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Iniciando a nuestros hijos mellizos (9)
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Juan me acompañó a la puerta, pude ver que su sonrisa se ensanchaba cada que veía mi erección bajo el pantalón, le agradecí la confianza que me brindó y la promesa de una respuesta de mi esposa y me quedé con la suya de organizar el primer acercamiento de mi hija a este mundillo.

El viaje a casa fue una eternidad, mi mente no paraba de pensar en mi hija, la adrenalina que sentí la noche anterior se repitió. La vida se iba presentando cada vez más excitante.

El sol ya se había ocultado en el horizonte, la casa estaba en silencio cuando llegue, las luces de la sala parpadeaban suavemente. Una sensación de paz, nada como el hogar. Encontré a Myriam en la cocina, cortando verduras para la cena. Necesitaba sentir su calor y apoyo, me recibió con una sonrisa llena de amor, sus ojos buscando los míos, quizá noto mi ansiedad. “Todo bien?” pregunto con voz suave. Asentí, tratando de sacudirme la pesadez que se había instalado en mis hombros. “Necesitamos hablar” dije, apoyándome en la barra de la cocina.

“Sabes que Sandra me llamo?” le comunique comiendo un pedazo de pan como si continuara una conversación inconclusa. Myriam detuvo en seco el corte del cuchillo sobre la lechuga y me miro con ojos llenos de preocupación. “¿Todo bien, te dijo algo de anoche?”

“Todo bien con ella, amor” Le conté la conversación que tuvimos. “Me confirmo que deseaba continuar con su idea de integrarse a nuestro estilo de vida, me externo también su apoyo. Me conto que hablo con Enrique. “¿Sobre qué?” Pregunto con ojos muy abiertos mi esposa. “Bueno, me dijo que no me preocupara que Enrique nos apoya también y que no le contó la confesión que le hicimos sobre la reunión con los hijos de Juan y Martha” Mi esposa me escucho atentamente, su rostro reflejaba un espejo de mi propia confusión y emoción. “¿Y tú que piensas?”, me interrumpió, cortando la lechuga y los tomates con más fuerza de lo habitual.

Respire profundamente, “Pienso que tenemos que ser cuidadosos, la dinámica familiar podría complicarse, no queremos lastimar a nadie, aún no desmiento o afirmo si fue real lo que le confesamos al final a nuestra hija y está interesada en tener otra conversación sobre ese tópico.” Myriam asintió.

Sin embargo, la preocupación en su rostro era evidente. “Bueno opino que si ella quiere seguir adelante y se maneja dentro de los límites normales de respeto en cuanto a su integridad física y que lo disfrute, podría ser una buena experiencia para ella iniciar en un grupo de acuerdo a su edad, quizá se dé cuenta que no es realmente lo que imagina y se olvida del asunto” Dijo, ladeando la sartén con aceite caliente. “Recuerda, que prometimos apoyarla”

-Hay algo más que quiero comentarte, recibí un correo electrónico de Juan. Describe a detalle lo que pasamos con ellos la otra noche.

Myriam se detuvo. “¿Solo eso te escribió?”

-Juan nos propone reunirnos en dos semanas en sábado. A Mario le gustaría vernos de nuevo, solo que esta ocasión no estaría Lily. Seria en formato de quinteto. -Revele, notando la reacción en sus ojos.

Myriam puso el cuchillo de un tajo en la tabla de cortar.

-¿Y qué piensas? –Me miró fijamente, con curiosidad en su rostro.

-Me parece excitante –admití– Nunca hemos estado en un quinteto y en la reunión anterior con sus dos hijos, la experiencia fue intensa.

-Claro que lo fue, si tú quieres amor, ya sabes que soy abierta a todo y más si es contigo –Me sonrió acercando su boca a la mía en un beso que me recordó la noche de pasión que habíamos compartido. Myriam sonrío y agrego– La reunión con Mario como complemento es un formato excitante. Sería la oportunidad de experimentar tu fantasía de la doble penetración, he leído un poco del tema como debo prepararme, sobre todo la higiene y un tipo de enema con aceites que debo usar previo para evitar algún accidente. Quizá podríamos contarle a Sandra esta nueva experiencia si la vivimos.

