Estábamos mi esposa Alejandra y yo en un pub bailable tomando una cerveza bien helada, afuera el calor era considerable, pero adentro la temperatura se elevaba debido a la cantidad de gente que había en el lugar.
Ale estaba radiante, con su pollera blanca, amplia, corta y de tela muy liviana, que dejaban ver esas piernas bien torneadas, su blusa casi transparente que marcaba esos pechos enormes bien levantados, que con su abdomen plano resaltaban aún más, a pesar de sus cuarenta y un años.
De pronto mi mujer se levantó de la silla y su pollera se subió de tal manera que dejo ver toda la redondes de su hermosa cola que con la tanga que traía puesta parecía que estaba desnuda ya que era muy diminuta, Ale siguió camino a los baños sin darse cuenta el percance de la pollera hasta que un tipo le metió una mano y ella se dio vuelta rápidamente.
Lo miro y pude notar que eso le había gustado, cuando volvió no me dijo nada, no hizo ni un solo comentario, quizás porque temía a mi reacción o quizás porque el tipo le había gustado, eso tenía que averiguarlo y debo confesar que la situación me había excitado mucho, entonces le pedí a Alejandra si podía acercarse a la barra para pedir la cuenta ya que el mozo no venía.
Ella pregunto si ya quería irme, le dije que no solo que me encantaba mirarla y observar como la miraban los tipos, ella entendió que yo sabía lo que había pasado y no dudo en levantarse, pero en vez de ir a la barra se desprendió un botón de la camisa cosa que dejaba ver su corpiño blanco que sostenían esos pechos que se morían por salir, doblo y levanto su pollera, me miro a los ojos, se acercó a mi oído y con vos susurrante me dijo:
-¿Querés verme putita hoy?
Mi respiración se comenzó a acelerar, me temblaban las manos, este juego siempre me había gustado, pero nunca lo habíamos llevado a la práctica, al verme así ella volvió con la pregunta, pero esta vez fue un poquito más allá y dijo:
-¿qué tan putita querés que sea ? Hoy te doy todo lo que quieras, vos pones el límite. -Entonces la miré y le dije:
-vamos por todo, ¿hagamos esta noche de sexo libre ,te parece?
-libre sí, pero hago lo que vos quieras.
-ok, quiero que camines por ahí y que si alguien quiere que te dejes tocar.
-hecho si querés eso lo hago ya.
Dijo y salió moviendo el culito y levantando los brazos en señal de libertad al ritmo de la música que ya estaba en tono festivo, un tipo la abrazo por la cintura y la acerco hacia él, ella me miró y yo le hice un guiño dándole mi aprobación, comenzaron el baile y el acercamiento, el hombre la abrazaba, la apoyaba desde atrás y ella se dejaba, él en cada oportunidad que encontraba pasaba sus manos por las nalgas de Ale.
En un momento la tomo desde atrás y suavemente comenzó a meter su mano por entre medio de la blusa en busca del ombligo o quizás más abajo, por lo que ella se asustó y dejo de bailar, pronto estuvo en la meza conmigo y me dijo:
-de verdad querés esto? Porque David (así se llamaba el tipo) me está apoyando y siento su bulto erecto detrás de mí.
Solo respondí -te quiero bien putita.
-vamos a llegar lejos con esto ¿no te importa?
-Vamos hasta donde la putita quiera. -Le respondí.
Ella tomo una copa de champaña de un solo trago, y se encamino nuevamente a la pista, una vez allí volvió David, pero esta vez trajo a un amigo y los dos comenzaron a bailar con ella, ya a estas alturas tanto David, como su amigo se habían percatado de como venía el juego, por lo que bailaron, manosearon bien a Alejandra y luego la acompañaron a la mesa. Los invite a sentarse se presentaron, el otro chico se llamaba Marcelo, y eran de unos veinticinco años, pedimos unas cervezas.
Ale se levantó para dirigirse al baño, entonces le pedí que se acercara, puso su oído y le dije “si querés cogértelos hoy es el día, pensalo, cuando vuelvas sino traes tanga puesta es porque querés cogértelos y sino tomamos las cervezas y nos vamos a casa”.
Al regresar Ale se sentó a mi lado, me abrazaba y me besaba como loca, mi mano izquierda comenzó a subir lentamente por su pierna, yo temblaba por saber su respuesta, la situación me encantaba, pero los nervios me traicionaban y me hacían beber más, mi mano alcanzo por fin su escaso vello púbico, la respuesta era evidente, quería coger con esos chicos.
Seguimos tomando y riéndonos, la charla se había puesto muy caliente, ellos contaban sus hazañas con chicas y Ale se mojaba cada vez más, hasta que en un momento le pregunte a David si se animaba a darle un beso a mi esposa delante de mí, este se acercó la miro los ojos, puso su mano en la pierna de Ale y la beso apasionadamente, ella se dejó hacer, entonces cuando terminaron el morreo dijo Marcelo ahora me toca a mí, a lo que dije si ella quiere, Ale se acercó a él por encima de David, quien introdujo su mano debajo de la falda de Ale.
Comenzamos así a besarla uno por vez y le levantábamos en cada turno un poquitín más la pollera, yo ya no aguanté más y les pedí que nos fuéramos a otro lugar ya que estábamos dando un espectáculo impresionante.
Subimos a nuestro auto, David y Marcelo se subieron atrás, al recorrer un par de cuadras camino a casa, Ale con mirada de muy putita me pidió si la dejaba pasarse atrás con los chicos, a lo que respondí que si ella lo deseaba, que lo hiciera, una vez que estuvo con ellos atrás les dije:
-Muy bien chicos es hora de hacerle la fiestita a mi esposa que hoy es mi putita y la de ustedes.
Marcelo saco su pija y mientras Ale se la mamaba David le metía sus dedos en la conchita, ella gemía como loca, al llegar a casa ni bien pasamos la puerta Marcelo la llevo al sillón en donde sin dejarla respirar y sin condón se la metió hasta el fondo de coño, David la besaba y besaba sus magistrales tetas al aire, mientras ella me miraba y decía entre gemidos:
-Te gusta tu putita papi.
Marcelo se la saco y ella le pedía que se la ponga, entonces toco el turno de David, quien le decía a Ale que si quería que la cogiera que le suplique, ella se arrodillo y le suplico mientras la verga de Marcelo entraba y salía de su boca, David la subió a sus piernas y comenzó a cogerla, Alejandra gemía como loca y pedía que se la diera por el culo, yo en un rincón me masturbaba y no podía creer lo puta que era mi mujer.
David la puso en cuatro patas y acerco el glande al culito de Ale mientras ella mamaba la verga de Marcelo, entonces David me dijo:
-querés que se la meta?
A lo que le dije que sí, entonces me dijo:
-cuando queramos vamos a venir a cogerla, ese es el trato sino no le rompo el culo.
La miré a ella y dijo si con un movimiento de cabeza, ok le dije.
-pero no siempre con el mismo amigo.
-trato hecho -dijo el y penetro dentro de ella haciéndola gritar y acabar como una loca, el también lleno el culito de ella de semen y luego fue el turno de Marcelo que se la metió por la conchita y se la lleno de su blanca leche.
Se vistieron y se fueron, con la promesa de volver.