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Profesora particular (6): Unos días de vacaciones (parte 2)
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Tiempo de lectura: 11 minutos

De vacaciones unos días en una casa que es como un palacio, ahora me encuentro en el jardín con el mejor amigo de mi padre, Manuel, con su cuñado Lucas y Marcos, el hermano de Lucas. Después de habérsela chupado a los tres y que se hayan corrido en mi boca y yo de haber disfrutado de varios orgasmos, se quieren quedar con mi vestidito y mis bragas y que vuelva completamente desnuda a mi habitación.

-¿Y si alguien me ve andando así por la casa?

-Va, no te preocupes, ¡tu habitación está cerca!

-¡Ay, con lo bien que me he portado con vosotros!

-¡Eso sí! ¡Vaya mamona estás hecha!

-¡Gracias, Lucas! ¡Me encantó mamárosla a los tres juntos y que me llenarais la boca con vuestro esperma tan sabroso!

-Va, venga, ¡nos das un besito y a dormir!

Me despido de ellos con un par de besos, pego mis pechos desnudos a sus cuerpos y todos aprovechan para magrearme las nalgas. Me alejo caminando desnuda de manera muy erótica, meneando mis caderas sabiendo que todos me miran el culo. Seguro que están deseando follarme. Y yo que me follen. Pero no puede ser, no, sería demasiado peligroso.

-¡Pero, Esther! ¿Qué haces así sin ropa?

-¡Ay, papá! ¡Qué vergüenza!

-Hija ¿y si alguien te viera así?

-Sólo he ido un momento… o sea… a la nevera… tenía algo de sed… y…

-Pero hija, por lo menos… ay, no sé… por lo menos las bragas…

-Es que hace mucho calor y…

-¡Por favor, Esther! ¡Una señorita no… que no estamos solos en la casa!

-Ya, papá, tienes razón. Lo siento. Me voy a dormir, no te enfades, va.

-No me enfado, Esther, pero… es que…

-Ya está, papá. Te entiendo. Pensé que todos dormían y… o sea…

-Vale, va. ¡Buenas noches, hija! -nos damos un besito de buenas noches.

¡Qué vergüenza! ¡Y por poco que no me ha visto mamando vergas como una cualquiera! ¡Su querida hijita pequeña! ¡Nunca más, nunca más! ¡Ay, pero es que estaban tan sabrosas! Me he sentido… no sé… o sea… a ver… sí, como una fulana, vale… pero también como una mujer muy admirada, muy deseada… hmmm, ¡cuanto placer! Nunca había tenido tres vergas en la boca. ¡La sensación es de gran morbo y de mucho gusto! ¡Espero que esos tres no le digan nada a papá, se moriría de vergüenza y de pena! ¡Ojalá se comporten como unos caballeros!

Me he acostado desnuda y al momento me he quedado dormida. Con una sonrisa en los labios, aun en ellos con algo del esperma de mis amantes.

El día siguiente, hoy, ha transcurrido como era de esperar. Nos lo hemos pasado muy bien en la playa. Hemos jugado en el agua con los chicos y los mayores. Alguno en el agua, disimulando, se me acercaba demasiado para tocarme y eso, pero bueno, me los he ido quitando de encima. Por la tarde hemos visitado unas cavas. Ha estado bien. Y hemos ido a cenar. Hoy ha pagado Manuel.

-Oye, Esther, tu padre me contó que ayer ibas desnuda por la casa.

-Eh, ah sí, mamá, pero solo fue un momento… yo…

-Tienes que ir con más cuidado, Esther. Alguien te podría a ver visto.

-Ya, o sea…

-Imagina que, en lugar de tu padre, no sé, te hubieras encontrado con Lucas o con su hermano…

-Ya, mamá, tienes razón. No volverá a ocurrir.

-¡O incluso que te hubieran visto los niños!

-Mamá, ¡que nos son tan niños! Angelito es el menor y ya tiene los dieciocho. Y Jorgito y Fernando, más de veinte. ¡Y además, seguro que les habría encantado verme desnuda!

