Cada dos o tres años voy de visita a Alemania a visitar a mis abuelos y a pasar unos días en mi ciudad natal, Freiburg im Breisgau. La mayoría de las veces he ido con mi esposo, algunas he ido sola, y otras acompañada por alguna de mis amigas. Siempre trato de ir en mayo o junio. En 2019 fue imposible contar con mi esposo; lo habían ascendido recientemente, su nuevo cargo en la empresa requería que permaneciera, por lo que tuve que buscar entre mis amigas alguna dispuesta a acompañarme.
La falta de recursos económicos por parte de mis amigas hizo complicado que algunas de ellas me acompañen. Con el estímulo de que solo tendrían que pagar el pasaje, de que yo me haría cargo de alojamientos y comidas y de que además de mi ciudad natal visitaríamos Múnich, Praga y Berlín, conseguí que Sara aceptara acompañarme.
El 24 de mayo llegamos a Freiburg. Nos quedamos 4 días en la casa de mis abuelos paternos y 3 días en la de mis abuelos maternos. Hicimos un paseo a Múnich y otro a Nürnberg. La estadía en Freiburg fue perfecta, entretenida y muy amena, más el trato de todos mis abuelos y tíos que trataron a Sara como si fuera de la familia.
Como yo lo había prometido y planificado, de ahí iríamos a Praga (recomiendo encarecidamente visitar Praga, junto con Budapest deben ser las capitales más hermosas de Europa). Lo mejor es ir en bus, por tren, aunque hay más frecuencias por día se demora un poco más.
En Praga nos alojamos en un hotel céntrico, 3 estrellas, el equivalente a € 53 en aquel momento, con desayuno incluido, a 400 m. de la Václavské náměstí (plaza de Wenceslao), y no lejos del ícono de Praga: Karluv most (El Puente de Carlos). ¡Buenísimo!
“¿Y Denise? ¿Salimos a divertirnos en la noche? Alguna discoteca, club o cervecería.” me pregunta Sara.
“Ok, Ok. De acuerdo. Claro que sí. Simplemente te aviso que los checos, al igual que mis compatriotas alemanes, son muy libidinosos. Y se mueren por las chicas de pelo negro como tú, te advierto.”
“Ufff. Ya me di cuenta, en tu querida Alemania me la querían clavar por todos lados. ¡Y como meten mano sin consideración ninguna! Perdí la cuenta las veces que me tocaron el culo y las tetas, incluso uno de tus primos.”
“Ja ja ja. Somos así, muy lujuriosos, ja ja ja. Prepárate porque acá en Praga la lascivia no es menor.” le aclare riéndome.
En Praga oscurece temprano, así que alrededor de las 18 h bajamos al lobby del hotel. Hablé con el conserje pidiéndole que nos recomiende algún lugar tipo discoteca, club o cervecería. Después cuando salíamos, para cotejar información, pedí la misma información al portero que está a la entrada del hotel.
Me incliné por la recomendación del portero. Nos aconsejó U Fleck, una cervecería. Interesante lugar, los salones están llenos con mesas largas, pinturas rústicas y armaduras antiguas. Comida tradicional checa y cerveza, cerveza, cerveza y cerveza.
Apenas entramos de una de las mesas del fondo un grupo de dos o tres hombres le hicieron seña a Sara para que nos sentemos con ellos. Dimos unos pasos y una chica, supongo que alrededor de 35 años me saluda.
“Ahoj. Jak se máš?” (Hola, ¿Cómo estás?)
“Hi, I’m OK, and you? / Hallo, Mir geht’s gut, und dir?” (Hola, bien y tú? -respondí en inglés y en alemán-) “Do you speak English? (¿Hablás inglés?) Sprichst du Deutsch? (¿Hablas alemán?).”
“Ja ja, (Sí, sí) poquito inglés, poquito alemán. Siéntate con nosotros, él es mi marido Kamil, yo soy Martina.”
“Encantados de conocerlos, mi nombre es Denise. Soy alemana.”
“Eres muy bonita Denise.” me dijo con una mirada y un tono que me hizo suponer que era bisexual.
