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Con la profesora (parte 2)
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Tiempo de lectura: 9 minutos

«Lo pensé mejor, ven a mi casa a las 10 pm»

Pasé todo el día mirando la nota. Después de una semana, pensando en ella, torturándome viéndola por la escuela, sin poder tirarme encima. Me había vuelto loco esa semana, pero esa nota había cambiado completamente mi humor. Las clases se me hicieron eternas. Mis clases terminaban a las 7 pm, tendría 3 horas para ir a mi casa, bañarme, alistarme y poder ir al departamento de Patricia. Estaba desesperado porque pase el tiempo. Cuando terminó mi última clase, estaba esperando que le profesor de la señal, para salir disparado a mi casa. Cuando, de repente, le profesor dice mi nombre y pide que me quede.

Me pidió que lo ayude a llevar unos documentos a la oficina del coordinador de curso. Acepté a regañadientes y fui rápido a recoger los documentos y los dejé donde el coordinador. Al terminar, salí con prisa, para ir a mi casa. En el camino, me di cuenta que la escuela estaba muy despejada. Casi todos los alumnos se habían ido. En eso, en un pasillo despejado, me encontré de frente a Patricia. No había nadie cerca.

-Buenas noches, profesora –dije sonriendo. Ella también sonrió.

-No te olvides de la nota –susurró, guiñándome un ojo.

-No he dejado de pensar en eso todo el día –le dije acercándome un poco– perdón, pero no me puedo contener.

Miré alrededor, al ver que no había nadie, me acerqué y le di un beso hermoso. Puse una mano en su cintura y la pegué a mí. Luego ella se separó de mí, me sonrió coquetamente y se fue haciéndome una seña de la hora.

Salí disparado hacia mi casa. Me bañé lo más rápido que pude, me alisté y salí rumbo al departamento de Patricia. Con la desesperación que tenía, llegué como 20 minutos temprano. Decidí esperar en la esquina, prendí un cigarro y esperé. Como a los 10 minutos llegó Patricia. En la puerta vi que se encontró con un hombre, era grande, por lo menos 1.90 de estatura, musculoso. Se quedaron conversando, a ella la notaba molesta. Después de unos minutos, ella le dio una bofetada y entró a su edificio. Unos segundos después, él se fue. Esperé unos minutos afuera y llamé a su departamento por el intercomunicador.

-¿si? ¿buenas? –dijo por el altavoz.

-Patricia, soy Gonzalo –respondí.

-Sube –y me abrió.

Entré rápidamente y subí por el ascensor. Cuando llegué, la puerta estaba entreabierta. Entré preguntando por Patricia y nada, no había respuesta. Cerré la puerta, ingresé despacio y estando en la sala volví a preguntar. Me respondió que ya salía, que acababa de llegar y que se estaba cambiando. Me senté en un sillón y esperé. Unos minutos después, salió Patricia. Al darme vuelta para verla, no pude evitar abrir la boca y los ojos de la impresión. Vestía un conjunto de lencería negro, que, en su piel blanca, se veía espectacular.

-¿te gusta? Lo quiero estrenar contigo –dijo mordiéndose el dedo índice.

-¡por dios!! Te ves preciosa –respondí, aun impresionado– entonces será de un solo uso, porque con las ganas que te tengo, te lo voy a destrozar.

-Ven entonces. ¿Qué esperas? –dijo.

Me paré de un salto, corrí hacia ella y la abracé cargándola y besándola con locura. Mi calentura era extrema. La cargué, ella me abrazó con sus piernas. Al cargarla la tomé de las nalgas. La llevé al sillón, la senté encima mío y comencé a besarla, recorriendo todo su cuerpo con mis manos. La besaba en el cuello, en los hombros, mi boca quería recorrer todo ese hermoso cuerpo. Cuando quise desabrochar su sostén. Pero ella me lo impidió. Se levantó, se paró frente a mí.

-Quiero bailar para ti –dijo para mi sorpresa– pero quiero que estés solo en ropa interior.

Rápidamente me levanté, me quité la ropa muy rápidamente y me acomodé el bóxer, para que muestre mí ya pronunciada erección. Me senté y comenzó el show. Puso música en su radio. Y comenzó a bailar muy sensualmente. Se acercaba a mí, pasaba sus tetas frente a mi cara. Pasaba su cara cerca de mi pecho y lo soplaba suavemente. Sin tocarme, me estaba volviendo loco.