-Ay, hija, ¡no hagas bromas, pobres chicos! No sé, por lo menos, si tienes que levantarte por algo… por lo menos ponte un vestido o el camisón… aunque no lleves nada debajo.

-Sí, sí, mamá, ¡vale!

Pobre mamá. No quiero ni pensar cómo se hubiera sentido si me hubiera visto en el jardín con tres penes en la boca, desnuda y con tres hombres tocándome las tetas y metiéndome sus dedos en el culo. Tengo claro que eso no volverá a ocurrir. Además, he estado pensando en mi novio y me he sentido bastante mal por él. Es la primera vez que, de alguna manera, le he sido infiel. Aunque bueno, en realidad eso tampoco es una infidelidad ¿verdad?

Hoy soy la primera de irme a la cama. Los demás han seguido un rato más en el jardín. Me siento muy caliente, en parte por el sol, en parte porque estar rodeada de tantos hombres y saber que les gusto, me excita. Decido masturbarme. Pero antes, llamaré a mi novio, que desde la mañana que no le he dicho nada. Aunque… también me dará morbo tocarme mientras hablo con él. Así que, me quito la ropa, me tumbo en la cama, me abro de piernas y descubro que tengo el sexo empapado. Empiezo a acariciarme mientras le llamo.

-¡Gustavo, cielo! ¿Sabes que te añoro? ¿Sí, tu también? Sí, claro. Mucho. No, el día ha ido bien. ¿Sabes? ¡Estoy desnuda! ¡Sin nada! No, no, sí, sin sostén. Y también me he quitado las braguitas. Para ti. Sí, claro, ¡sola en la habitación! Y me estoy tocando. Pensando en ti. Sí… que tu mano es la que me acaricia el pecho… hmmm… que es tu dedo el que penetra mi chochito… que está muy húmedo… hmmm… oye, si quieres tú también… puedes sacarte el pene y… sí… vale… te lo acaricio… uy ya crece… y tiene la punta mojada… a ver… te lamo el glande… qué rico… le doy un besito… ¡qué gran erección! te masturbo… oh… tu dedo juega en mi coño empapado… oh! Pero… ¿qué?

Entra Leo en la habitación y me ve desnuda, tocándome y con mi sexo rezumando y mojando la cama mientras hablo por teléfono. Le hago gestos para que se vaya.

-¡Oye, Esther! –susurra al oído libre del móvil– ¡Por mí no te detengas! Es más, te voy a ayudar. Ayer vi tu numerito con papá y los otros dos en el jardín. Y puedes imaginarte cómo me puse.

-Gustavo ¡sí, sí! ¡Hmmm… que grande la tienes ya! ¡Así tan parada! – indico a Leo que se vaya por favor, mientras sigo disimulando con mi novio en el teléfono.- ¡Hmmm, que bien me tocas, hmmm, sí, sí, cariño!

-Aun te recuerdo hace unos días enseñándonos tu coño abierto y rezumando en el jardín de mi casa… ante todos… -susurra Leo- desde ese día que no dejo de pensar en ello. Y ayer… me dispuse venir a tu habitación después de que te le montaste con ellos, pero Bea estaba despierta y no pude. Pero hoy… ¡aquí estoy!

-Gustavo, sí… ¿qué me tocas? La teta derecha… sí… así… ¿me la mamas? –se la ofrezco a Leo y él me la agarra y me la chupa con fruición.– ¡Sí, sí, amor… por favor, méteme un dedo en el culo… no, no, mejor dos… ahora huélelos…! ¿Te gusta el olor de mi culo? ¿Sí? ¡Te encanta!

Leo me penetra el ano con un par de dedos, juega con ellos en mi culo y luego los huele. Me susurra que huelen muy bien.

-No, no, Gustavo, una videollamada, no…así, así, por la voz… me gusta así, oír tu voz y imaginarte… ¿qué quieres? ¿qué te la chupe? ¡Sí, sí, hmmm, recuerdo bien tu sabor! –abro la boca y saco mi lengua para que Leo me meta su pene y lo chupo con ganas mientras él sigue jugando con sus dedos en mi ano y me mama las tetas y hablo a mi novio pero se lo digo también a Leo– ¡Me encanta tener tus dedos en el culo! ¡Estoy a punto de correrme, cariño… ¡hmmm… por favor… acaríciame el clítoris! ¡Sí, sí, así! ¿Tú también te vas a correr? ¿En mi boca? ¡Sí, sí, venga, lo estoy deseando, lléname la boca con tu leche!