Sara siguió hacia el fondo y se sentó con los hombres que le habían hecho seña al entrar. Seguramente se entenderían en inglés. Lo seguro es que de inmediato los tres hombres y ella estaban a las risas. Bueno, está claro, de acá no nos vamos sin por lo menos un polvo…
“A mi marido le encanta tu pelo.” me dice Martina.
“Gracias”
Kamil estira su mano pasando por encima de Martina para acariciar mis tetas.
“Denise, por favor, siéntate entre nosotros, así conversamos mejor.” me sugiere Martina.
Accedo a su invitación, me siento entre los dos, y en menos de 10 segundos, ¡segundos! Kamil ya tenía su mano en mi pierna.
“Realmente mi esposo tiene razón: ¡qué hermoso pelo tienes!” me dice Martina al mismo tiempo que acaricia mis cabellos y pasa su mano por mi cuello y mejilla.
Me excitó… Yo ya estaba mo-ja-da.
“Ustedes son una pareja muy simpática, muy guapos los dos, encantadores. Estoy segura que se entenderán muy bien. Que serán muy buenos amantes.”
“No nos abstenemos de nada, sabes Denise.” me dijo Martina mientras Kamil ya había sorteado mi tanga y sus dedos habían establecido contacto con mi clítoris, labios vaginales y alguna corta incursión en mi vagina.
La atención y la excitación que me provocaban Kamil y Martina, cada vez me permitía menos poner atención en lo que ocurría en el fondo. Pero podía notar que las manos de los hombres con los que estaba Sara, recorrían todo su cuerpo. Pero nadie dejaba de reír.
“Denise. A Kamil y a mí nos gustaría que vengas con nosotros a nuestra casa. Tenemos cerveza y hacemos unos chlebíčky (canapés checos). Te vas a sentir cómoda con nosotros. ¿Aceptas?”
Mi problema era Sara, no podía dejarla sola con tres desconocidos. Pero veo que se levanta con sus tres divertidos «amigos». Me hace adiós con la mano, se señala a sí misma y a los tres hombres como diciendo «me voy con ellos», y desaparecen por una puerta al fondo del local que francamente no sé a donde los llevaba.
Martina captó la situación y viendo que Sara se había ido con unos hombres dejándome sola me tomó del mentón para que nuestras miradas se enfrentaran.
“¿Vamos?” me dijo.
“Ok, pero, por favor, ¿después alguno de ustedes me acompaña al hotel?”
“Tranquila, Kamil o yo, o los dos, te llevamos a tu hotel.”
Inmediatamente de entrar en el apartamento de ellos les pedí permiso para pasar al baño, ¡oh la cerveza! Cuando vuelvo a la sala veo a Martina que se había vestido de manera más cómoda: ahora tenía unos shorts rosas y una camisa blanca holgada que le llegaba solo hasta su ombligo.
Podía oler el aroma de su champú de coco. Era un poco más baja que yo, tenía una figura delgada, cabello largo y rubio, ojos verdes, labios rojos y carnosos y un par de pechos grandes. ¡Era una chica excitante!
Kamil trajo unas cervezas y chlebíčky. Kamil me hizo seña para que yo me sentara con él en el sofá más grande. Martina se sentó en otro más chico. Él pasó su brazo por mi hombro y comenzó a acariciarme el pelo. Me di cuenta de que su pene estaba completamente duro. Ella también captó la situación y me sonrió.
“Parece que has despertado interés en un checo, Denise.” me dijo.
“El amor no sabe de nacionalidades.” respondí.
Martina se paró y vino a donde yo estaba sentada. Se sentó en el reposabrazos del sofá. Sacó la mano de Kamil de mi cuello y hombro y me tomó del mentón, acercó sus labios a mí y con la punta de su lengua recorrió los míos, después la introdujo en mi boca y nos fundimos en un apasionado beso.
“Desabotóname la camina y tócame las tetas.” Me dijo cuando se salió del beso.
Desabotoné su camisa e introduje mi mano muy lentamente hasta llegar a su pezón que acaricié con mi dedo índice y mayor, apenas rozándolo. Gimió.
Kamil se levantó y nos dejó solas y ella ocupó el lugar donde él estaba. Recostó la cabeza sobre el respaldo del sofá.
“¿Te gusta mi marido?” me preguntó.
“Es un hombre muy guapo, eres una mujer afortunada.” le respondí.