Siguió bailando muy sensualmente, cada vez me sorprendía mas lo caliente que era. Se sacó el sostén lentamente. Cuando vi sus tetas, me quise lanzar de boca, pero ella me empujo de vuelta al sillón. Puso un pie en mi pecho y me hizo “no” con el dedo. Luego se sacó el calzón, se agachó mostrándome el culo. Se veía espectacular. Y bailaba excelente. Aun sin tocarme, seguía bailando cerca mío.

Luego, en uno de sus bailes, acercó sus tetas a mi cara. Me las pasó por todo el cuerpo. Luego su culo, mi pene ya estaba erecto. Como el bóxer me quedaba apretado, la cabeza salía ligeramente por encima del bóxer. Patricia al ver esto, se sentó encima, dándome la espalda y comenzó a bailar frotándose suavemente sobre mi bóxer. Estuvo un momento así, luego se levantó, se dio la vuelta y se arrodilló, para frotarse nuevamente, pero esta vez con las tetas. En la punta de mi pene ya había unas gotas de líquido pre seminal. Al notarlo, paso dos dedos por la punta, recogiendo el líquido y llevándoselo directamente a la boca. Lo saboreó. Luego me sacó el bóxer para meterse mi pene a la boca.

-Que rico sabe tu pija –me dijo, mientras la saboreaba– extrañaba este sabor.

-Yo extrañaba todo de ti –respondí– no he dejado de pensar en ti en toda la semana.

-No te preocupes, que esto va a pasar más seguido.

Se subió encima mío y me comenzó a cabalgar con locura. Su vagina estaba muy húmeda. Se movía delicioso. Definitivamente no iba a durar mucho. Estaba excitadísimo. Y la semana que pasé pensando en esto no ayudaba. Estuvo moviéndose como una profesional encima mío un buen rato, creo que ni en películas porno había visto movimientos así. La cargué y con mis manos en sus nalgas la subía y la bajaba. Ella se abrazó a mi cuello, estiró sus brazos y se dejaba caer. Sus tetas quedaron frente a mí, acerqué mi cara y me enterré entre sus tetas. Las lamia y las besaba. Ella, con los ojos cerrados y la boca abierta, gemía fuertemente.

Me pidió que la baje. Se acomodó en el borde del sillón y se dejó caer suavemente al suelo, estaba con la cabeza en el suelo, con el culo apoyado en el borde del sillón y las piernas abiertas en el aire. Me acomodé encima de ella y apunté mi pene hacia abajo se la comencé a meter suavemente. Estaba excitadísimo. Desde arriba podía verla morderse los labios. No podía aguantar más. Me iba a venir.

-¡me voy a venir!!! ¿dónde quieres mi leche? –pregunté.

-Tíramela en las tetas y la cara, pero aún no te vengas, que estoy por correrme –dijo, mientras con una mano se sobaba fuertemente el clítoris– cuando te diga la sacas y te vienes en mis tetas.

-Ok, pero no demores, que no aguanto más –dije, aguantando lo más que podía.

-¡ya estoy cerca! ¡ahí viene! Sácala, sácala ya –pidió, saque mi pene de su vagina. Ella se sobó fuerte el clítoris y un chorro suave salió de su vagina mientras ella convulsionaba suavemente -¡Ahhh! ¡que rico!

No pude aguantar más, me sacudí el pene y le tiré varios chorros gigantes encima, cayeron en sus tetas, en su cara, en el piso, por todos lados. Fue una corrida gigante. Por sus tetas chorreaban nuestras corridas mezclándose. En esa posición, la vista era excitante, me arrodillé en el sillón y me enteré de cara en su vagina. Comencé a lamer y saborear sus jugos, estaba empapada. Ella seguía gimiendo, comencé a meter dos dedos y los movía dentro. Su vagina se mojaba cada vez más. Sentí como comenzaba a temblar y volvió a salir un chorro directo a mi cara. Era la gloria. Lo recibí con la boca abierta y me lo tragué. El sabor era exquisito.

Nos sentamos en el sillón, la abracé con un brazo y ella pegó su cabeza a mi peco, nos quedamos un rato en silencio. Recobrando las fuerzas. Ella respiraba agitadamente. Estaba muy cansada. Estuve pensando en el chico con el que la vi en la entrada de su edificio. La curiosidad pudo más y decidí preguntarle por él.

-Disculpa la indiscreción, pero cuando llegué te vi conversando con un chico. Te vi bastante molesta. ¿Quién era? –pregunté.

-¡ay! Qué vergüenza. Era mi ex. Vino porque quería recoger sus cosas. –respondió un poco avergonzada– lo que pasa es que él tenía un cuarto acá, en el que había puesto sus juegos de video. Es muy aficionado a esas cosas.