Chupo la verga de Leo intentando darle el máximo placer mientras él me acaricia el clítoris, sorbe mis pechos y me penetra el culo con sus dedos. Él me susurra que ya no aguanta más y que se va a correr.

-¡Sí, sí, cariño, dame todo tu esperma, sí! ¡Lo deseo! ¡Hmmmm! Va, mira, te acaricio los huevos para que te dé más placer ¿te gusta? ¡Más fuerte, más fuerte, así, en mi clítoris ¿sientes mi flujo, cariño? ¡Huélelo, huélelo, te gusta? ¡Saboréalo! ¿Te gusta mi sabor? -Leo hace todo lo que le pido y asiente indicando que le encantan mis jugos- Te voy a ordeñar toda la leche de tus huevos, verás, amor ¿Ya? ¿Ya? ¡Sí, sí, oh, ay, yo también! ¡Ah, ah, oh, ya, ya, sí, lléname la boca, hmmmm, me muero, me muero, oh! Tú también, ¿verdad? ¡Ah! ¿Sientes mi squirt? ¡Te he empapado tu ropa, cariño!

Cuando termino la llamada y de tanto placer, miro a Leo entre enfadada y satisfecha.

-Venga, Esther, ¡no dirás que no te ha gustado!

-¡No te digo que no, la verdad! Que conste que me excité tanto porque me imaginaba con mi novio.

-¡Ya, ya!

-Va, vete, ¡vete! ¡Que a ver si alguien nos va a oír! ¡Solo faltaría que Bea te busque por la casa!

-No te preocupes. Ella hoy se durmió enseguida. Es que la noche pasada… bueno… digamos que estuvimos toda la noche… ya sabes… ¡que no dormimos nada, vaya!

-Ya, me lo imagino. Además, os vi cuando fui a mi habitación.

-¿A sí? ¿Nos espiaste? ¿Oye, no me dirás que tuviste celos?

-¿Yo? ¿Celos de ti? ¡Para nada! ¡Tengo a mi novio y con él estoy más que satisfecha!

-Bueno, no sé, nadie lo diría si te hubiera visto ayer con… o ahora aquí conmigo…

-Es que él no está aquí y… la verdad, debo reconocer que yo, al estar aquí sola, pues sí, tuve algo de celos al verte con tu novia en la cama. Y yo tan sola.

-Pues mira, no debes tener celos. Te confieso que desde hace semanas sólo pienso en ti cuando le hago el amor a Bea.

-¿A sí? ¡No me lo creo!

-Pues puedes creértelo, porque es la verdad. Me excito como un mono pensando en tus tetas perfectas, en tu coño húmedo, en tu culo, en…

-¡Vale, vale… que ya me vuelvo a poner tonta!

-Pues si quieres…

-No, no, es muy arriesgado. ¡Venga, vete! ¡Y gracias por venir, la verdad!

-¡De nada, mujer! ¡Ha valido la pena! –me da un besito en la boca y me acaricia una teta. Yo le agarro el pene morcillón. Me pellizca el culo y se va. Al momento ya le echo en falta.

No puedo dormirme. Me siento sola. Y estoy muy caliente. Leo ha estado cariñoso. Si él estuviera solo… iría a hacerle compañía. O a Manuel. Incluso a Lucas. Pero no, están con sus mujeres. Me encantaría estar con Fernando, pero él se iba a asustar sólo verme entrar por la puerta, con lo tímido que es. Además, comparte su habitación con sus primos Jorge y Ángel. Luego está la pareja gay… pero claro… ahí sí que no… Sólo queda Marcos, pero no hay confianza. Aunque bueno, él bien que ayer… Que le gusto es un hecho, pero no me voy a presentar a su habitación, así como así… ya debe de pensar que soy una guarra, solo faltaría que… nada, nada, me quedo sola y ya está.