“Ahora está acostado en nuestra cama. Nos esté esperando. Quedaría muy contento si vas y lo acompañas.” me dijo y me besó en el cuello. “En un ratito yo me uno a ustedes.”
Me dirigí al dormitorio. Ella se quedó en el sofá. Entré a la habitación, Kamil está acostado boca arriba acariciando su pene erecto. Me saqué la ropa y me senté en la cama, en sentido contrario a él. Lo besé con la misma intensidad y apasionamiento que Martina lo había hecho conmigo minutos antes. Me aparté de su boca y seguí sentada. Puse mi mano sobre su pierna, subí pero solo rocé su pene con la parte externa de mi mano, le agarré sus bolas.
Él no se quedó quieto, acariciaba mis pechos, pellizcaba mis pezones y rozaba mi raja, todo lo cual provocaba suaves gemidos en mí. Martina que recién había ingresado al cuarto me tomó de los hombros, acercó su cara, hizo a un lado mis largos cabellos y me mordisqueó el lóbulo de la oreja. Acto seguido ella insertó lentamente su dedo índice en mi muy mojada vagina. Llena de placer gemí con los ojos cerrados.
El pene de Kamil estaba duro como una roca. Lo tome en mi mano. Martina me tomó por la cintura. Lentamente movió su mano hasta mi muslo, rozando y acariciando mi piel y comenzó a frotar mi clítoris con su dedo índice.
Emití un largo gemido cuando ella penetró mi vagina con su dedo medio. Lo sacó lentamente, sintiendo mi humedad para de inmediato meterlo de nuevo. Me rendí por completo a la lujuria, solo gemidos suaves y sonidos de placer salían de mi boca mientras Martina me cogía con los dedos.
Kamil me tomó de la cabeza y me inclinó hacia él, de manera que mi cara quedo frente a su pene. Con una mano lo deslizo por mis labios, pero Martina intervino, retiró la mano de Kamil de su propio pene, y fue ella quien tomó el control de la verga de Kamil y empujándome desde la nuca lo introdujo en mi boca.
“Ahora es todo tuyo. Dale el calor de tu boca.” me susurró ella.
Martina volvió a mi vagina e insertó dos dedos, mientras los gemidos de Kamil aumentaban. Pero ella me tomó del pelo y sacó el pene de Kamil de mi boca. Yo estaba babeando, en parte mi propia saliva y además el fluido preseminal de Kamil. Mantenía mi cabeza agarrada de mis pelos, yo con la boca abierta, ella tomó nuevamente el miembro de Kamil, la frotó sobre mis mejillas, finalmente me lo hace tragar de nuevo y lo mantiene profundamente metido en mi boca a la vez que con el pulgar y el índice frota el pene de Kamil cerca de la base.
¡Eyaculación inmediata!
Interminable e intermitente descarga de Kamil en mi boca. Martina mantuvo mi cabeza fija con el pene de su marido adentro esperando que él libere toda su esencia en mi cavidad. Era mucho para mi: hice arcadas. Ella me soltó. Las arcadas me hicieron derramar el semen de mi boca, pero también tragar algo de su esperma. Tosí, quedé con mi cabeza boca abajo manchando la sábana. Todavía afluían hilos blanquecinos por mis labios.
Recupero mis sentidos: alguien me acomodó boca arriba. Era Martina. Se puso a mi lado mirándome. Me acarició las mejillas. Tiernamente. Su dedo índice se deslizó desde mi nariz, pasando por mis labios, cuellos hasta detenerse en mi pezón. Pero ahora no fue tan tierna y dulce: con su pulgar e índice hizo como una pinza en mi pezón, me lo apretó, me tironeó de él, más tiempo del necesario. Grité, más que gritar fue un alarido, de dolor y de placer, emociones encontradas. Como si tuviera un resorte en mi espalda me impulsé hacia adelante en un estado de desasosiego.
Martina me abrazó, siguió con su mano en mi teta, me la acariciaba delicadamente… pero un cachetada en ese lugar nuevamente me exaltó. Grité otra vez, ella seguía abrazándome me besó entre la mejilla y el ojo. Era ruda y tierna al mismo tiempo.
