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Fantasías (parte 1)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Soy Bernardo. Lo que les voy a contar es una experiencia que cambió mi vida y que hizo realidad algunas de mis fantasías más ocultas.

Que tiene como protagonista a mi esposa, Jaqui.

Morenita, hermosa, con unas piernas que son el deseo de cada hombre que la mira.

Además de tener unas nalgas de ensueño y una carita tan hermosa.

Este detalle que les cuento de sus piernas y de sus hermosas nalgas creo fue el comienzo de una de mis fantasías.

Es que ver como la miran los hombres empezó a generarme en mi ese morbo mezclado con celos, en el que el morbo siempre salía ganando.

¡Si! Fantaseaba con que la vieran desnuda y verla coger con otro.

Pero dado a que ella siempre fue muy reservada y tímida siempre pensé que eso sería solo una fantasía que estaría en mi cabeza.

Un día, medio aburrido andaba paseando por la casa con una lata de cerveza, cuando escuche ruidos junto a la ventana de nuestra recámara.

Al investigar en la ventana vi a un empleado de la construcción que hacía algunos arreglos en el balcón del vecino.

Me asome un poco y observe a un joven de unos 25 años, que trabajaba en el aplanado de la pared contigua a nuestra recámara.

Mi esposa se encontraba en la regadera próxima a salir y entrar en la habitación a vestirse.

Mi imaginación comenzó a volar y mi fantasía ganó la partida, así que jalé un poco la cortina de manera que el joven pudiera ver a mi esposa solo un poco.

La siguiente pieza de la casa es la sala, solo una pared la separa de nuestra habitación y la ventana queda del mismo lado de la calle, así que tomé mi lata de cerveza y me dirigí a esa ventana, como lo supuse tenía vista perfecta de nuestro amigo.

Escuché que la puerta del baño se abrió y mi esposa salió rumbo a nuestra recámara, envuelta en una toalla que cubría bien sus senos, pero era demasiado corta y dejaba ver la mitad de sus nalgas.

Automáticamente mi respiración cambió como si hubiera subido una escalera a toda prisa y mi corazón parecía que se me saldría del pecho.

Mire por la venta para observar el comportamiento del chico y para mi sorpresa uno de sus compañeros estaba junto a él, ambos al parecer preparaban cemento en una especie de caja de madera, no se percataban de lo que ocurría frente a sus narices. (bobos pensé).

Uno de ellos se levantó y se retiró.

El primer joven volteo la cabeza hacía la ventana y la regresó a lo que estaba haciendo, pero décimas o milésimas de segundos después regresó la mirada súbitamente a la ventana, más bien fue como una sacudida de su cabeza como si su cerebro hubiera procesado lentamente la imagen que había captado.

Dejó de hacer lo que estaba haciendo, se quedó inmóvil para no emitir ningún ruido, parecía una estatua pasando algunos instantes descubrí que nuestra respiración llevaba el mismo ritmo de agitación, ambos tratando de no hacer el menor ruido posible.

Me di cuenta que mi verga estaba completamente parada, al mismo tiempo nuestro amigo se llevaba la mano dentro de sus pantalones y comenzó a tocarse.

No fui consciente de cuánto tiempo pasamos los dos mirando cada quien, desde su ventana, yo mirándolo a él y él mirando a mi esposa.

De momento sacó su mano de su pantalón y comenzó hacer lo que estaba haciendo.

Supuse que mi esposa había terminado de vestirse.

Y en efecto mi esposa apareció con una minifalda blanca y una blusa de color rosa con tirantes.

Me preguntó ¿Qué haces?

A lo cual conteste viendo la televisión.

Ella se echó a reír y me dijo si la enciendes es más divertida.

Y entró a la cocina.

(Jaqui la esposa)

Soy Jaqueline esposa de Bernardo, llevamos casados 12 años, él es un hombre muy atento, divertido y trabajador.

Pero a veces tengo la sensación que piensa mucho en los demás y da por asentado su suposición antes que preguntar lo que la otra persona siente o quiere hacer.

Hablando de mi sexualidad desde que mi cuerpo comenzó a tener cambios y observar mis atributos comencé a notar las miradas principalmente de los hombres.

Incluso algunos hacían comentarios sobre mi cuerpo, algunos que me gustaban y otros muy groseros.

Cuando vivía con mis padres teníamos un vecino, el clásico joven caliente que le daba por espiarme en la ventana y confieso que me gustaba calentarlo desvistiéndome antes de dormir.

Recuerdo en una ocasión una ráfaga de viento delató su posición detrás de la cortina que cubría su ventana, dejándome ver su silueta delgada y su verga erecta que para ser un joven de unos 20 años. estaba muy bien dotado.

Desde ahí yo fantaseaba con estar con él.