Mi corazón se aceleró al escuchar eso. “¿Estás segura? No queremos apresurar las cosas. ¿Quizá sería demasiada información para ella no crees? La idea es que ella explore a su propio ritmo.”

Myriam se acercó a mí, la sartén aún en la estufa, y me tomó la cara entre sus manos. “Miguel, si quieres que nuestra hija se involucre en nuestro estilo de vida, tenemos que ser honestos con ella. No la vamos a empujar, simplemente le seguiremos informando.

Acepté con un suspiro, “Tienes razón. Por ahora le contestaré a Juan que aceptamos ir a la reunión.”

Me sentí aliviado y emocionado a la vez. La idea de compartir este nuevo secreto con nuestra hija era aterrador y emocionante. Decidimos mantener la noticia en reserva por el momento, sin revelarle a Sandra la propuesta de Juan. Queríamos que su inmersión en el estilo de vida swinger se diera de la manera más natural y sin presión.

-Amor, hay algo más que quiero confesarte, antes de venir a casa pase a ver a Juan para pedir consejo sobre la confesión a nuestros hijos, y pasaron algunas situaciones.

-¿Situaciones?

Le conté a mi esposa todo lo que sucedió en casa de Juan en ausencia de Martha, todos los tópicos incluido el álbum de fotos, la cara de asombro de Myriam era evidente, también su excitación, pude notar como sus senos se hinchaban.

-Wow! No sé qué decir, lo del álbum me vuela la cabeza y la idea de Mario de hacer realidad su fantasía con su esposa me sorprende mucho, ese chico es algo especial, supera con creces a su papa. Lo de que Juan arregle una reunión con jóvenes swingers para Sandy me parece bien, lo que no estoy segura es si sea buena idea que grabe a Sandra a escondidas es algo que tendríamos que discutir amor.

-¿Estás de acuerdo que sería excitante?

-Si, lo admito, pero no me parece que debe ser a escondidas sin consultárselo, estamos hablando de su privacidad y su sexualidad, además estaría expuesta a que más personas miraran la filmación.

-Tienes razón, no pensé en eso, será un tema a negociar. –Concluí.

Me acerque a la estufa a relevar a mi mujer, nos besamos con pasión, ambos estábamos muy excitados. Myriam fue a poner los cubiertos a la mesa, empecé a freír las pechugas de pollo. El aceite de oliva y mantequilla saltaban al aire y el olor a comida casera se esparcía por la cocina. A mí me gustaba la idea de que la vida continuara su curso, que la rutina se adueñara de la noche, que la conversación volviera a ser común y corriente, que la tensión se desvaneciera a pesar de lo excitado que me sentía.

Justo en el instante que puse las porciones en los platos, escuché el suave sonido de los pasos de Sandra que bajaba las escaleras. Vestía una falda corta que resaltaba sus tonificadas piernas y unas sandalias, su cabello caía en cascadas suaves por sus hombros, su rostro reflejando aun la inocencia que escondía detrás de sus deseos recientemente descubiertos. “¿Que hay para cenar mis amados, divertidos y aventureros padres?” Pregunto con un tono ligero, haciéndome sonreír.

Myriam se volvió a verla y su sonrisa se ensancho. “tenemos pechugas con salsa de tomate, ensalada y espagueti, querida” Le respondió terminando de acomodar los cubiertos sobre la mesa. Le pedí llamara a su hermano para unirse. Sandra asintió y desapareció brevemente, para volver con Enrique, que parecía apenado. Nos saludó y se disculpó por haberse emborrachado la noche anterior y confeso que no recordaba si nos había ofendido o dicho algo fuera de lugar.

Nos sentamos a la mesa, Myriam sirviendo las ensaladas. El aroma del sencillo y delicioso plato inundo el comedor, y por un instante, la tensión parecía disiparse. Ella me sirvió primero, su toque suave y cuidadoso al rozar mi piel y el aroma de su pelo tan cerca de mí era un recordatorio de la pasión que habíamos compartido la noche anterior, mirarla vestir como una ama de casa atendiendo a su familia con tanta dedicación y esmero me hizo sentirme seguro, ella era mi refugio y mi paz.