“Ponte así, zlatíčko moje (querida)” -me dijo para que yo volviera a quedar totalmente extendida boca arriba.
Su cabeza se dirigió lentamente a mi entrepierna. La punta de su lengua recorrió uno de mis labios vaginales, después el otro. Subió un poco y rodeó mi clítoris. Después de 3 o 4 intentos consiguió asirlo solamente con sus labios, succionó, y me lo tironeó. ¡Waw! Yo en el séptimo cielo. Arqueé mi cuerpo, ella aprovechó para pasar su brazo por debajo de mis nalgas y mantener mi pelvis levantada. Su lengua volvió a atacar mi clítoris y estallé en un orgasmo que quizás haya sido el más maravilloso de mi vida.
Un grito largo e interminable salió de mí. Ahora soy yo quien la toma de la nuca, el pelo, la cabeza y de lo que la podía agarrar y mantuve su cara metida en mi vagina, y dado que todavía yo me retorcía locamente causaba que restregara su cara en mis fluidos. Cuando la alejo de mi vulva, aún sujetada por mis manos, veo su rostro untado por mi orgasmo mezclado con su maquillaje. Quedó un rato con la cabeza entre mis piernas, yo le acariciaba el pelo con mis dedos.
“¡Ufff!” es lo que dijo después de largo rato.
Kamil estaba recuperándose, tenía un físico vigoroso, su pene tomaba vida nuevamente. Martina, sin decir una palabra se recostó sobre su espalda, mirándome con lujuria en sus ojos, sus montículos femeninos subían y bajaban al ritmo de su respiración. Sus pezones estaban visiblemente duros. Él se arrodilló frente a ella entre sus piernas. Pasó su dedo por su grieta de arriba hacia abajo. Ahora con su pulgar acarició sus labios vaginales. Martina dejó escapar un largo gemido cuando él pasó la yema de su dedo índice a lo largo de su raja hasta que tocó suavemente su clítoris. Lentamente levantó su mano por su cuerpo hasta que encontró una de sus tetas y comenzó a acariciarla.
La respiración de Martina se volvió más pesada, sus gemidos más fuertes. Abrió las piernas. Él acomodó su pene justo en frente de su grieta. Ella le dijo algo en checo que yo no entendí, pero de la forma en que siguieron los acontecimientos supongo que habrá sido algo como “Cógeme Kamil”. Era notorio que ella lo deseaba desesperadamente.
Él frotó un poco el exterior de su entrada con la punta de su pene y luego lo colocó justo debajo de su pista de aterrizaje. Lentamente lo empujó hasta que toda la longitud de su miembro estuvo profundamente dentro de Martina, mientras yo permanecía en silencio.
Verlo deslizarse dentro de ella fue un espectáculo increíble, su vagina tragó el pene de Kamil muy profundo mientras él presionaba a su alrededor. Se detuvo cuando su miembro estaba completamente adentro, saboreando la sensación de su vulva, disfrutando del acto posiblemente más íntimo que dos personas puedan hacer. Luego lo sacó lentamente y nuevamente lo empujó rápidamente hasta el fondo, haciendo que Martina gimiera en voz alta.
En ese momento comenzó realmente a coger a su esposa, sacando su pene casi por completo y luego empujándolo rápidamente, haciéndola sentir toda su longitud con cada embestida. Los gemidos de ella aumentaron de volumen mientras él la penetraba continuamente. Martina estiró su mano izquierda hacia donde yo estaba, así quedamos tomadas de la mano mientras ella estaba boca arriba siendo cogida por su esposo.
Vi su pene desaparecer dentro de su vagina, marcada por una tira de pelo afeitado, vi sus expresiones llenas de placer mientras gemía y vi sus pesados pechos rebotar hacia delante y hacia atrás con cada zambullida del falo de Kamil dentro de ella. Yo me acerqué mientras él la cogía y comencé a jugar con sus tetas, acariciándolas suavemente.
La imagen me excitaba. Me acosté en la misma posición que Martina, enviando un mensaje subliminal a los presentes de que yo estaba preparada y quería lo mismo. Siempre de la mano de ella. Al instante los dos descifraron el mensaje. Él disminuyó el ritmo de serruchar a Martina hasta que se detuvo por completo y se retiró. Ella cesó sus gemidos y se incorporó cuando Kamil se acercó a mí. Se puso entre mis piernas y antes de hacer nada, se inclinó y chupó brevemente cada uno de mis pezones erectos. Dejé escapar un pequeño gemido.