Podría volver a llamar a Gustavo y… uy, no, ya es muy tarde y él mañana trabaja. El pobre, aunque, según como se mire le he puesto los cuernos, en realidad también se lo ha pasado bien con la llamada, je, je, je. Seguro que él también se ha corrido realmente. Al final me quedo dormida como un angelito. Sueño que estoy con Gustavo y con Fernando y que los dos son muy cariñosos conmigo. Me hacen de todo. Y yo me dejo hacer. No quiero despertarme.

Al día siguiente nos lo pasamos muy bien. Alquilamos un pequeño velero de lujo y navegamos por el mar. Cerca de la costa. Yo estreno mi tercer bikini. Creo que gusta, así me lo dice mi madre y también Lole, Juani y Bea. Pero la novia de Leo lleva un bañador, de una pieza, muy bonito, y enseña más que tapa. Es muy, muy escotado y por detrás, poco más que un hilo dental. La verdad es que, con este bañador, Bea luce su gran cuerpazo. Veo que todos la devoran con los ojos. Creo que me equivoqué al traer unos bikinis tan decorosos. Reconozco que me gusta que me admiren, pero hoy es Bea el centro de atención. En fin.

He estado deseando que llegue la noche. Casi estoy segura de que alguien vendrá a mi habitación a hacerme compañía o que se las ingeniarán para estar conmigo. Y así me resarciré de todo el día en que me he sentido poco deseada. Ya todos nos hemos ido a dormir. He llamado a Gustavo y, aunque he sido muy cariñosa con él, le he sentido muy frío y distante. ¡Qué se le va a hacer! Cuando vuelva dentro de unos días tendré que cuidarle un montón para que le pase el disgusto. Me desnudo y me rocío con mi perfume favorito. Me pongo solo el camisón, corto, muy trasparente y sexy.

Seguro que, si viene Manuel, o quien sea, le va a encantar encontrarme sin sostén ni bragas. Uy, me excito de solo pensarlo. Oigo unos pasos. ¿Quién será? Pues no sé, porque no entra nadie a mi habitación. Va pasando el rato y nada. Decido salir al jardín, a ver si es que alguien está por allí. Vaya, al pasar por delante de la habitación de Manuel y de Lole, oigo cuchicheos y sonrisitas. Y escucho tras la puerta de Leo y Bea y para mí que están follando otra vez. No me extraña: todo el día con la exhibición en su microbañador habrá puesto a cien a su novio. Sí, sí, oigo sus sonrisas, jadeos y suspiros. ¡Vaya!

También oigo los ronquidos en la habitación de Lucas y de Juani. Oh, la habitación de mis padres tiene algo de luz y… oh… también estarán… los oigo susurrar y suspirar. ¡Oh, y gemidos! ¡Pues mira qué bien! ¡Vaya! Por un momento pienso ir a ver a Marcos, que está solo, pero, ay no sé. Apenas le conozco y no quiero parecerle una… a ver… seguro que el otro día le habría gustado follarme o incluso encularme… le oigo respirar profundo… no lo voy a despertar, no. Quizá podría ir a ver a los chicos. Seguro que nos lo íbamos a pasar de muerte los cuatro. Pero no ¡qué iban a pensar! Y sobre todo Fernando, que es tan tímido y modosito.

Tienen la puerta entreabierta y la luz encendida. Voy a mirar sin que me vean… están jugando a cartas… se lo pasan bien….

-Eh, Esther, ven, ¡ven! –dice Jorge que me descubre mirando.

-No… no… yo solo… iba a…

-Estamos jugando… ven, entra… ¿quieres jugar con nosotros? –me invita Fernando, ruborizado.

-Sólo iba a la cocina a beber agua. ¿Es que no vais a dormir?

-¡Después! Venga, va, ven, ¡siéntate aquí con nosotros en la cama y juegas un rato! –propone Ángel mirándome los muslos.

-¡Jugaremos al strip poker! –exclama Jorge.

-No, no, ¡eso sí que no! –me opongo, consciente que sólo llevo el camisón sin nada debajo, aunque de sólo pensarlo ya me excito.