-Y ¿por qué te avergüenzas? El que debería avergonzarse es el. Después de haber perdido a una chica como tú –dije– además, con el cachetadón que le metiste, se debe haber ido bien molesto.

-¿lo viste? Tuvo el descaro de decirme que la zorra de Jimena le había dicho para que se mude con él.

-Que imbécil –dije– ¿y quién es esta tal Jimena?

-Es una zorra. Además de fea. Jijiji –dijo burlándose– te muestro ¿si quieres?

-A ver –respondí, pensando en que debería ser un mujerón, para que hayan cambiado a Patricia por ella.

Se levantó, fue a coger su celular y me mostró la foto de una chica. Si bien no era fea, no era nada comparada con Patricia. Tenía unas tetas grandes, pero el culo era bastante pequeño. De cara era un poco tosca, con una nariz ancha. En verdad, para mi Patricia era un 10, Jimena con las justas llegaba a un 7. Tenía que hacérselo saber.

-¿es en serio? No te llega ni a los talones. Disculpa que te lo diga así, pero tu ex es un imbécil –le dije.

-Gracias. La verdad que si es un imbécil. –respondió sonriendo– y te aseguro que no coge ni la mitad de lo rico que coges tú.

-¿en serio? y ¿qué hacia una diosa como tú, con un imbécil como él? –me atreví a preguntar– si no es indiscreción.

-No sé, cuando llegué al Perú, entre a trabajar al restaurante, lo conocí y me trató muy bien. Era diferente antes. Es más, al final de la relación se pasaba más tiempo en ese cuarto que conmigo. Mira, te lo muestro.

Me llevó a un cuarto pequeño, tenía un televisor grande, un play station y una silla gamer. Era un cuarto de juego bastante bien equipado. Me dijo que vendría al día siguiente temprano a recogerlo, me dijo que no lo quería ver, pero que no quería que se quede solo en casa. Me pidió que me quede a dormir, que me quede en el cuarto mientras él se llevaba sus cosas, por si pasaba algo. Acepté, aunque me ponía un poco incómodo la situación.

-No debería demorar mucho, pero me da rabia que se lleve sus cosas así no más –dijo molesta– quiero vengarme de él, pero no sé cómo.

-Podríamos coger en su silla –dije sin pensar– que se la lleve oliendo a sexo.

-No es mala idea –dijo.

Me jalo a la silla. Se sentó y abrió las piernas. Su vagina seguía mojada. Me acerqué y se la metí de golpe. Comencé a embestirla fuertemente. Era un poco incómodo, porque la silla rodaba hacia atrás, cada vez que la empujaba. Pero pudimos acomodarnos luego. La besaba en la boca mientras la embestía, la idea de la venganza nos estaba excitando a los dos. Estábamos como locos.

Después de unos minutos en esa posición, se levantó, me empujó a la silla para sentarme. Se subió encima mío y me comenzó a cabalgar de esa forma tan rica, como solo ella sabe hacerlo. Sus movimientos evidenciaban su excitación. Estaba muy mojada. Así que la ayudé a moverse cada vez más fuerte. Mis manos en sus nalgas, las apretaba y las empujaba para ayudar a sus movimientos. En eso se levantó, apoyó una pierna en mi muslo y comenzó a masturbarse rápidamente.

-¡Ahhh! Me voy a correr –gritó mientras un chorro grande caía encima mío y chorreaba hacia el asiento – ven, te la quiero chupar y que te corras en la silla.

Me levanté, se arrodilló y me comenzó a chupar el pene de una forma magistral. No duré mucho, debido a la excitación y a la gran mamada que está recibiendo. Cuando comencé a sentir que ya me iba a correr, le avisé, ella se levantó, se puso atrás mío, apuntó mi pene hacia la silla y me masturbó rápidamente, mientras su otra mano, pasando por debajo de mi culo, me masajeaba las bolas. Descargué una gran cantidad de leche que cayó directamente en el asiento. Ambos nos quedamos un rato mirando ese asiento, cubierto con nuestras corridas y nos reímos. Trajo papel toalla y lo limpió sin ponerle muchas ganas. Se veía limpio, pero ambos sabíamos que estaba realmente sucio.

-Vamos a acostarnos –me dijo– mañana cuando venga, mientras recoge sus cosas, quiero que me cojas en el cuarto.

-Jajaja, ok, realmente eres mala –le dije sonriendo– me encanta ser parte de tu venganza.

