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Iniciando a nuestros hijos mellizos (11)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Alrededor de las 6 pm llegamos a nuestro hogar, quedamos de vernos a las 7:30 para cenar, mi hija y mi esposa subieron rápidamente a la habitación a tomar una ducha, llevaban consigo los paquetes con sus compras de la tienda. En el camino a casa compramos comida preparada para la cena, Enrique estaba por llegar, me senté un momento en la sala a recordar lo vivido, me sentía muy excitado, fue inevitable jugar un poco con mi polla, la visión de Sandra y mi esposa en la tienda luciendo sus excitantes trajes era más de lo que podía procesar.

Subí la escalera lentamente, recordar a mi hija en la tienda me atormentaba. Al pasar por su habitación escuche el ruido del agua de la ducha, y mi imaginación corría pensando en mi hija duchándose. la imagine desnuda y masturbándose bajo la regadera.

Entré a nuestra habitación y escuche que también mi esposa se duchaba, abrí la puerta y me desnude, el vapor caliente la envolvía, su cuerpo hermoso es un afrodisiaco que sumado a lo excitado que me sentía sin preámbulos la jalé sin mediar palabras, y la besé apasionadamente con mi lenguaje corporal transmitiéndole mi deseo descontrolado. Ella respondió acariciando mi pene ya erecto. La tensión sexual que habíamos ido acumulando a lo largo del día se desbordó en un instante, empujé a mi esposa contra la pared de la ducha y comencé a penetrarla con frenesí.

Ella gimió de placer al sentir mi miembro adentrándose. Nuestros gemidos se fundieron con el sonido del chorro del grifo, creando un crescendo erótico en la atmósfera. Nuestros movimientos se volvieron intensos, reflejando la emoción y la excitación que experimentábamos.

Compartíamos un secreto, mi mente volvía a la tienda, a la imagen de mi hija probándose ropa provocativa. El calor del vapor y el sonido de la regadera se combinaron con los gemidos de placer de Myriam.

De repente, ella me susurró al oído: “¿Te pone cachondo lo que pasó en la tienda, cariño?”, su tono juguetón me hizo detenerme por un instante. “¿Te gustó ver a tu hija en lencería?” Me volvió a preguntar. Le sonreí, sin dejar de moverme, “¿Cómo no iba a ponerme cachondo? Ella se veía hermosa, muy sexual”. Mi respuesta solo la excitó aún más, su vagina se apretujó a mi pene. Susurrando, le dije al oído: “También me gusto verte a ti en ese conjunto… seguramente a Mario y Juan le encantara, ¿No te pone igualmente caliente amor?, en unos días nos reuniremos con ellos” Le respondí penetrándola profundamente y deteniéndome en cada estocada.

Mi esposa asintió regalándome un largo gemido. “¿Te gusta la idea de proseguir con el plan y que Sandy y yo les modelemos a ti y Enrique antes de ir la reunión?”

“Siii… me encanta la idea”, le dije, acelerando mi ritmo.

Volteé a mi esposa y la penetré desde atrás, con el vapor de la ducha acariciando nuestros cuerpos empapados. El chorro del grifo caía con un sonido constante y rítmico, sincronizando con nuestros jadeos y gemidos. “Me parece muy excitante… todo lo que estamos viviendo y quisiera… involucrar también a Enrique en alguna medida” Le confese mientras continuaba con mi miembro entrando y saliendo de su cálida y encharcada vagina. “¿No te excita la idea?”

“Mierda, si,” susurró Myriam, moviendo sus caderas para ensartarse y envolver mi pene con cada embestida.

Mis manos agarraron su cintura y la levanté aún más, impulsando mi polla más adentro de ella, disfrutando del sonido que emitía mi miembro al salir y volver a entrar en la humedad de su coño.

Mi esposa detuvo su movimiento, voltio su cara y me miró fijamente a los ojos y susurró con un tono de complicidad: “¿Qué fue lo que te excitó más de ver a Sandra en la Sex Shop?”, su cara mostrando una combinación de sorpresa y deseo. “Me gusto su seguridad y verla tan dispuesta a mostrar su cuerpo en lencería”, le respondí dándole tres fuertes estocadas, la verdad era que la imagen de mi hija era una constante en mi mente. “¿Y qué tal en el centro comercial?”, agregó ensartándose de golpe.

