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Volando sola. O taloneando

Por diversión, habíamos ido varias veces al putero, ya nos sentíamos en confianza y a gusto, pasó un tiempo, cuando un día, de forma particular, la Juana le dice a Elzita:

-¿Qué te parecería trabajar conmigo? Algunos días…

-¿Yo? No, no lo creo… no soy… ¿Por qué me lo pregunta?

-Porque te he estado viendo y lo haces muy bien, cada vez mejor. Tan bien como cualquiera de mis muchachas, con facilidad para varios momentos y simpatía en el trato, además de ser muy educada. Tendrías algunas ventajas: Ganarías un buen dinero, $$$ más o menos, por día de “trabajo”, podrías venir cuando tengas tiempo, o ganas, o podemos combinar que vengas para clientes especiales. Como tú prefieras. Piénsalo y me dices.

Ella lo pensó y un día, después de muchas vueltas, me dijo:

-Gordito… ¿Te puedo preguntar algo muy especial?

-¡Por supuesto!

-¿Soy puta?

Levanté las cejas sorprendido, dudé que responder, le dije:

-¿Por qué me lo preguntas?

-¿Sabes que me dijo la Juana?

-Ni idea

-Insinuó que puedo ser una de “sus muchachas”

-¿Una puchacha?

-Si…

Después de una larga pausa, me contó lo de la propuesta, muy serio, le respondí:

-Amorcito… sí, sin duda ya eres una puchacha. No te ofendas, no es malo. Ya lo has demostrado de sobra

-¿Sí? ¿Cómo?

-Varios de mis amigos ya te midieron el aceite, juntos y por separado, siempre contenta.

-Eso no cuenta, fue por cariño…

-Bueno… más o menos, cuenta algo… por otra parte, ya te encueras fácil.

-Si, pero eso tampoco cuenta…

-Tienes razón, eso no cuenta. Lo que si cuenta es que yendo con la Juana un montoncito de güeyes te han cogido, todos desconocidos.

-También es cierto, pero… nunca cobré, fue por cariño… ¿Eso cuenta?

-Creo que sí. ya te han metido unas quince perinolas, por todos lados, ya sabes muy bien como dar las nalgas, mamar, y recibir por el chiquito (Que ya ni se incomoda, solo se abre). ¿No es cierto?

-Pos si… es cierto… pero… no sé…

-Si lo ves como nuestras mamás lo verían, claro que eres puta, porque, sin casamiento, ya diste las nalgas varias veces. Y ni una a la fuerza. Has cogido por gusto y por cachonda.

-Pos sí, es cierto, pero… no me siento bien ser llamada así… ¿Y tú? ¿No vas a cambiar conmigo?

-Claro que no. He estado contigo desde el principio, desde que te estrené. Y quiero mucho, lo que hagas con tus nalgas es asunto tuyo, y creo que te voy a querer más…

-¿De veras?

-Sí, sin ninguna duda, eres el amor de mi vida. Piénsalo, creo que es una buena oferta, ya conocemos a la ñora y el local, ya vimos que va gente buena. Como tú quieras. Me parece una buena idea.

Lo pensó y lo pensó y un buen día me dice:

-Ya lo pensé bien y voy a probar, a ver cómo me siento y que resulta. Decidí que fuera solo de tarde en fiestecitas o con clientes especiales. Si la Juana acepta así, l´entro. ¿Qué te parece?

-Me parece una muy buena idea. ¿Quieres que te acompañe? Por lo menos la primera vez

-Si. Por favor. Estoy nerviosa solo de pensarlo…

La Juana estuvo de acuerdo, combinaron que iría a veces. Algunos días después, me llamó toda excitada:

Me llamó la Juana que tiene un cliente especial para mí. Ya me dijo el día y la hora.