Nos fuimos a acostar y al día siguiente despertamos abrazados, al sonido del intercomunicador. Se levantó, se puso un vestido ancho y largo, que, si bien no lucía su hermoso cuerpo, la hacía ver hermosa.

-Le voy a abrir, espérame aquí, no hagas ruido –me dijo– pero anda poniendo esa pija dura para mí.

Salió, al rato escuché abrirse la puerta del departamento. Escuché que hablaban.

-Ahí están tus cosas. Apúrate, llévatelas de una vez, que ganas no me faltan de botarlas –la escuché decir molesta.

-Pero Patty, no podemos hablar un rato, te ves hermosa –dijo.

-Jajaja, si serás hijo de puta –la oí decir– ¿Qué crees? ¿Qué nos vamos a echar un polvito? Seguro debes apestar a esa zorra. Además, te cuento que ya me conseguí a otro, que coge mejor que tú, por cierto.

-Sí, claro. Sabes que te mueres por volver conmigo –dijo el muy imbécil.

-Ni loca. Y apúrate, que me tengo que ir. Me avisas cuando te vayas y ni se te ocurra venir a mi cuarto –dijo molesta.

Unos segundos después, abrió la puerta, la cerró con seguro. Me empujó a la cama, se subió la falda y se sentó en mi pene. Me hizo una seña de silencio y comenzó a moverse delicioso mientras me besaba para no hacer ruido. Se movía frenéticamente. La idea de que su ex esté tan cerca, mientras cogía con su nuevo amante la tenía muy excitada. Estuvimos unos minutos así, hasta que escuchamos que la llamaba desde la sala. Salió y yo me acerqué a la puerta para escuchar lo que decían.

-Ya está –dijo el, al verla salir– ¿en serio no podemos hablar?

-No –dijo tajantemente– ya lárgate, que no te quiero volver a ver. Vete con esa zorra, que es lo que te mereces.

-Pero, amor. Te extraño –dijo.

-Nada de amor –dijo– ya no tienes ningún derecho de hablarme así. Y lárgate antes de que haga un escándalo y te boten a patadas.

Escuché que se cerraba la puerta fuertemente. Me volví a sentar y entró Patricia. Al entrar se sacó el vestido completamente y se volvió a sentar encima de mí. Se movía fuertemente, se notaba que estaba molesta, pero no me importaba, lo único que quería era disfrutar de ella, de su cuerpo. De esos movimientos tan deliciosos.

-Quiero que te vengas en mi cara, tomarme una foto chupándote la pija y mandársela, para que sepa que mientras él recogía sus juguetes, tú me estabas cogiendo de lo lindo –dijo molesta.

Esto me puso a mil. Siguió moviéndose rápidamente encima mío. Su vagina chorreaba y comencé a sentir como me iba a venir. Le hice una seña. Se arrodillo frente a mí y me masturbó con furia, apuntando hacia su cara. Me vine en su cara, con la cara llena de leche, se levantó cogió su celular, se metió mi pene a la boca y se tomó un selfie. Tiró el celular en la cama y me limpió el pene con la boca.

-Discúlpame, estoy muy molesta –se disculpó– ¿Cómo se atreve a buscar un polvo después de lo que me hizo?

-No te preocupes, no tienes por qué disculparte –dije– entiendo que aun estés molesta con él. Pero quiero que sepas que yo nunca te trataría de esa manera.

-Lo sé, tú eres un gran chico –dijo sonriendo– por eso quiero pedirte disculpas, porque por ahora no quiero una relación, pero quiero seguir disfrutando del sexo contigo.

-No te preocupes –dije– yo siempre estaré aquí para lo que necesites.

-Gracias –agradeció– ¿tienes clases? O ¿puedes quedarte un poco más?

-Tengo clase a las 11, pero ese curso es fácil –dije– así que si falto no pasa nada.

-Qué bueno –respondió– hoy pedí el día libre, así que nos podemos quedar todo el día acostados.

Tomó su celular, abrió el chat de su ex. Envió la foto con un mensaje.

«Mientras tu recogías tus juguetes, un verdadero macho me estaba cogiendo de lo más rico»

«Ah si, disfruta de tu sillita, debe oler muy rico. Jajaja»

Bloqueó el número de su ex. Y lo guardó.

Nos acostamos abrazados. Puso una película. Al rato se quedó dormida apoyada en mi pecho. Unos minutos después, me dormí yo.

Después de esto, comenzamos una relación de amigos con derechos. Bueno, para ella era de amigos con derechos, yo ya estaba enamorado.

Fin

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