te preocupes, vamos a coger más bajito entonces.

Me jaló hacia ella, me comenzó a besar en la boca, mientras caminábamos de vuelta hacia la cama. Manoseándonos todo el cuerpo. Todo esto, con la puerta abierta y la recepcionista aun mirándonos. La puse en cuatro patas en el piso y se la metí de golpe en la vagina. Nos colocamos mirando hacia la puerta, la recepcionista, seguía ahí, de pie, mirando atónita, mientras embestía con fuerza a Claudia. Ambos la mirábamos, hasta que salió del shock y cerró la puerta sin dejar de vernos. Nos reímos y seguimos cogiendo un rato mas así, hasta que le tiré toda mi leche dentro.

Me recosté en la cama y Claudia fue al friobar, sacó dos cervezas, las abrió y me dio una, abrazados en la cama, comenzamos a beber, mientras hablábamos de lo que habíamos hecho. Habíamos cogido, dejando que una persona en el edificio del frente nos filme, luego Claudia había gritado tan fuerte, que la recepcionista tuvo que pedirnos que bajáramos el volumen y, por último, habíamos cogido frente a la recepcionista. Nos reíamos de la situación. Seguimos bebiendo un buen rato más. Claudia había abastecido el friobar con varias cervezas, bocaditos y demás. Todo con la intención de poder coger toda la noche.

De repente, de la mesa de noche, sacó un consolador. Se lo metió en la boca y me dijo que quería que se lo meta por la vagina, mientras yo le cogía el culo. Me levanté, me puse al borde de la cama y Claudia, sentada en el borde, comenzó a chuparme el pene deliciosamente. Agarré el consolador y se lo metí en la vagina suavemente. Era un consolador, mediano tirando para grande. Se lo metía suavemente, mientras ella me seguía lubricando el pene.

Se puso a cuatro patas, comencé a lamerle el ano, mientras le metía el consolador en la vagina, ahora un poco más rápido. Una vez bien lubricado ese ano, le di la vuelta. Hice que se levante bien las piernas, dejando su ano y su vagina a mi disposición. Metí primero el consolador en su vagina, luego, suavemente fui metiendo mi pene en su ano. Una vez entró todo, comencé a moverme rápidamente. Al comienzo se me hizo un poco difícil coordinar los movimientos de mi pene y del consolador, pero después de unos minutos, le agarré el ritmo. Claudia estaba que gozaba como loca.

-¡si! ¡así! ¡no pares! –dijo, mientras gemía– ¡me encanta que me llenes mis dos hoyos!

-Te gusta ¿no? –dije, sin parar de moverme– no sabía que eras tan puta. Me encanta.

-Tú me has vuelto puta, desde que me cogiste por primera vez, solo pienso en tu pinga –dijo.

Seguimos así un buen rato, Claudia no paraba de correrse. Estaba excitadísima. La embestía fuertemente por el culo, mientras metía rápidamente el consolador en su vagina. Después de un buen rato así. Me pidió que pare. Me salí de su culo, se sacó el consolador de la vagina y se levantó. Me sentó en el borde de la cama, se trepó encima mío, se metió mi pene en la vagina y comenzó a saltar rápidamente. Sus tetas me golpeaban la cara con sus movimientos. Yo la cargaba de las nalgas y la ayudaba a moverse. Mi pene estaba a punto de explotar otra vez.

-¡me voy a correr! –dije.

-Yo también, lléname de leche, quiero que mi vagina chorree tu leche –dijo– ¡Ahhh!

-¡Ahhh! –dejé salir mi semen dentro de ella.

-¡Ahhh! ¡si! Se siente calientita ¡Ahhh! ¡que placer! –gemía ella, sin dejar de moverse.

Caí rendido en la cama, ella cayó encima mío, con mi pene aun en su vagina. Así nos quedamos dormidos. Estábamos exhaustos. Ni con Sara había tenido unos polvos tan espectaculares, y eso era decir bastante, ya que con Sara no había límites.

Al día siguiente despertamos, abrazados, satisfechos. Nos besamos, nos fuimos a duchar y volvimos a coger una vez más en la ducha y una más en la cama. Nunca había cogido tantas veces en tan corto tiempo, fue espectacular. Cada vez me gustaba más Claudia, antes era solo por su cuerpo, el cual era exquisito, pero ahora era por cómo se desenvolvía en la cama. Nunca pensé que sería tan puta.

Al medio día, hicimos el check-out, salimos de la mano, la llevé a su casa, nos besamos en la boca al despedirnos y me fui a mi casa. Después de eso, nos veíamos cada 3 o 4 días, para coger. Sara sabia de estos encuentros. Ella tenía los suyos con Hugo, de vez en cuando. Nunca volví a coger con Ximena. Luego me enteré de que empezó a enamorar con Raúl. Después de la orgia comenzaron a salir juntos.

Un día recibí un mensaje de Claudia, era el link de una página porno. Al entrar, pude vernos cogiendo, no se notaban nuestras caras, pero si me di cuenta que éramos nosotros. La verdad que no se veía muy bien, por la lejanía de la toma, pero se podía ver a Claudia pegada al vidrio, sin reconocérsele.

-Somos famosos –escribí.

-Si somos nosotros ¿no? –respondió Claudia.

-Claro. Con decirte que, de solo verlo, me acordé y me puse duro –respondí– te quiero coger, ¿te recojo en tu almuerzo por un rapidín? Jajaja.

-Bien rapidín, tengo solo media hora –escribió ella– cerca de mi trabajo hay un mall, con un estacionamiento bien oscuro. Vamos ahí y me coges en tu carro.

-Ok, te busco a la 1 pm entonces –escribí.

A la 1 pm ya estaba estacionado frente al trabajo de Claudia. Ella salió y se subió al carro, me dio un beso en la boca y me dijo a donde ir. Mientras manejaba rápidamente hacia el mall, Claudia se sacaba el calzón por debajo de la falda de su uniforme y me lo tiraba en la cara, estaba empapado. Me imaginé como estaría su vagina y saqué mi pene, completamente erecto. entramos al estacionamiento del mall, con Claudia chupándome el pene y tocándose la vagina. Me paseé por todo el estacionamiento, buscando el lugar más oscuro.

Cuando lo encontré, me estacioné y Claudia se subió rápidamente encima mío, se ensartó mi pene y se comenzó a mover mientras me besaba. Se movía desesperadamente, había estado muy excitada. Después de unos varios minutos, nos corrimos juntos. se levantó y se colocó el calzón rápidamente, para contener las corridas que querían salir de su vagina.

-Voy a trabajar toda la tarde con tu leche en mi calzón, pegada a mi vagina. –me dijo, besándome en la boca.

-Uy, ya me dieron ganas de renunciar y cogerte toda la tarde –dije riendo– Jajaja.

-Que rico seria –respondió sonriendo– pero ya me tengo que ir.

La llevé a su trabajo, se despidió con un beso muy caliente y se fue. Volví a mi trabajo pensando solo en Claudia. Después de eso cogimos muchas veces más.

Un día, Sara me dijo que había quedado con Hugo para ir a un hotel. Yo también había quedado con Claudia y decidí llevarla donde Sara, ya que tenía llave de su casa y sabiendo que no habría nadie. Al llegar, entramos besándonos, para encontrarnos con Hugo reventándole el culo a Sara. Se sorprendieron al vernos, pero nos invitaron a entrar. Pero esa historia la contaré en otro momento.

Fin

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