Ese día especial, la acompañé desde temprano, estaba muy nerviosa. Llegamos con tiempo para arreglarse como “putita niña bien” según quería el cliente, con una mini falda bien arriba, medio escolar, blusa escotada, ropa interior chiquitita, muy sexy: Liguero con medias de color humo, panty chiquito dejando ver las nalgas y mini-sostén de gaza.

Tomando algo nos sentamos a esperar.

-¿Te digo algo y no te molestas?

-¿Qué? -Respondió distraída.

-Pareces puta… pero no se lo digas a nadie…

-¡Pendejo!

Al rato la madrota se acercó con un individuo maduro bien vestido y le hizo señal de acompañarla encaminándose al cuarto. En seguida subí a verla al ya conocido tapanco.

Esperó que el hombre tomara la iniciativa. El tipo poco después, comenzó a tomarla de las manos, y siguió por los brazos, acariciando las piernas como de paso, ella colaboró, para este momento era una niña bien portándose mal.

La abrazó y besó por el cuello y cachetes y comenzó a tocarle los pechos. Facilitando Elza discretamente se abrió la blusa, y viendo el sostén, él la acarició directamente.

A seguir se paró frente a él moviendo las caderas suavemente, se fue quitando la falda, poco a poco, girando para mostrarle las nalgas y piernas. El tipo la acariciaba con cuidado. Al quitarse el sostén, él se prendió de los pezones, sujetándola de las nalgas. Vi como ella, acariciándolo tranquila, comenzaba a calentarse, como que ya no era la puta, era una joven siendo seducida.

Me volteé a ver la madrota que me hizo un gesto de “muy bien”.

Después se quitó el panti, que él olió, comenzó a lamberle la chucha, para lo que Elzita educadamente abrió las piernas.

Con eso Elzita levantó las rodillas abriendo bien las piernas. A seguir con el palo bien duro, se acomodó en medio ¡y la montó!

Arriba, para mis adentros, solté unos cohetes: ¡Mi querida Elzita estaba siendo inaugurada formalmente como puta profesional! ¡Y con todos los honores!

Creo que con eso perdió toda la inocencia que le restaba (Ya no era mucha). Y entró a otra categoría: la de las mujeres perdidas. Aun cuando nunca estuvo perdida, ya había sido encontrada hacía tiempo.

Después de esa trepada, el tipo descansó un rato y la bombeó otro poco, ya sin mucho entusiasmo. Más como por amor propio. Ella tranquila, lo dejó hacer y al terminar fue a asearse.

Cuando salió, nos encontró en una mesa tomando algo.

-¿Y, cómo te fue?

-Bien, el tipo me cogió rapidito y ¡listo!

-Ah, ah, ah, te vimos…

-Ja,ja,ja, Me lo imaginé.

La madrota agregó:

-Lo hiciste muy bien muchachita, me gustó. Aquí está lo que te toca y puedes regresar cuando quieras…

-Gracias…

Y así fue. Regresó no sé cuántas veces, hasta donde sé, todas las veces que la Juana la llamó, se acostumbró a esa vida, sin alterar la otra, la de niña modosita, de su casa, obediente y respetuosa.

En el burdel… era libre… era puta…

Me contaba alguna vez:

-Ayer me tocó un tipo con una verga enorme, muy, muy grande, cuando lo mamé, casi no me cabía en la boca. Estaba preocupadísima de cuando me la metiera, por donde fuera me haría un agujerote.

-Ah, ¿y cómo te sientes mamando una vergota?

-Bueno… ahí, no hay como decir no. Si pagan y te la ponen, te la tienes que tragar. Ya me comí un montoncito, de varios tamaños, colores y sabores. Ya estoy bien acostumbrada. Y me trago la lefa. Casi todos los clientes me lo piden, o me la ponen. ¡Y a mamar Elzita!

-¿Y el culito? ¿Lo has dado?

-Sí, pero no es frecuente. Cuando me ponen de a perrita, siempre creo que es para culiarme, pero no es siempre y pues, me quedo quieta, aguantando vara. Dime:

-¿Cuándo vienes a chingar a tu zorra?