De pronto de la nada llegaron a mi cabeza imágenes de ella misma en orgias, con otros hombres, con más de un miembro en su boca a la vez, aunado a como la sentí la noche anterior entregada y con palabras vulgares rogándome que la penetrara fue un choque eléctrico que me erizo. Tenía ante mí a nuestros hijos no podía evitar pensar en la confesión que les hicimos, así como la invitación que nos hizo Juan. Myriam se sentó a mi izquierda acariciando mi entrepierna, Enfrente de mi como era habitual estaba Sandra, la iluminación tenue de la lampara de mesa acentuaban la pureza de piel joven de mi hija. Enrique frente a Myriam tomaba agua mineral sin levantar la cabeza.

Comenzamos a cenar, hablando de temas triviales, evitando cuidadosamente el tema de las confesiones. El sonido de los cubiertos chocando contra los platos y las risas inundaron el ambiente. Sandra hablaba de su día en la universidad, sus clases, sus amigos, nos confesó que estaba saliendo con un chico nuevo, no había nada serio aun y que le gustaría invitarlo a casa, y mi mente divagaba imaginando a mi hija en una reunión swinger con jóvenes de su edad. Enrique, por su parte, se limitó a responder de manera monosilábica, claramente afectado aun por la resaca y apenado por su comportamiento y quizá asimilando la “información ilimitada” que le habíamos compartido.

Myriam sin perder la compostura de madre y esposa se unió a la conversación de Sandra, compartiendo anécdotas de su paso por la universidad y se quejó que desde el primer semestre “la secuestré” y fui el único novio que tuvo y no hubo la oportunidad de convivir o llevar a más amigos a casa. La mesa se llenó de recuerdos, risas y calidez.

Mis ojos se cruzaron con los de Sandra de reojo, la sentí vibrando de alegría, sus ojos tenían algunas lágrimas causadas por la hilaridad de la charla, me guiño el ojo en complicidad y apoyo, compartíamos un secreto con ella.

-¿Qué tal el día en la oficina papa? –Pregunto mi hija, intentando mantener la conversación en tono ligero.

-Fue un día normal –Mentí– Trabajando duro, atendiendo reuniones, visita al juzgado, cosas del a día a día.

-¿Y la noche como la pasaron? –Me miró fijamente con cara de picardía.

Myriam se detuvo por un instante, su cuchara a mitad de camino a llevar un bocadillo a su boca, “Ah, la noche… solo un poco de diversión con mama”. Respondí, intentando sonar despreocupado y retomando de alguna forma con naturalidad que entre nosotros ya no había secretos familiares.

Sus ojos se iluminaron. “Fue divertido?, ¿especial?, ¿diferente? Cuéntanos papa” Insistió mi hija con un brillo juguetón en sus ojos.

Mi corazón se detuvo por un instante, me sentí expuesto. “De verdad quieren saber?”. Le respondí, probando terreno.

“Si” dijo Sandra, “me parece que ya nos han contado como son sus reuniones con amigos. ¿Qué tiene de malo que nos cuenten como es entre ustedes?”

Enrique, que parecía aun desorientado, se rio a carcajadas de repente “Pues si hablamos de anoche, tienen que saber que a pesar que estaba borracho y todo me daba vueltas me despertaron con sus gemidos y suplicas”

Sentí que me derretía en la silla, la comida se volvía sabor a ceniza en mi boca. Myriam se puso tensa, su sonrisa se desvaneció. “Que escuchaste?” Pregunto mi hija.

“Escuche que tuvieron una noche loca. No tiene nada de malo realmente, son una pareja casada…”. Enrique se detuvo, su cara se sonrojo. Sentí un nudo en la garganta, mi comida se paralizo en mi boca.

Sandra, sin inmutarse, se reclino en su silla, cruzando sus hermosas piernas. “Enrique, cuéntanos. ¿Qué escuchaste?” dijo, su tono era suave con un brillo algo perverso en sus ojos.