Miré a Martina, que no dijo nada, y luego lo miré a él. Colocó su pene en la entrada de mi muy mojada vagina y lentamente me penetró. Dejé escapar un gemido cuando su glande entró en mí y miré a Martina. Mi vulva empapada con mis jugos ayudó a que su miembro se deslizara fácilmente. Lo introdujo completamente dentro de mí.
Después de unos bombeos lo sacó lentamente, y yo gimiendo en el proceso. Solo la punta de su pene permaneció dentro de mí, repitió la acción dos veces, insertando y luego retirándolo hacia atrás muy lentamente, gemidos silenciosos escapan de mis labios. Hasta que, en la cuarta vez, rápidamente hundió su miembro estrellándose en lo más recóndito de mí. La sensación fue increíble.
“¡Aaaah!” grité de dolor por su rápida zambullida en mi vagina.
“Kamil, detente, sal”, le dijo Martina.
Él obedeció algo alarmado y confundido.
“¿Estás bien bebé?” me preguntó ella.
Alargó su mano y comenzó a frotar mi vulva.
“Sí, ¿estás bien?” También preguntó él.
“Estoy bien”, respondí un poco conmocionada, “Quiero que sigas, me siento muy bien. Solo que no presiones tan profundamente, ¿OK?”.
“Tranquila Denise” respondió complacido. Volviendo a mi vagina.
“Espera”, dijo Martina, “tengo una idea mejor. Kamil acuéstate boca arriba”.
Él hizo lo que ella le dijo y se acostó boca arriba en la cama entre Martina y yo. Su pene duro apuntando hacia arriba.
“Ahora cariño, siéntate encima del pene de mi esposo.”, dijo Martina, “De esta manera tú controlas qué tan profundo él te coge.”
Me gustó la idea, especialmente la parte de yo controlaba qué tan rápido o profundo cogíamos. Me subí sobre él. Lo miré a los ojos mientras me empalaba en su pene erecto. Dejé escapar un fuerte gemido. Me levanté de su miembro y luego me empalé una vez más. Me levanté y bajaba lentamente varias veces más.
Después de ir un poco despacio, comencé a acelerar el ritmo, hasta que finalmente mi vagina y su pene se acostumbraron lo suficiente como para que yo comenzara a rebotar rápidamente sobre él. ¡Excelente idea de Martina! Iba a toda velocidad ahora, saltando frenéticamente sobre su mástil, haciendo que mis tetas se sacudieran y rebotaran en todas direcciones, sintiendo la longitud total de su mástil deslizándose dentro de mí con cada inserción hasta que llegué al orgasmo. La sensación fue asombrosa. ¡Me estoy corriendo!
Kamil me agarró por la cintura con ambas manos, mis rodillas sobre el colchón y mi vagina sobre su pene y comenzó él a empujar su miembro dentro de mí. Se hundía rápidamente en mí hasta que llegó al clímax. Dejó escapar un fuerte chillido que no le impidió seguir con el vaivén. Continuó con una serie de gemidos y su cuerpo temblando salvajemente. Dejó de cogerme en ese momento, su miembro todavía dentro de mí mientras todo mi cuerpo temblaba con el placer de un orgasmo femenino.
Yo no podía sostenerme más. Tuve suerte de que Martina sostuvo mi cuerpo desnudo con fuerza contra el suyo, poniendo mi cabeza contra sus tetas y dejando pasar mis últimas convulsiones producidas por el abrumador placer extático.
Kamil trajo jugo de naranja y unos platillos con chlebíčky. Fuimos al baño, charlamos un poco, descansamos, nos tocábamos. Así pasó alrededor de una hora. Kamil acariciaba mis senos. Martina cada tanto me besaba en el cuello. De a ratos yo tocaba el ahora flácido pene de él. Hasta que la verga de Kamil comenzó a tomar volumen nuevamente.
Se puso de pie, su pene no estaba rígido pero tampoco blando como hace algunos minutos. ¡Wow! Qué potente, otra vez, ¡¿podrá hacer tres disparos en una noche?!