-¡Es solo una broma, Esther! –me aclara Fernando.

-Pero si ella quiere… -contesta Jorge muy pícaro.

-¡No, no, claro que no! Venga, juego un poco y me voy. ¡Pero nada de strippoker!

-Vale, vale ¡je, je, je!

Por lo menos no estoy triste y sola en mi habitación. Veo que me devoran con los ojos. Creo que se han dado cuenta de que no llevo nada debajo. ¡Es que el camisón es tan transparente! Están tan despistados mirándome disimuladamente que les gano con facilidad. De buena gana me quitaría el camisón y dejaría que me mamaran las tetas, que me las ordeñaran, que me las follaran, los tres, uno tras otro. Pero no, no. ¡Imposible! Al cabo de un rato, me despido hasta mañana.

-¿No nos vas a dar un besito de buenas noches, Esther?

-¡Qué cosas tienes, Jorge! –exclama Fernando, avergonzado.

-¡Claro que sí! –digo yo y me acerco a Ángel- ¡Buenas noches, Angelito!

-¡Buenas noches, Esther!

-¡Hasta mañana, Fernando! –le beso muy cerca de los labios, pero él, tímido, los aparta enseguida.

-¡Adiós, Jorge!

-¡Qué bien hueles, Esther!

-¿Te gusta?

-¡Sí, hmmm! ¿A ver?  acerca su nariz a mi cuello.

-Estoy sola en mi habitación -le susurro sin pensar- Si quieres, puedes venir y hacerme compañía… y me podrás oler toda entera. Ya has notado que no llevo nada debajo, ¿verdad?

-¡Sí, sí! ¿Eh? ¡Oh! –le cuesta disimular– Sí, sí. Esto… hueles muy bien.

-¡A ver, a ver! –y se acerca Ángel para olerme– ¡Sí!

-Es un perfume muy caro, pero es mi preferido. Bueno, me voy. ¡Nos lo pasamos bien jugando!

-¡Sí, sí! –contestan los tres.

-¡Buenas noches, Esther! –dice Jorge mientras me guiña un ojo.- ¡Hasta… mañana!

Me doy la vuelta y ando muy coqueta consciente de que los tres me miran y que seguro se dan cuenta de que casi me pueden ver el culo a través del camisón.

-¡Ah, hola, mamá!

-¿Qué haces, Esther?

-Eh, no, nada… iba a la cocina a por agua.

-Pero… la cocina no es por aquí.

-Ya, bueno… es que he estado jugando un poco a las cartas con los niños.

-¡Así? ¿Sólo con el camisón? Esther! ¿Pero qué…? ¿Qué habrán pensado? Oye, pero… además… ¡no llevas nada debajo!

-¡Mamá! No se habrán fijado, o sea…

-¡Pero si se te ve todo! Como si no hubiéramos tenido suficiente todo el día con la exhibición de Bea, vas tú y… ¡que son muy jóvenes, Esther!

-Mamá, no me han ni mirado, sólo jugamos. ¡Jorge! ¿qué haces tú aquí…?

-¡Ay, hola! ¡Voy a por agua! –exclama el chico disimulando.

-¡Jorge, la cocina no está por aquí! –dice mamá.

-¡Ah, vaya! ¡Es que esta casa es tan grande que… nada, nada, me voy a dormir!

-¡Va, todos a la cama! ¡Buenas noches, Bea!

-¡Buenas noches, mamá! –nos damos un besito de buenas noches.

¡Qué mala suerte! Seguro que Jorge venía a mi habitación. Pero pobre, se habrá asustado al ver a mamá. En fin. Mañana será otro día. Me tumbo en la cama y, con el camisón en la cintura, me masturbo. Al cabo de poco, me duermo.

-Oye, oye, ¡Esther! –me susurran al oído.– ¿Estás dormida?

-Eh, ¿qué?

-¡No, no hagas ruido, hija!

-Marcos ¿tú aquí? -me bajo el camisón, pero apenas me cubre el sexo.–  ¿Pero…?