-¿Cómo porque iría? ¿Qué ya no me las vas a dar como siempre?

-Si, pero es diferente. Me gustaría que me cogieras como puchacha de la casa, por lo menos algunas veces… ¿Siii? Como un reconocimiento de lo que hicimos. De lo que hago, de lo que me has hecho ser…de ser tu putota chingona.

-Bueno, dime cuando…

Pasaron algunos días cuando me llamó para encontrarnos, como siempre lo habíamos hecho, para tomar un café y platicar.

-¿Cómo estás? ¿Cómo te ha ido?

-Bien, he ido varias veces a atender los clientes que la Juana me pide. Todo tranquilo, todos han sido serios y maduros, un palito, un chaca, chaca, algunas pláticas tristes de sus esposas que no los comprenden, etc. Nada especial. Pero ahora salió algo diferente, la Juana me pidió estar en una orgía, como la que vimos la primera vez, ¿recuerdas? Solo que ahora seré una de las estrellas. No sé si tiene alguien viendo como nosotros, pero me dijo que si querías asistir, arriba o abajo, no habría problema.

Lo platicamos un poco y le dije que me gustaría verla primero sola y entraría después.

Entré al putero y me senté a esperar. Poco después llegó ella, que se metió directamente al vestidor, de donde salió arreglada muy profesional, maquillaje pesado, sin sostén, con una blusita escotada de tela muy leve, una minifalda, que con cualquier movimiento dejaba ver las nalgas, y unos pantis transparentes tipo hilo dental, que mostraban las nalgas y el coño en todo su esplendor.

-¡Estás soberbia cariño! ¡Fantástica! ¡Muy bien! ¿Te das cuenta de que pareces puta?

-¡Qué bueno que te gustó! Nos pareció lo más adecuado para estos clientes.

-Si, ¡sin duda los vas a dejar pendejos! Y calientes. No lo comentes, pero sospecho que podrían querer cogerte. ¡Te ves putísima!

-Más les vale, porque si no… pagan igual…

Y así estuvimos platicando en cuanto llegaban los clientes. Iba a ser una experiencia interesante, sería la primera vez que la vería como una profesional experimentada. Decidí que primero estaría arriba, viendo el inicio y después bajaría.

A la hora, subí al entrepiso y vi como llegaron las perras y los clientes. Elzita, como las otras, los vio y escogió uno para comenzar. En seguida comenzaron a cachondearlas y a meter mano. Ellas a enseñar la mercancía. Pronto, salieron las chiches y comenzaron los chupones de pezón. Por aquí y por allá, las falditas estaban levantadas, las manos en las nalgas.

Pronto ya estaba desnuda, sentada en al sofá mamando una verga mediana y gruesa, que se comió sin problemas y con habilidad, la veía chupando con calma, entre cada varios movimientos le entraba toda la verga, hasta la base. Una pareja sentada junto estaba igual y los cabrones manoseaban a las dos. Otra piruja ya estaba recibiendo palo.

Después, Elzita, inclinada al borde del sofá, tenía un puñal metido hasta los güevos. Solo pujaba (o simulaba) estar muy excitada. Yo creo que, si estaba, porque sabía que la estaba viendo

No tardó en ponérsele otro enfrente para meterle el palo por la boca, ya duro y listo. Se lo comió al tiro, el movimiento le salía muy bien empujada por el que se la jodía por atrás.

Cuando ya las tres pirujas habían sido atornilladas, todos pararon un poco para beber y recuperar las fuerzas.

Decidí entrar, la madrota mandó otra puchacha para igualar los números. Elzita estaba con otra de las huilas acariciándole las chiches, me acerqué para cachondearla.

Uno de los güeyes estaba quieto con una vieja a cada lado, manoseándolas y manoseándolo.