Miré a Martina que se estaba tocando su sexo. Una sonrisa sexy se formó en su rostro cuando vio que el miembro de su marido que de a poco se ponía nuevamente erecto. Otra vez le hablo en checo con tono seductor, seguramente habrá sido algo parecido a “Vamos, cariño, ven a follarme.”
Ella se puso de rodillas, su culo firme se levantó tentadoramente, llamándolo para que él la cogiera al estilo perrito. Kamil se puso detrás de ella y agarró su lujurioso trasero, apretándolo y besándolo, y se preparó para la penetración. La sujetó por la cintura con ambas manos con vista hacia la espalda desnuda de su esposa y su cabello enmarañado. Yo mirándolos mientras él le introducía su palo.
Ella dejó escapar un gemido y arqueó la espalda mientras él la penetraba en toda su longitud. También él dejó escapar un fuerte gemido cuando su pene entró en contacto directo con las paredes de su vagina. Sacó su miembro casi por completo y la volvió a insertar con el sonido de otro gemido.
Los sonidos de bofetadas resonaban en la habitación entre gemidos mientras cogían rítmicamente, cada embestida provocaba otra bofetada cuando sus cuerpos chocaban y él se estrellaba contra su trasero. Bombeaba a su esposa tan fuerte ahora tratando de hacer que se corriera; ella estaba lista para llegar al clímax. Martina gritó después de una serie de fuertes gemidos y finalmente fue superada por un orgasmo.
Dejó escapar un grito y todo su cuerpo se contrajo cuando el placer la golpeó. Él se aferró a ella y continuaba cogiéndola durante todo el orgasmo. Las manos de ella se aflojaron y se dejó caer lentamente, desplomándose sobre mi regazo. Mientras las últimas oleadas de su orgasmo la atravesaban, sucedió lo más asombroso. Martina apoyando la cabeza en mi regazo, de repente sacó la lengua y comenzó a lamer mi vagina. Yo estaba completamente asombrada por esto. Era demasiado para mí.
Él dejó escapar un fuerte gemido y gritó en señal de que estaba acabando en su esposa que todavía estaba enterrada en mi vulva. Finalmente, Kamil gritó de placer mientras eyaculaba dentro de ella. Martina dejó de lamerme cuando él llegó al clímax, tal vez experimentando otro pequeño orgasmo ella misma y gimió roncamente con lo último de sus fuerzas. Olas tras olas de placer sexual era lo predominante en la habitación. Finalmente, él se detuvo y cayó sobre la cama agarrado de su esposa y uno de sus brazos apoyado en mi hombro.
Nos tumbamos en la cama los tres, cubiertos de sudor. Martina estaba en el medio, Kamil y yo en ambos lados. Todos estábamos en silencio, acostados exhaustos, asimilando la terrible experiencia sexual que acabábamos de tener. Ella estaba de espaldas a Kamil, mirándome cuando él se quedó dormido.
Me quedé durante unos minutos, reflexionando sobre la experiencia sexual única que acababa de tener, cogida por un hombre desconocido y su esposa. Miré más cuidadosamente para asegurarme de que eran reales, para tener certeza de que no lo había soñado, pero sí, eran reales. Había sido una experiencia divertida.
Me acordé de Sara.
“Martina, he pasado extraordinariamente bien con ustedes. Me encantaría quedarme un poco más, pero ¿sabes? No sé nada de la vida de mi amiga Sara. ¿Tú me podrías llamar un taxi para que me lleve al hotel?”
“Sí, por supuesto. Vístete y cuando estés pronta llamo un taxi.”
Me lavé ligeramente, me vestí, y cuando estuve pronta ella llamó un taxi. En la puerta nos besamos apasionadamente.
“¿Me lleva a este hotel, por favor?”
Le mostré al taxista la tarjeta que nos dieron en la conserjería del hotel, especialmente para estos casos en que no dominas el idioma del lugar. Cuando llegué a la habitación del hotel Sara todavía no había llegado…
Gracias por leer mis publicaciones.
Ha sido un relato delicioso, narrado a la perfección para que una pueda imaginar cada situacion, está mañana he sido Sara y tú y he sido penetrada por kamil, me encantó.
Besos