Enrique, se aclaró la garganta. “Bueno, pues… escuche a mama… gemir. Realmente fuerte. Nunca la había escuchado de esa manera, alguna vez escuche rechinidos de cama, gemidos pero su voz con palabras tan claras y tan fuertes… nunca”

Myriam se sonrojo ofreciendo postre, con una risa nerviosa buscando a Sandra “De verdad?” Le pregunto tratando de mantener la compostura.

Sandra asintió con una hermosa sonrisa, “Si, mama. Nunca te había escuchado así, sabía que tenían sexo por el rechinido de la cama, lo de anoche fue de escándalo”.

Myriam se ruborizo aún más, y pude ver una chispa de deseo en sus ojos al buscar los míos, me acaricio nuevamente la pierna y sin decir nada juntos recordamos lo que hicimos. “Lo siento chicos, fue una noche especial” Les dijo a ambos ofreciéndoles una mano a cada uno.

“Por mí no te preocupes, no soy un niño” respondió Enrique, tomando un trago de su gaseosa. “Es solo que… la idea y saber que mis padres sean swingers me resulta… interesante y escuchar anoche a mama me parecido también excitante”.

Hubo un momento incomodo y de silencio, Myriam sirvió los postres y tuve “la brillante” e inexplicable idea de contarles sobre la próxima reunión, me sentía realmente excitado. “Saben? Recibimos un correo invitación de la pareja con la que nos reunimos la última vez, nos invitan a otra reunión”.

Sandra que sabía exactamente de quien se trataba decidió llevarme contra las cuerdas.

-Cual, de las dos parejas, ¿la experimentada o la que iniciaron? –Preguntó saboreando un flan y jugando con la cuchara en su boca.

-La experimenta hija –respondí– La reunión será el próximo sábado y será en un nuevo formato para nosotros.

Sus ojos se abrieron de par en par, la sorpresa era palpable. “Nuevo?”. Preguntó.

“Si” respondí, “Sera un quinteto, es decir; dos parejas y un hombre”.

Sus ojos se abrieron aún más, mi hija mordió su labio inferior y Enrique se atraganto con su bebida. “Un chico solo? ¿Quien? si se puede saber. ¿Ya lo conocían?” Pregunto Sandra con ojos sonrientes como si le emocionara saberlo.

Myriam intervino retirando platos de la mesa “El mismo chico de la vez anterior, en esta ocasión no va a asistir la chica… su pareja” Sandra podía suponer que era Mario el hijo de la pareja.

-¿Nos contaran de esa reunión? –Preguntó Enrique. Myriam y yo intercambiamos una mirada.

-Si ustedes quieren saber, se los contaremos. –Respondí.

-A mí me gustaría saber como fue su experiencia en ese nuevo formato –Expresó mi hija mirándome coqueta y directamente a los ojos.

Mi esposa se apresuró a levantar el resto de los cubiertos dirigiéndose a la cocina seguida por Sandra. Enrique se fue a la sala a jugar con su consola. Me quede un momento cavilando y analizando los acontecimientos de los últimos días cuando Myriam interrumpió mis pensamientos.

-Puedes venir un momento, Sandra desea comentarnos algo.

Instintivamente me asomé a ver a Enrique y lo vi sumergido en su video juego sabía que no había poder humano que lo movieran de ahí en un par de horas y me dirigí a la cocina.

-No he dejado de pensar desde anoche en su confesión y estoy mas que decidida en experimentarlo, y quisiera involucrarme en sus preparativos para la próxima reunión –Nos dijo a boca de jarro.

-Tu madre y yo hemos platicado con respecto a ello y seguimos en la línea de apoyarte y guiarte por supuesto, de hecho, hoy platique con Juan el esposo de la pareja con la que nos reunimos y nos reuniremos en dos semanas.

-¿El papa del chico que será parte de la reunión?

-Si. –En ese momento acepté como verídica la confesión sin en realidad meditarlo– Le tenemos mucha confianza por todo lo que hemos compartido y el conoce parejas jóvenes que podrían interesarte, le conté tu inquietud de probar con otra chica.

-Recuerdo que me sugeriste que quizá sus hijos eran una buena opción con quienes podría tener esa “primera vez”

Me parecía increíble que fuese mi hija la que ahora hablaba por un momento me pareció alguien ajeno o desconocido, incluso sus facciones me parecían diferentes, más mujer, más madura.