-Oye… espera… mira… es que… había pensado estar un rato contigo… hablando si quieres… como los dos estamos solos… pero me quedé dormido y…

-Es muy tarde, Marcos. Yo ahora ya dormía. Mejor que…

-Esther, es que… yo ya sé que soy mayor y nada atractivo… y que tú eres muy joven… y un verdadero pivonazo… pero…

-Marcos, entiendo que tengas tus… necesidades… ¡ya vi como mirabas todo el día a Bea!

-Es muy guapa, la verdad. Y con ese bañador… yo… claro…

-Ya, ¡y has pensado hacerte pasar la calentura conmigo!

-No, no es eso. Ella hoy se ha estado exhibiendo… pero está con Leo… y la otra noche… tú…

-Oye, Marcos ¡yo no soy un plato de segunda mesa! Si tanto te gusta Bea, pues, ¡ve a ver a Bea!

-No, no… de verdad… ella no… y tú… la otra noche… yo…

-¿Sabes qué, Marcos? No… no me gustas nada… ¡ve con Bea, a ver si ella te hace caso!

-Estás enfadada, Esther. Mira, espera… la verdad es que estás muy guapa… irresistible así con este camisón.

-Vale, gracias. Y ahora…

-No, espera… ¿dejas que te huela? ¡Es que hueles tan bien! –acerca su cara, me huele y aprovecha para besarme el cuello– Hmmm, Esther.

-¡Vale, ya está! ¡Marcos! -me pone una mano en el muslo, me lo acaricia. – ¡Marcos, no!

-¡Seré muy cariñoso, Esther! –me arremanga el camisón y se alegra de que no use bragas.- Oh!

-¡Marcos, ya vale!

-Mira, Esther, si quieres, tu no me toques, no me beses, no hagas nada… ¿vale? Yo te doy placer y ya está.

Me baja las tiras del camisón y me queda en la cintura, con las tetas al aire. Enseguida me las agarra y me las succiona como un bebé. Debo reconocer que me gusta y le dejo hacer. Las tomo y se las ofrezco. Me masajeo el clítoris y me pongo un par de dedos en la vagina y los muevo dentro de mí. Él se da cuenta, me mira buscando mi permiso y junta dos dedos a los míos.

-¡Me encanta tener tus dedos junto a los míos en mi coño, Marcos! Espera, mira, te acompaño con tus caricias.

-¡Estás muy mojada, Esther! –casi no le entiendo porque tiene su boca llena con mis dos pezones.

-¡Estoy muy cachonda, ¡Marcos, hmmm! –me doy cuenta de que él tiene un bulto en su pantalón- Si quieres… puedes desvestirte, va.

Enseguida se baja el pijama y aparece su pene erguido y brillante. Le gustan tanto que vuelve a mamar mis pechos y yo le agarro su miembro y le masturbo. Él me penetra con cuatro dedos y al rato yo me abro para que le quepa una buena parte de su mano. Empiezo a correrme y a suspirar, a gemir mientras mueve sus dedos en mi vagina. Me reprimo por no gritar. Al cabo de un rato:

-¿Quieres que te la chupe, Marcos, como el otro día? Aún recuerdo el sabor de tu lefa. ¡Muy rica!

-Hmmm, me encantó, Esther. Pero la otra noche me quedé con las ganas de follarte y, la verdad, es por eso que te he venido a ver.

-No, Marcos, eso no. ¿Cómo has pensado que yo…? O sea… Entiendo que tú… -sigo masturbándole.

-¡Es que estás muy buena! ¡Y quiero follarte! –continúa sorbiendo y mordisqueando mis pechos.

-Ya… gracias… pero sabes, es que tengo novio y… no, no puede ser –acelero la masturbación y noto que él aún me chupa las tetas con más fuerza.- Ya te digo, si quieres, te la mamo y puedes correrte en mi boca. O encima de la parte de mi cuerpo que desees. ¿Sí?

Bueno, si quieres saber cómo continua esta noche y los siguientes días, tendrás que esperar a la siguiente parte, Profesora particular (6): Unos días de vacaciones (parte 3). Si hasta ahora te está gustando y te estoy gustando ¡no te lo vayas a perder!

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