En ese entonces se despertaron dos fantasías en mí, la primera que me gustaba por ser observada. Y la segunda sentir el vigor de una verga grande.

Hoy cuando salí de bañar crucé la sala y vi a mi esposo, que me miraba de una manera algo extraña.

Entre a mi recámara me puse frente al espejo, me quite la toalla y observé en el reflejo del espejo la silueta de una persona parada de tras de la ventana, me di cuenta que la cortina estaba algo abierta y entonces imagine que es lo que tenía mi esposo, que algunas veces me había disparado algunas indirectas sobre parejas que buscaban un tercero para hacer tríos.

Creó que el fantasea con verme con otra persona.

(Muy bien sigamos el juego pensé)

Aún que tenía ya mi ropa preparada comencé a caminar por el cuarto como si buscará algo.

Me acerque de espaldas completamente desnuda a la silueta que me observaba y comencé simular buscar algo debajo de la cama.

(Disfruta la vista dije con el pensamiento)

Me recosté boca abajo en la cama, lo más cerca posible de la ventana y fingí estar observando mi celular.

De reojo en el espejo alcancé a ver una silueta delgada, se me vino a la mente que pudiera ser un joven como el de mis fantasías eso me calentó, me puse en cuatro sobre la cama para que el afortunado pudiera ver mi vagina.

Yo deseaba tener su boca entre mis nalgas y que empujara su cara y su lengua lo más adentro de mí.

Me di cuenta que nuestro amigo tenía su mano derecha dentro de su pantalón y la movía claramente intérprete que se masturbaba.

Me probé varias tangas frente a él.

Hasta que decidí que la función había terminado y me vestí.

Salí del cuarto en dirección a la cocina y encontré a mi esposo mirando la ventana, yo sabía que había apreciado la escena y los gestos del joven.

(Esposo)

Vaya eso fue intenso, creo que mi esposa no se dio cuenta de que la observaban, tendré que repetirlo.

(Esposa Jaqui)

Más tarde ese mismo día abrí las cortinas de la sala para que entrara luz y abrí también la ventana y asomé a la calle, moví mi vista hacia la casa del vecino y como lo supuse ahí estaba un joven más o menos 180 cm, delgado, piernas largas, brazos y su torso marcado posiblemente por su trabajo.

Pero lo que más me llamó la atención fueron sus manos, sucias maltratadas, me las imaginaba rasposas, ásperas era inevitable fantasear con ellas recorriendo mi espalda.

Al siguiente día pensé en repetir la rutina del día anterior, mi esposo no estaba en casa por él trabajo.

Entre a la regadera y tomé un baño, salí con la intención de regalarle al chico un nuevo show.

Pero cual fue mi sorpresa que no había nadie en la ventana, que lástima dije con el pensamiento.

Me puse un vestido verde que me llegaba arriba de las rodillas de esos vestidos que son holgados y tienes que cuidarte del viento. debajo llevaba una tanga verde muy sexi.

(Esposo)

El siguiente día en él trabajó pensaba si se estaba repitiendo el show de mi esposa en la ventana.

El tiempo pasaba lento y yo estaba ansioso por llegar a casa.

Regresando del trabajo y al llegar a nuestro edificio forzosamente tengo que pasar frente a la oficina de administración.

Cuando cruce por la puerta mire adentro y vi al mismo joven que sostenía una conversación con el administrador preguntando si tenía algo más de trabajo que pudiera hacer, a lo cual el administrador negaba con la cabeza.

Nuevamente mi mente sucia disparo una idea, los interrumpí disculpándome, pregunté tienes tiempo de reparar una fuga que tenemos en la regadera y tal vez me puedas ayudar con la pintura de algunas paredes.

Claro si no tiene usted inconveniente me dirigí al administrador.

Acompáñame le pedí al joven, subimos juntos la escalera, hasta el departamento, Como te llamas pregunté.

Ismael señor respondió.

Yo soy Bernardo mientras llegábamos a la puerta del departamento es aquí le dije mientras sacaba mis llaves.

Abrí la puerta entramos a la casa, grité amor, llamando a mi esposa que apareció radiante saliendo de la cocina, se veía realmente hermosa, llevaba una falda que hacía lucir extraordinariamente sus piernas.

De esas faldas cortitas, de tela delgada que se levantan con cada movimiento y que quisieras hacerte diminuto para ver de bajo de ella.

Ella es mi esposa Jaqueline, él es Ismael, los presenté.

Vi como a Ismael se le iluminaron los ojos, sin duda regresaban a él esas imágenes de lo poco que pudo ver. A través de la ventana.

Mucho gustó exclamó Ismael estirando la mano para saludar a Jaqui.

Ismael nos ayudara el día de mañana con la fuga en la regadera y los trabajos de pintura que habíamos platicado.

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