-Lo consulte con Juan y no le parece una buena idea ya que… bueno es complicado explicarlo pero Mario no es la mejor opción y su hija aún no tiene la apertura para incluir a más personas, y debo agregar que está casada y no es tan sencillo arreglar otra reunión con ella, quizá con el tiempo si tú decides continuar después de tu primera experiencia se podría organizar algo con ella, y coincido con Juan que todo sea totalmente anónimo con una nueva pareja, en un ambiente discreto y con jóvenes de tu edad.

-Es lo mejor para tu primera vez cariño, deseamos que lo disfrutes y decidas si realmente solo lo quieres hacer como una experiencia o continuar, en ambos casos te apoyamos –Agregó mi esposa acariciando sus hombros.

-Entiendo, y que mejor que ustedes para guiarme. ¿Están de acuerdo que me involucre en los preparativos para su próxima reunión? No saben cómo me encantaría.

-Emm… en qué sentido cariño? –Preguntó Myriam mientras le acariciaba y acomodaba el cabello como lo hacía desde que era pequeña antes de dormir.

-En lo que ustedes me quieran involucrar, si están de acuerdo que sea en todo mejor para mí, ya saben mi opinión acerca de la ropa, la decoración, conozco de maquillaje. Quisiera aprender de ustedes, ser su ayudante, aprender del maestro y la maestra –Su sonrisa era pura inocencia, o al menos eso creía.– Me gustaría tener más detalles, como son sus amigos, sus hijos, como ellos se involucraron como familia, me parece interesante y sobra decir que excitante… ustedes saben más que yo, ¿que los prende a ustedes?

-Tengo una idea hija, quizá no debamos ser tan explícitos, poco a poco, después de tu primera experiencia te prometo que seremos aún más abiertos y también nos interesa que nos cuentes como fue esa primera vez. –Sugerí.

-¿Y la idea es? –Pregunto

-Igual que la reunión anterior, que nos ayudes a elegir una ropa sexy para tu mama, todo el atuendo, desde zapatillas, que nos acompañes a la tienda a donde lo adquirimos, que de hecho es una sex shop –Le sugerí.

-Eso es algo que me pareció excitante de su confesión, los preparativos y las emociones que sienten antes de cada encuentro –Nos dijo mirándonos a ambos con ojos vibrantes.

-Es parte de la excitación Sandy –Le informo Myriam.

-¡Me gusta la idea! Los acompañaré a elegir la ropa y quizá me sugieran que ropa usar en mi caso para mi primera reunión.

-Si y que tu papá nos ayude con la elección.

-¿Qué les parece una sesión de modelaje? Podría estar presente el bobo de Enrique, finalmente ya vio a mama salir muy sugerente para una fiesta. –Sugirió con frescura Sandy.

-No me parece mala idea –Acerté a decir, la excitación de nuevo me ahogaba este era un escenario que jamás imagine, podría ser la gran oportunidad para ver a mi hija con ropa sexy y ver la reacción de Enrique.

-¡Trato hecho! ¿Cuándo iniciamos? –Pregunto Sandy.

-Aún quedan dos semanas, hoy confirmare la asistencia a nuestra reunión y tendré más información sobre la temática, te lo informaremos hija, y de paso le pediré a Juan que organice tu reunión. –Concluí dándole un beso en la frente en señal de despedida– Me iré a descansar ha sido un día pesado.

Deje a mi hija con su madre, pase a despedirme de Enrique en realidad necesitaba estar solo y relajarme, me di una refrescante ducha, me puse mi pijama para esperar a mi mujer y me quede profundamente dormido.

En algún momento pasadas quizá un par de horas sentí a mi mujer a un lado mío recostada y masturbándose, sin abrir completamente los ojos me pareció excitante mirarla como se chupaba los dedos y los metía entre las cobijas hacia su vulva, no quise interrumpirla, fingí seguir dormido, sentí claramente sus estremecimientos sordos, no sabía a ciencia cierta cuanto tiempo tenía masturbándose, pero le conté al menos dos orgasmos desde que la descubrí.

Habían sido demasiadas emociones y confesiones en pocos días.

Continuará.

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