“Ufff si! se veía espectacular caminando, me excito como la veían…”

Ella sonrió, acaricio con una mano mis testículos por debajo de su cuerpo. “En la tienda note tu erección y la chica que nos atendió y Sandra también lo notaron”, dijo con un tono burlón.

Nuestros ojos se cruzaron, llenos de deseo, mientras la penetraba con todo mi ser, le volví recordar a mi esposa acerca de nuestro próximo encuentro con Juan, Martha y Mario. Myriam se agacho para facilitarme más la penetración y en esa posición cada vez que la penetraba su orificio anal se expandía, aprovechando la lubricación del vapor y el agua le introduje lentamente un dedo en su apretado agujero, notando de inmediato la reacción de su vagina, “Este pequeño orificio podría llenarse con la verga de Mario o de Juan mientras otro te penetre por enfrente amor”.

Mi esposa se estremeció ante mi sugerencia, puso sus manos sobre las rodillas para no caerse ensartándose con fuerza en mi pene. El dedo que le metí en su culo, desencadenó en ella una ola de placer que se reflejó en su cara. Su vagina se ajustó a mi pene aún más, jadeando y gimiendo de placer, me dijo que si, que le gustaba la idea de continuar lo que quedó inconcluso en la reunión con nuestros amigos, que le excitaba la idea de que la penetraran por todos lados. Acelere mi ritmo, mi pene deslizando en la humedad de mi esposa y mi dedo en su culo. Ella se movía en sintonía conmigo, acelerando sus caderas al ritmo de mis embestidas.

“Te he imaginado… tú en medio de Juan y Mario, y yo atrás viendo como se pierden sus miembros en tus orificios”. Le confese.

“Y yo chupando a Martha mientras ellos me penetran”

“¡Siii que rico! seria delicioso de verte así amor”

El vapor se envolvía alrededor de nosotros, la hacía verse aún más hermosa, más excitante. Bruscamente sin dejar de penetrarla la obligue a que pusiera las rodillas en el piso de la bañera para penetrarla de perrito con más libertad. Seguimos fantaseando mientras la penetraba suavemente y le introducía rítmicamente al unisonó dos dedos en el ano.

“¡Dime más amor!, ¡me calienta mucho!” Suplicó.

“Voy a ir un poco más lejos en mis fantasías… también he imaginado que sea Sandra la que está recibiendo esas dos vergas”. Contesté acelerando el ritmo.

Suavemente saqué mis dedos del agujero dilatado de su culo y sin pedir permiso lo suplanté por mi polla, se quedó estática con cada milímetro que le entraba, la visión de ver a mi esposa en el suelo de la bañera con la cara pegada al azulejo del piso era demasiado excitante, me miraba por encima del hombro, sus ojos llenos de pasión y deseo, mi polla entrando y saliendo de su culo. El sonido del agua se confundía con los gemidos que salían de la boca de mi esposa.

“¿Te gusta mi fantasía?”. Le dije.

Eso fue la chispa que encendió la llama. Mi polla se movía cada vez más rápido en su orificio anal, cada estocada más profunda, cada uno de sus gritos más descontrolados, mi esposa me decía que no parara, que no podía aguantar, que ya se iba a correr con mi verga en su culo. Y sucedió, la sentí soltarse, su culo se contrajo y sentí como aprisiono mi pene mientras se retorcía en el piso, le metí prácticamente todos mis dedos en su vagina buscando ayudarla y enseguida me regalo otro orgasmo.

Ella me miró con ojos llenos de deseo. Con un gemido final, eyaculé en su culo, llenando su interior con mi semen, mi esposa se deslizó y derramo en el piso de la ducha conmigo encima dentro de su culo. Nos besamos apasionadamente en esa posición, ahí estuvimos por algunos minutos.

Continuará.

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Comentarios

11 COMENTARIOS

  1. Saludos (Antonio) en breve subire el y los siguientes capitulos, los estoy reconfigurando para cumplir adecuadamente con las reglas del sitio en su formato. Gracias te envio un saludo.

  2. Gracias Enrique por estos ultimos capitulos de esta interesante y exitante saga que nos brinda, de verdad que nos tiene a todos adictos a esta historia……

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