Otro se acostó y jaló a Elzita, obedientemente lo montó acomodándose la verga. Estando así, el tercero se puso por detrás, le untó algo para meterle el nabo por el culo. No hubo reclamación, ella siguió moviéndose al ritmo. Estando así se me antojó colocarme al frente, de ladito, para que me mamara.

Fue un buen fin de fiesta.

Después comentábamos:

-¡Mamacita, que zorra estuviste! ¡Ya eres una putota bien chingona!

-¿Si verdad? Hasta yo me sorprendí… creo que ya soy algo…puta…

-¡No amor, no! Solo te falta la “P” en la frente… con neón…

-¡qué grosero! Ja… ¿Tú me la dibujas? ¿Bonita?

-¡Con mucho cariño amorcito! Todo para mi putita consentida…

Pasó algún tiempo, sin grandes novedades, ya plenamente adaptada y tranquila, ganando experiencia (Y buen dinerito) se había hecho una de las favoritas de la Juana, la llamaba cuando tenía algún cliente diferenciado, de mejor clase.

Un día, nos encontramos para comer, y me contó que le había pasado algo diferente.

-¿Malo?

-No, solo diferente. La Juana me pidió estar para una orgía, le pregunté por qué, y me dijo que le estaban faltando muchachas y que yo era de las pocas que sabían que hacer en esos casos.

-Eran unos gringos grandotes, que bebían como cosacos. Me senté a esperar y los vi pasar, ¡eran grandes! Bueno…

Cuando entré a la sala, estaban tomando, haciendo chistes y luego, luego comentando nuestro aspecto, vi claro cómo nos examinaron. Mi inglés es muy malo, pero los gestos de cómo nos iban a coger eran claros, seguro que eran palabrones (fukin, juor o algo parecido).

Comenzó la fiesta y te diré que todos nos cogieron a todas por todos los agujeros… Fue… ¡mucho! En fin, las ropas fueron saliendo rápido, las tres manoseadas a fondo. Me distraje un momento y la güera ya estaba acostada con un cabrón entre las piernas. No tardamos en estar todas igual. Esa primera fue rápida, pronto estaba inclinada con uno por atrás. Y me llevé un susto cuando otro me puso la reata para mamar, porque era enorme, como de actor de película porno, ¡grande! me la metió por la mitad y ya no cabía más. ¡Y mira que me enseñaste muy bien! para mi sorpresa cupo, me la comí toda, creo que me llegó al estómago.

Cuando después cuando me la metió por el coño, le tuve que pedir que no empujara muy fuerte porque me lastimaba (se rió porque está muy acostumbrado a que le reclamen).

A la Güera y a mí nos hicieron la fiesta de cogernos entre los tres, solo la Gorda se salvó.

Pues me tocó, y fue cuando me rompió el culo. Me sentí ensartada, aunque no me incomodó, ya lo tengo bien amaestrado y le cabe un chingo de riata, ya me han metido unas como botellas.

Al terminar mi agujerito era grandote, hondo y profundo… de acordarme, me mojo… ¡Já… ¡que puta soy!

Salieron contentos, hasta nos dieron algo extra y en dolaritos…

-Pues sí, así le ha ido a tu chupavergas…en general bien… Estoy contenta…

-Sigo con una duda: ¿Ya soy puta de a de veras?

-No… bueno, solo un poquito… Bueno… si, ya eres una putota chingonsísima.

Algo cambió: dejó de atender a mis amigos, decidió que era más que suficiente lo que recibía en el putero.

Por amor solo conmigo…

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Autor
Elza Gonzalez
Elza Gonzalez
Soy una profesora, casada, en el inicio de los 40 a. Hace unos años un primo me hizo descubrir lo sabroso que es el sexo. Me desvirgó y juntos aprendimos a coger de todas las maneras que se nos ocurrió. Su esposa, se que es una muy buena puta, que da fácilmente las nalgas. Afortunado. Con el tiempo, y ayudada por él, también me considero una perra de buena calidad

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